29 de octubre de 2008

Seguridad y legítima defensa (I)

"Cuando en una ciudad se asesinan a cinco personas en un día, se demuestra la inoperancia de la lucha contra el delito. No se puede hablar de un hecho excepcional como aparece en el diario, cuando en la calle impera la ley del revólver y el robo a mano armada. Tampoco se puede hablar de fracaso de una política, porque la política de seguridad tiene que ser diseñada por gente experta. Basta de echarle la culpa a la situación social". Daniel. (El Litoral,-Santa Fe- domingo 19 de octubre de 2008).

1.-Los hechos

Lo expresado más arriba describe la situación que se vive en la ciudad Capital de la Provincia “Invencible” de Santa Fe.
Daniel, -tal es el nombre del lector que dejó su mensaje en la edición del vespertino local-, de alguna manera expresa en voz alta lo que piensa cada uno de nosotros indefensos ciudadanos que debemos prever cada día cómo sobrevivir ante y en este clima de violencia en que estamos insertos.
Es correcto el aserto acerca de la ausencia de una política de seguridad, lo cual deja al desnudo la ineptitud –o falta de interés- de nuestros gobernantes tanto a nivel provincial como nacional para velar por un valor fundamental para los ciudadanos cuál es la integridad de sus vidas.
Me acuerdo de la marcha realizada el año pasado reclamando protección para las vidas de los santafesinos cuando el asesinato de Mario Laracca en la ciudad Capital.
Charlando con la gente en esa oportunidad se advertía un común sentimiento resumido en este juicio realizado por una vecina de Barranquitas: “¡Mire Padre, no podemos esperar ninguna protección para nosotros dado que nos gobiernan los terroristas de los años setenta!”
Indudablemente en el sentimiento popular estaba la certeza de la indefensión total.
Tiene razón Daniel –el lector anónimo del vespertino local- cuando dice tajante:”Basta de echarle la culpa a la situación social”.
En el discurso oficial se escucha a menudo ésta mención –que pretende ser exculpatoria de la propia ineptitud gubernamental - a la situación social.
Si tuviéramos que esperar a que cambie la situación social para atender la seguridad de los ciudadanos, dentro de poco estaremos todos masacrados.
Por otra parte esa referencia es injusta, ya que no todos los que padecen exclusión social se dedican a delinquir.
Más aún, no pocas situaciones de muertes y asaltos están protagonizadas por bandas bien pertrechadas con elementos sofisticados para el delito, que hablan a las claras de costosos instrumentos utilizados para la muerte de los indefensos argentinos.
Cabe acotar, además, que no se ve desde el Estado qué interés existe para solucionar “la cuestión social” toda vez que aumenta más y más la disgregación social, los bolsones de pobreza abundan por doquier, y se cierne sobre nuestras fronteras el fantasma de la pérdida de la fuente de trabajo con la consiguiente cruda desocupación.

2.-La gravedad de la falta de seguridad ciudadana.

En los últimos días –lamentablemente- las noticias de situaciones de criminalidad se han incrementado hasta el límite.
Muertes, golpizas, hurtos y robos, que no respetan edades ni condición social, se suceden con tremenda impunidad.
Vecinos se reúnen y marchan reclamando justicia, mientras los delincuentes redoblan la apuesta de violencia y agresión.
Mientras esto ocurre, las fuerzas de seguridad se encuentran desbordadas y maniatadas en el ejercicio de la defensa pública, ya que están “encorsetadas” por políticas garantistas defensoras de los delincuentes.
Mientras el pueblo –como lo hiciera públicamente una mujer llorosa desde un cementerio- reclama a la Presidente que “cuide a sus hijos” porque “nos están matando como moscas”, las autoridades sólo piensan en cómo llevar adelante sus políticas ignaras del bien común.
El conflicto vigente entre el sentir del pueblo y la despreocupación de las autoridades es tan notorio, que nos lleva a todos a vivir una situación ciertamente inédita en la Argentina.
Mientras pulula por doquier una sociedad temerosa por el futuro de la Nación, que comienza a temblar entre las borrascas de la anarquía, hay quienes sólo se preocupan por ir presentando “futuras posibles” candidaturas para el 2009 sin asumir el compromiso del mandato ciudadano otorgado en el 2007.
La seguridad de los argentinos es desde hace ya tiempo una asignatura pendiente.
¿Qué se espera para tomar el toro por las astas? ¿La presencia de robocop? ¿Caeremos en el regreso del “vengador anónimo”?
Tristemente, –ante el estado de indefensión- son innúmeros los que comienzan a predicar la justicia por mano propia.
¿En estas circunstancias, cabe la legítima defensa, ya personal, ya estatal?
Me parece útil proseguir el análisis del tema en una próxima nota…..
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Padre Ricardo B. Mazza. Director del CEPS “Santo Tomás Moro” y del Grupo Pro-Vida “Juan Pablo II”.
Santa Fe de la Vera Cruz, 29 de Octubre de 2008.
ribamazza@gmail.com. http://ricardomazza.blogspot.com.

19 de octubre de 2008

EL “VOTO” COMO COOPERACIÓN AL CRIMEN DEL ABORTO


1.-El revuelo político-social en la sociedad norteamericana.
En estos días se produjo un gran revuelo en el Norte de Texas, Estados Unidos, ya que el obispo Kevin Farrell de la Diócesis de Dallas y el obispo Kevin Vann de la Diócesis de Fort Worth dirigiéndose a sus feligreses católicos por distintos medios, han hecho saber que “votar por un candidato que apoya el demonio intrínseco del aborto o el ‘derecho a abortar’ como si fuera esto una alternativa moralmente aceptable, sería como cooperar con el mal”.
Para situarnos en el tema conviene recordar que Barack Obama, candidato demócrata a la presidencia apoya el llamado derecho al aborto, mientras que el senador McCain favorece la anulación de una decisión de la Suprema Corte que protege el derecho al aborto conocida como ‘Roe v. Wade’.
Ante esta forma correcta y valiente de iluminar las conciencias de los fieles por parte de los obispos, algunos católicos están enojados porque argumentan que se hace proselitismo a favor del candidato presidencial republicano, el senador John McCain.
Indudablemente “estos sedicentes maduros católicos” apoyan al candidato que niega la vida a quienes como don de Dios, se gestan en sus madres para en el futuro sentarse a compartir la mesa de sus hermanos estadounidenses.
No deja de ser curiosa la actitud de Obama, conocedor como es de esperar, que en otras épocas se discriminaba a sus hermanos afroamericanos.
En realidad, -cabe reconocer-, es bastante común que por alcanzar el poder, existen candidatos que postulan estas matanzas para alcanzar los sufragios de los ciudadanos proclives al aborto.
Es bastante común, por otro lado, que la actitud de los obispos resulta irritante para aquellos que fácilmente traicionan los principios de su fe para abrazarse a los postulados del dios Moloc, tan presente en las sociedades de nuestros días.
Pero en fin, los pastores, no lo serían de veras, si callaran ante la proximidad del establecimiento de proyectos tan ruines.

2.- ¿Existe el derecho a asesinar al inocente?
Hablar del derecho a abortar es lo mismo que afirmar la presunta bondad de asesinar a un inocente e indefenso que se gesta en el seno de una mujer.
Sabemos que el ser humano por haber sido creado a imagen y semejanza de Dios goza de lo que llamamos los derechos humanos que tienen por cierto sus correlativos deberes.
Estos “derechos” engloban todo aquello que le es debido al hombre para que pueda vivir dignamente como creatura racional, y por lo mismo elevado a la dignidad de hijo de Dios.
Se trata por lo tanto de una exigencia que brota de su misma naturaleza, de su mismo ser, diferente al animal, que por carecer de inteligencia no puede exigir “lo debido”, y al que sólo se le puede reconocer lo que es propio de su naturaleza animal.
Uno de estos derechos del hombre, el primero, es el que reconoce el don de la vida como originario.
Y no podría ser de otra manera, dado que es imposible exigir el respeto de
los restantes derechos sino no se resguarda primero el de la vida, del cual tienen su principio los demás.
El “derecho a la vida”, como fácilmente se puede entender, resulta así inviolable, y debe ser respetado por todos.
Correlativo a este derecho existe el deber de respetar la vida del hombre ya que lo que exijo para mí –respeto a “mi vida”- se prolonga en hacer lo mismo en relación con el otro.
De allí que postular un presunto “derecho a abortar” implica apropiarse del papel de dueño de la vida del otro, y por lo tanto pretender poseer la potestad de asesinar al otro con el agravante de ser éste inocente e indefenso.
De allí que resulte totalmente desatinado que algunos jueces –como ha sucedido en Argentina- decidan, fundados en argumentos puramente emocionales, vulnerar el derecho a la vida de los más débiles, cual sucede con los no nacidos. Agravándose esto aún más cuando manipulan maliciosamente las leyes en vigencia, coaccionados por los “colectivos” abortistas.

3.-¿Qué es la cooperación al mal?
Entrando ya a considerar lo expresado en el título de esta nota nos preguntamos, ¿corresponde llamar al sufragio de un ciudadano con la denominación de cooperación al mal?
La alusión al pecado de cooperación al mal por parte del ciudadano que apoya con su sufragio a un candidato abortista, es correctísima, si se la mira desde el punto de vista de la verdad moral que busca defender el derecho a la vida.
Los diversos manuales de la moral católica definen a la cooperación como el concurso físico o moral a la obra de otro. Obviamente nos interesa en este tema que tratamos de esclarecer, no la colaboración en general, sino la que se presta a la obra mala.
Dicho de otra manera la cooperación al mal admite –por una parte- la presencia de alguien que está decidido a realizar el mal, esto es, a pecar; y –por otra parte- la decisión de otra persona que ha resuelto apoyarlo.
Se podría esgrimir que en el caso de la elección de un gobernante se tiene en cuenta “la totalidad de su plataforma” política, y no sólo un punto de la misma, pero hemos de ser contestes en que si existe la decisión en el posible futuro gobernante de conceder el mal llamado “derecho” a matar al inocente, está dando por tierra la presunción de que protegería los otros derechos de la persona humana.
Si no defiende el “derecho a la vida”, ¿garantizará el gobernante la exigencia de los otros derechos?
Lo podemos ver concretamente en nuestra Patria mirando simplemente lo que sucede a nuestro alrededor.
Para poner sólo un ejemplo, ¿habría tanta inoperancia en un Estado de Derecho -como se supone es el nuestro- ante la violencia e inseguridad sufridas permanentemente por los ciudadanos, si se respetara el derecho a la vida?
De hecho, la presencia de proyectos que legitimarían el aborto en nuestra Patria es coherente con una sociedad que sufre las consecuencias de la anomia más cruel, y en la que los ciudadanos sólo atinan a vivir el “sálvese quien pueda”.

4.-¿Cómo se realiza la cooperación al mal por parte del votante?
Supongamos que el votante dijera:”yo voto por tal persona, pero no comparto las intenciones abortistas del candidato”.
Ciertamente estaría colaborando con la intención perversa del elegido.
Y esto porque aunque no comparta sus intenciones abortistas, su sufragio colabora en el triunfo eventual del candidato.
En efecto, el acto de emitir el sufragio favorable al candidato abortista, no es neutro, haciéndose por lo mismo corresponsable con el mal eventualmente ocasionado.
Los moralistas coinciden en que la cooperación se da no sólo al compartir las intenciones malas de quien se apoya, sino también cuando por la naturaleza del acto –el sustento necesario y suficiente que recibe el elegido para triunfar- éste no puede realizarse sin el pecado de la voluntad, al advertir las consecuencias que se siguen de su decisión.
Como se ve, el comportamiento moral del cristiano tiene exigencias que han de ser contempladas a la hora de tomar decisiones de esta índole.
La cooperación al mal que es un pecado contra la caridad, suele abarcar innumerables situaciones en la vida cotidiana del hombre.
Sucede que los cristianos por la ignorancia en la que están encerrados, o por la ligereza con que toman las cosas, no advierten las veces en las que cooperan con terceras personas en la realización de lo malo.
Piensan que al no compartir las malas intenciones del otro, sus “colaboraciones” están exentas de malicia.
Suele ser frecuente, por ejemplo, que se facilite dinero a alguien para abortar, “como una gauchada”, y se piense que no se obra mal por el sólo hecho de no compartir la mala intención del otro.
Todo esto hace ver –una vez más- la necesidad de iluminar las inteligencias para poder actuar desde la fe y no con los criterios del mundo.

Padre Ricardo B. Mazza, Director del Grupo Pro-Vida, “Juan Pablo II”. Santa Fe de la Vera Cruz, 19 de Octubre de 2008. ribamazza@gmail.com

8 de octubre de 2008

El que dijo: “Sí voy, pero no fue”

Habíamos meditado la semana pasada sobre la gratuidad de los dones que provienen de Dios, y cómo al ser humano le cuesta entender esto.
Acostumbrados a aquello que nos es debido en justicia, pretendemos que también Dios con sus dones tenga idéntica actitud para con nosotros.
Pero el Señor siempre nos sorprende y nos muestra que todo lo que proviene de El, es dado en abundancia, generosamente, y lo entrega como quiere y cuando quiere.
En relación a esto es importante que demos gracias a Dios, porque si se pesaran sus acciones con la medida de la justicia humana, no podríamos merecer lo que El nos entrega tan abundantemente, ya que nuestras obras son tan pobres, tan miserables, que en nada se pueden comparar con la gracia que proviene de Dios.
Y Dios sigue invitando a trabajar en su viña, esto es, la Iglesia, como la denomina el Concilio Vaticano II.
Cuando Jesús invita a trabajar a su viña, atrae a laborar en la Iglesia, la nueva viña del Señor, como en el Antiguo Testamento Israel era la viña del Señor.
Dios no quiere que haya alguien ocioso, sin trabajar en su viña, y por eso sigue llamando a través del tiempo, de la historia humana, y a pesar de que muchas veces el corazón humano no esté dispuesto a responder.
El texto del evangelio que acabamos de proclamar, resulta un tanto extraño en una de sus afirmaciones. Jesús les dice a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo de Israel que los publicanos y las prostitutas les llevan la delantera en orden a la salvación.
Sorprende que Cristo pueda decir eso. Pero El explica de inmediato a qué se refiere: “Vino Juan enseñándoles el camino de la justicia y Uds. no le creyeron, en cambio los publicanos y las prostitutas sí le creyeron” (Mateo, 21,32) y se convirtieron.
Y más aún, Uds. “viendo esto no se convirtieron”…. Y siguieron adelante con sus costumbres, con sus mañas, con sus pecados.
Jesús no hace más que aplicar lo que dice anteriormente refiriéndose al propietario que pide a sus dos hijos vayan a trabajar a la viña.
El primero le dice “No quiero, pero después se arrepintió y fue” (vers.29), el segundo responde “Voy Señor, pero no fue (cf.Mt.21, 30), siendo el primero el que realiza el deseo del padre.
El pueblo de Israel, elegido por el Señor, dice “sí” al Dios Creador, al Dios de la Alianza, de los Patriarcas, pero después expresa “no” con sus perversiones y habituales infidelidades, llegándose a endurecer su corazón de tal manera que no reconociera al Salvador, a Jesucristo.
Y aquel otro hijo que dice “no”, pero después va, son los publicanos y las prostitutas que en un primer momento se han cerrado a la gracia de Dios, pero que después ante el llamado del Señor, se convirtieron y comenzaron una nueva vida.
Es decir no por ser publicanos o prostitutas o pecadores van delante de los ancianos y sumos sacerdotes o de los “externamente” puros y santos, sino porque se han convertido.
Conversión que supone la búsqueda, quizás sin saberlo, del Dios verdadero, y que una vez encontrado, le dijeron “si”.
Este proceder del Señor que recibe a quien se ha convertido no es injusto, -otra vez aparece en el profeta Ezequiel (cf. Ezequiel, 18, 25-28) el tema de la presunta injusticia de Dios, según el pensamiento y el decir humanos - .
¿Cuál es la causa de esta queja del pueblo elegido? Llegados a su tierra después del exilio, se encuentran los israelitas con una tierra devastada y piensan en la solidaridad en el bien y en el mal, de manera que los hijos deben pagar las culpas de sus padres, o verse beneficiados por las buenas obras de ellos.
Pero el profeta quiere producir en ellos un cambio de mentalidad: cada uno debe responder por sus actos ya que para Dios cuenta la actitud del individuo ante el bien y el mal.
De allí que el profeta hable de aquel que se ha mantenido fiel a Dios, pero que si en un momento de su vida pervierte esa voluntad y da la espalda a su Creador y decide el mal, no se salva de morir en ese estado.
En cambio aquel otro que estuvo lejos de Dios pero se convierte, motivado por la gracia de Dios, dejando su maldad, alcanza la salvación si muriera en ese estado.
Es decir que conversión y perversión conscientes anulan el pasado.

Vemos así la conexión entre la profecía de Ezequiel y el texto del Evangelio.
En efecto, el que dijo no pero después se dirige a la viña, es el convertido; el que dijo Sí, pero después no fue, es el que pervierte su recto camino.
Cuando los textos bíblicos presentan esta temática lo hacen de una manera muy simple, no podemos pedir a la palabra de Dios que caiga en detalles, es decir cómo se realiza la conversión.
En efecto, no se trata sólo de pedir perdón, confesarse, rezar tres aves marías y quedar limpio de todo, sino que tiene que existir una actitud de reparación.
Hay determinados pecados que exigen reparación por el daño provocado. Por ejemplo el pecado de escándalo que consiste en inducir a otros a pecar, a hacer el mal, exige la reparación del daño. Y a veces es imposible reparar, volver a la situación anterior.
En la TV, por ejemplo, hoy en día, hay una actitud permanente de inducir a otros al mal, incluso quienes así obran están felices y tranquilos pensando que están a tono con la cultura de nuestro tiempo, y eso es suficiente.
No tienen en cuenta que la corrupción del alma es mayor que cualquier otro mal.
De allí que es necesario vivir lo que nos dice el Apóstol San Pablo en la segunda lectura “tengan entre ustedes los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús” (Filipenses 2,5).
Como Cristo viene como Hijo de Dios hecho hombre a salvar al hombre, también nosotros como Iglesia, hemos de trabajar, metiéndonos en la viña del Señor, transmitiendo el mensaje de salvación, haciendo todo lo posible para atraer a quien está alejado, conducirlo a encontrarse con su Dios.
¡Cuántas veces hablando con gente conocida, amiga, dicen que se sienten vacíos, que su vida no llega a nada, que sienten necesidad de buscarle sentido a su existencia!
Pues bien, es necesario volver a las fuentes, que es Dios mismo y darnos cuenta que necesitamos transformarnos, tratando de atraer a otros a esta amistad con Cristo.
En este contexto de la misericordia de Dios y de la conversión del hombre sintámonos interpelados para trabajar en la viña del Señor.
Decir sí, y llevarlo a cabo en actitudes concretas y trabajar realmente para que el mensaje de Jesús sea conocido cada vez más, para que su vida se transforme en ideal para muchos.
Con su ayuda podemos realizar esto, ya que aunque en el mundo en que vivimos pareciera que todo se derrumba y nada podemos hacer, contamos con la fuerza invencible del Espíritu.

Reflexiones sobre los textos bíblicos de la liturgia del domingo XXVI durante el año (ciclo “A”), 28 de Septiembre de 2008.
Padre Ricardo B. Mazza, Director del CEPS “Santo Tomás Moro”.
ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com;