23 de febrero de 2011

“Por Cristo seamos perfectos como el Padre Celestial es perfecto”


La idea central de los textos bíblicos de este domingo apunta a manifestar la santidad de Dios, y la relación que tiene esta con la santidad a la cual está llamado el bautizado.
El texto del libro del Levítico que proclamamos (19,1-2.17-18) forma parte de lo que se llama la Ley de Santidad (caps. 17 a 26) que refiere a la santidad de Dios, único, distante de lo profano y de lo vulgar, el Todopoderoso, el único Santo por excelencia, aquel cuya santidad trasciende todo lo creado que por causa del pecado original ha quedado manchado y alejado del Creador.

18 de febrero de 2011

"El hombre morada de Dios por el seguimiento de Jesús".

En la primera oración de esta misa partiendo del hecho de que Dios se complace en habitar en los corazones sencillos y humildes, le pedíamos que prepare nuestro interior de tal manera que podamos llegar a ser una morada digna en la que Él pueda habitar.
Y siendo éste el deseo más profundo de todo aquél que busca agradar a Dios, el mismo Señor nos responde acerca del camino que hemos de recorrer para llegar a ser esta morada digna habitada por Él.

11 de febrero de 2011

“Difundamos la filiación divina como sal de la tierra y luz del mundo”.

El domingo pasado reflexionábamos acerca de lo que es necesario para ingresar al Reino de los Cielos, es decir, a esta vida nueva que establece con su venida el Hijo de Dios hecho hombre, para que podamos vivir con la dignidad de la que estamos revestidos como hijos del Padre Dios. El camino que nos conduce, nos enseña Jesús, es el de las bienaventuranzas, el de la perfección evangélica.

4 de febrero de 2011

“Convocados a la verdadera Felicidad del Reino de los Cielos”

1.- La palabra de Dios siempre ilumina nuestra vida, nuestra historia personal, como también la historia de toda comunidad o sociedad humana. Por eso siempre es importante captar esta Palabra divina en el contexto histórico en que se dio a conocer a los hombres.
El profeta Sofonías (Sof. 2,3; 3, 12-13) tendrá intervención en el siglo VII antes de Cristo en el reinado de Josías. Su misión será alentar al “resto” de Israel, aquél grupo que se ha mantenido fiel a Dios a pesar de que la situación vivida constituía una invitación constante a su abandono.