30 de agosto de 2016

“El que se humilla es elevado a la altura de Cristo, a la cima de la cruz, para alcanzar después como Él, permanecer a la derecha del Padre”

Dirigidas a todos nosotros, escuchábamos recién en la carta a los Hebreos (12, 18-19.22-24) estas palabras: “Ustedes no se han acercado a algo tangible”, captado por los sentidos, sino que hemos venido como cada domingo, al encuentro del misterio que se nos ofrece. 

25 de agosto de 2016

“Señor, concédenos amar lo que mandas y esperar lo que prometes, para que, nuestros corazones estén firmes donde se encuentra la alegría verdadera”


En la primera lectura que hemos proclamado, tomada del profeta Isaías (66,18-21), se nos da a conocer la voluntad de Dios de salvarnos: “Yo mismo vendré a reunir a todas las naciones y a todas las lenguas, y ellas vendrán y verán mi gloria”. Y esto es así porque Dios nos ama y nos ha creado para hacernos partícipes de su misma vida y felicidad eternas.

16 de agosto de 2016

“La Asunción de la Virgen nos asegura que todos los hombres, de los que Ella es Madre, estaremos también en el Cielo con nuestro cuerpo glorificado”


El texto del evangelio de la misa del día (Lc. 1, 39-56) comienza afirmando  que “María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá”. 

13 de agosto de 2016

“Piensen en Aquél que sufrió semejante hostilidad por parte de los pecadores, y así no se dejarán abatir por el desaliento”. (Hebr. 12)

Con ocasión de la presentación de Jesús en el Templo, el anciano Simeón profetiza acerca de Él que “este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción” (Lc. 2, 33 ss). Palabras estas que se han cumplido inexorablemente en el transcurso del tiempo a lo largo y ancho del mundo.

12 de agosto de 2016

“Quien es fiel a la voluntad de Dios, será fiel a la verdad, a la justicia, al bien, en los demás ámbitos de su vida”.

En la primera oración de esta misa pedíamos a Dios a quien “nos animamos a llamar Padre” que confirme “en nuestros corazones la condición de hijos” para poder entrar en la herencia prometida, y que esperamos con fe confiada.