Con este día de cenizas, comenzamos el tiempo litúrgico de cuaresma,
que es un período especial de gracia, ya que contamos con la posibilidad de hacer este
recorrido penitencial, recordando los cuarenta años en que los judíos demoraron
para llegar a la tierra prometida, actualizando el tiempo que estuvo
Jesús en el desierto siendo tentado por el demonio, en fin, tiempo de gracia al cual estamos llamados
a vivir intensamente.
Que no acontezca otra vez lo que muchas veces sucede en
nuestras vidas, que llegamos a la Pascua y decimos, "no he aprovechado el tiempo
de cuaresma para prepararme a este misterio tan grande de la muerte y
resurrección de Jesús".
Por eso, más que hacer una promesa, tratemos de vivir
a fondo cada día como si fuera el
único y, así renovar nuestro deseo de conversión.
Hemos de elevar nuestra
súplica de confianza a Dios para que tenga misericordia de cada uno y nos ayude a buscarlo ansiosamente.
El profeta
Joel (2, 12-18) refiere a la necesidad del sacrificio, del quebranto de los corazones para comenzar de nuevo la amistad con el Señor y, San
Pablo (2 Cor. 5, 20-6,2) proclama "déjense reconciliar con Dios", porque viene Él al encuentro del hombre y la reconciliación puede quedar en la nada si no
respondemos generosamente al misterio de salvación al cual se nos invita a
vivir.
El texto del Evangelio (Mt.6,1-6.16-18) describe los tres signos que marcan el camino de la penitencia, o sea, la limosna que cubre multitud de pecados,
la oración que permite humillarnos delante de Dios reconociendo su grandeza y la pequeñez humana y, el ayuno, que
implica dejar de lado lo que puede separar del Señor.
Precisamente el
Papa San León Magno en una de sus homilías sobre el ayuno, hablará sobre todo del ayuno
de pecado, debiendo estar allí nuestra atención.
Vivir intensamente la
cuaresma es ingresar de lleno en el misterio de Cristo y en nuestra condición de hijos adoptivos de Dios, el cual espera de cada uno que ya fue redimido por la Cruz, una respuesta de entrega, de amor, y de búsqueda de su amistad.
Todos somos pecadores, por lo que no podemos mirar de reojo al prójimo pensando que somos santos y los demás en cambio pecadores, como lo hizo el fariseo aquel que se comparaba en su oración con el publicano porque él se sentía
superior al otro.
Todos necesitamos reconciliarnos con Dios, lo cual urge, perentoriamente se
nos llama a buscar al Señor, la amistad con Él, a dejar de lado
todo aquello que impide su amistad y su gracia.
El Señor nos da este año
otra oportunidad de volver a Él, de dar la espalda a todo lo que sea malo y
adherirnos a lo que sea bueno, dispuestos a practicar aún con nuestras
limitaciones, el Evangelio del Señor, por lo que la buena noticia se nos transmite cada día
para que escuchemos la voz del Señor y la pongamos en práctica.
"Ojalá escuchéis
hoy su voz y no cerréis vuestros oídos", proclama el Salmo, por eso hemos de
comenzar esta cuaresma con confianza en la ayuda de Dios.
Reconocemos que somos débiles, pero que nuestra fortaleza procede de Dios, no depende de las fuerzas propias de cada uno.
Siempre somos débiles y muchas veces estamos abrumados por nuestras
culpas y por aquellas cosas que nos cuesta vencer y que repetimos
continuamente, pero con la gracia de Dios todo es posible, todo puede ser
transformado.
En el rito de la imposición de cenizas se pide que
recordemos la necesidad de conversión cubriéndonos con ceniza, porque recuerda aquello
de que somos polvo y en polvo hemos de convertirnos.
Ante el misterio de la muerte que
sabemos llegará a cada, nos damos cuenta que somos polvo y al polvo retornamos, para con la gracia de Dios, participar de la gloria que no tiene fin.
Pidamos al Señor su gracia, no
tengamos miedo en responderle, hagamos todo lo posible para crecer en santidad
cada día, meditando la palabra, practicando el ayuno de acuerdo a nuestras
posibilidades, siendo generosos en la limosna y suplicantes en la oración.
Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el miércoles de cenizas. 14 de febrero de 2024
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