13 de enero de 2025

Purificados del pecado por el bautismo, hemos de amar profundamente a Jesús, amado del Padre, llevando una vida de santidad.

Hoy celebramos la fiesta del bautismo del Señor con la cual culmina el tiempo de Navidad. Y quizás nos preguntemos cómo es posible que pasemos de ver la persona de Cristo en el portal de Belén   a la  contemplación del Señor ya adulto.
Es que en definitiva este tiempo de Navidad busca  hacer presente las distintas manifestaciones de Jesús como el Hijo de Dios vivo. 
De manera que se muestra como Hijo de Dios al pueblo de Israel cuando lo adoran los pastores,  luego se da a conocer a los pueblos paganos en los sabios  de Oriente y ahora en este bautismo que Él recibe en el Jordán, no porque lo necesitara sino para darnos ejemplo, se produce una teofanía, o sea, Dios es el que se manifiesta.
Lo hace como Padre diciendo "este es mi Hijo muy querido", como Hijo,  siendo bautizado, y como Espíritu Santo bajo la forma corporal de una paloma, que unge a Jesús preparándolo para la misión. 
Es una teofanía trinitaria del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, de modo que el tiempo de Navidad conduce de la manifestación de Jesús, a la manifestación de la Santísima Trinidad.
Por cierto que esto no será suficiente, será el mismo Jesús quien en el transcurso del tiempo y de su misión, irá revelando más claramente al Padre, haciéndose visible Él como Hijo y, al Espíritu Santo que consagra a cada persona para una misión concreta en la Iglesia.
De esta manera queda claro que recibimos el agua bautismal en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enviados para testimoniar que somos hijos adoptivos del Padre.
Así se cumple lo que decíamos en la primera oración de esta misa, cuando pedíamos a Dios que junto con este misterio de la manifestación que el Padre hace de sí en el Hijo y el Espíritu Santo, nos veamos transformados por el sacramento del bautismo y vayamos creciendo en la realización de la voluntad del Padre.
De hecho en la segunda lectura tomada del apóstol San Pablo a Tito, que es el mismo texto que hemos proclamado en Navidad, se nos recuerda que la gracia de la salvación que es Jesús, se ha hecho presente en nuestra vida y que por lo tanto nuestra respuesta a esa presencia de Jesús, ha de ser llevar una vida digna propia de los que hemos sido redimidos por su sangre derramada en la Cruz.
Los bautizados hemos de preguntarnos si en el transcurso de nuestra vida, si cada día, buscamos agradar a Dios, si nuestro modo de hablar, o de pensar, de obrar, de mirar, de oír, está siempre dirigido a agradar a Dios nuestro Señor por la realización del bien y la proclamación de la verdad, porque es allí donde será plasmado todo este misterio de santificación del hombre que viene Dios a realizar por medio de su Hijo hecho hombre.
Queridos hermanos, recordando entonces nuestra vocación de bautizados, pidamos la gracia necesaria para poder vivir fielmente este ideal de santidad que se nos presenta como posible de realizar y como aquello que nos dignifica en plenitud Amén


Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía  en  la Fiesta del Bautismo del Señor. 12 de  enero de 2025.

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