31 de marzo de 2025

Todos necesitamos convertirnos y encontrarnos nuevamente con Dios, ya que con mayores o menores faltas nadie puede decir que es santo en esta vida.

 

Muchas veces hemos escuchado hablar de la misericordia divina, continuamente se afirma que Dios es misericordioso, y algunos piensan que es tan grande la misericordia divina que no importa que la caída sea grande ya que Dios  perdona, hace la vista gorda ante las cosas malas que hacemos. 
Sin embargo Jesús se encarga a través de esta parábola de explicar correctamente cuál es el marco en que se da la misericordia de Dios. 
Tenemos a un padre misericordioso, y a un pecador que se arrepiente y vuelve a la casa paterna. 
Esta es una de las parábolas de la misericordia que narra el capítulo 15 del Evangelio de Jesús según San Lucas. La otra parábola es la de la oveja perdida, donde el pastor sale a buscarla, y a su vez se describe la de la moneda perdida. 
Y tanto la oveja, como la moneda  encontradas,  causan  gran alegría en el que buscaba, cumpliéndose aquello que hay mas alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por muchos justos que no necesitan convertirse.
En esta parábola el padre  espera, no sale a buscar al  hijo perdido, hundido en el pecado. 
Es interesante que el texto comienza afirmando que los publicanos y los pecadores iban al encuentro de Jesús y comía con ellos, mientras los escribas y  fariseos lo criticaban por este fenómeno. 
Critican la cercanía de Jesús con los pecadores, cuando en realidad el Señor que es el que verdaderamente conoce y lee el corazón de cada uno, está siempre como su Padre en la actitud de espera para otorgar la misericordia en abundancia.
El texto bíblico es muy rico en expresiones. Este joven que pide parte de su herencia se va a un país lejano, signo de la lejanía de Dios, como si dijera "me alejo de Dios, esperando que no me vea, que no me mire, para yo hacer lo que quiero". 
Y malgasta todos los bienes que había recibido, y cuando se encuentra en la miseria, cuando toca fondo, es cuando tiene esta reacción de volver al padre, que es una gracia muy especial que concede Dios también, al comienzo del arrepentimiento.
En efecto, otras personas cuando tocan fondo en su vida moral desesperan de la misericordia de Dios, desesperan de que puedan cambiar y por lo tanto se entregan a la bebida, a la droga y más de uno termina incluso en el suicidio. 
Este hombre alcanza a reaccionar, respondiendo a la gracia de Dios, sin la cual nada se puede hacer, y después de pasar por humillaciones, como es para un judío el cuidar cerdos, animal considerado impuro,  signo justamente de la profundidad de su caída, de su apartamiento de Dios. 
Y decide entonces volver. Al principio no tanto por amor al padre, sino recordando la comida, la buena vida que incluso los sirvientes tenían en su casa. Pero después reacciona, profundizando  su retorno y arrepentimiento, decidido a decir: "Padre, pequé contra el cielo y contra ti. No merezco ser llamado hijo tuyo. Trátame como a uno de tus jornaleros". 
Pero el padre lo recibe, -evocando al Padre del cielo-lo cubre de besos, lo abraza. Está feliz porque  ha encontrado al hijo que estaba perdido, porque el hijo que estaba muerto ha vuelto a la vida. Y por eso hace una fiesta, actualizando la fiesta en el cielo por un pecador que se arrepiente. 
Sin embargo, aparece el otro hijo que se queja porque su hermano ha malgastado todo con mujeres y vicios, y es  recibido con fiesta porque ha vuelto.
A su vez, reprocha al padre que lo ha tratado sin siquiera darle un cordero para comer con sus amigos, a pesar de estar siempre a su servicio.
Y el Padre le recordará, que todo lo suyo es de su hijo, "Todo lo mío es tuyo". 
Es muy importante tener en cuenta esto para no caer en la queja ante el Padre, porque también nosotros podemos decirle a Dios: "yo que te he servido siempre, ¿qué recompensa he recibido?"."¿Por qué Fulano, que fue siempre un pecador es recibido con alegría, sabiendo que ha regresado arrepentido porque ha perdido todo?"
Y el Padre nos dice, "todo lo mío es tuyo", recordándonos que también nosotros seremos perdonados si nos apartamos de Él por el pecado.
También nosotros como el Padre misericordioso, hemos de alegrarnos por un hermano que estaba muerto y ha vuelto a la vida, que estaba perdido y hemos encontrado, por alguien que vuelve con el corazón quebrado por el peso de la culpa con un arrepentimiento que implica el retorno a la vida, la vida de la gracia que solamente en abundancia da el Espíritu de Dios. 
Pidámosle al Señor que estemos  siempre dispuestos a volver al Padre, ya que todos necesitamos convertirnos y encontrarnos nuevamente con Dios, ya que con mayores o menores faltas nadie puede decir que es santo en esta vida.

Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía  en  el cuarto domingo de Cuaresma. Ciclo C. 30 de marzo de 2025

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