Los envía a los lugares a los que Él pensaba recorrer posteriormente, han de preparar el corazón de los que viven en esos lugares para que pueda ser una realidad el que reciban el Reino de Dios.
Pero les advierte con vehemencia que irán a cada lugar como ovejas en medio de lobos, porque serán maltratados o no los van a recibir.
San Pablo escribiendo a los Gálatas, dirá que él está crucificado para el mundo y el mundo está crucificado para él, siendo esto muy importante en la vida del que evangeliza, ya que estar crucificado para el mundo, significa no vivir pendiente de lo mundano y, a su vez, no permitir que los criterios del mundo le invadan el corazón y le indiquen qué es lo que tiene que hacer en medio de la misión.
El que evangeliza debe escuchar la voz del Señor, lo que indica, estar crucificado a lo que pueda apartarlo de su misión, sabiendo que la fuerza está en Él, no en las tácticas pastorales que conocemos, sino en la fuerza del Evangelio, en la Palabra misma de Dios.
Por otra parte Jesús indica que vayan de dos en dos porque en la antigüedad tenía peso el testimonio de dos personas, de manera que sean dos los que evangelicen y den testimonio de que Cristo es el Hijo de Dios vivo, sin ir de casa en casa, eligiendo dónde los pueden recibir mejor, sin especular si es difícil o fácil que los atiendan, sino ir realmente y desear la paz al lugar donde vayan y que si esa paz es merecida, quede con los habitantes de esa casa.
Y si no son recibidos en una ciudad, en una casa, o en un lugar, adviertan de todos modos que el reino de Dios está cerca, vayan a otro lugar, sacudiendo el polvo adherido en el calzado como señal que indique que cada uno es responsable de aceptar o no la Palabra del Señor, de aceptar o no la vida de Jesús en sus vidas, pero que esto tendrá como consecuencia el ser juzgados con mayor exigencia.
Rechazos vamos a recibir muchas veces, pero eso no debe acobardarnos en lo que es este camino evangelizador, del cual habla e invita el Papa León XIV. Hay que evangelizar, llegar al corazón de las personas alejadas que cada vez son màs y mostrarles el Evangelio, porque la cosecha es abundante y faltan evangelizadores.
La recepción del evangelio y la adhesión a la persona de Jesús, es la condición para que el demonio se bata en retirada, por eso dirá Jesús que he visto caer de las alturas al espíritu del mal.
Y esto es así, porque cuando un alma se entrega a Cristo, al Evangelio, a su Palabra, cambia de vida, y trata de ser alguien convertido, el demonio no tiene nada que hacer en la existencia de esa persona, o de esa familia, o de esa comunidad.
A su vez, hemos de evangelizar, con alegría, manifestando que vivimos esa felicidad plena propia del compromiso evangélico.
A veces los cristianos no convencemos porque aparecemos delante de la gente con cara de dolor de barriga, por lo que evidentemente el Evangelio no resulta atractivo.
Hemos de transmitir la alegría que significa estar en unión con Jesús, nuestro Señor, que en la misión nos mueva realmente no solo el amor a Cristo, sino también al prójimo, sin que olvidemos que el acto de amor más pleno es cuando se busca la conversión de alguien que vive en el pecado, cuando buscamos que Cristo se haga presente en alguien a quien creíamos que estaba perdido definitivamente.
En efecto, no hay que perder nunca la esperanza de llegar al corazón del hombre, porque Cristo nos envía y se encarga de mover los corazones y los espíritus para que haya una respuesta positiva a su Palabra, a su vida, a su enseñanza.
Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo XIV "per annum". 06 de julio de 2025.
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