26 de julio de 2018

“Con nuestras obras prolonguemos en el mundo al Cristo que se compadece por las miserias y necesidades de los hombres”



 El profeta Jeremías (23, 1-6) es enviado por Dios al Reino del Sur o Judá, y anuncia la caída de Jerusalén a manos de Babilonia, cuya causa es el estado calamitoso del reino sometido a una sucesión de reyes, pésimos gobernantes-pastores, que no condujeron al pueblo que se les confiara por el camino de la fidelidad a su Dios.

La figura del rey-pastor reviste el carácter de centro de unidad, es quien administra justicia, y si no vive la misión que se le ha encomendado le cabe, “¡Ay de los pastores que pierden y dispersan el rebaño de mis pastizales!” El enojo de Dios es visible ya que “Han dispersado a mis ovejas, las han expulsado y no se han ocupado de ellas”, decidiendo Él mismo suscitar nuevos pastores que guíen al pueblo.
En este sentido, Dios reunirá al “resto” de las ovejas, es decir, aquellas que se han manifestado fieles y cuyo amor es patente a la vista de todos.
En nuestros días, también en la Iglesia Católica, en medio de tanta dispersión y abandono de la fidelidad al Señor,  existe un “resto” que se mantiene fiel a Jesucristo, aún en medio de las dificultades, para el cual Dios suscita pastores que guíen al rebaño por el camino de la santidad.
Más aún, Jeremías nos deja  un signo de esperanza  al anunciar al Mesías prometido y esperado, Jesús, llamado “el Señor es nuestra Justicia” porque nos hace justos porque en su muerte y resurrección nos rescata del pecado, haciéndonos justos.
No es de admirar por lo tanto que en el evangelio (Mc. 6, 30-34) sea Jesús quien se compadece de esta muchedumbre  que lo busca porque “eran como gente sin pastor”.
El texto refiere que los discípulos están de regreso de la misión que se les encomendó, cansados pero felices, y el Señor los invita a reposar en la intimidad con Él.
En efecto, incluso en medio del trajinar de la gente “que iba y venía que no tenían tiempo ni siquiera para comer”-, es necesario apartarse un tiempo para entrar en la vida del espíritu, y allí con un corazón sosegado contemplar al Salvador.
Por lo tanto, suben a la barca para apartarse de la multitud, pero ésta se dirige en busca de Jesús de manera presurosa, el cual “Vio una gran multitud y se compadeció de ella porque eran como ovejas sin pastor”.
Ovejas sin pastor lo buscaban, ya que en el orden político-social no tenían un guía que los encaminara, y en lo religioso, los sacerdotes y jerarcas del pueblo de Israel estaban distantes de las verdaderas necesidades de la multitud, hecho que permanece y continúa a lo largo del tiempo en la desatención de las clases dirigentes.
En el hoy de nuestra Patria, los ciudadanos deambulan muchas veces sin encontrar respuestas a los grandes problemas que los aquejan. Se hace sentir, pues, la carencia de “pastores” o dirigentes en el campo político, social, económico y religioso que se compadezcan con la multitud desorientada que no encuentra meta ni senda en su vida.
El presidente de la Nación, quien prometiera defender la vida en el congreso eucarístico de Tucumán, da pie libre a discutir acerca del aborto, diciendo en estos días que este debate es un crecimiento para la Argentina.
Si se piensa que debatir sobre la licitud de asesinar o no a muchos argentinos que se desarrollan en los vientres de sus madres es algo que nos permite “crecer”, no esperemos salida alguna favorable a la gente en otros campos de la vida cotidiana.
Y así, por ejemplo, a causa de la inseguridad, la población vive enjaulada en sus casas rodeadas de rejas y alarmas mientras que muchos representantes del pueblo en el Congreso Nacional o provincial miran para otro lado, preocupados por mantener su status privilegiado o cómo plegarse a los intereses mundiales  en orden a matar a los niños argentinos ya desde el seno materno.
Vivimos en una sociedad en la que todos nos sentimos desprotegidos mientras los poderes públicos, elegidos para servir, no solucionan los graves problemas referidos a la salud pública, utilizan la educación para adoctrinar a los niños despojándolos de su identidad sexual.
Conversando con no pocas personas personalmente percibo a tanta gente que vive mal, angustiada, sin sosiego, ante un futuro incierto.
 Ante este cuadro Dios nos convoca a confiar en Él, a implorarle que sea realidad lo señalado por el profeta (Jer. 23, 1-6) cuando dice acerca de las ovejas del resto de Israel, “Yo suscitaré para ellas  pastores que las apacentarán; y ya no temerán  ni se espantarán, y no se echará de menos a ninguna” 
Hemos de suplicar, pues, no sólo sacerdotes o consagrados pastores según el corazón del Señor que se apiaden de su pueblo, sino también dirigentes políticos, sociales, económicos, gremiales, en la familia, en la educación, en el mundo de la empresa, de las profesiones,  que conduzcan a quienes se les ha confiado por el camino del reconocimiento de su dignidad personal, dedicándose cada uno a procurar el bienestar, ya terrenal como espiritual.
Mirando al futuro, todo creyente que se sienta conmovido por tantas necesidades insatisfechas de la gente, debiera preguntarse cómo involucrarse más en el ámbito dirigencial para servir  a los más débiles.
Es cierto que no es fácil entrar en ese mundo porque los que  ya están defienden sus privilegios y se van reciclando en el poder, pero lo hemos de intentar sabiendo que la meta es servir como lo hiciera el mismo Jesús.
Estamos viviendo momentos difíciles en nuestra Patria y en la provincia.
Y así en estos días en Rafaela se montó una representación teatral blasfema degradando la Eucaristía, cubriendo la imagen de la Virgen con el pañuelo verde de los asesinos de niños, mientras dos desnudos abrazan la estatua del papa Francisco.
En Santa Fe desde que gobierna el socialismo se implementó el aborto para todos los que lo quieran practicar, y días atrás, El Litoral publicaba una nota en la que se decía que en el Laboratorio Industrial  Farmacéutico ya se han fabricado 100.000 pastillas de Misoprostol para abortar con tranquilidad, siendo este laboratorio pionero en Argentina, que incluso abarataría los precios en relación con las pastillas que se traían de afuera. Algún medio se hizo eco de esto “celebrando” el adelanto que significa. ¡Qué espanto, llegar a encomiar un producto abortivo!
Podemos encontrar una explicación de todo este desastre en lo que enseña san Pablo escribiendo a los cristianos de Roma (capítulo 1, 18 al cap. 2), cuando deja en claro que Dios ciega a los que quiere perder a causa de sus pecados y lo expresa diciendo “que Dios los abandonó a” y se describe a continuación las bajezas a las que ha caído el ser humano.
Que Dios abandona a su suerte a muchos significa que los deja sumidos en su oscuridad y en las consecuencias  provocadas a causa de sus actos malos.
Al igual que Jesús, es importante que cada uno de nosotros en su obrar diario  sienta compasión por tanta gente herida, desanimada, confundida, sin rumbo, llevando  siempre la Palabra de Dios, como hicieron los discípulos del Señor, causando en cada uno la necesidad de acudir confiadamente a Aquél  que es camino, verdad y vida para todos.
Escribiendo a los efesios (2, 13-18), san Pablo dice de Jesús que “Él vino a proclamar la Buena Noticia de la paz, paz para ustedes que estaban lejos, paz también para aquellos que estaban cerca”, y nosotros si continuamos esa misión del Señor haremos realidad que “por medio de Cristo, todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu”.
Queridos hermanos: apoyados en la misericordia del Señor y haciendo realidad lo que el papa nos pide como “Iglesia en salida”, nutridos por la Palabra divina y la Eucaristía, acompañados por la oración confiada, prolonguemos en el mundo la figura de Cristo que se compadece por las miserias y necesidades de los hombres sea que éstos sean fieles o todavía no lo hayan encontrado.

Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo XVI del tiempo ordinario, ciclo “B”. 22 de julio de 2018. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com










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