18 de agosto de 2025

Esperé confiadamente en el Señor : Él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor (salmo 39)

 

Los textos bíblicos de este domingo ponen el acento en la persecución que se sufre en el seguimiento de Dios Nuestro Señor, en el caso del Antiguo Testamento, o en el seguimiento de Cristo, en el caso del Nuevo Testamento. 
Este seguimiento del plan de Dios siempre trae problemas al creyente, por eso ha de estar preparado y armarse con la fe, la esperanza y la caridad y no desfallecer en medio de las dificultades. 
La primera lectura tomada del profeta Jeremías (38,4-6.8-10)  presenta la figura del profeta que sufre persecución por decirle al rey Sedecìas y a sus seguidores, que pongan su confianza en el Dios de la Alianza, que no vayan a buscar el apoyo de Egipto para liberarse de Nabucodonosor, porque esto va a ser peor todavía. 
No le hacen caso, y de hecho, diez años después, Nabucodonosor toma Jerusalén, ya de una forma definitiva, y son conducidos los judíos màs importantes  al destierro. 
Mientras tanto el profeta es humillado, insultado, descreído y terminará asesinado en Egipto. 
Siempre se ha visto a este profeta, como el profeta de las calamidades, como un anticipo del Cristo doliente, que también es humillado, despreciado, perseguido, no es escuchado y que va a la muerte también, por su pueblo. 
En la segunda lectura tomada de la carta a los Hebreos (12,1-4), se menciona la necesidad de ser testigos de los sucesos de fe vividos por el pueblo de la alianza antigua, y de la nueva con Cristo.  
El autor sagrado habla de la multitud de testigos, a los cuales ya había mencionado, Abraham, Isaac, Jacob, Sarah, todos aquellos que en la fe caminaban  ansiando llegar a la tierra prometida. 
En el texto de hoy,  siguiendo el ejemplo de esos testigos,  vamos detrás del Cristo doliente y humillado, y así "fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús, el cual, en lugar del gozo que se le ofrecía, soportó la cruz, sin tener en cuenta la infamia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios".
Esto implica, por cierto, abandonar en primer lugar, el pecado, todo aquello que impide la búsqueda de Cristo, su seguimiento fiel. 
De tal manera, que se nos recuerda que es imposible ser discípulo del Señor si no renunciamos al pecado, a lo terrenal, para adherirnos a los verdaderos bienes que se nos muestran repetidamente.
Y así, el proyecto de vida manifestado, tanto en la primera lectura como en la segunda, consiste en la renuncia de uno mismo para seguir a Dios, en el caso de Jeremías, o al Hijo de Dios hecho hombre, Jesucristo, en la carta a los hebreos. 
Obviamente que este panorama que se le presenta al creyente, suele provocar el desbande, o sea, el seguimiento de Cristo, para mucha gente, no es algo atractivo para la vida. ¿Para qué vamos a preocuparnos? ¿Para qué vamos a ser perseguidos?.
Es decir, resulta frecuente que  las personas se pregunten: ¿Para qué vamos a dar la cara por el Señor cuando podemos vivir en este mundo, colmados de felicidad terrenal, dándonos todos los gustos, siendo el placer el objeto de nuestra vida, y dejando la preocupación por la vida eterna para cuando seamos viejos, o cuando veamos que es lo más conveniente para nuestra existencia? 
Por eso también hoy en día observamos cómo se abandona la fe católica,  la misa dominical, no solamente en esta iglesia, sino en las demás iglesias de la ciudad, y yo diría del mundo. 
La gente está en otra cosa, pensando en gozar lo máximo y sufrir lo menos posible, aunque de la cruz diaria nadie puede escapar.
Todo esto permite entender lo que afirma Jesús, trayendo a la sociedad la división, causándola Él mismo, ya que muchos lo rechazan y otros lo siguen, incluso dentro de la familia misma.
En efecto, en cada familia, en cada grupo de amigos, en los compañeros de trabajo, en cada sociedad humana, hay quienes siguen a Cristo y quienes no quieren saber nada con Él. 
Por eso nos dice Jesús en el Evangelio que en una familia de cinco personas, tres miembros están contra  dos, y dos contra tres, y así sigue la vida, digamos, adelante. 
Pero ¿Quién es el que triunfa? Por supuesto el que sigue a Cristo Nuestro Señor, pero sabiendo que ha de sufrir persecución. Hoy en día hay muchos perseguidos en el mundo por Cristo Nuestro Señor, los musulmanes asesinan a muchos cristianos seguidores de Cristo, en diferentes lugares el mundo, en nuestra sociedad, aparentemente más educada, la persecución pasa por el desprecio, el rechazo, la indiferencia, el ninguneo. 
En Santa Fe, por ejemplo se redondea una Constitución provincial en la que se ignora al catolicismo, incluso con el beneplácito de católicos que deberían ser ejemplo de trabajar por la presencia de la verdad en los distintos ámbitos de la vida social.
Pero el verdadero seguidor de Cristo sabe que la persecución lo espera como consecuencia de su fidelidad a aquel que es el camino, la verdad y la vida. 
Pidámosle entonces al Señor que nos dé su gracia para que sepamos acompañarlo, padeciendo con él, que vive angustiado hasta que llegue el momento de su bautismo, es decir, la muerte en cruz, por la salvación de los hombres.
Pidamos ser sostenidos en este camino de seguimiento de Jesús para que algún día veamos los frutos que de esto viene para nuestra vida y la alegría que le damos al Señor.


Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía  en el domingo XX "per annum". 17 de agosto de 2025. 

No hay comentarios: