San Pablo aconseja a Timoteo (2 Tim. 3,14-4,2) que ya que conoce las Escrituras desde niño, "ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús", por lo que ha de proclamar la Palabra de Dios, insistir con ocasión o sin ella, reprender, exhortar, con paciencia incansable y con afán de enseñar.
A su vez, le recordó que la Palabra no está encadenada, de manera que nadie puede aprisionar la palabra divina e impedir que esta sea conocida y pueda educar en la justicia, "a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien".
Precisamente la Palabra de Dios de este domingo hace hincapié en el poder de la oración de intercesión, en la figura de Moisés o, de súplica, en la persona de la viuda que busca se le haga justicia.
En efecto, el Éxodo (17,8-13) se refiere a Moisés, que ha cruzado el Mar Rojo y se dirige a la tierra prometida, pero los amalecitas le cierran el paso, y se entabla una batalla entre ambos ejércitos.
Mientras Moisés está en la cima del monte, con los brazos en alto en actitud de súplica, triunfa Israel, pero cuando sus brazos decaen, vencen loa amalecitas, por lo que fue necesario que dos personas sostengan sus brazos en forma de cruz, actitud que es anticipo del gesto orante de Cristo, cuando clavado en la cruz, intercede delante del Padre por cada uno de nosotros, como nuevo Moisés.
Esto asegura, por lo tanto, que la oración llega siempre a Dios, y también se manifiesta su respuesta a los que suplican devotamente.
En el texto evangélico (Lc. 18,1-8) una mujer viuda, desprotegida según la consideración judía, por lo que debía ser atendida, ya que era por ese hecho preferida del Señor, insiste ante un juez injusto para que le haga justicia , para que éste cumpla con su deber.
No está reclamando lo injusto que la favorezca, no está pensando en coimearlo para que haga lo que reclama, sino que sea justo.
Este juez no temía a Dios ni le importaban los hombres, pero al final cumple con su deber para que la mujer lo deje de molestar.
Y a partir de eso, el mismo Jesús dice, "oigan lo que dijo este juez injusto". En efecto, si el juez injusto, termina declarando lo que corresponde cumpliendo con su deber, ¡Cuánto más el Dios del cielo, que escucha las súplicas de los elegidos, no se va a apresurar para responderle al que implora con fe, devoción y perseverancia!
Por lo que observamos, Dios, nos hace esperar, pero en responde a nuestras súplicas, si estas son buenas, si se hacen con insistencia.
Por eso, la actitud del cristiano ha de ser siempre golpear la puerta del Señor para que Él responda a nuestras inquietudes buenas.
Queridos hermanos: Hoy recordamos, como todos los años, a las madres en su día. Pedimos por todas ellas, incluso por aquellas que no han podido serlo físicamente, pero lo son en el cariño, en el espíritu. Pedimos también por las madres que no quisieron serlo, y eliminaron a sus hijos a través del aborto. Pedimos por todas aquellas mujeres que, conociendo el influjo hermoso que tiene la madre sobre sus hijos, especialmente cuando son pequeños, les enseñan a rezar, les enseñan a suplicar a Dios nuestro Señor, les transmiten la Palabra de Dios como sucedió precisamente con Timoteo de lo cual hace referencia el mismo San Pablo.
Queridos hermanos es muy importante orar siempre, proclamar la palabra de Dios que hemos recibido, leer la biblia, que no muerde. ¡Cuánto tiempo perdemos con el celular!, y en cambio, ¿ cuánto tiempo le dedicamos a la Palabra de Dios, o a la oración? Comparemos entonces, ¡Cuántas veces realmente nos comportamos con mezquindad en relación con Dios nuestro Señor! Jesús espera una conversión sincera de parte nuestra, no dilatemos su realización.
Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo XXIX del tiempo litúrgico durante el año. 19 de Octubre de 2025.

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