Concluimos el tiempo de Navidad con esta fiesta del
bautismo del Señor, que marca el comienzo de su misión entre los hombres.
Aparece en escena Juan Bautista (Mc.1, 7-11) admitiendo que no es
el Mesías, que detrás suyo vendrá alguien más poderoso, que no es digno de desatar la correa de sus sandalias, que bautiza con
agua, es decir, convocando a la conversión, pero el que viene detrás suyo,
bautizará con el agua y el Espíritu Santo.
De manera que con esa declaración, Juan el
Bautista deja bien claro quién es él, qué no es él y quién vendrá detrás suyo.
Inmediatamente el texto bíblico señala que Jesús fue bautizado por Juan en el Jordán.
El evangelista san Marcos es muy escueto en su relato, está presente lo esencial, mientras que Mateo y Lucas se explayan un
poco más,
Podemos imaginarnos a Jesús que hace fila para ser bautizado junto a soldados y personas de todo tipo que buscan convertirse de su mala vida, atraídos por la prédica de Juan.
Jesús no necesita ser bautizado, pero
con ese gesto quiere manifestar su solidaridad con toda la humanidad y marcar ya
de entrada que Él viene a perdonar los pecados del mundo, de todas las
personas, por medio del sacramento del bautismo.
El sacramento del bautismo queda anunciado cuando Jesús sale del agua, se abren los
cielos y el Espíritu Santo desciende sobre Jesús. Jesús ya es el ungido
del Padre, pero este venir del Espíritu al Señor es para que Él a su vez lo
transmita y lo entregue a los demás. Y ahí en el bautismo de Jesús, al
sumergirse en el agua, ya está anunciando su muerte, y al salir del agua está
anunciando su resurrección.
De tal manera que el bautismo de Jesús tiene una
relación estrecha con el misterio pascual y a su vez una relación estrecha con
nuestro propio bautismo, Jesús se hace pecado sin que haya cometido nunca alguno
para que nosotros seamos perdonados.
De manera que en este comienzo de la vida
pública de Jesús, Él quiere decirle a todo el mundo, ha venido la salvación. Ha
venido la salvación. Ha venido la posibilidad de una nueva existencia para
todos y cada uno que se entregue a Dios, permitiéndole a Dios que transforme el
corazón empecatado de cada uno. Y es ahí que se realiza una epifanía, o
teofanía también, cuando se escucha la voz del Padre diciendo, Este es mi Hijo
muy querido, en quien tengo mi predilección. O sea, el Padre está dando
testimonio de que quien se está bautizando es su Hijo hecho hombre que ha
venido al mundo y que es el predilecto, por lo tanto, del Padre. Pero al mismo
tiempo está anunciando que de la misma predilección gozamos cada uno de nosotros
por medio del sacramento del bautismo. De manera que comienza también con el
bautismo de cada uno de nosotros la necesidad, la misión de ir por todo el
mundo y anunciar la salvación que nos ha traído Jesús. Así como Jesús, después
del bautismo, anunciará que Él es el enviado del Padre y que viene a rescatar
al hombre de su miseria y de su pecado, así también nosotros, una vez
transformados por el sacramento del bautismo, hemos de anunciar esta maravilla,
esta vida nueva que se opera en cada uno a través del sacramento. Porque cada
uno de nosotros se transforma en Hijo adoptivo de Dios. De modo que Jesús está
anunciando, anunciando no solamente la posibilidad de ser perdonados y de que
el espíritu de conversión de cada uno lleva a la limpieza interior, sino que al
mismo tiempo nos transformamos en hijos adoptivos del Padre, en el Hijo
unigénito que es Él. El bautismo entonces del Señor lo envía y comienza Él a
recorrer los distintos lugares por los que el Padre lo había enviado a
predicar, a llevar la buena nueva. También nosotros, por el sacramento del
bautismo,
estamos llamados, impulsados por el espíritu a predicar la
buena nueva del Evangelio. No podemos callar esta transformación interior que
se ha operado en nosotros. No podemos dejar de realizar la misión que se nos
encarga a cada uno de nosotros. Queridos hermanos, sintámonos transformados
interiormente por la venida del Señor y busquemos siempre seguirlo a Él,
imitarlo a Él, reconociendo que todo lo que Jesús hace por nosotros, lo hace
siempre movido por amor. Que quiere transmitirnos la predilección que el Padre
tiene por Él y hacernos sentir también hijos predilectos del Padre.
Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en la fiesta del Bautismo del Señor. Ciclo B. 07 de enero de 2024
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