San Juan anuncia que Cristo fue glorificado, y glorificado significa hacer conocer a alguien en su totalidad, "Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él" (Jn.13,31-35).
La glorificación comienza con la pasión dolorosa posterior al lavatorio de los pies de los discípulos.
Es decir, Jesús se da a conocer en su amor extremo que llega hasta la cruz y da a conocer al Padre.
Por lo tanto, glorificar es sinónimo de la pasión y muerte del Señor, momento en que se manifiesta el amor mas grande por la humanidad, dando a conocer también al Padre de quien procede esta naturaleza divina colmada de amor.
Se ha hecho presente, se ha puesto al descubierto, todo lo que implica la presencia de Jesús entre nosotros, como Hijo de Dios y también con su pasión y muerte en cruz y la resurrección.
De manera que la glorificación de Cristo implica que se revela totalmente aquello que impedía reconocerlo en lo más profundo de su intimidad. Los otros evangelios van a hablar de pasión, muerte, resurrección, Juan hablará de glorificación. Pero también el Padre es glorificado, porque en la medida en que Cristo padece por la humanidad, es glorificado el Padre porque ha enviado a su Hijo para que nos redimiera del pecado y de la muerte eterna.
Y esto produce algo importante y que destaca el mismo san Juan en el libro del Apocalipsis (21,1-5):"Yo hago nuevas todas las cosas".
Cuando se pone en boca de Dios esta afirmación de hacer nuevas todas las cosas, pensamos en lo que Cristo resucitado nos trae a nosotros, ese algo nuevo que es el poder transitar este mundo sabiendo que nos espera la vida eterna, la Jerusalén celestial.
Esa Jerusalén celestial que sin embargo en la visión Juan ve que desciende hacia el ser humano y se presenta como morada de los hombres para llenarnos de esperanza, porque estamos llamados a vivir no en la Jerusalén terrenal sino en la celestial.
Nuevamente la resurrección confluye en la promesa de la vida eterna, y nuestra existencia ha cambiado por el misterio pascual de Cristo.
Y hasta que llegue ese momento Jesús deja un mensaje bien concreto: "Ámense los unos a los otros como yo los he amado".
Precisamente el Papa León XIV insiste en la necesidad de la paz, la unidad y la caridad, dones que se originan en la unión con Cristo
La paz no se logra sólo por el esfuerzo humano, debemos cooperar con la gracia de lo alto, sabiendo que la paz la otorga Cristo.
La verdadera unidad se realiza en Cristo, unidos a su Persona, y la caridad se vive cuando amamos como Cristo nos amó.
¿Y cómo nos amó Cristo? Entregándose por nosotros en la cruz, por lo que para amar hemos de entregarnos también. Ya en el hecho de renunciar al egoísmo, a la ira, a la antipatía, hacemos entrega de nosotros, porque amar como Cristo nos amó no es cosa fácil.
En efecto, implica una tarea permanente de conquista personal para dejar de lado el egoísmo y servir al Señor, ya que caminando por este mundo, transitamos la historia humana hasta llegar a la meta.
Mientras esto hacemos, sufriremos muchas contrariedades, soportando muchos problemas como anuncia Pablo y Bernabé a las primeras comunidades cristianas (Hechos 14,21-27).
Porque el seguimiento de Cristo resucitado, el amar como Cristo nos amó, el vivir en esta nueva realidad, implica padecer y soportar muchas dificultades, pero siempre con la mirada puesta en la felicidad que se nos promete.
Descubrimos así que todo esfuerzo que combata nuestro egoísmo tiene su sentido, no es algo inútil, sino necesario para el crecimiento personal y el de todos los que formamos parte de la Iglesia.
Pidamos entonces al Señor su gracia y que proteja a cada uno de las dificultades de esta vida.
Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el 5to domingo de Pascua. 18 de mayo de 2025
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