Este día celebramos la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo, tradicionalmente conocido como el día del Pontífice, justamente destacando la figura de san Pedro, aquel que fue elegido por el mismo Jesús como Vicario suyo en la Iglesia universal .
Los textos bíblicos conducen a considerar precisamente la presencia del apóstol Pedro como la del apóstol Pablo en la vida de la Iglesia.
Ya desde las lecturas del día de ayer en la Misa de la Vigilia, diferentes a las de hoy, resalta cuán importante es cada uno de ellos.
Y así, por ejemplo, el apóstol Pablo (Gàl. 1, 11-20) recordará que él fue elegido apóstol de los gentiles por puro amor de Dios, a pesar de haber sido perseguidor de los cristianos, habiéndolo transformado el Señor mientras le transmitía lo que debía enseñar a los gentiles.
Al apóstol Pedro le preguntarà Jesús por tres veces: ¿Me amas más que éstos? (Jn. 21,15-19), pues debía afirmarlo en el amor a su Persona y así conducir fielmente la Iglesia que había fundado para continuar su obra de salvación en este mundo, amor que prolonga Pedro curando al paralítico en nombre de Jesús (Hechos 3, 1-10)
Dos de los textos bíblicos de este domingo, o sea del día de la fiesta, destacan más bien la figura de los apóstoles pero ya próximos al martirio, por lo que están unidos por la misma fe, ya que los dos han trabajado incansablemente por el reino de los cielos, por hacer presente en este mundo a Cristo nuestro Señor.
En efecto, vemos cómo Pedro es liberado de la cárcel porque no ha llegado todavía la hora de su martirio (Hechos 2,1-11) y, a su vez Pablo va a insistir en que se acerca el momento en que va a entregarse totalmente a la muerte por causa de Jesús y del Evangelio (2 Tim. 4,6-8), después de haber combatido bien el combate de la fe.
Y todo esto teniendo como momento central el texto del Evangelio que acabamos de proclamar (Mt. 16, 13-19) cuando Jesús pregunta: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
En efecto, esta pregunta es muy importante, tanto que hoy mismo podríamos interrogar a la gente, qué dicen de Jesús, quién es Él.
Para muchos un desconocido, otros piensan que fue un gran líder en su momento, para otros será Dios, para otros será un personaje histórico, y cada uno seguramente puede dar una respuesta.
Luego Jesús repregunta a sus discípulos: ¿Qué dicen ustedes? Y tomando la palabra Pedro, manifestando así su centralidad y que es el primero entre sus pares, dirá "Tú eres el Hijo de Dios vivo".
Ante esto, Jesús reconoce que la afirmación de Pedro proviene de una inspiración divina, es el Padre quien le ha manifestado con claridad quién es el Maestro y esto porque ha sido elegido para una misión muy importante, ser cabeza visible de la Iglesia.
A su vez, el Señor afirma que sobre esa piedra edificará su Iglesia, por lo que sin embargo preguntamos: ¿Y cuál es la piedra sobre la cual va a edificar su Iglesia Jesús? San Agustín recuerda que es sobre la afirmación "Tú eres el Hijo de Dios vivo", o sea la piedra firme que sostiene la Iglesia es Cristo mismo en su divinidad.
Si la Iglesia no tuviera este fundamento divino ya no existiría, es por eso que tiene sentido la afirmación del Señor que las puertas del infierno -o de la muerte- no prevalecerán contra la Iglesia.
Tantos reinos e imperios cayeron justamente porque eran humanos, mientras que la Iglesia de origen divino y fundada sobre la divinidad de Cristo subsiste en el tiempo.
Pero el Señor ha querido que sea piedra visible de la Iglesia, Pedro, o sea su vicario aquí en la tierra, por lo tanto el sumo Pontífice el Papa, sucesor de san Pedro, deberá también afianzar la vida cristiana en el decurso del tiempo y confirmar a sus hermanos en la fe.
Por eso en relaciòn con la triple pregunta de Jesús a Pedro "si me amas más que estos", y atento a la respuesta del mismo, "Tú sabes que te quiero", le dirá apacienta mis orejas y a mis corderos, para enseñarle que esa profesión de amor, significa no solamente la adhesión a la persona del Verbo Encarnado, sino también el hecho de buscar permanentemente confirmar en la fe a sus hermanos.
Y así la figura de Pedro se alza en medio de las dificultades de este mundo como un faro necesario que ilumina nuestras vidas, de tal manera que el primado de Pedro en la Iglesia, debe ser siempre mirado por nosotros como si estuviéramos mirando al mismo Cristo.
Por eso en este día 29 de Junio, solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo, hemos de pedir especialmente por nuestro Papa León XIV, para que el Señor lo sostenga en su misión pontifical, lo ilumine siempre para que a su vez pueda iluminarnos a nosotros, y lo fortalezca para resistir los ataques que en el decurso del tiempo puedan sobrevenir, como siempre ha acontecido.
La gracia y fuerza de Cristo nuestro Señor harán posible que las puertas del infierno no prevalezcan contra la iglesia.
De hecho la misma historia enseña en el decurso del tiempo, cuántos reinos e imperios han sucumbido, sepultados por el polvo de la historia, mientras la Iglesia a pesar de sus debilidades, de los que formamos parte de ella, pecadores, sigue adelante llevando el mensaje de Cristo nuestro Señor.
Y esa Iglesia, figurada siempre como una nave en medio del mar embravecido por las fuerzas del mal, está conducida por Jesucristo pero a través de su vicario que es el Papa.
Pidamos al Señor que nos ilumine para poder comprender y entender las verdades, que enseña este día, y a su vez, fortalecernos en la fe, esperanza y caridad, adhiriéndonos cada vez más a los santos misterios que se revelan.
Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. 29 de junio de 2025