2 de junio de 2025

Con la Ascensión a los cielos, el Hijo de Dios hecho hombre y cada uno de los salvados, están con el Padre y el Espíritu Santo.

Hoy celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor a los Cielos, como anticipo del envío  del Espíritu Santo Paráclito. 
Los textos bíblicos proclamados, llevan de la mano a contemplar este misterio, ya que explican en qué consiste la Ascensión del Señor. 
Y así, en la primera lectura, san Lucas escribiéndole a Teófilo (Hechos 1,1-11) hará una síntesis de lo que aconteció cuando Cristo estaba presente predicando, lo que hizo luego de la muerte y resurrección manifestándose a los apóstoles, y cómo preparaba el corazón de ellos antes de regresar al encuentro del Padre del Cielo. 
Él anunció que retornaba al Padre,  que dentro de poco no lo verían más para volver a verlo después,  refiriéndose al fin de los tiempos. 
Y Jesús, luego de preparar a sus discípulos y darles fuerza, los envía a llevar el Evangelio a todas partes como testigos de la resurrección.
En la actualidad el Papa León XIV insiste mucho en el tema de la misión, pidiendo por ejemplo a los obispos franceses a volver a evangelizar a su naciòn, ya que la Francia católica de otra época ha cambiado totalmente en el transcurso del tiempo. 
De manera que el mismo Papa  tiene bien claro que la Iglesia  debe continuar evangelizando siguiendo el ejemplo apostólico.
En el texto del Evangelio (Lc. 24,46-53), el mismo Jesús prepara a sus discípulos diciéndoles que  les enviara al Espíritu Santo, el cual los moverá a la misión, a hacerlo presente al Señor, transformando  sus corazones para que puedan evangelizar.
¿Y qué significa la Ascensión, y a que nos prepara tanto el Señor? A entrar al  santuario del cielo como Jesús, ya que dice la segunda lectura tomada de la Carta a los Hebreos (9,24-28;10,19-23) que el Señor ingresa a un santuario, no  construido por las manos del hombre, sino el santuario del Cielo y  allí ocupará su lugar.
¿Pero cómo sucede eso, acaso el Hijo de Dios, no estaba en el Cielo? Pero es que ahora está en el Cielo de una manera nueva, diferente. No es solamente el Hijo de Dios que está con el Padre y el Espíritu Santo, sino que es Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre. 
De manera que la humanidad ya está presente en la vida eterna con Jesús, siendo esto  el comienzo, el anticipo, de que después todos aquellos que mueren en gracia de Dios, después de haberse purificado, entren a la Casa Celestial, al Reino Eterno. 
De manera que contemplándolo a Jesús en el Cielo, tenemos que llenarnos de esperanza, sabiendo que esa es la meta de nuestra vida. No nos vamos a quedar acá en este mundo, ya lo sabemos, pero a través de nuestro caminar por este mundo, nos preparamos para llegar a la meta, que es vivir eternamente con la Santísima Trinidad, con los santos, con todos aquellos que ya gozan de la presencia de Dios, de la vista de Dios. 
Además, la ascensión del Señor al Cielo permite tener también una mirada nueva sobre las cosas de este mundo,  ya que contemplamos lo que acá vivimos, pero con una mirada celestial.
Sabemos que todo lo que hacemos en este mundo, o lo que no hacemos en este mundo, tiene su repercusión en la vida eterna. O sea, nuestro caminar por este mundo no es un caminar así porque sí, sino que debe estar cargado de buenas obras para poder algún día estar gloriosamente con el Señor. 
Y ahí, ante Jesús, que está en el Cielo, no solamente se van a postrar los que ya están con Él, sino que también el triunfo de Jesús será sobre todo lo creado. Incluso aquellos que han vivido haciendo el mal en este mundo, tendrán que postrarse delante del único Rey, que es Cristo nuestro Señor. 
Por eso, contemplándolo a Jesús en la vida eterna, preparemos nuestro corazón, llenémonos de esperanza, confiados en que Aquel, que ya anticipadamente está en el Cielo, nos prepare un lugar a cada uno de nosotros.

Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía  en la Solemnidad de la Ascensión del Señor.  01 de junio de 2025

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