11 de septiembre de 2015

“Al convertirnos de nuestras infidelidades, la misericordia divina repara nuestras heridas y restaura la imagen y semejanza primigenias”.


 
En la primera oración de esta misa pedíamos a Dios que nos mirara siempre con amor de Padre. Esta mirada de Padre la encontramos siempre a lo largo de la sagrada Escritura, de allí que no debe admirarnos que el profeta Isaías (35, 4-7ª) anuncie para un tiempo futuro la venida del Mesías en medio de signos salvadores para el hombre ya que “se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos”, los paralíticos caminan, el desierto reverdece, la vida se hace presente, produciéndose como una nueva creación que el profeta describe diciendo “llega la venganza, la represalia de Dios: Él mismo viene a salvarlos!”.
Es decir, que ante el pecado del hombre particular y de la humanidad toda, la respuesta de Dios, llamada venganza y represalia, consiste en salvar a todos aquellos que han sido creados por la bondad divina, notándose una continuidad entre su creación y su rescate del oprobio del pecado.
Más aún, el profeta recuerda a los que están desalentados muchas veces por sus miserias que “¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios!.
Si acaso asombraba el anuncio de la venganza de Dios como respuesta a la infidelidad humana, pronto se advierte que cuanto más nos separamos del Creador, más busca el Señor nuestra salvación, elevarnos como hijos suyos.
Sin duda que esto supone el deseo humano de volver a Dios convertido de corazón, y recibir así el don infinito de la misericordia divina que repara nuestras heridas y restaura la imagen y semejanza primigenia.
En el texto del evangelio proclamado hoy (Mc. 7, 31-37) advertimos que la venganza divina se hace presente en la persona de Cristo que tiende siempre la mano a todo aquél que lo necesita, ya sea enfermo del alma como del cuerpo, incluso  impone su mano salvadora sobre aquellos que sin saberlo lo buscan, como en este caso en que atravesando la Decápolis se encuentra con alguien que probablemente provenía del paganismo.
Jesús separa al sordomudo de la multitud, para abrirle los oídos y disponerlo a escuchar la voz de Dios, para soltarle la lengua de modo que a su vez pueda proclamar las maravillas experimentadas por los gestos salvíficos del Señor.
Jesús separa al enfermo de la multitud para tener un encuentro personal con él, ya que sabe que el estar en medio de la gente puede acarrear la confusión en la persona, el que se escuchen otras voces diferentes a la del Salvador y se hablen cosas que no transmitan la verdad que salva.
En la cultura de nuestro tiempo, deshumanizadora y transmisora de antivalores, el ser humano a menudo se contagia de un mundo que sólo escucha lo que le halaga y comunica lo que no edifica a persona alguna.
La vida del creyente ha de estar en un continuo éxodo, en incesante salida de sí mismo y del mundo, para realizar un encuentro personal con Jesús, por medio del cual se descubre un nuevo sentido a la vida y a los acontecimientos que nos tocan muy de cerca y que a veces confunden.
Con la curación recibida este hombre no sólo podrá escuchar  la voz de su Dios, sino percibir las necesidades de sus hermanos a quienes ha de descubrir la sabiduría de la palabra divina por medio de su proclamación.
De allí que a pesar  de la prohibición de hablar dirigida  al recién curado como a sus allegados, “ellos más  lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
El “todo lo ha hecho bien”, evoca al libro del génesis que ante lo creado de cada día repite “vio Dios que todo era bueno”, otorgando a la curación del sordomudo el significado de una recreación del hombre, ya que de sordo a Dios por el pecado, ha pasado a la obediencia de la fe; y de la mudez propia del que está alejado de su Creador, se transforma en un entusiasta anunciador de las maravillas divinas.
En conexión con estos dos textos proclamados, tenemos al apóstol Santiago (2, 1-7) que nos manda no hacer acepción de personas siendo esto el resultado de “ustedes que creen en nuestro Señor Jesucristo glorificado”.
En efecto, quien cree en Jesús muerto y resucitado, está convencido que fuimos todos constituidos en hermanos unos de otros, y que como tales, ha de manifestarse nuestro obrar con cada uno, en los diferentes  ámbitos de la existencia humana, no sólo durante la liturgia como escuchamos recién.
En nuestros días el mandato de no hacer acepción de personas se traducirá ciertamente en acompañar y sostener a todos los que son expulsados de sus países y deambulan de frontera en frontera buscando dónde establecerse.
Pero también se hace acepción de personas cuando son los mismos países occidentales los que favorecen con armamentos tantas guerras fraticidas a lo largo del mundo, ayudando incluso hasta el terrorismo islámico.
Ciertamente que este mandato bíblico de no hacer acepción de personas,  no debe convertirnos en ingenuos, ya que sabemos que no pocas veces se fomenta el espíritu de solidaridad y de recibimiento de los demás, como un modo de hacer posible la infiltración en otros países de personas sólo interesadas en  sembrar el caos y la confusión.
Por nuestra parte, transformados por la salvación que nos ha traído Cristo, sintámonos atraídos a Él para escuchar siempre su Palabra y démosla a conocer a todos los que están cerca o lejos de nosotros, para que aumente el número de los que se comprometan con nuestro Salvador.
También nosotros podemos caer en la acepción de personas, si damos a conocer a Cristo sólo a quienes según nuestro entender responderán al Evangelio, dejando de lado a quienes creemos ya insalvables, ya que nunca hemos de desesperar de la conversión de alguien.
Pidamos a Jesús Eucaristía que dilate nuestro corazón cada vez más en el amor verdadero a su Persona y a  nuestros hermanos.




Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo XXIII del tiempo ordinario, ciclo “B”. 06 de septiembre de 2015. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com



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