Contemplando esto a la luz del Nuevo Testamento, conocemos que ingresamos en el año nuevo a través de un pórtico muy especial, el de la presencia de la Santísima Virgen María Madre de Dios. De hecho, no hay mejor manera de comenzar el año que estando bajo la protección de la madre de Jesús y madre nuestra, por eso la iglesia dedica la liturgia de este primer día del año a María madre de Dios y así caer en la cuenta que por una mujer ingresa al mundo la salvación prometida por Dios al hombre sumido en el pecado.
Cuando llegó la plenitud de los tiempos Dios quiso hacerse presente en el mundo y entre los hombres por medio de una mujer, una mujer elegida desde toda la eternidad para ser madre del Salvador y y mucho más todavía para que gracias a la maternidad de María Santísima, que nos ha dado el regalo de Jesús, nosotros seamos incorporados a la filiación divina siendo reconocidos como hijos adoptivos (Gál. 4, 4-7). Precisamente por la adopción otorgada por gracia, es que podemos llamar a Dios “Padre”, sintiéndonos cercanos a Dios Nuestro Señor.
Precisamente vamos descubriendo que Dios nos ha elegido en su Hijo, nos ha elegido en María Santísima, para hacernos sus hijos adoptivos y esto para que vivamos siempre como hijos.
Más aún, en los textos bíblicos de la liturgia de mañana domingo reflexionaremos acerca del hecho de que el Hijo de Dios se hace hombre para que el hombre pueda participar de su divinidad.
Si tomamos el texto del Evangelio aparece la figura de la Virgen, los pastores que son los pequeños, los humildes que se asombran por el misterio del nacimiento que se les ha manifestado y por el cual glorifican a Dios, rebosantes de la alegría divina (Lc. 2,16-21).
Presurosos se dirigen para encontrarse con el recién nacido, al que encuentran acostado y junto a Él está María y José. Los pastores se explayan contando las maravillas que se dicen del niño recién nacido, conociendo por la luz divina de que ese Niño es el enviado del Padre.
A su vez, dice el texto del Evangelio que María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Ella, por tanto, nos invita hoy a que contemplemos su maternidad divina que es también la nuestra e invita a que reposadamente conservemos estos misterios en el corazón, los reflexionemos para descubrir de nuevo lo que ha significado para la vida del hombre el nacimiento en carne del Hijo de Dios.
Hermanos: Pidámosle a María Santísima que siempre esté con nosotros como madre, que nos acompañe a lo largo del año y, por su parte, como hijos, tratemos de darle el hermoso homenaje, si es posible diariamente, del rezo del santo rosario que nos asegura protección especial ante los ataques furibundos del espíritu del mal.
Padre Ricardo B. Mazza. Párroco emérito de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz, Argentina. Homilía en la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. 01 de enero de 2022.-http://ricardomazza.blogspot.com; ribamazza@gmail.com.-
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