- La carta que hemos escuchado (1 Pt. 2,20b-25) les dirá a los cristianos que, si tienen que sufrir injustamente por no haber hecho nada malo, deben alegrarse, porque de ese modo no hacen más que imitar a Jesús el maestro.
A continuación, describe todo lo que padeció el Señor, que
fue tratado como si fuera culpable siendo inocente y cómo cargó sobre sus
hombros los pecados de toda la humanidad y que gracias a su muerte en Cruz
fuimos rescatados del pecado.
A su vez, que gracias a su muerte en Cruz nosotros que éramos
como ovejas dispersas, sin saber a dónde ir, fuimos nuevamente congregados en
el único rebaño cuya cabeza es Cristo, cuyo Pastor es Cristo que nos conduce a
los pastos eternos.
En el texto del Evangelio (Jn. 10,1-10) Jesús nos dice que Él
es la puerta del corral donde están las ovejas, corral que es la iglesia, las
ovejas cada uno de nosotros que hemos entrado por la puerta del sacramento del
bautismo por el que se aplicó a cada uno de nosotros la muerte y resurrección
del Señor, siendo al mismo tiempo aquel que nos guía, que va delante de
nosotros, que nos habla.
Y nosotros que conocemos su voz lo seguimos, y refiere el
texto que las ovejas no siguen a un extraño porque no reconocen al Pastor, no
siguen al extraño que entra no por la puerta sino por otra parte y cuyas
intenciones es hacer daño ya que no le interesan las ovejas. Qué hermosas
imágenes entrega el texto del Evangelio y, permite percibir que también hoy en
el corral que es la iglesia, en la que estamos cada uno, muchas veces aparecen
asaltantes que ingresan por medio del error, y así, recibimos muchas veces
mensajes equívocos sobre lo que es la verdadera doctrina.
Todos los días escucho a la gente que se queja de estar
confundida, porque escuchan una voz aquí y otra voz allá, distintas opiniones
acerca de los dogmas de fe, acerca de la moral católica que realmente asusta y
llenan de confusión.
Algunos lamentablemente pareciera que quieren demoler todo lo
que hemos aprendido y vivido en el decurso del tiempo, por eso hoy más que
nunca es necesario escuchar la voz del Pastor que es Cristo nuestro Señor. Esto
que acontece de hecho no es nuevo, siempre a lo largo de la historia de la
iglesia han aparecido personajes que defendían herejías contrarias a los dogmas
de la divinidad o la humanidad de Cristo o dogmas marianos u otras verdades,
pero hoy en día quizás todas esas verdades ilusorias que se nos quieren imponer
se transmiten más fácilmente a través de los medios, por lo que se extiende el
error y, por eso el cristiano tiene que estar siempre atento y darse cuenta que al corral que es la Iglesia
se entra y se sale como dice el Señor por la puerta que es Él mismo.
Entramos por Cristo que es la puerta, permanecemos con lo que
Él nos enseña, salimos a misionar, a enseñar, transmitiendo lo que de Él hemos
recibido buscando siempre la verdad sin dejarnos engañar.
Ya el apóstol San Pablo decía a los cristianos de Galacia que
así sea un ángel del cielo que les diga algo distinto a lo que él les enseñó,
sea anatema, es decir, no lo escuchen.
Por eso, hoy más que nunca debemos buscar a Jesús resucitado,
porque Él es el camino, la verdad y la vida, y en la medida en que nos unamos
cada vez más a su Persona y descubramos quién es Él y cuáles son sus enseñanzas,
más seguro estaremos de caminar por la senda del bien, sabiendo que ir tras sus
pasos asegura llegar a los pastos eternos, o sea a la gloria del cielo donde
nos espera también a cada uno de nosotros.
En esta jornada del buen Pastor tradicionalmente se pide por
las vocaciones sacerdotales y religiosas, por eso también nosotros hemos de
pedir al Señor para que abunde el número de personas que decidan seguir sus
pasos y que transmitan y presenten siempre el verdadero rostro de Cristo, muerto
y resucitado que otorga una vida nueva. Confiemos en su gracia, presentémosle
nuestras debilidades para ayudarnos a vencerlas y poder transitar esta vida
como resucitados.
Padre Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra
del Rosario y Convento san Pablo primer ermitaño en Santa Fe, Argentina. Homilía
en el IV domingo de Pascua. Ciclo A. 30 de abril de 2023.
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