11 de abril de 2022

Jesús perdona hasta el final, por eso dirá: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”, disculpando a todos los enemigos.

 

Con este domingo de Ramos comenzamos la Semana Santa.
Seguiremos paso a paso los últimos días de Jesús entre nosotros.
Teniendo en cuenta la Pasión del Señor según san Lucas (22, 7.14—23,56) contemplamos cómo todo se va confabulando y preparando para matarlo, como tantas veces han intentado destruirlo.
Ha llegado ya su hora y Cristo sabe perfectamente lo que padecerá.
De hecho, como destaca san Pablo (Fil. 2,5-11), Él sabiendo que es el Hijo de Dios, no consideró que esta dignidad divina fuera menoscabada por la humillación o por el sufrimiento.
O sea, no se reservo la dignidad de Hijo de Dios, sino que se entregó para la salvación de la humanidad, de cada uno de nosotros.
Cristo muere en la cruz cargando sobre si los pecados de todos los hombres, de todos los tiempos, del pasado, del presente y del futuro.  
También nuestras faltas están presentes sobre la espalda del Señor y, es tan inmensa la angustia, el dolor, que lo contemplamos en el huerto de los olivos, sudando como gotas de sangre.
Como hombre dice “si es posible que pase de mí este cáliz”, pero como Dios expresa “no se haga mi voluntad sino la tuya”.
Es tan grande el sufrimiento que el texto del Evangelio señala que un ángel lo conforta, le da ánimos.
Cristo contempla cómo se duermen los discípulos, cómo Pedro lo niega tres veces, pero sin embargo, lo mira con una mirada cargada de perdón, ya que antes le había dicho que cuando él –Pedro-regresara, confirmara a sus hermanos.
Justamente la vuelta de Pedro será una vez que llore amargamente el haber negado al Señor.
Mientras tanto, Jesús  es sometido a toda clase de humillaciones, despreciado por Herodes y su corte, lo cual sirve de ocasión para que Herodes y Pilato que estaban enemistados, se unan para la maldad.
Es cierto que Pilato trata por todos los medios de salvarlo, porque veía que no había en Él culpa alguna,  pero se dejó llevar por las presiones, por el grito de la gente que pedía sea crucificado, se dejó llevar por el amor al cargo, no sea que fuera denunciado al César, y lo condena a muerte, lavándose las manos como si esta decisión no lo involucraba a él como Procurador romano, único autorizado para condenar a alguien, como para soltar a un homicida como Barrabás.
Después de ser condenado, Cristo sigue camino a la cruz, y hoy vuelve a ser crucificado, es rechazado en la persona de católicos, que por el sólo hecho de serlo, no pueden ascender en su trabajo.
Por ejemplo, hasta hace tiempo atrás, el médico que quería trabajar en lugares públicos, tenía que someterse a la tiranía del aborto, comprometiéndose a matar inocentes si quería  encontrar trabajo.
Como vemos el odio a Cristo se continúa también en nuestros días, pero nosotros hemos de seguir dando testimonio de la verdad, que pertenecemos al Señor, sabiendo que Él nos otorga la vida verdadera, ya que todos  sabemos qué pasajero es todo, vanidad de vanidades.
Solamente el amor a Cristo, el seguimiento de su persona y  vida, es lo que nos mantiene cada día más con la dignidad de hijos de Dios.
Jesús sigue perdonando hasta el final, y así dirá  “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”, disculpando a todos los enemigos.
Cristo busca la salvación de todos, y así ante la petición del ladrón  “acuérdate de mí cuando estés en tu reino” responderá “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Aprovechemos estos días para meditar los misterios de la pasión, y digámosle a Jesús también, que se acuerde de nosotros, nos fortalezca para añorar su reino, supliquemos que nos guíe y  conduzca para vivir más y más comprometidos a Él siguiendo sus pasos, para algún día encontrarnos definitivamente en la vida eterna.
En estos días entonces profundicemos en el dolor de Cristo, cómo su  sacrificio fue precisamente el de la entrega de su Cuerpo, de su vida, para la salvación del hombre. Ya no cuentan como en el Antiguo Testamento los sacrificios de  animales, sino que fue necesario que el nuevo Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo, padezca la cruz, la muerte, para resucitar y conducirnos a una vida nueva.

Padre Ricardo B. Mazza.  Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario y convento san Pablo primer ermitaño, en Santa Fe de la Vera Cruz,  Argentina. Homilía en el domingo de Ramos, ciclo “C”. 10 de abril de 2022.- http://ricardomazza.blogspot.com; ribamazza@gmail.com.-


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