Evangelio significa Buena Noticia, la cual estamos recibiendo estos días ante la celebración próxima de la Navidad para actualizar una vez más el nacimiento en la carne del Hijo de Dios vivo.
Jesús ya ha venido a salvarnos y nos ha mostrado el camino a seguir, mientras esperamos su regreso.
Entre la primera y la última venida del Señor, el creyente está en marcha, y forma parte de un pueblo que camina en la fe y que vive además el encuentro con Jesús, cada día, en la oración, en la Eucaristía, en el rostro sufriente del hermano.
Al respecto, el mismo profeta Sofonías (3,14-18) recuerda esta venida intermedia signada por la esperanza del triunfo del bien, cuando afirma “El rey de Israel, el Señor, está en medio de ti; ya no temerás ningún mal”.
Más aún, cuando se define una adhesión más plena a Jesús, el enviado del Padre, se hace realidad que “Él exulta de alegría a causa de ti, te renueva con su amor y lanza por ti gritos de alegría, como en los días de fiesta”.
Coincide esta afirmación con lo que enseña el apóstol san Pablo (Fil.4, 4-7) “Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense. Que la bondad de ustedes sea conocida por todos los hombres.”, partiendo de lo afirmado por el evangelio cuando se le pregunta a Juan ante la llegada del Mesías, “¿Qué debemos hacer entonces?” (Lc. 3, 2b-3.10-18).
En nuestros días también cada uno de nosotros debe preguntarse ¿qué debo hacer? , y de ese modo conocer los límites personales que son obstáculos para un seguimiento más pleno de Jesús, como así también conocer lo que hay de noble en nuestro diario obrar, para afianzarlo cada vez más, convencidos de que “El Señor está cerca” y que por lo tanto no hemos de angustiarnos por nada, ya que estamos siempre bajo su custodia.
Adviento será entonces tiempo propicio para advertir qué caminos hemos de enderezar, qué obstáculos dejar de lado para que nuestra vida se identifique más y más con el Salvador que está en medio nuestro.
Este modo de vivir nuevo será incluso testimonio de la verdad asumida, tanto para todos aquellos que no creen, como también para quienes buscan a tientas aún sin saberlo, encontrarse con el Señor que no deja de llamar nunca a quienes ama desde siempre.
El qué debemos hacer no sólo comporta conversión general de nuestro compromiso cristiano, sino que debe implicar también un crecimiento sincero en el ámbito de la vida que hemos asumido, ya sea la familia, la profesión, la Iglesia, las realidades temporales, el trato con los demás, en un clima que como recuerda san Pablo, destaque “la oración y la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar a Dios sus peticiones”.
Hermanos: vayamos presurosos al encuentro de Jesús que viene a nosotros confiados en que “la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús”
Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el tercer domingo de Adviento, ciclo “C”. 13 de Diciembre de 2015. http://ricardomazza.blogspot.com; ribamazza@gmail.com.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario