
Pablo y Bernabé (Hec. 14, 21b-27) comunicaban la Palabra de Dios en los lugares a los que eran guiados por el Espíritu Santo.
A menudo, después del entusiasmo del principio, los cristianos se desalentaban, se sentían sin fuerzas.
"Lo único que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada." Edmund Burke