23 de mayo de 2011

“Con Jesús, camino de nuestras vidas, predicamos la verdad y la vida”

En la última cena, Jesús deja su testamento espiritual para la Iglesia que continuará su misión. Testamento para la vida futura, para el crecimiento de los apóstoles y los creyentes como enviados por Él al mundo. El clima de la última Cena está claramente sensibilizado después que el Señor ha hablado de la traición de Judas y de la negación de Pedro (Jn. 14, 1-12). Jesús se conmueve ante la tristeza que embarga a los discípulos y les dice “no se inquieten”, no tengan miedo, no se angustien.

17 de mayo de 2011

“Escuchando al Buen Pastor, somos conducidos a los pastos de la Vida”

Celebramos hoy el domingo del Buen Pastor en el que la Iglesia nos presenta en su liturgia esta figura tan particular de Jesús resucitado. El Buen Pastor fue anunciado en el Antiguo Testamento como aquél que daría plenitud a la salvación humana a través de su muerte y resurrección. Quedaron atrás los falsos pastores que muchas veces no conducían a Israel al bien sino al extravío. Ahora está Jesús presente y llama a las ovejas de su rebaño, a cada uno de nosotros, invitándonos en este tiempo pascual a volvernos nuevamente a Él, a la conversión, como hizo Pedro hablando a los judíos (Hechos 2, 14ª.36-41).

8 de mayo de 2011

“Señor, quédate con nosotros en la fracción del Pan y en la Misión”


El encuentro de Jesús con los discípulos que se dirigen a Emaus (Lucas 24, 13-35), nos evoca el itinerario permanente de cada uno de nosotros hacia la casa del Padre y nos reclama, por lo tanto, el volver una y otra vez a poner nuestra atención en Jesús nuestro Salvador.
Al igual que estos discípulos, muchas veces nosotros vamos camino a Emaus, alejándonos de Jerusalén, cuando en realidad es el orientarse hacia allí donde nos encontraremos con Cristo muerto y resucitado anclando en un sentido nuevo para nuestra vida.

5 de mayo de 2011

“En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”

Pedíamos a Dios Padre en la primera oración de esta misa que, acrecentando en nosotros la Fe por la celebración de Cristo resucitado, podamos comprender mejor el bautismo que nos ha purificado, el Espíritu que nos ha hecho renacer y la sangre que nos ha redimido.
Se trata de implorar este don fundamental de la fe que no es un bien accidental en el hombre, sino lo que da sentido pleno a su existencia.
Por la fe, el cristiano se vuelve creativo no sólo en su relación con Dios sino también en su trato con los demás. Por eso el mismo Jesús nos dice en el evangelio respondiéndole a Tomás “en adelante no seas incrédulo sino hombre de fe”. Y también, directamente a nosotros, “felices los que creen sin haber visto”. Hemos de esperar, por lo tanto, que la resurrección del Señor haga cesar nuestras dudas y transitemos una vida marcada profundamente por la fe.