25 de abril de 2011

“No teman, avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, que allí me verán”.

Según la Tradición, después de su resurrección, Jesús se aparece en primer lugar a su Madre. El evangelio guarda de este hecho recatado silencio como si quisiera resguardar hasta el más mínimo detalle este encuentro tan íntimo entre el Señor y su Madre. Son mujeres también, -María Magdalena y la otra María-, las que se encuentran con el Señor, antes que los apóstoles.

23 de abril de 2011

“Todo se ha cumplido”

Hemos escuchado la Pasión del Señor acompañándolo en su caminar hacia la muerte en Cruz.
La exposición de los diferentes acontecimientos la realiza el apóstol san Juan que nos presenta una visión de los últimos momentos de la vida de Jesús que completa lo que describen los evangelios sinópticos.
Juan (Juan 18,1-19,42) evoca a Jesús como el que viene a cumplir con la voluntad del Padre hasta las últimas consecuencias.

22 de abril de 2011

“La Eucaristía y el Sacerdocio, orientados a la gloria de Dios y al servicio de los hermanos”

Comenzamos con esta misa de la Cena del Señor el solemne triduo Pascual. Los hechos de fe que actualizamos, nos llevan a encontrarnos con el Cristo vivo que nos entrega sus sentimientos, su corazón, su presencia, no sólo para esta noche, sino para toda nuestra vida.
La Misa de la Cena del Señor nos deja tres enseñanzas, que han de suscitar en nosotros tres súplicas, que pueden encauzar nuestra meditación a lo largo de estas horas en la adoración de Cristo Eucaristía y, nos ayudarán a disponer el corazón para la celebración de su Pasión y su posterior Resurrección.

18 de abril de 2011

“Por el seguimiento de la humildad de Jesús, retornamos al Padre y a los hermanos”

En la primera oración de esta misa pedíamos a Dios Todopoderoso que nos ha mostrado el ejemplo de humildad de Jesús en su encarnación y muerte en la cruz, nos conceda seguir las enseñanzas de su pasión para poder llegar a la gloria de la resurrección.
¿Qué enseñanza nos deja Jesús a través de su anonadamiento como Dios? La respuesta la encontramos en la carta de San Pablo a los filipenses (2,6-11) cuando nos dice que “Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos”.

12 de abril de 2011

“Convertidos, vivamos para Cristo Resurrección y Vida del hombre”.

1.-“Los que viven según la carne no pueden agradar a Dios….El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo” (Rom. 8, 8-11) leímos en la liturgia de hoy.
Vivir según la “carne” es tener como modelo lo que es pecado, según la visión de Pablo. Y así esta vida en pecado implica existir en medio de las envidias, celos, impurezas, adulterios, rapiñas, malos deseos, codicia, enemistades, odios, aversiones, pereza.
Del tomar como modelo lo “carnal” deriva el que hombre no pueda agradar a Dios de ningún modo, ya que no anida en él el espíritu de Cristo.

3 de abril de 2011

“De las tinieblas del pecado al seguimiento de quien es la Luz del mundo”

Estamos ya en el cuarto domingo de Cuaresma. En esta oportunidad Jesús se presenta como la luz del mundo (Jn. 9, 1-41), tema en el que nos hemos detenido varias veces en el tiempo de Navidad. Hoy se revela como aquel que viene a iluminar la vida del hombre pero que también plantea algo que es crucial “he venido para que vean los que no ven y no vean los que ven”.
Jesús está presentando aquello que es habitual en la vida del hombre y del mundo, la lucha entre la luz y las tinieblas. La luz que busca disipar la noche del corazón de los hombres y de la sociedad, y las tinieblas, propias del maligno, que a través del engaño y la mentira buscan arrebatar del corazón de los hombres la fidelidad al Señor. Jesús viene precisamente a darnos la luz.