23 de octubre de 2023

La verdadera misión del César, es reconocer que solo hay un Dios sobre todo, y servir al hombre como hermano suyo.

 


La idea central de los textos de hoy, es que Dios es el único soberano sobre la tierra, es el dueño de todo lo que existe, su soberanía abarca todo lo creado, y cada vez que el ser humano quiere disputarle a Dios su grandeza, su omnipotencia, estamos ante una actitud vanidosa, inútil, porque tarde o temprano el hombre descubre sus debilidades y que nada puede hacer ante el poder de Dios.
Pero el ser humano no escarmienta, está siempre al acecho la tentación del principio en la creación, cuando el demonio le promete al hombre, que será igual al Creador con poder para definir qué es lo bueno y qué lo malo.
Y así, continuamente, el ser humano cae en esa trampa, el pretender ser como Dios, el cual  se encarga no pocas veces de hacerle ver que así no es, sino sólo una pequeña creatura.
Fíjense ustedes lo que señala el profeta Isaías (45,1.4-6), al advertir que Dios manifiesta su omnipotencia eligiendo a un rey pagano, Ciro el Grande, a quien el rey no conocía, ungido para que ante él se sometan los pueblos de la tierra, y  sea el instrumento necesario para que el pueblo de Israel abandone el exilio, pueda volver a su tierra,  reconstruir Jerusalén y el templo sagrado en el que se rendía culto al Dios verdadero. 
De manera que una vez más, como aparece a menudo en el Antiguo Testamento, Dios utiliza como instrumento suyo lo que llamamos las causas segundas para manifestar su voluntad, de manera que aún de un rey pagano, con otro culto religioso, Dios se vale para manifestar su voluntad y para que ésta realmente sea visible en todas partes. 
Si tomamos el texto del Evangelio (Mt. 22, 15-21), Jesús nos deja una enseñanza muy importante, justamente destacará la soberanía absoluta de Dios sobre toda autoridad política en este mundo.
La ocasión se presenta cuando los fariseos, contrarios al impuesto, porque lo consideraban como una  señal de la sujeción al Imperio Romano, y los herodianos, que eran partidarios de pagar el impuesto, se unen para tentar a Jesús. 
Tratan de ganar su confianza, como si Jesús no conociera los corazones y sus secretos, afirmando la verdad, sin que ellos se den cuenta, reconociendo que el Señor es veraz y conduce al hombre hacia Dios sin hacer acepción de persona. 
En esto no se equivocan cuando se refieren a Jesús,  pero luego viene la pregunta acerca de la licitud de pagar el impuesto a Roma o no.
Es una trampa perfecta, ya que si Jesús contesta que sí, lo van a acusar de colaborar con el Imperio Romano, alegrando a los herodianos que eran colaboracionistas, si dice que no, estaría de acuerdo con el pensamiento judío vigente, pero se pondría en contra de lo que rige en ese momento bajo Roma. 
Y como Jesús suele hacer no pocas veces en situaciones parecidas, contesta con una respuesta superadora,  no a lo que ellos quieren oír, sino lo que corresponde a la verdad, precisamente porque es veraz. 
Le presentan después un denario y Jesús pregunta: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?" y le responden: "Del César", por lo que el Señor sentencia: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios".
De esa manera les está diciendo que se terminó la identificación del poder político con el poder religioso. No corresponde dar culto al Emperador como si fuera Dios. 
Esto lo entendieron perfectamente los cristianos marchando a la muerte por negarse a rendir culto al Emperador, sólo el Dios de la Alianza es el Dios verdadero, a Él hay que rendir culto, como Jesús dice en las tentaciones del desierto al demonio, "solo a Dios adorarás". 
Y eso es algo que nosotros tenemos que tener bien claro. Y esto porque nosotros fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios. No fuimos hechos a imagen y semejanza de la autoridad o el poder de turno, sino de Dios. Y por eso nosotros debemos orientar toda nuestra vida a buscar la voluntad de Dios. 
Muchas veces habrá que resistir cuando la autoridad política cree que es dios, y legisla sobre realidades que solamente pertenecen a Dios. Ya el Papa Benedicto XVI decía hace unos cuantos años atrás, que el pecado del momento era negar a Dios como Creador. 
Y así, las autoridades políticas en nuestro país, los tres poderes, permitieron y aprobaron el aborto, el asesinato de tantos argentinos que no podrán sentarse a la mesa del Señor, por lo menos en este mundo. 
¿Y esto por qué? Porque las autoridades se creían dioses, porque ignoraron que solamente Dios es el dueño de la vida y de la muerte. Hemos de afirmar, desde la fe, que nadie tiene derecho ni autoridad para legislar sobre esta materia, pero como estamos en un mundo al revés, también en nuestra patria, se ha legislado, no pocas veces, siguiendo los dictados de la perversa ideología de género, y así,  cada uno se auto percibe como se da la gana, se cae en el relativismo de la verdad, de la moral y de todo. 
Estamos en una época en que todo vale, en que todo pareciera ser legítimo, con tal que el hombre pueda llegar a ser dios en un país, en una nación, y ser dueño de las voluntades, de los ciudadanos. 
Porque esta aprobación del aborto, concretamente, implica negar el primer derecho que tiene el ser humano, que es el de la vida,  y una vez que se niega el derecho a la vida, el ser humano ya es una cosa. Y por eso se contraría lo que es una verdadera cultura del trabajo,  se busca la dádiva, se busca exterminar al anciano a través de la eutanasia, se busca crear más pobres  para poder dominarlos. 
Y todo eso es fruto de esta primera concepción de que el ser humano no vale nada, menos que un animal, menos que una cosa. 
Por eso el Señor nos está llamando a volver nuevamente a las fuentes, a defender su soberanía, y que sus derechos no sean dejados de lado o conculcados,  y la autoridad política, justamente como el rey Ciro, tiene que ponerse a disposición de lo que Dios quiere. 
Dios  ha puesto a la autoridad política, no para que se enriquezca, no para que haga lo que se le de en gana, no para atropellar a todo el mundo, sino para servir a la comunidad, servir a los ciudadanos. 
Esa es la verdadera misión del César, no creer que es Dios, sino reconocer que solo hay un Dios sobre todos y sobre todas las cosas, que es el Dios de la Alianza. 
Queridos hermanos, es muy importante ir recordando todo esto, porque nos ayuda realmente a ver la realidad de todos los días con una mirada nueva, a reconocer  esta soberanía absoluta de Dios sobre todo lo creado, y  nosotros, imagen suya, reconocerlo como tal en la vida personal o comunitaria.
Pidámosle al Señor que nos dé su gracia, que nos dé la fuerza de lo alto, para vivir dignamente nuestra misión de cristianos, de creyentes, seguidores de Cristo nuestro Señor.


Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe, Argentina. Homilía en el domingo XXIX del tiempo durante el año. Ciclo A. 22 de octubre de 2023

16 de octubre de 2023

Estamos llamados a habitar con Dios para siempre en la Casa de los bienaventurados.

 


El texto del profeta Isaías (25,6-10) es muy claro. Se refiere a que todos los pueblos de la tierra, no solamente el pueblo elegido, Israel, están llamados al banquete celestial. 
Se trata de la vida eterna con Dios presentada aquí como un banquete donde abundan exquisitos manjares y vinos generosos, signo de la alegría, de lo que significa el compartir entre todos, aunque provengan de distintos lugares, y también signo de la vida, vencedora de la muerte ya que 
precisamente  al participar de este banquete el Señor "destruirá la muerte para siempre".
 De manera que la promesa de Dios es muy clara, y para el cumplimiento de esto contamos con la presencia del enviado del Padre celestial, su Hijo hecho hombre, Jesús. 
Él es nuestro Pastor, como decíamos recién en el canto interleccional (Ps. 22), nos guía,  cuida, y protege, porque quiere que todos lleguemos a la salvación.
Pero llegamos al texto del Evangelio (Mt. 22, 1-14), en el que Jesús se refiere al rey -que es Dios- que invita a las bodas de su hijo, que  es Jesús, el  Hijo de Dios hecho hombre. 
Precisamente, el Hijo de Dios, al asumir nuestra  naturaleza, se desposa con la humanidad, de manera que  en la persona divina del Logos están unidas la naturaleza divina y la humana. 
Por eso, este hecho de la encarnación del Hijo de Dios, es motivo de alegría, y la asistencia a sus bodas significa aceptarlo a Jesús con fe sobre su divinidad y permite prepararnos para las bodas eternas después de nuestra muerte. 
Jesús se dirige a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, hace mención  que este rey invita a las bodas de su hijo, pero los invitados no escucharon y se niegan a asistir. Vuelve a enviar a sus servidores y  se excusan diciendo que tienen que ir al campo, o que les urgen negocios que atender, y otros se dedicaron a eliminar a los siervos enviados. 
Estos siervos representan a los profetas enviados por Dios a lo largo del tiempo convocando a Israel para recibir al Mesías pero que fueron rechazados o  asesinados, como aconteció con Jeremías. 
¿Qué hace el rey? manda a sus tropas, significando que Dios  reprende al pueblo elegido  a través de otras naciones, como  Asiria o Egipto, anticipando la caída de Jerusalén por su infidelidad  en el año 70 en manos del general romano Tito.
Por otra parte, los que están escuchando las palabras de Jesús, entienden que se refiere a quienes  no creen en Él como Mesías.
En la segunda parte de esta parábola, el rey, Dios, envía nuevamente a sus siervos a los cruces de los caminos e invitan a todos los que encuentran, buenos y malos "y la sala nupcial se lleno de convidados".
Estos asistentes son los que provienen del paganismo, ya que el pueblo elegido primero ha rechazado a Dios. 
Casi todos están con el traje de fiesta, que les proveyó el rey anfitrión , para que estén bien vestidos, y nadie sobresalga sobre otro, pero al  recorrer la sala advierte que uno de ellos no tiene el vestido de fiesta. 
Y le pregunta el rey, o sea en este caso Dios, ¿cómo estás aquí sin vestido de fiesta? Este hombre guarda silencio, no responde, pero está claro que le han ofrecido un vestido de fiesta y lo ha rechazado, quiso entrar como venía de la calle. 
¿Qué se enseña con todo esto? Que  el llamado de Dios es universal y todos los hombres están llamados a participar de la vida eterna después de vivir en este mundo, pero es necesario estar preparados santamente. 
Hace un tiempo, el Papa Francisco afirmó que la Iglesia estaba abierta para todos, absolutamente para todos. Lo cual es así, porque la Iglesia es católica, es universal. Pero después el Papa agrega que, de todos modos, cada uno que ingresa a la Iglesia debe ajustarse a las reglas de la misma. ¿Qué significa esto? Que el deseo de pertenecer a la Iglesia por parte de los alejados o no creyentes, requiere estar dispuesto a vivir conforme a la doctrina y moral enseñadas por la Iglesia.
De hecho, no pocos católicos abandonan la Iglesia porque dejan de aceptar las verdades que ella enseña. 
En efecto, muchas veces sucede con los que pertenecen por el sacramento del bautismo, que más de uno dice ¿por qué  tengo que seguir esto? A mí el mundo me enseña otra cosa. Tengo que ser fiel a la cultura de nuestro tiempo, a las nuevas costumbres. 
La Iglesia tiene que cambiar,-afirman no pocos-, tiene que modernizarse, no puede estar en el pasado, como si la verdad pudiera ser cambiada conforme al capricho de cada uno. 
Estar sin el traje nupcial significa carecer de la gracia divina, estar en pecado. Por eso es que el Rey o Dios le dirá a este hombre ¿qué haces aquí sin el traje nupcial? Y lo echan afuera del banquete, donde están presentes el llanto y el rechinar de dientes, términos que designan siempre la condenación eterna. 
Esta pena eterna se debe a que esta persona no responde en definitiva al llamado del Señor,  ya que lo hace con su presencia física pero no con su alma, no con su modo de obrar, no con su intención,  desea seguir como siempre en su propio mundo. 
Esto permite conocer  que el don de Dios es justamente eso,  gratuidad pura, no es merecimiento propio. De allí la necesidad de responder siempre a la gracia, siguiendo la voluntad divina. 
A veces sucede que algunas personas que  sienten necesidad de comulgar, lo hacen en estado de pecado mortal, pensando que Dios en su bondad verá eso con buenos ojos. Y no es así, porque primero hemos de limpiar el alma, el corazón, por medio del sacramento de la confesión, que supone arrepentimiento, propósito de enmienda, y una vez absueltos,  recibirlo a Jesús.
Porque además, este recibir a Jesús mientras caminamos por este mundo, es un anticipo de la participación en el banquete eterno.
En efecto, la misa que celebramos cada día, es el banquete celestial anticipado en la tierra. 
En razón de esto, ¡cuánta gente se pierde el banquete celestial cuando directamente se olvida de participar o no quiere hacerlo, del banquete eucarístico ya aquí en la tierra!
Por eso los dones de Dios son gratuitos, pero de nuestra parte hemos de responder siempre a esos dones viviendo lo que el Señor quiere de cada uno de nosotros. 
Pidamos que no nos falte esa gracia de lo alto para poder vivir dignamente conforme al llamado que Dios nos hace.

Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe, Argentina. Homilía en el domingo XXVIII del tiempo durante el año. Ciclo A. 15 de octubre de 2023


9 de octubre de 2023

Dice el Señor: "Yo los elegí del mundo, para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero" (Jn. 15,16)

 


En la liturgia de estos domingos hemos reflexionado sobre el tema de la viña, la viña del Señor, pero con diferentes enfoques. 
La viña del Señor, hoy designa a la Iglesia, como la llama el concilio Vaticano II, en la Constitución Lumen Gentium (n.6).
Sin embargo, ya en el Antiguo Testamento, la viña del Señor está constituida por el pueblo de Israel y "los hombres de Judá son su plantación predilecta"
(Is. 5, 1-7), elegida y cuidada por Dios para que produzca buenas uvas, pero que dio frutos agrios.
Hemos escuchado al profeta Isaías cómo describe el cuidado amoroso que tiene Dios para con la humanidad y  en este caso para con el pueblo elegido, preparándole un ámbito propicio para que crezca en el amor y en el servicio generoso de Dios.
Indudablemente este texto de Isaías está evocando al Génesis, refiriéndose a la primera viña del Señor que es el mundo, el cual Dios preparó para allí colocar al varón y a la mujer, para que sean ellos quienes dominen la naturaleza y la destinen a su servicio.
Precisamente por la creación, Dios quiere una buena administración humana de los bienes de la tierra que son de toda la humanidad, para que a nadie le falte lo necesario para vivir.
Por lo tanto vemos un proyecto de Dios favorable a los hombres, porque  nos ama ya que somos las criaturas más perfectas que han salido de sus manos después de los ángeles.
Es por esa razón, que al haber pecado separándonos de Él,  envía a su Hijo para que hecho hombre en el seno de María, señale el camino de la rehabilitación interior, y enseñe a trabajar en la viña del Señor, mirando siempre la meta que es la vida eterna.
Sin embargo, los textos bíblicos hablan de cuán infiel es el ser humano, y así,  el pueblo elegido no produce uvas dulces sino frutos agrios, palabra con la que se describe el no haber hecho producir lo que corresponde (Is. 5, 1-7).
En el texto del evangelio (Mt. 21, 33-43) percibimos que la infidelidad se ha agravado más, ya que los viñadores, que son sólo administradores, no quieren entregar los frutos al dueño que es Dios.
Este  texto del evangelio conocido como el de los viñadores homicidas precisamente deja al descubierto lo que aconteció en la historia de la salvación.
En efecto, Dios envió a recoger los frutos a  los profetas que fueron rechazados o aniquilados, y por último, envía a su hijo, presente en Jesús por la encarnación, el cual es crucificado fuera de la viña,  porque la intención de los viñadores era quedarse con la viña muriendo el heredero.
Todo esto, perteneciente a la historia de la salvación, deja patente el amor de Dios  que busca cómo darle lo mejor al ser humano, y por otra parte, como respuesta, la infidelidad y la falta de agradecimiento del hombre que  realiza lo que desea para su propio interés.
Llegando a nuestros días, es una realidad comprobable que el corazón del hombre no ha cambiado, se piensa en la agenda 2030, para hacer universal un estilo nuevo de vida  en el que lo primero que se pretende es omitir a Dios.
De hecho ya estamos asistiendo en la sociedad actual, cómo Dios ha sido abandonado o peor todavía desalojado, porque el ser humano se cree autosuficiente y que no necesita del Creador, y así, se lo desplaza del culto y de la vida social, manifestándose esto, como denuncia la misma ONU, en el crecimiento de  la persecución religiosa de los cristianos en todo el mundo.
El mundo descreído busca destruir la piedra angular de la cual habla el Evangelio que es Cristo nuestro Señor, pero esa piedra angular sigue presente  como fundamento de la viña del Señor.
También en la Iglesia que es la viña del Señor,  se nota no pocas veces el olvido del mismo Jesús, ya que  encontramos mucha ambigüedad en no pocas cuestiones de capital importancia, y así, la enseñanza en cuestiones de moral, costumbres o dogma está puesta en entredicho.
Los modernosos ideólogos de hoy  interpretan la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio de distinta manera, y así lo que siempre fue malo ahora se lo ve como bueno, y la bondad se la transforma en algo malo para las "mentes ilustradas" de hoy.
Hoy en día vivimos en una sociedad donde prima la chifladura, donde cada uno puede elegir, su orientación sexual, su sexo, si quiere ser tiburón, si quiere ser cordero, si se siente que es tal cosa, y todo el mundo tiene que reconocerlo aunque sea el disparate más grande.
Ya estamos  en esa época de locura, como decía Chesterton, en que hay que defender a espada  que el pasto es verde. 
Por eso la invitación a que no enloquezcamos también con todas esas novedades, manteniéndonos siempre fieles al Evangelio de Cristo, enseñando la verdad que hemos recibido en la Sagrada Escritura, en la Tradición, en el magisterio de la Iglesia.
Y si aparecen voces contrarias a lo que hemos aprendido, recordemos siempre lo que dice San Pablo a los gálatas "aunque venga un ángel del cielo y les diga lo contrario a lo que yo les he predicado, sea anatema", no le hagan caso.
Estamos en un momento entonces que se pide y se necesita una fidelidad concreta en la viña del Señor a Cristo nuestro Señor, porque corremos el riesgo que se haga realidad la admonición que trae el Evangelio de hoy, de modo que si no damos frutos dulces sino solo agrios,  el Señor nos  quitará la administración que tenemos, no solamente en el mundo en el cual estamos insertos, sino también dentro de la Iglesia.
Por eso es necesario volver a la fuente que es la fidelidad al Señor, 
Cristo nuestro Señor nos espera pero al mismo tiempo nos advierte que nos puede quitar la administración de la viña y dársela a otros, recordando eso sì, que en medio de las pruebas de este mundo desviado, seguir siempre el consejo que  deja San Pablo hoy en la carta a los filipenses (4,6-9): no se angustien por nada, pidan siempre en la oración lo que necesitan y el Señor estará con ustedes.

Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe, Argentina. Homilía en el domingo XXVII del tiempo durante el año. Ciclo A. 08 de octubre de 2023

2 de octubre de 2023

El Señor es bondadoso, muestra el camino a los extraviados, y guía a los humildes para que obren rectamente.

 San Jerónimo a quien  recordamos hoy como patrono de la ciudad de Santa Fe, profundizó y gustó la Sagrada Escritura que nutría su vida personal. Precisamente dedicó 35 años de su vida en Belén traduciendo la Biblia a pedido del Papa Dámaso, obteniendo así la primera traducción latina de la Sagrada Escritura llamada Vulgata.
San Jerónimo murió a los 80 años en el año 420 y, como dice la primera oración de esta misa, llegó a tener después de tanto tiempo saboreando la Palabra de Dios, un gusto especial por la comunicación con Él a través del Antiguo como del Nuevo Testamento.
Fue viviendo permanentemente esta gracia de conocer lo que Dios quería, por lo que también nosotros saboreando la Palabra divina, descubramos qué nos enseña, cuál es su voluntad para nosotros.
En la primera lectura proclamada del profeta Ezequiel (18, 25-28), la Palabra de Dios convoca a la conversión, lo cual es  muy importante para tener en cuenta a lo largo de nuestra vida, ya que Dios no quiere la muerte del pecador sino que viva.
Y como todos somos pecadores, Dios espera  nuestra conversión, de tal manera que si el que hace el mal se convierte de su mala vida y comienza a obrar rectamente, encontrará  la misericordia. 
Y esto es así, porque "él ha abierto los ojos y se ha convertido de todas las ofensas que había cometido".
Por el contrario, si el que vive en justicia decide cambiar su vida y obrar el mal, será culpable de ese mal que haga, y si muere, "muere por el mal que ha cometido", sin que se le tenga en cuenta el bien realizado en el pasado.
En síntesis, Dios espera nuestra conversión, que rectifiquemos los caminos equivocados para encontrarnos con Él.
El profeta Ezequiel es el primer profeta que comienza a hablar de la responsabilidad personal de cada uno por sus pecados. En efecto, hasta entonces, era  común tener en cuenta o pensar en una especie de culpa comunitaria, ya que  todos estaban prácticamente obligados a hacer lo que deseaba el jefe de la comunidad o de la tribu, por lo que  la responsabilidad personal quedaba disminuida a través de una especie de culpa comunitaria, una culpa colectiva.
El profeta Ezequiel, en cambio, transmite el mensaje divino por el que cada uno tiene que hacerse cargo de su propio pecado.
Ustedes recordarán aquel pasaje del evangelio del ciego de nacimiento a quien Jesús cura, y  que le preguntan si la causa de su ceguera era por el pecado de él o por el pecado de los padres, de modo que aún también en la época de Jesús estaba esa mentalidad de que los hijos pagan las culpas de los padres
Jesús, en cambio, dice que ni los padres ni este hombre han pecado, sino que nació así para que se pueda manifestar la misericordia y podamos dar gloria al Padre, de manera que no se diluya el pecado personal en una especie de pecado comunitario o social.
Es cierto que el comportamiento de cada uno perjudica o beneficia a la comunidad en la cual está inserto, pero cada uno debe hacerse responsable de lo suyo, no puede echarle la culpa al vecino, como si sólo los demás son culpables de los males de la sociedad.
En el texto del evangelio (Mt.21, 28-32) tenemos también una enseñanza hermosísima que deja al descubierto que el corazón humano es cambiante y no siempre se puede descubrir su interior.
En efecto, un hombre le dice a un hijo "ve a trabajar a la viña", el cual dice "no quiero", pero luego recapacita y va; y solicitando lo mismo al otro, este le dice "voy, Señor" pero no fue.
Como se observa, obviamente el primero fue quien cumplió con la voluntad del padre y Jesús aprovecha este ejemplo para enseñar a los jefes de los judíos que están siempre al acecho buscando condenarlo, que los publicanos y las prostitutas considerados pecadores,  son los que han dicho que no pero después han dicho que sí arrepintiéndose de su vida al escuchar a Juan el Bautista.
Precisamente Mateo el publicano llamado por Jesús, cambia de vida y se convierte en uno de los apóstoles, de manera que lo que está enseñando el evangelio es la necesidad de hacer la voluntad de Dios, por eso el mismo Jesús en otra oportunidad dirá de los jefes de los judíos, de los escribas, y de los fariseos, que "hagan lo que ellos dicen pero no hagan lo que ellos hacen".
Es decir, cuando la enseñanza sea verdadera síganla, pero no imiten su obrar, porque ellos se creen justos y por lo tanto nunca reconocen sus pecados, no quieren  cambiar, y desprecian a los demás.
El Papa Benedicto XVI en una homilía sobre  este texto se refiere a un tercer personaje, habla de otro hijo. ¿Quién es el tercer hijo? Jesucristo por cierto, que es diferente a los otros dos porque Jesús dijo si, iré a trabajar en la viña de mi padre y fue, o sea fue consecuente con su querer, su decisión se realizó, se llevó a cabo.
No dijo  primero no y después sí, ni sí primero y no después, sino que dijo sí voy a hacer la voluntad del Padre y en la cruz salvó a la humanidad siguiendo lo que se le pedía para el bien de todos.
Queridos hermanos: imitemos a Jesús, seamos como Él, digamos siempre sí a la voluntad del Padre y realicémosla posteriormente.  Para vivir esto escuchemos  lo que enseña San Pablo (Fil. 2, 1-5) invitando  a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús, los cuales quedan al descubierto no sólo en su relación con el Padre, sino también en su relación con el prójimo.
Por eso partiendo del ejemplo de Jesús San Pablo insta a la comunidad a la unidad entre los creyentes. Pidámosle al Señor que nos bendiga e ilumine, que nos dé su fuerza para que podamos vivir de acuerdo a estos principios.


Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe, Argentina. Homilía en el domingo XXVI del tiempo durante el año. Ciclo A. 30 de septiembre de 2023