31 de mayo de 2007

¿ABORTO DIRECTO O INDIRECTO?

Planteo del problema

Cada vez que emerge en la primera plana de las noticias periodísticas el tema del aborto -como la supuesta posibilidad de salvar la vida o la “dignidad” de una madre a costa del aborto de su hijo-, las opiniones se entrecruzan, los agravios se derraman generosamente ante la diversidad de pareceres, y raramente se analiza el tema con desapasionado raciocinio.

En efecto, si actuáramos según la recta razón, viviríamos conforme a la ciencia genética que “ha demostrado que desde el primer instante queda fijado el programa de lo que será este ser viviente: un hombre, individual, con sus notas características ya bien determinadas”(1), y protegeríamos la vida humana desde el primer instante de la concepción.

Si bien ya escribí sobre el tema en varias oportunidades, y especialmente con ocasión de la decisión de la “justicia” argentina de legitimar el aborto de un no nacido fruto presunto de violación (2), considero que la aparición de otra circunstancia dolorosa, como la del embarazo de una mujer que padece una enfermedad grave, reclama una nueva incursión en la temática.

Para ello creo conveniente distinguir entre el aborto directo y el indirecto.

¿Qué es el aborto directo?

Se llama aborto directo a toda acción occisiva que directamente busca suprimir la existencia de una nueva vida –distinta de la madre- que se gesta en su seno.

No se trata de una acción cualquiera, sino sólo de aquella que tiene como fin pretendido y buscado o como medio para lograr otro fin, el destruir un nuevo ser.

Este crimen consiste en la acción voluntaria, ya sea de expulsar del seno materno el feto inmaduro y todavía incapaz de vivir independientemente, ya sea de darle muerte dentro del vientre materno.

En el aborto directo es mala la acción (ya que sólo busca el homicidio del inocente), perversa la intención del o de los que obran (ya que sólo se busca la desaparición del nuevo ser), como malas las circunstancias (con medios que sólo sirven para destruir la vida, o porque las personas que actúan son quienes deben procurar salvarla: la madre y los médicos, jueces, enfermeros etc.).

Por lo general ésta es la más común de las acciones que se realizan con toda impunidad contra la vida humana no nacida.

Más aún, aparecen por doquier voces vocingleras que embisten contra todo lo que se presenta como defensa de la vida.

Indudablemente las afrentas motivadas por el odio a la vida se van acumulando contra lo que ha de ser lo más natural: la defensa del ser humano.

¿Cómo podría ignorarse al hombre si Dios lo ha hecho apenas un poco menor que los ángeles? (salmo 8).

En estos días en Santa Fe, con ocasión de la muerte de una joven que padecía una enfermedad irreversible y estaba embarazada, se despabiló la imaginación de los agresores a la vida para reclamar la liberación de toda restricción al crimen del aborto.

Se llega incluso a reclamar y pretender establecer en el país un sistema opresor que se confiaba superado: la desaparición forzosa de personas.

Porque llamémoslo así, guste o no guste a nuestra sensibilidad modernosa que siempre busca esquivar el considerar a las cosas por su nombre.

Dios pedirá cuenta de la sangre vertida de los hermanos

Sabemos que detrás de todo esto se mueve mucho dinero. Se prefiere la ganancia fácil del crimen institucionalizado antes que la vida del niño que nos trae la sonrisa de Dios.

Si dolorosa es la situación del niño que no llega a nacer a ésta vida, reconforta que ya sea ciudadano de la eternidad.

En cambio, ¡qué dolorosa será la suerte de los que favorecen la muerte de los niños, si no se convierten y hacen penitencia para reparar el daño y el escándalo que han ocasionado!

El daño porque han impedido que se realice la voluntad de Dios que es hacer partícipes a todos de la mesa de los hijos, escándalo ya que no pocas veces las acciones de este tipo llevan a muchos a pensar que nada hay de malo o se sienten tentados a realizar lo mismo.

Los que ambicionan propagar el aborto lo hacen como una forma de querer tranquilizar sus conciencias, como si el empujar a otros a concebir lo mismo pudiera “moralizar” las acciones homicidas. Como si se quisiera decir: ¡cuantos más hagan esto, más será visto como algo normal!

Es verdad que son muchas las mujeres que, -engañadas por los mercaderes de la muerte o empujadas por la pobreza o por una aparente liberación de la deshonra pública o por otras causas- han caído en el aborto (3).

Y es también cierto que llegaron a eso con dolor, angustia y muchas veces oprimidas por diversas situaciones, pero que tocadas por la gracia de la conversión volvieron al encuentro de Cristo.

Para ellas la sanación interior que proviene únicamente del Señor significó la liberación de la opresión interior del pecado que ciertamente no pueden otorgar los “defensores” de tantos malogrados nacimientos (4).

Pero también es verdad por lo que se observa a menudo, que la obstinación en el mal es una realidad. ¡Qué tristeza el morir en la impenitencia! ¿De qué vale ganar el mundo si pierdes tu alma?

Resuenan hoy más que nunca con toda su validez ante tanta violencia, las palabras del Génesis (4,10) “Se oye la sangre de tu hermano clamar a mi desde el suelo”

¿Qué es el aborto indirecto?

Nos recuerdan los obispos colombianos que “ciertamente son lícitas las operaciones y tratamientos médicos que parezcan necesarios para curar cualquier grave enfermedad que pudiera poner en peligro la vida de la futura madre, aunque tuviera como consecuencia indirecta e involuntaria el peligro probable o seguro de la existencia de la criatura”.(5)
Coincide esto con lo que ya afirmaba el papa Pío XII: “Si por ejemplo, la salvación de la vida de la futura madre, independientemente de su estado de embarazo, requiriese urgente una intervención quirúrgica u otra aplicación terapéutica que tuviera como consecuencia secundaria, en ningún modo querida ni intentada, pero inevitable, la muerte del feto, tal acto no podría ya llamarse un atentado directo contra la vida inocente. En estas condiciones, la operación puede ser lícita, como otras intervenciones médicas semejantes, siempre que se trate de un bien del alto valor como es la vida y no sea posible diferirla hasta el nacimiento del niño ni recurrir a otro remedio eficaz”(6)

Corresponde aclarar que cuando el papa habla de intervención quirúrgica, no está pensando en una intervención directa sobre el feto (sería aborto directo) sino sobre alguna parte del organismo que tuviera como consecuencia la muerte del no nacido.

Aplicación terapéutica en la actualidad, comprendería por ejemplo la quimioterapia o el uso de toda medicina que se aplica directamente para neutralizar la enfermedad y que tiene como consecuencia no querida la muerte del feto.

La acción de doble efecto.

Se aplica aquí lo que en moral se llama “la acción de doble efecto o sea, el caso en que de una sola acción se sigan dos efectos, uno bueno y otro malo. La solución clásica enseña que, cuando de un acto que se lleva a cabo se originan un bien y un mal, para ejecutarlo se requiere que se den, al mismo tiempo, estas cuatro condiciones: 1)que la acción sea buena o al menos indiferente; 2) que el fin que se persigue sea alcanzar el efecto bueno; 3) que el efecto primero e inmediato que se sigue sea el bueno y no el malo; 4) que exista causa proporcionalmente grave para actuar” (7)

Aplicando este principio al ejemplo presentado por el papa, podemos decir que la intervención sobre el órgano enfermo o el tratamiento sobre el mismo, es una acción buena; que se persigue como fin la curación de la enfermedad; que se sigue de hecho la curación requerida –efecto bueno- ; y no es posible esperar hasta el momento del parto –causa proporcionalmente grave para actuar-.

Se podrá decir maliciosamente ¿qué diferencia hay entre el aborto directo y el indirecto?, o pensar que el llamado indirecto es un subterfugio elegante de la moral católica.

Quien observe desapasionadamente ambos extremos de la cuestión planteada, tendrá que admitir que una cosa es consumar una acción que directamente se dirige a destruir la vida del niño y otra cosa es realizar una acción curativa sobre un órgano que tiene como consecuencia no querida la muerte del niño.

¿Cómo se aplica esto si la mujer padece una enfermedad irremisible?

Cuando la dolencia de la mujer es irreversible, esto es, padece una enfermedad de la que no es posible liberarse por más tratamiento o intervención quirúrgica que se realice, -según el dictamen médico-, corresponde omitir dichos procedimientos paliativos y poner todo el esfuerzo clínico en salvar la vida del niño.

De los datos que se dieron a conocer sobre el caso que nos ocupa, se infiere que esto último fue lo que realmente sucedió.

En efecto, ante un cuadro de muerte futura inevitable de la madre, se trabajó para mantener con vida al niño, el que una vez nacido lamentablemente también perdió la vida.

Los que apelan a la defensa del aborto como remedio para una posible salvación de la madre de una muerte segura, en definitiva reclaman un vulgar aborto u homicidio calificado ya que se trata de un ser totalmente inocente.

La precariedad de la vida de la mujer no está causada por el embarazo, sino por la enfermedad postrera que padecía. Pretender lisa y llanamente abortar, es encolumnarse detrás de lo ilícito.

Ilícito, porque aunque hubiera sido aprobado el aborto mal llamado “terapéutico” por la autoridad judicial, esto no estaría encuadrado en la ley de Dios que debe ser el fundamento de toda legislación positiva para que ésta obligue a su cumplimiento.

(1) Congregación para la Doctrina de la Fe: Declaración sobre el aborto, nº 13).

(2) “El derecho a la vida, como objeto de la justicia” (2 de septiembre de 2006. www.diario7.com.ar)

(3) Juan Pablo II Encíclica Evangelium Vitae (59) “En la decisión sobre la muerte del niño no nacido, además de la madre, intervienen con frecuencia otras personas. Ante todo, puede ser culpable el padre del niño, no sólo cuando induce expresamente a la mujer al aborto, sino también cuando favorece de modo incierto esta decisión suya al dejarla sola ante los problemas del embarazo <55>: de esta forma se hiere mortalmente a la familia y se profana su naturaleza de comunidad de amor y su vocación de ser "santuario de la vida". No se pueden olvidar las presiones que a veces provienen de un contexto más amplio de familiares y amigos. No raramente la mujer está sometida a presiones tan fuertes que se siente psicológicamente obligada a ceder al aborto: no hay duda de que en este caso la responsabilidad moral afecta particularmente a quienes directa o indirectamente la han forzado a abortar. También son responsables los médicos y el personal sanitario cuando ponen al servicio de la muerte la competencia adquirida para promover la vida. Pero la responsabilidad implica también a los legisladores que han promovido y aprobado leyes que amparan el aborto y, en la medida en que haya dependido de ellos, los administradores de las estructuras sanitarias utilizadas para practicar abortos. Una responsabilidad general no menos grave afecta tanto a los que han favorecido la difusión de una mentalidad de permisivismo sexual y de menosprecio de la maternidad, como a quienes debieron haber asegurado - y no lo han hecho - políticas familiares y sociales sólidas en apoyo a las familias, especialmente de las numerosas o con particulares dificultades económicas y educativas. Finalmente, no se puede minimizar el entramado de complicidades que llega a abarcar incluso a instituciones internacionales, fundaciones y asociaciones que luchan sistemáticamente por la legalización y la difusión del aborto en el mundo. En este sentido, el aborto va más allá de la responsabilidad de las personas concretas y del daño que se les provoca, asumiendo una dimensión fuertemente social: es una herida gravísima causada a la sociedad y a su cultura por quienes deberían ser constructores y defensores. Como he escrito en mi Carta a las Familias, "nos encontramos ante una enorme amenaza contra la vida: no sólo la de cada individuo, sino también la de toda la civilización" <56>. Estamos ante lo que puede definirse como una "estructura de pecado" contra la vida humana aún no nacida.

(4) Juan Pablo II. Encíclica Evangelium Vitae nº 25: “La sangre de Cristo, mientras revela la grandeza del amor del Padre, manifiesta qué precioso es el hombre a los ojos de Dios y qué inestimable es el valor de su vida. Nos lo recuerda el apóstol Pedro: "Sabéis que habéis sido rescatados de la conducta necia heredada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o plata, sino con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo" <1 Pe 1,18-19>. Precisamente contemplando la sangre preciosa de Cristo, signo de su entrega de amor , el creyente aprende a reconocer y apreciar la dignidad casi divina de todo hombre y puede exclamar con nuevo y grato estupor: ¡Qué valor debe tener el hombre a los ojos del Creador, si ha "merecido tener tan gran Redentor!" , si "Dios ha dado a su Hijo", a fin de que él, el hombre, "no muera sino que tenga la vida eterna" <20>. Además, la sangre de Cristo manifiesta al hombre que su grandeza, y por tanto su vocación, consiste en el don sincero de sí mismo. Precisamente porque se derrama como don de vida, la sangre de Cristo ya no es signo de muerte, de separación definitiva de los hermanos, sino instrumento de una comunión que es riqueza de vida para todos. Quien bebe esta sangre en el sacramento de la Eucaristía y permanece en Jesús queda comprometido en su mismo dinamismo de amor y de entrega de la vida, para llevar a plenitud la vocación originaria al amor, propia de todo hombre . Es en la sangre de Cristo donde todos los hombres encuentran la fuerza para comprometerse en favor de la vida. Esta sangre es justamente el motivo más grande de esperanza, más aún, es el fundamento de la absoluta certeza de que según el designio divino la vida vencerá". "No habrá ya muerte", exclama la voz potente que sale del trono de Dios en la Jerusalén celestial . Y san Pablo nos asegura que la victoria actual sobre el pecado es signo y anticipo de la victoria definitiva sobre la muerte, cuando "se cumplirá la palabra que está escrita: "La muerte ha sido devorada en la victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está oh muerte, tu aguijón?" <1 Cor 15,54-55>.

(5) Moral Cristiana. Camino y tarea. Edit. Claretiana. Pág.329. (1986).

(6) Pío XII y las Ciencias Médicas. Editorial Guadalupe. Pág. 119. nº 35,5. Discurso del 28 de Noviembre de 1951.

(7) Fernández Aurelio. Moral Fundamental. Págs. 95-96. Edit. Rialp. 2da edición.

Padre Ricardo B. Mazza. Profesor Titular de Teología Moral y DSI en la UCSF. Director del CEPS “Santo Tomás Moro”
ribamazza@gmail.com

17 de mayo de 2007

La Mentirocracia

Podríamos traducir a la “mentirocracia” como el gobierno de los mentirosos. No es necesario tener muchas luces para encontrar aplicación de esto en tantos hechos acontecidos en nuestra Patria.

1. La mentirocracia en la política.


Aunque parezca extraño existe en el vocabulario castellano este término acuñado ante la experiencia de la mentira institucionalizada especialmente aplicada a los que gobiernan en el mundo de la política.
Podríamos traducir a la “mentirocracia” como el gobierno de los mentirosos. No es necesario tener muchas luces para encontrar aplicación de esto en tantos hechos acontecidos en nuestra Patria.
Se nos ha querido convencer que con la democracia comemos, nos vestimos, estudiamos y alcanzamos que las demás necesidades primeras y primarias estén satisfechas.
Hasta el cansancio se nos ha dicho que el dólar es un peso y que un peso es un dólar.
Quién no recordará aquello de que al final de “mi gobierno” no habrá más pobres en la Argentina, la tierra del pan.
Todavía escucho cuando se afirmó que no se pagará al fondo monetario la deuda argentina con el hambre del pueblo.
Cómo olvidar la promesa de que nadie perderá sus ahorros, que el corralito o corralón no afectará el bolsillo ni la economía de nadie.

Cuántas veces se nos ha hecho creer que se respeta la Constitución… hasta que la Corte adicta a cada gobierno de turno declare la inconstitucionalidad de la misma.
¡Tantas veces se nos ha repetido que se defienden los derechos humanos -discurso que muchos ingenuos han creído- …a pesar de ser tan evidente que en este tema hay hijos y entenados, y que los no nacidos no llegarán a ser ni lo uno ni lo otro!

El slogan dice que la pobreza ha disminuido estrepitosamente, aunque la multitud que mendiga cada vez se hace más numerosa.
La inseguridad es cosa del pasado, se nos dice… estamos eso sí protegidos tras gruesos barrotes, innumerables alarmas y las cacerolas con agua hirviendo (como en las invasiones inglesas) para defendernos de furtivas sombras que acechan nuestra calma chicha.
Los productos del súper bajan de precio… pero también de volumen y peso, cual sometidos a una dieta light que no cesa…

La risotada más estrepitosa resuena en nuestros oídos cuando se nos dice que lo perdido en la enseñanza los días de paro en el mundo docente puede recuperarse teniendo en cuenta “el cumplimiento de los objetivos curriculares horizontales y transversales en un todo de acuerdo con la inteligencia lúcida de los discentes”…

Cuando la carne vacuna se encarece, los conductores de nuestra economía nos aconsejan cuál señores de economía doméstica: “es necesario buscar alimentos substitutos, como el cerdo, el cordero, el pescado…” ya que estos productos están al alcance del poder adquisitivo… de la naviera Onassis…
Podríamos seguir con esta larga letanía pero nos perderíamos la oportunidad de ver otros tipos de mentirocracia.

2.- La mentirocracia en la propaganda abortista.

La mentirocracia o “gobierno de la mentira” se da también en otros campos de la vida.
En efecto tenemos que decir que este modo de ejercer el poder no es sólo patrimonio de los políticos. Veamos algunos ejemplos.

Hace un tiempo en un programa televisivo se constituyó un panel para que hablara del tema del aborto.
El Sr. Anhidros Vacuo dirigía el debate. Invitadas de honor se encontraban la diputada Medea de la Hibris y la médica Cornelia Graco.
Invitados de reparto -porque se intentaría no dejarlos hablar mucho- el abogado Guilhem de Encausse, castellano él a pesar del apellido, y el periodista Jovito Carlo Dodorique.
El abogado y el periodista pensaron: “Acá está todo preparado para hacernos boleta…” Pero inmediatamente se compusieron diciéndose “Calma… confiemos…”
Abierto el diálogo, la diputada manifestó su amor incondicional por los pobres, a quienes había que brindar el “servicio antiséptico” del aborto si esto era necesario, mientras sonreía cual propaganda de pasta dental.
El Dr. Guilhem defendió la vida desde el inicio de su gestación, indicó que nada justifica el homicidio de seres inocentes…
Ya la diputada mostraba sus uñas… ya que la había llamado elípticamente como lo que era… homicida… Obviamente no podía ser acusada de “apología del delito” al elogiar el aborto porque en Argentina esta figura se utiliza para otra cosa…
-Porque Uds. fueron elegidos para defender la vida de todos los argentinos, terció Jovito, el periodista.
¡Para qué habrá hablado! Medea, haciendo honor a su nombre -por Medea, obra de Eurípides- , se enfureció …y fue allí que me acordé de las reglas de discernimiento de espíritus que trae San Ignacio en los Ejercicios Espirituales (regla nº 12 para la primera semana de los Ejercicios Espirituales) cuando compara al diablo en su furia con la furia de la mujer (con perdón de las mujeres, pero lo dice el santo, no yo): “El enemigo se hace como mujer en ser flaco por fuerza y fuerte de grado. Porque así como es propio de la mujer, cuando riñe con algún varón, perder ánimo, dando huída cuando el hombre le muestra mucho rostro; y por el contrario, si el varón comienza a huir perdiendo ánimo, la ira, venganza y ferocidad de la mujer es muy crecida y tan sin mesura: de la misma manera es propio del enemigo enflaquecerse y perder ánimo, dando huída sus tentaciones, cuando la persona que se ejercita en las cosas espirituales pone mucho rostro contra las tentaciones del enemigo, haciendo lo diametralmente opuesto; y por el contrario, si la persona que se ejercita comienza a tener temor y perder ánimo en sufrir las tentaciones, no hay bestia tan fiera sobre la faz de la tierra como el enemigo de la naturaleza humana, en prosecución de su dañada intención con tan crecida malicia.”

Viendo que podían perder su patriótica causa pro-aborto, la Dra Cornelia Graco, sílfide pelirroja que hacía tintinear sus abundantes joyas, comenzó una doctoral explicación afirmando que no se puede hablar de aborto cuando se interrumpe el proceso en el que el óvulo fecundado desciende hasta la anidación.
Jovito casi le pega con su bastón de plata al oír esto, pero guardó a duras penas la compostura y le preguntó con mirada mezcla de travesura y complicidad: “Dra., ¿el óvulo fecundado que desciende hacia su anidación posee ADN propio?”
Cornelia, apurada en desburrar al periodista contesta rápidamente: “Por supuesto” y calló petrificada al advertir demasiado tarde que se había hundido sola… le habían hecho jaque mate…
Jovito Carlo disfrutó el momento con mirada lánguida, como no dándole importancia a la respuesta.

Cornelia Graco había quedado descubierta en su perversa falacia… si el óvulo fecundado ya tiene ADN propio, un nuevo ser se está gestando.
La irritación de Cornelia explotó sin medida, se sintió atrapada en su propia telaraña de falsedad… pero se le había dado la oportunidad -con la inteligente intervención de Jovito- que como su homónima del siglo II a.C. valorara más a sus hijos -los hijos de los otros- que a sus joyas.

Las chicas, Medea y Cornelia, en fin, fueron por lana y salieron esquiladas… o esquilmadas de su seguridad de “peor causa”.
La actitud de las chicas estas suele ser frecuente: son democráticas y “abiertas” al pluralismo siempre y cuando nadie las contradiga.
Porque, ¿saben una cosa?, estas personas suelen acusar a la Iglesia de ser dogmática. Pero cuando de defender sus posturas se trata, son ellas más dogmáticas en resguardar “su verdad” que el mismo tata Dios.

3.- La mentirocracia de la perspectiva de género.

Me decía un universitario que en una facultad de medicina de este planeta, -entre otras cosas- se les enseña a los futuros médicos las “bondades” del aborto, del desenfreno sexual y de la perspectiva de género.

El pobre muchacho estaba desolado ya que había descubierto a través de sus eximios profesores que ser varón o mujer es una construcción cultural.

El joven, que se consideraba ser varón por nacimiento, descubría gracias al brillante intelecto de sus docentes que el tener órganos masculinos era un mero accidente.
Le dijeron que ser varón o mujer no dependía de sus órganos sexuales externos, ni de su composición genética, sino de su libre “opción” por tal o cual orientación sexual.
Iván -así se llamaba el joven, nombre puesto por su padre por aquel Iván el Terrible de la otrora dinastía rusa- habla con su padre de estas propuestas de locura. El padre, hombre sensato, tratando de disimular su furia por tanto desatino, le dice que en el examen hable de la verdadera postura, de la natural concepción del hombre.
- No puedo, responde, si lo hago, no apruebo jamás la materia.
- ¿Cómo, -dice el padre- no hay respeto por diferentes posturas a las que se proclaman en la carrera, máxime cuando tu actitud es la correcta?.
- No, pa, nos enseñan que hay que liberarse de “esas posturas del medioevo católico”.
Iván calla. Ya no sabe si seguir contando al padre que los “domestican” enseñándoles que la homosexualidad no es una enfermedad, que les machacan que la familia no solamente la constituyen personas de distinto sexo, que todo vale en el campo de la sexualidad con tal de experimentar el placer que “dignifica” a la persona, en fin, toda clase de premisas que componen el plan progresivo “del lavaje cerebral de los futuros profesionales”.

Y sigue la degradación por el imperio de la mentira…

4.- El padre de la mentirocracia.

El gobierno de la mentira tiene un padre común sea cual sea el campo en que se dé. Es un padre tan antiguo como el mundo. Me refiero al espíritu del mal, al demonio.
Perdón, dije la palabra… lo nombré al demonio.

Tengo que andar con cuidado con mis dichos porque son muchos los que no creen en su existencia.
Pero el demonio existe. Es un ángel caído, es puro espíritu, no hay en él -como en nosotros- materia alguna.
Desde el principio es mentiroso ya que hizo creer al hombre y a la mujer, recién creados, que podían ser como dioses.
Encandilados por esta perspectiva, nuestros primeros padres cayeron en la ilusión de que podían decidir lo que es bueno y lo que es malo y que podían alzarse por encima del poder de Dios, combatiendo con El por la primacía sobre todo lo creado.
Esta engañosa perspectiva, disfrazada en el poder de la mentira, tiene vigencia en nuestros días y busca desplazar la verdad desde sus cimientos.
De allí que no es de extrañar esta vigencia de la mentirocracia, que es la prolongación en nuestros tiempos del influjo maléfico.

Ante esto el creyente debe presentar la luminosa presencia de la verdad.
La Iglesia Católica tiene bien en claro esto. De allí que nos interpela como miembros de ella por el bautismo, a proclamar la verdad rejuvenecedora del Cristo vivo entre nosotros.

Esto hace que tomemos conciencia de nuestra misión en el mundo.
A no ceder ante este imperio del “mentiroso” por excelencia, a no temer su influjo mendaz ya que la verdad es la que en realidad nos hace libres y liberará, por tanto, a la humanidad toda.
Una forma concreta de trabajar en este campo será el de ir descubriendo toda forma de mentira ofreciendo al hombre de buena voluntad la luz de la verdad.

Sigamos, por lo tanto, mostrando las distintas formas de la mentirocracia, ya que a algunos les podrá servir…

10 de mayo de 2007

La Argentina virtual y la Argentina real

El “virtualismo” es analizado en esta nota desde el hombre concreto y sus circunstancias, la Iglesia y el poder.
Una visión que desmitifica el presunto “realismo” al que apelan quienes son engañados por el “virtualismo irreal”.


1.- Lo virtual y lo real.

Como siempre trato de aprender de los otros, últimamente vengo escuchando de mi amigo Sejo -homónimo del tucumano artista plástico y dibujante de historietas- que trata siempre de conciliar lo desacorde, que se debe tener cuidado con el mundo virtual ya que encierra a la persona en sí misma impidiéndole conocer la realidad concreta creyendo ilusoriamente que desde lo virtual está “conectado” de veras con el devenir de los acontecimientos.
El deseo de saber con certeza qué es el mundo o realidad virtual me llevó a averiguar sobre el tema.
Y así me encontré con que la realidad virtual, hija joven de la informática, sugiere una gran variedad de interpretaciones que se prestan a especulación y fantasía.
Y así por ejemplo, leo que “es un sistema o interfaz informático que genera entornos sintéticos en tiempo real, representación de las cosas a través de medios electrónicos o representaciones de la realidad, una realidad ilusoria, pues se trata de una realidad perceptiva sin soporte objetivo, sin red extensa, ya que existe sólo dentro del ordenador. Por eso puede afirmarse que la realidad virtual es una pseudo realidad alternativa, perceptivamente hablando”(1).
Observo que más allá de su frecuente utilización en la actualidad, hablar de lo virtual es hablar de lo ilusorio ya que se busca la simulación de medios ambientes y de los mecanismos sensoriales del hombre por computadora, de tal manera que se busca proporcionar al usuario la sensación de inmersión y la capacidad de interacción con medios ambientes artificiales.
Reflexionando sobre los diversos términos, pues, observo que es incorrecto hablar de realidad virtual, ya que lo “virtual” -que es lo simulado, lo artificial, lo ficticio- se opone a la “realidad” entendida ésta como todo lo que existe, todo lo que es, sea o no perceptible, accesible o entendible por la ciencia y la filosofía o cualquier otro sistema de análisis.
Según esto, por lo tanto, hay que hablar del “mundo virtual” o de la “concepción virtual del mundo”, y no de “realidad virtual”
Pero se debe tener en cuenta también que resulta menguar el sentido de lo “virtual” reducirlo al uso de la computadora para los videojuegos -en los que el hombre se siente ficticiamente como una especie de vengador anónimo que libera a la sociedad de los malvados, o el asesino serial impulsado vaya a saber con qué tara - o a la utilización indebida de Internet para el cibersexo del Chat u otros efectos emocionales.

2.-El hombre y lo “virtual”

Teniendo en cuenta lo antes expresado, aparece con claridad meridiana que una tentación del hombre actual es vivir de lo “virtual” a expensas de lo “real”.

Creyendo que al desertar de sus problemas “será feliz”, el ser humano se sumerge con frecuencia en el mundo de la ficción.
Esto comprende por supuesto al hombre argentino que al olvidarse de la “realidad” no termina por resolver sus graves problemas creyendo ilusoriamente –es decir virtualmente-, que el tiempo puede solucionar todas las dificultades sin el enfrentamiento lúcido de los mismas buscando resultados que permitan el engrandecimiento de las personas y de la sociedad toda.
Y así la vanidad humana se pavonea caminando sobre las falsas seguridades que su vacilación ignorada le brinda.

Lo que hace verdaderamente hombre al ser inteligente que es cada uno de nosotros es mirar la vida de cada día con una mirada nueva, dejando de lado la pavada propia de los inmaduros.

Y así cobra actualidad lo que en 1939 José Ortega y Gasset, pensador español, nos decía desde una conferencia en La Plata:"¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal".
En rigor cuando Ortega y Gasset afirma que nos dejemos “de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos” está pidiendo dejemos el mundo de la ficción, “virtual”, para adentrarnos en la realidad que supera con creces nuestras propias interpretaciones y prevalece sobre las engañosas e interesadas visiones que recogemos muchas veces de otros, ya que es abrirse “a ocuparse y preocuparse directamente” de las cosas.

3.-Algún ejemplo de lo virtual opuesto a lo real, en la vida de la Iglesia.

Hace un tiempo, en una ciudad asolada por las aguas, un párroco caminaba con el agua encima de las rodillas y miraba con desazón cómo le llegaba elal templo, a la casa parroquial, al barrio y las demás dependencias parroquiales. Obviamente CaritasParroquial, inundada también, dejó de atender en espera de mejores momentos. líquido elemento
Mientras tanto un grupo de damnificados -inmersos en la proverbial lucha entre pobres- al no poder ser atendidos por la institución caritativa, presentaron su “dolida queja” de “mojados”, y haciendo caso omiso de la “realidad” patente a todos, recriminaron al párroco por tener las puertas cerradas de CaritasParroquial –mojadas y con el hedor propio de las aguas que “bajan turbias”-.
Posteriormente los fieles de siempre estuvieron un día entero limpiando las dependencias parroquiales, sin que los quejosos pusieran su “mojado lomo” contribuyendo al trabajo de volver todo a la normalidad.

De este ejemplo se destaca simultáneamente la contradicción entre lo “virtual” y lo “real”, diciendo que los “quejosos” estaban cerrados en su individualismo, y el párroco y sus fieles estaban con los pies en la tierra, mejor dicho en el agua de la realidad concreta.

4.-Lo virtual y lo real en la conducción de gobierno.

El gobierno nacional, que vive en el mundo “virtual” de la mentira hacia los demás y el autoengaño permanente, nos quiere hacer creer que no hay inflación, que la canasta familiar cuesta 816 pesos, mientras los simples ciudadanos recorriendo los supermercados –por poner sólo un ejemplo-, nos encontramos cada día que los precios van aumentando sin pausa alguna. ¡Cómo tienen cara para decir que no hay aumentos de precios! ¿En qué país viven?

La inseguridad es una sensación nos dicen los “virtualistas”, mientras los “realistas” tenemos que padecer permanentemente los arrebatos, los tironeos, los robos en las salidas de los bancos, la golpiza de ancianos, jóvenes, y adultos.

Los “virtuales” ven siempre conspiraciones de terceros contra ellos cuando no son capaces de resolver los problemas que la realidad les presenta, o pretenden arreglarlos con la cariñosa palmadita en la espalda y el proverbial “buee…, sigan adelante”.
¿Cómo se puede gobernar sin penetrar la realidad, sin ir a las cosas, consintiéndose sólo con el confort que producen los informes de los obsecuentes que sólo pretenden hacer “ver” lo que el mandamás quiere ver?

Mientras los legisladores en su mundo “virtual” de “conformar” los supuestos derechos de matrimonios entre idéntico sexo trabajan sin descanso, ¿quién se dedica a proteger la familia, -la que la naturaleza defiende-, con trabajo, vivienda y educación adecuadas?
Mientras los católicos “virtuales” en el ámbito de las leyes, pretenden avanzar -creyéndose modernos-, en imponer la “supuesta legalidad” del aborto, ¿piensan en que Dios les pedirá cuenta de los innumerables crímenes de los que serán cómplices?

5.-Volver a las fuentes.

Podría seguir con esta larga letanía de situaciones deplorables y denigrantes de la dignidad humana. Quizás lo haga en otra nota.
Reconozco que faltaría tiempo para seguir ejemplificando con la mentira institucionalizada en tantas vivencias “virtuales”, mientras la realidad de la vida misma se nos escabulle de las manos.

¡Qué nueva esclavitud ésta de vivir en el mundo “virtual” creado por el hombre creyendo que todo está bien cuando todo va al derrumbe!
¡Busquemos vivir en la verdad huyendo de toda ficción que nos empequeñece!

La vida de Cristo, de María y los Santos, son y serán siempre ejemplo perfectísimo de cómo se enmarca nuestro vivir en la realidad, aprendiendo a ver todo desde la perspectiva de la única verdad que proviene de Dios.

(1) (Realidad virtual. de Wikipedia, la enciclopedia libre)

Padre Ricardo B. Mazza. Prof. Tit. Teol. Moral y DSI en la UCSF.
Párroco de Ntra Sra de Lourdes de Santa Fe. Defensor del Vínculo en el Tribunal Interdiocesano “E”.


10 de Mayo de 2007

1 de mayo de 2007

Comerás el pan de tu trabajo

Al no aceptar su condición limitada por lo creatural, el hombre se “aliena” en su propia fantasía de un poder inexistente y a la larga o la corta termina por destruir lo mismo que él pretende construir desde su autosuficiencia.

1.- La presencia de Dios y del hombre en el mundo del trabajo.

Nuevamente estamos celebrando otro día del trabajo o del trabajador, bajo la protección de San José Obrero, lo que nos permite reflexionar desde la Palabra de Dios acerca del papel del que trabaja desde su condición creatural, pero muy cerca del creador.

Al ser creado a imagen y semejanza de Dios, el hombre se encuentra en una proximidad con Dios que lo distingue y diferencia totalmente de los demás seres que existen en nuestro mundo.
Sólo el hombre inteligente y libre, puede entrar en diálogo con Dios de una manera personal, pero también comunitaria.
Sólo el hombre es asociado al obrar y a la obra del Creador de una manera tal que mientras el hombre trabaja, desde la fe podemos decir que Dios trabaja con él, y mientras Dios actúa, está interpelando al hombre a que lo acompañe siempre con un estilo creativo que brota de su ser inteligente y libre.
En este mutuo obrar del Creador y de la creatura inteligente sin embargo se da una distinción y diferencia que es conveniente hacer notar.
Distinción porque el obrar de Dios es todopoderoso y el del hombre es limitado.
Diferencia porque mientras Dios siempre está laborando con su Providencia, el hombre o corresponde a la acción divina, con lo que se daría la verdadera armonía en el “laborar”, o puede caer, y de hecho cae, en la tentación de no corresponder a la obra de Dios llevado por su pereza o creyendo que es omnipotente se arriesga a proyectos que sólo terminan en el fracaso.

En efecto, al no aceptar su condición limitada por lo creatural, el hombre se “aliena” en su propia fantasía de un poder inexistente y a la larga o a la corta termina por destruir lo mismo que él pretende construir desde su autosuficiencia.

Esto se percibe con evidencia cuando el hombre, al no respetar la Providencia de Dios presente en lo creado, termina por perjudicarse a sí mismo.
Y así, por ejemplo, lo estamos viendo en todo lo referente al calentamiento global de la tierra que implica por parte del hombre haber abusado de la obra de Dios, el no haber colaborado inteligentemente al dominio de lo creado según la Providencia.
La sagrada Escritura nos pone en evidencia en repetidos textos ese trabajo “vano” del hombre cuando prescinde del Creador.
Y así, por citar uno al menos, en Mateo 7,24-28, se señala el fracaso del hombre que quiere construir sobre arena, es decir, sin la roca que es Dios mismo.

2.- La cooperación del hombre a la acción divina.

Veamos, partiendo de la Palabra de Dios cómo podemos ilustrar lo hasta aquí afirmado.
El Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan (21,1-6) (1), nos da una respuesta que creemos adecuada para lo que venimos sosteniendo.
El texto bíblico señala que la acción divina, es decir, la Providencia amorosa que todo lo dispone para el bien del hombre, entrega como en este caso, la amplitud del mar poblado de inúmeros peces que sirven para saciar el hambre de toda persona.
Le corresponderá al hombre, iluminado por su inteligencia, poner los medios más adecuados para lograr éxito en su empresa de pescar.
Sin embargo, el texto bíblico nos dice que no pescaron nada.

¿A qué se debe este fracaso? A que emprendieron la pesca no como colaboradores de Dios sino como autosuficientes que todo lo pueden con sus pobres fuerzas humanas.
De allí que Jesús les abra los ojos haciéndoles ver que aún en la pequeñez de su acción deben estar siempre unidos al obrar de la Providencia, reconociendo que sólo son colaboradores del actuar divino, y que al dar la razón a esto tendrán copiosos beneficios para las necesidades todas del hombre.
Con un simple “echen la red a la derecha” Jesús se pone a trabajar con los apóstoles para que se logre la abundancia de peces.
Esto nos hace ver cómo Dios quiere “laborar” con el hombre y cómo el hombre debe tener conciencia de que colabora con la acción divina, es decir, respetando siempre el quehacer divino.
Pero volvamos al texto evangélico citado anteriormente.

Se afirma que la pesca contenida en la red fue abundante ya que “arrastraban la red llena de peces” (v.8) y que “Simón Pedro subió a la barca y sacó la red llena con ciento cincuenta y tres pescados grandes. Y, a pesar de que hubiese tantos, no se rompió la red” (v. 11).
No podría ser de otra manera. Cuando Dios y el hombre “laboran juntos” el resultado es la abundancia para que todos puedan comer según sus necesidades.
Ejemplifican hermosamente la necesidad del trabajo del hombre en comunión con la Providencia de Dios lo que señalan los vv. 9 y 10: “Al bajar a tierra encontraron fuego encendido, pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: "Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar."
Es decir, Jesús entrega por la Providencia de Dios manifestada en la riqueza de la naturaleza, el pescado y el pan. El hombre, haciendo multiplicar lo recibido con el esfuerzo de su trabajo, ofrece la abundancia de peces.

3.- Lo justo como resultado del verdadero trabajo.

Y aquí percibimos otra enseñanza que brota del texto bíblico.
Me refiero a la presencia de lo “justo”.
¿Qué significa lo justo? El objeto de la virtud de la justicia es el “ius” o el “derecho” o dicho en término más comprensivo para todos, lo “justo”.
¿Qué es lo justo? Lo que se “ajusta”. ¿Qué quiere decir lo que se “ajusta”? Que cada persona como fruto del trabajo tenga lo que necesita para su realización personal y la de su familia.

Es decir, lo que “se ajusta” implica que a nadie le sobre y a nadie le falte lo que requiere su realización como persona creada a imagen y semejanza de Dios.
Cuando en la comunidad humana como sucede en nuestros días y en nuestra sociedad, hay quienes nadan en la abundancia y despilfarran sus bienes “dándose la gran vida”, hay otros que carecen de lo necesario para vivir con la dignidad de hijos de Dios.
Se patentiza así un verdadero “desajuste” social, es decir carencia de lo que “se ajusta” al hombre.
Cuando el texto bíblico dice que la red no se rompió a pesar de haber tantos peces, es decir, a pesar de estar completa en su capacidad de contener, está diciendo que el tejido social humano no se rompe cuando está pleno de bienes para todos.
El estar su capacidad completa, “ajustada”, hace ver que a nadie sobra y a nadie falta, porque todos están contenidos en sus necesidades.

Si la red hubiera estado holgada o “sobrada” en su capacidad de contener peces, capaz de mucho más, indicaría en ese caso que el tejido social estaría incompleto porque sólo contiene a algunos y no a todos.
Pero la voluntad del Creador es que siempre la red o “tejido social” esté completo gracias al trabajo del hombre y a la acción de la Providencia, de modo que haya bienes para todos y que a nadie sobre como tampoco falte.

4.- Los bienes y su distribución.

Pero, ¿cómo hacer que todos tengan lo que se “ajusta” a su dignidad como personas?
He aquí donde entra nuevamente la acción del hombre colaborador de Dios.
De hecho es a la autoridad política a la que le cabe en primer lugar el deber de implementar políticas de Estado que velen por el bien común.

Bien Común que implica propiciar aquellos espacios que permitan robustecer la dignidad de las personas alcanzando lo que las enaltece y les permitan vivir como tales.
A través de la aplicación de la justicia distributiva en todos los campos, la autoridad política contribuye a que los bienes de este mundo lleguen a todos respetando la igualdad fundamental y la igualdad proporcional de las personas.
En efecto hay derechos comunes e iguales para todos como el de la vida, el de la vivienda digna, el de tener fuentes de trabajo, el salario adecuado etc.
Pero hay también una igualdad proporcional que brota de la capacidad, de la responsabilidad y del esfuerzo particular de la persona.
Y así es propio de la justicia distributiva premiar de manera peculiar el esfuerzo del intelecto humano en pos del progreso humano, como así también retribuir las responsabilidades diferentes que hay en el tejido social.

Y así, por poner sólo un ejemplo, y sin desmerecer a persona alguna, no tienen idénticas obligaciones, y por lo tanto tampoco idénticas retribuciones en la construcción de un edificio, el obrero que construye y el profesional que debe velar por su correcta edificación.
Lo importante es que uno y otro, integrantes del común tejido social, alcancen adecuadamente su realización como personas y obtengan la recompensa “que se ajusta” a su particular y diferente modo de ser y de laborar en la comunidad humana.

5.-Las consecuencias de la pereza del hombre.

San Pablo en la 2da carta a los cristianos de Tesalónica los exhorta al trabajo (cap 3, 6-13) (2), enseñanza que tiene vigencia para nosotros también.
El insiste en su propio ejemplo dado cuando trabaja con sus manos para no ser gravoso a nadie, aunque tuviera derecho a proceder de otra manera, es decir a ser sostenido por su trabajo de evangelizador.

Sus palabras resultan duras cuando afirma que el que no quiera trabajar no coma.
Se refiere sin duda, no al que carece de trabajo sin culpa, o al que está desocupado injustamente por falta de fuentes laborales, sino a aquella persona que no quiere trabajar.
El perezoso no sólo se niega a desarrollar las cualidades que el Señor le ha dado, sino que al no contribuir con el plan Creador de Dios, perjudica también a sus hermanos al romper el equilibrio del tejido social al que todos y cada uno debe contribuir con su esfuerzo para acrecentar las posibilidades de toda persona.

Y así aparece que la condición de “trabajador” del hombre significa colaborar como co-creador con Dios para desarrollar lo existente, desarrollar las cualidades de cada uno, puestas al servicio de los demás y preparar dignamente “la tierra” hasta que lleguen los “cielos nuevos y la tierra nueva” de la plenitud eterna de la creatura racional.

6.- Tarea a realizar.

Es mucho lo que todavía queda por hacer en este campo tan peculiar de la vida del hombre que lo engrandece y lo coloca a la altura del mismo Creador como su colaborador necesario por disposición del mismo Dios.
Cuánto hay que obrar para crear una verdadera cultura del trabajo en la que se lo mire no como mero medio para conseguir lo necesario para vivir, sino también como instrumento valiosísimo para el desarrollo de las personas y de los pueblos.

Trabajar que significa que cada uno dé lo mejor de sí mismo pensando que así sirve a todos, no conformándose con lo mínimo, sino buscando desarrollar al máximo lo que hemos recibido como seres inteligentes y libres.
Confiemos estas intenciones a San José Obrero, esposo de María Santísima, patrono -por disposición de Pío XII (1º de mayo de 1955)- del trabajo y del trabajador, para que con y por su intercesión valoremos cada vez más esta tarea dignificante de la persona humana.

Textos:

(1)Jn 21,1-6): “Después de esto, nuevamente se apareció Jesús a sus discípulos en la orilla del lago de Tiberíades. Y se hizo presente como sigue: Estaban reunidos Simón Pedro, Tomás el Mellizo, Natanael, de Caná de Galilea, los hijos del Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar." Contestaron: "Vamos también nosotros contigo." Salieron, pues, y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba parado en la orilla, pero los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: "Muchachos, ¿tienen algo que comer?" Le contestaron: "Nada." Entonces Jesús les dijo: "Echen la red a la derecha y encontrarán pesca." Echaron la red, y no tenían fuerzas para recogerla por la gran cantidad de peces”.

(2) 2 Tes. 3,6-13: “Les ordenamos, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que lleve una vida ociosa, contrariamente a la enseñanza que recibieron de nosotros.
Porque ustedes ya saben cómo deben seguir nuestro ejemplo. Cuando estábamos entre ustedes, no vivíamos como holgazanes
y nadie nos regalaba el pan que comíamos. Al contrario, trabajábamos duramente, día y noche, hasta cansarnos, con tal de no ser una carga para ninguno de ustedes.
Aunque teníamos el derecho de proceder de otra manera, queríamos darles un ejemplo para imitar.
En aquella ocasión les impusimos esta regla: el que no quiera trabajar, que no coma.
Ahora, sin embargo, nos enteramos de que algunos de ustedes viven ociosamente, no haciendo nada y entrometiéndose en todo.
A estos les mandamos y los exhortamos en el Señor Jesucristo que trabajen en paz para ganarse su pan”.

30 de Abril de 2007.
Padre Ricardo B. Mazza. Prof. Tit. de Teología Moral y DSI en la UCSF. Director del CEPS “Santo Tomás Moro” y del Movimiento Pro-Vida “Juan Pablo II”. Párroco de “Ntra Sra de Lourdes” de Santa Fe.