27 de septiembre de 2007

LOS ADORADORES DE MOLOC




1.-Los adoradores de Moloc en Cartago.

Un largo desfile de mujeres con sus túnicas al viento caminaba despaciosamente dirigiéndose hacia la cima del monte donde se erigía la estatua imponente de Moloc. Las diez primeras jóvenes llevaban en sus brazos a otros tantos niños. Los dos primeros –un primogénito y otro menor que pertenecían a la misma familia- tenían cuatro y dos años respectivamente. Luego continuaban los restantes cuyas edades oscilaban entre los tres, uno y varios recién nacidos, probablemente algunos hijos de las jóvenes. Llegadas a la plataforma donde se levantaba la estatua, comenzaron a percibir el calor de las llamas que lamían los bordes del horno ardiente, amagando protegerse del mismo. Los niños, un tanto narcotizados a causa de hierbas especiales, eran depositados en los brazos del ídolo, que estaban en posición pendiente. Al son de tambores y cánticos, cada vez más estridentes, las víctimas rodaban hacia la apertura que conducía a la boca ardorosa.
El espectáculo macabro del holocausto –niños quemados vivos-, no perturbó el éxtasis místico-pagano que embargaba a todos los presentes. Ni siquiera un sollozo se sintió de las madres de las víctimas allí presentes. La demanda del dios Moloc había sido satisfecha. Si Cartago quería salvarse de la furia romana tenía que ofrecer con frecuencia sacrificios humanos. Pero también había mujeres que agradecían con el sacrificio de uno de sus hijos una maternidad prolífica.

En rigor esta descripción imaginaria, cual si estuviéramos presentes, señala una práctica que, como han documentado las excavaciones de Cartago, se llevaba a cabo con regularidad y normalidad. Este modo de actuar aumentó con la sofisticación de la civilización urbana cananea, en contra de las concepciones evolucionistas del progreso. En Cartago, las prácticas no cesaron totalmente ni aún cuando la autoridad romana, después de la conquista de la ciudad, dio muerte a los criminales sacerdotes de Baal, colgándolos de los árboles de su mismo santuario.

2.- Los adoradores de Moloc en el pueblo de Israel.

Israel no se vio ajeno a esta práctica, contagiado por las prácticas de las vecinas naciones paganas.
En la ley de Moisés se condenaba a muerte a todo el que fuera culpable de este abominable crimen.
Y así: “No entregarás a ninguno de tus descendientes para inmolarlo a Moloc, y no profanarás el nombre de tu Dios. Yo soy el Señor” (Lv. 18, 21) y “Y el Señor dijo a Moisés: tú les dirás a los israelitas: cualquier hombre entre ustedes, o entre los extranjeros residentes en Israel, que entregue a alguno de sus descendientes a Moloc, será castigado con la muerte: el pueblo del país lo hará morir a pedradas. Yo volveré mi rostro contra ese hombre y lo extirparé de su pueblo, porque él dio un descendiente suyo a Moloc, y así manchó mi Santuario y profanó mi santo Nombre (Lv. 20,1-4).
A pesar de ello, Salomón, ya anciano, erigió un altar a Milcom para complacer a sus mujeres amonitas: “Fue entonces cuando Salomón erigió, sobre la montaña que está al este de Jerusalén, un lugar alto dedicado a Quemós, el abominable ídolo de Moab, y a Milcom, el ídolo de los amonitas”. (I Reyes 11, 7).
Frecuentemente se sacrificaron niños a Moloc, quemados vivos, en el lugar alto de Tofet, en el valle de Hinom (Sal. 106,38; Jer. 7,30-31; 19,4, 5;).
Acaz hizo morir así a sus propios hijos (2 Cr. 28,3) y Manasés inmoló, igualmente, al menos, a uno de sus hijos (2 Reyes 21,6).
Los israelitas del reino del norte practicaron también este rito horrendo (2 Reyes 17,17).
Josías (640-609), decidido a exterminar estas prácticas en su reforma religiosa, destruyó los altares que Salomón había erigido sobre el monte de la perdición (una de las cumbres del monte de los Olivos) para este falso dios y para otros ídolos (Astarté, el despreciable ídolo de los sidonios, Quemós, el despreciable ídolo de Moab, y de Milcom, el abominable ídolo de los amonitas) (2 R. 23,10- 15).
A pesar de estas formas de idolatría y de los sacrificios humanos practicados en abierta oposición a la ley de Dios, -de allí se explica la repulsa continua del mismo con su pueblo- la orden de Yahvé era perentoria: no quiero sacrificios, ni holocaustos, sino obediencia.
Con la detención del brazo de Abrahán cuando estaba a punto de sacrificar a su hijo Isaac, se quiere enseñar precisamente que Dios reprueba todo sacrificio humano.

3.-Los adoradores de Moloc en el siglo XXI y la enseñanza de Juan Pablo II

Ocultos en el anonimato –aunque sus nombres son conocidos por Dios- ciertos médicos, vestidos para matar, obrando bajo el imperio de algunos jueces y funcionarios del Sanedrín moderno –como los que condenaron a Jesús- se aprestan en muchos países a destruir a sinnúmeros niños que confían ilusoriamente –ignaros ellos de lo que sobre sus cabezas se trama- llegar a la vida en el reposo del seno de sus madres.
Creyendo falsamente unos y otros que hacen “bien” al cumplir “la ley positiva” –que de hecho enseña todo lo contrario en la Constitución de 1994- se olvidan que prevalece sobre todos la verdad patente del “No matarás al inocente”.
Querer excusarse con que las acciones privadas de los hombres no están bajo la acción de los magistrados sino sólo de Dios, señala la intranquilidad de las conciencias, ya que no son acciones privadas dada su publicidad evidente, sino que por el contrario, se configura un verdadero pecado de escándalo dado que llevan a otros a la corrupción de los principios morales por imitación de las acciones “permitidas” en flagrante injusticia, y de cooperación al mal, si se trata de “consentir” en la maldad ya concebida en el interior de la persona dispuesta a cometer el delito.
Clínicas abortivas, hospitales públicos e instituciones que debieran velar por la vida humana, preparan salas asépticas para sesgar la vida de la que sólo Dios es dueño, participando así cuidadosamente en el festín de la muerte.
La maldad se institucionaliza sin el menor rubor, carcomiendo todo a su paso y abriendo las puertas a la permisión de todo tipo de aberraciones.
De nada valen los ofrecimientos de adopción que almas generosas presentan. Todo sirve con tal de dar culto al Moloc del dinero y de los grandes intereses internacionales.
Las sacerdotisas modernas del Moloc-Demonio, -como las integrantes del INADI (Instituto NAcional para la Destrucción de Inocentes)- presionan a la sociedad con falsas razones para lograr su cometido -con la complicidad de ciertos medios- de concretar su odio hacia todo niño no nacido y considerado un estorbo para el disfrute placentero de una sociedad sin niños.
Las defensoras ideológicas de la “perspectiva de género” se resisten a admitir la peculiaridad de la “verdad” sobre la naturaleza de la mujer, es decir, su capacidad, dada por Dios, de engendrar la vida y de cuidar ese precioso don para toda la humanidad.
Su menosprecio por la maternidad las hace olvidar que “la maternidad conlleva una comunión especial con el misterio de la vida que madura en el seno de la mujer. La madre admira este misterio y con intuición singular «comprende» lo que lleva en su interior. A la luz del «principio» la madre acepta y ama al hijo que lleva en su seno como una persona. Este modo único de contacto con el nuevo hombre que se está formando crea a su vez una actitud hacia el hombre —no sólo hacia el propio hijo, sino hacia el hombre en general—, que caracteriza profundamente toda la personalidad de la mujer. Comúnmente se piensa que la mujer es más capaz que el hombre de dirigir su atención hacia la persona concreta y que la maternidad desarrolla todavía más esta disposición”. (Carta Apost. “Mulieris Dignitatem nº 18).
El propiciar el aborto y la negación de la maternidad, conduce por lo tanto, a “insensibilizar” a la mujer ante el panorama del dolor y de las limitaciones de la naturaleza humana.
El corazón de carne, por lo tanto, abierto a las heridas del corazón y del alma, deviene en un espíritu de piedra, cerrado al verdadero amor, porque no ha aceptado el fruto más perfecto del amor divino-humano cual es el hijo.
En verdad, sea cual sea su origen, el nasciturus es siempre expresión del amor de Dios y al menos de la madre que lo recibe como don del Creador.
Lamentablemente cerrado el corazón de las defensoras de la muerte inocente, e invocando la engañosa afirmación de cierta dominio que tendría cada una de su propio cuerpo y dignidad, luchan sin cesar por lograr la coronación de sus estrategias deletéreas.
Ante esta mentalidad tan frecuente, las iluminadoras palabras del papa Juan Pablo II, salen al encuentro de la cultura del aborto recordando que “es necesario considerar además todas aquellas que muy a menudo, sufriendo presiones de dicho tipo, incluidas las del hombre culpable, «se libran» del niño antes de que nazca. «Se libran»; pero ¡a qué precio! La opinión pública actual intenta de modos diversos «anular» el mal de este pecado; pero normalmente la conciencia de la mujer no consigue olvidar el haber quitado la vida a su propio hijo, porque ella no logra cancelar su disponibilidad a acoger la vida, inscrita en su «ethos» desde el «principio».(Carta Apostólica “Mulieris Dignitatem” nº 14).

4.-El aborto no es un derecho humano sino una profunda herida social.

Dijo recientemente en Austria el Papa Benedicto XVI ante sus autoridades y el Cuerpo Diplomático (7 de Septiembre de 2007): “El derecho humano fundamental, el presupuesto de todos los demás derechos, es el derecho a la vida misma. Esto vale para la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. En consecuencia, el aborto no puede ser un derecho humano; es exactamente lo opuesto. Es una “profunda herida social”…..Al afirmar esto, no expreso solamente una preocupación de la Iglesia. Más bien, quiero actuar como abogado de una petición profundamente humana y portavoz de los niños por nacer, que no tienen voz. No cierro los ojos ante los problemas y los conflictos que experimentan muchas mujeres, y soy consciente de que la credibilidad de mis palabras depende también de lo que la Iglesia misma hace para ayudar a las mujeres que atraviesan dificultades.
En este contexto, hago un llamamiento a los líderes políticos para que no permitan que los hijos sean considerados una especie de enfermedad, y para que en vuestro ordenamiento jurídico no sea abolida, en la práctica, la calificación de injusticia atribuida al aborto.”(L´osservatore romano, nº 37.14 de Sept. de 2007.págs 6 y 7).

Invocando a María Santísima, Madre de Jesucristo y Madre de la Iglesia, confiemos que iluminadas las conciencias y convertidos los corazones, podamos introducirnos en la Civilización del amor.

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Padre Ricardo B. Mazza. Director del CEPS “Santo Tomás Moro”. Prof. Tit. de Teología Moral en la UCSF:
Santa Fe de la Vera Cruz, 27 de Septiembre de 2007.
ribamazza@gmail.com
http://ricardomazza.blogspot.com/

24 de septiembre de 2007

El derecho a la vida como objeto de la Justicia

1.-El derecho como objeto de la justicia

Santo Tomás de Aquino en el tratado referido a la virtud de la Justicia (Suma Teológica II-II qq. 57 a 79), tiene como principal fuente al mismo Aristóteles.
Al tener en cuenta la doctrina jurídica, su inspiración la constituye el libro V de la Etica, que el filósofo griego dedica íntegro al estudio de la justicia e injusticia, del derecho y la injuria con sus especies y divisiones.
Pero como el Aquinate pretende hacer una exposición teológica de esta virtud, es natural que haga referencias precisas a la Sagrada Escritura y a los Santos Padres que lo precedieron.

Comienza refiriéndose al Derecho como objeto de la Justicia (q.57) ya que éste es el principio especificativo que determina la estructura y el conocimiento de las realidades morales.
Y ¿qué es el derecho, o el ius? Es lo debido. ¿Lo debido a quién? A la persona humana, que es sujeto único del derecho. De allí que la justicia no enfrenta y relaciona sino sujetos de derechos y deberes.
¿Y qué es lo debido? Aquello que le pertenece al hombre por su condición de hijo de Dios. El derecho al trabajo, a la vivienda digna, a la libertad religiosa, a desplegar sus cualidades personales, a ser socorrido por la sociedad y el estado en aquello que no puede valerse por sí mismo, como la educación, la protección de la salud, la seguridad que resguarde su persona y sus bienes. etc.
Obviamente que el primer derecho que tiene el hombre es a la vida. De allí que se le debe respetar ésta, como a su vez reconocer que se adquiere el deber correlativo de respetar la de otros.
Si no se respeta este primer derecho, el de existir, los demás carecen de fundamento firme.
Por eso la violación de otros derechos es posible,- como sucede en la actualidad-, porque ya se menospreció el primero de todos , el de la vida.
Si no respeto la vida por nacer, ¿podrá importarme la vida del ya nacido, cuando ya lo transformé en objeto al eliminar su fundamento primero?
¿Y por qué la persona humana entre las criaturas visibles es sujeto de derecho, y por lo tanto la única a la que se le reconoce que “algo” le es debido?
Porque ha sido creada a imagen y semejanza de Dios, su Creador, y por lo tanto dotada de inteligencia y voluntad libre.
De allí que resulte una aberración a todas luces hablar de los “derechos de los animales”, ya que ellos son “vestigios” de Dios, pero no seres inteligentes, ni poseen voluntad libre, y por eso sólo sometidos a las leyes instintivas con las que los dotó el Creador, pero no “sujetos” de derechos, y por lo tanto no pueden ser puestos en igual condición que el hombre mismo.
Y el despropósito continúa si se quiere dotar a los animales de amparos legales que los equipare y a veces supere al hombre mismo, como cuando se protege una especie y al mismo tiempo se autoriza el crimen del aborto del niño, “sujeto” de derechos por su misma naturaleza creatural.
Otra cosa es legislar –y esto sí es lícito- para impedir que una especie se extinga, ya que allí se reconoce abiertamente que por estar al servicio del hombre, se la debe proteger para que pueda servir mejor al hombre mismo. (por ejemplo cuando se limita la pesca del sábalo para que éste no perezca y pueda en el futuro servir mejor como alimento del hombre).

2.- El hombre sujeto de derechos y la violación de los mismos

Por su condición de criatura creada a imagen y semejanza de Dios, el hombre en cambio, sujeto de derechos, sí debe ser protegido legalmente cuando, como en el aborto, se encuentra convertido en mero “objeto” caprichoso de otro “sujeto” de derechos.
Así, desprotegido el hombre de su primer derecho que es la vida, se abre la puerta para que todo hombre sea concebido como “objeto” tiranizado por el capricho del más fuerte, sea persona o estado, concluyendo en el genocidio nazi, en la eutanasia, en el uso del hombre por el hombre, en la manipulación genética. Se permite, en fin, la aparición permanente de nuevos Caínes.

Surgen de esto nuevas preguntas: ¿cómo es posible que determinados jueces permitan la eliminación de un inocente? ¿cómo es posible que se hable del derecho de la mujer a disponer de su cuerpo?
Los jueces, como ya ocurrió en Argentina, al aplicar la pena de muerte sobre dos niños no nacidos invocan el cumplimiento de la ley.
¿De qué Ley? Se trata de la Ley positiva creada por los hombres, con olvido y desprecio de una ley superior divina que enseña: “No matarás al inocente”.
Con el desvío de este proceder siniestro, verdadera obediencia debida a lo moralmente injusto, no sólo se desprecia al fundamento de todo derecho humano que es Dios, sino que también se cae en el desprecio del niño que crece en el vientre de su madre a quién no se le reconoce que es “sujeto” de derechos como toda persona humana.
En efecto, como decíamos anteriormente: la justicia no enfrenta y relaciona sino sujetos de derechos y deberes.
O sea que a los jueces llamados a decidir sobre el aborto, se les pide que apliquen justicia, es decir , que diriman una situación en que “supuestamente” están enfrentados dos sujetos de derechos y deberes, la madre embarazada y el niño por nacer.
Al decidir el crimen del niño, a quien reconocen como “sujeto” de derechos,” ponen a éste como “violando” el derecho de “otro” sujeto de derechos, la madre, y cometen ellos una flagrante injusticia al prescindir del derecho del no nacido.
¿Cómo se deduce que reconocen al niño como “sujeto” de derechos? Justamente porque intervienen en la artificiosa controversia.
En efecto, ningún juez –salvo que estuviera chiflado- pensaría en la existencia de conflicto, por ejemplo, entre una persona que quiere comer una gallina, y la gallina “que no quiere” ser comida.
Al permitir el aborto se presenta a la sociedad una solución que es mirada como modélica y digna de ser imitada, incursionando así en la legitimación de la destrucción del inocente.
Los médicos que se dedican a este crimen, amparándose también en la permisión de una legislación inicua ¿cómo pueden destrozar los cráneos de los no nacidos y estar tranquilos? ¿cómo pueden inducir un parto y dejar tirado al recién nacido hasta que muera?
Y quiénes hablan del derecho de la mujer sobre su cuerpo, ¿han pensado que no tienen potestad sobre quién debe ser protegido dada su fragilidad, pero revestido de dignidad como persona humana?

3.- Consecuencias de este obrar anti-humano.

Los defensores del aborto, en fin, ¿han pensado en aquella afirmación primerísima de la ley natural por todos conocida de “no hacer a los demás lo que no quisieran que se les haga a Uds”?. Dicho de otro modo, si pudiéramos volver al seno materno que nos engendró y permitió vivir, ¿cómo sentiríamos al percibir que se está planificando nuestra eliminación?
¿Quién habla y se preocupa de las mujeres que padecen el síndrome post-aborto?
¡Es tan doloroso el cuadro que se presenta a menudo en éste campo que sólo la dulzura del Señor puede curar heridas tan profundas!
En rigor, los propulsores del aborto, ya sean legisladores, funcionarios, médicos, magistrados, y los mercaderes del negocio de la muerte, terminan destruyendo a quienes proclaman querer ayudar, abandonándolas a su suerte.
Para quienes arrastran a tantas mujeres a la muerte de los no nacidos, parafraseando las palabras del Evangelio (Mateo 25) es posible pensar que oirán en el día del juicio las palabras del Señor “porque tuve vida en el seno de mi madre y me la quitaste”…., ¿cuándo hicimos eso Señor?, se podrá argüir, y la respuesta será “cuando lo hiciste con los más pequeños, a mí me lo hicisteis”.

No es alocado pensar que la aparición de estos “modernosos” nuevos derechos, postulados del relativismo moral engendrador de las “nuevas” verdades, por la lógica de su perversidad, penden como espada de Damocles sobre sus mismos autores, ya que al reducirse todo a la subjetividad del hombre, se abre la puerta para que se vuelvan contra sí mismos.
¿Qué podría impedir, por ejemplo, que un hijo matara a sus padres porque ellos se han constituido en opresores sicológicos suyos al impedirle vivir con total libertad según sus caprichos?
¿Quién podrá disuadir a los hacedores de tanta violencia, si se vive como dogma moderno la legitimidad de la muerte de los inocentes?

4. Al encuentro de Jesús y su Madre como “sanadores” de las almas confundidas.

¡Quiera Cristo Señor de la vida y de la historia conmover tantos corazones endurecidos por el odio a la vida, para que convertidos se constituyan en defensores de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, primando así la vigencia de una auténtica paz humana en la que los verdaderos bienes del hombre sean protegidos!
¡Que María la Madre del Amor Hermoso Reine en el corazón de quienes se sienten tentados a recurrir a la antivida y puedan gustar la delicia de la maternidad!

Cngo Ricardo B. Mazza. Prof. Titular de Teología Moral en la UCSF. Director del Centro de Estudios Políticos y Sociales San Tomás Moro. Cura Párroco de Ntra Sra de Lourdes.
Santa Fe de la Vera Cruz, 02 de Septiembre de 2006.

18 de septiembre de 2007

Inglaterra, “la Isla del Doctor Moreau”

Estamos asistiendo a una mentalidad vigente que con la mera excusa del “avance científico” es capaz de programar “hombres-animales” de laboratorio intentando vulnerar expresamente la voluntad del Creador.

Herbert George Wells (1866-1946) es un escritor inglés que con sus alusiones científicas inaugura un género hasta entonces prácticamente desconocido como era la Ciencia-Ficción. Se destacan entre sus obras: El hombre invisible, el primer hombre en la luna, la máquina del tiempo, la guerra de los mundos (la versión cinematográfica última -la más conocida quizás- data del año 2005 y la protagoniza Tom Cruise), y la isla del Dr. Moreau.
La Isla del doctor Moreau (1896) pretende ser una obra que incursiona científicamente en el mundo de la biología. No es de las mejores del autor británico. Lo mismo se diga de las versiones cinematográficas, a pesar de que la última esté protagonizada por Marlon Brando (1996).
La isla del Doctor Moreau está plagada de monstruos deformes reconvertidos por el doctor Moreau que intenta asimilarlos a los humanos. Algunos son experimentos fracasados y otros prometedores.
Herbert G. Wells tiene como antecedente a Frankenstein ya que ambos argumentos apuntan a la creación de seres nuevos y a la experimentación ética con estos personajes.
En “The Island of Dr. Moreau”, los seres no son creados de cuerpos muertos y devueltos a la vida, si no de animales que han sido mutilados, operados y rejuntados por la simple investigación científica y donde se les ha intentado inculcar valores morales y éticos con resultados desiguales.

2.- La sombra de “La isla del Doctor Moreau” y la enseñanza de la Iglesia.

Sin duda alguna Herbert G. Wells no pensó ni soñó jamás que sus escritos fruto de la imaginación y de sus especulaciones personales pudieran tener el alcance de lo que podríamos llamar hoy Ciencia Ficción de Anticipación.
Y es Inglaterra, país de origen de Wells, la que tendrá el triste mérito de incursionar en los experimentos del doctor Moreau.
En efecto, por las noticias que llegan “la Autoridad de Fertilización Humana y Embriología (HFEA por su sigla en Inglés), organismo encargado de la regular la investigación con embriones y la fertilización humana en Inglaterra, aprobó la creación de embriones humano-animal para la investigación médica. El hecho ocurre luego de una consulta pública que demostró que la mayoría de la población aprueba la técnica que podría facilitar la investigación de enfermedades neurológicas como el Alzheimer o el Parkinson”. (Fuente: Ciencia- Semana Com).
Al respecto nos enseña la Iglesia que: “el conocimiento siempre más extenso del patrimonio genético [genoma] humano, la individualización y el trazado del mapa de los genes (mapa genético), con la posibilidad de transferirlos, modificarlos o sustituirlos, abre inéditas prospectivas a la medicina y contemporáneamente plantea nuevos y delicados problemas éticos” (Carta de los agentes de la salud, nº 12).
Continúa la información diciendo que “el procedimiento para la creación de estos embriones consiste en retirar del óvulo animal el núcleo y reemplazarlo por un núcleo de célula humana. Se cree que la identidad genética del animal se pierde al retirar el núcleo y el híbrido resultante sería 99% humano. (Ciencia –Semana Com).
Continúa al respecto iluminando clarísimamente la enseñanza magisterial de la Iglesia recordando que “las intervenciones que no son propiamente curativas, sino que miran a la "producción de seres humanos seleccionados según el sexo u otra cualidad preestablecida", o en cualquier caso que alteren la dotación genética del individuo y de la especie humana, "son contrarias a la dignidad personal del ser humano, a su integridad y a su identidad. (Carta, nº 13).
Se pretende justificar la experimentación con embriones aduciendo que “el embrión sólo podría observarse durante unos días pues, la legislación ha impuesto un tope de quince, hasta que se empieza a formar la placa neural. “Se podría tomar, por ejemplo, un núcleo de una célula de un enfermo de Alzheimer y se introduce en el óvulo animal, desprendido de su núcleo, se obtienen células clonadas sin que manifiesten el problema, se cultivan para observar el desarrollo de la enfermedad y poder establecer sus causas”, explicó Emilio Yunis Turbay (médico genetista). (Ciencia- Semana Com).
Pero aún así, teniendo en cuenta la dignidad de la persona humana, tales manipulaciones “de ningún modo pueden ser justificadas en vista de eventuales consecuencias benéficas para la humanidad futura": "ninguna utilidad social o científica y ninguna motivación ideológica podrán jamás motivar una intervención sobre el genoma humano que no sea terapéutica, es decir, que en sí misma sea finalizada según el desarrollo natural del ser humano". (Carta de los agentes de la salud, nº 13).

3.- Qué nuevo ser tendremos?

Desde la antigüedad el hombre ha pensado en seres mitad hombre y mitad animal. Son los llamados entes de razón que existen en la mente pero no en la realidad.
Con la perspectiva futura que señala la voluntad de quienes procuran estos engendros científicos, lo que parecía un sueño concluirá en convertirse en realidad.

Podemos imaginarnos galerías interminables en las que se exhibirán seres monstruosos de distinta especie, animales humanizados o humanos animalizados, profiriendo gritos o sonidos que quieren ser lenguaje, utilizados sólo para el experimento, anticipo de la degradación humana más profunda.
De seguir así la carrera por cualquier tipo de experimentación científica, ¿qué “valores” morales se tratarán de transmitir a estos seres de la nueva reingeniería de la vida humanoide?
Estamos asistiendo a una mentalidad vigente que con la mera excusa del “avance científico” es capaz de programar “hombres-animales” de laboratorio intentando vulnerar expresamente la voluntad del Creador.
Como ya dije en otra oportunidad, la tentación del hombre moderno de querer ser como Dios, abre un camino que no llevará más que al ocaso del hombre mismo y a una autosuficiencia humana que pretende incursionar en aquello que no le está permitido, a espaldas de lo que el mismo Dios estableció como bueno o como malo.
No le es lícito al hombre interferir en la genealogía de las especies humana y animal, mezclándolas o fusionándolas para obtener un híbrido –realidad muy diferente a los híbridos vegetales-, sino que ha de respetar siempre el designio de Creador que está presente y que fácilmente descubrimos en cada naturaleza creada.

4.- Repercusiones de la noticia.

Indudablemente el tema que nos ocupa es de capital importancia, por lo que no es de extrañar que muchas voces se hayan levantado para dejarse oír.
Las hay de todo tipo. Las que vociferan contra la Iglesia Católica porque ha denominado como monstruosa la “supuesta investigación científica”.
En efecto, los barullentos de siempre se escudan en la teoría –discriminándonos a los que reclamamos el respeto absoluto del orden natural-, repetida a coro de que el “avance científico” justifica toda acción.
No es de extrañar esta afirmación habida cuenta que la consigna maquiavélica del fin que justifica los medios se ha metido de lleno en tantas “cabezas pensantes” que se legitima de continuo lo que ofende y agravia a la dignidad de la persona humana.
Pero, gracias a Dios, son muchas las voces que ante tanto desatino llaman a la cordura de todos teniendo en cuenta que está en juego no sólo la salud de la sociedad toda, sino también la existencia humana misma.
De seguir así, la pretensión de erigirse el hombre en “Ser Supremo” terminará en la destrucción del hombre por el hombre mismo.
Sólo habrá posibilidades de verdadero crecimiento en el respeto por la dignidad humana si se tiene en cuenta que “el continuo progreso de la medicina requiere de parte del agente de la salud una seria preparación y formación continua, para mantener, también mediante estudio personal, la exigida competencia y el debido prestigio profesional”, y de que sea “cultivada una sólida "formación ético-religiosa de los agentes de la salud", que "promueva en ellos el culto de los valores humanos y cristianos y la delicadeza de su conciencia moral". Es necesario "hacer crecer en ellos una fe auténtica y el verdadero sentido de la moral, en la búsqueda sincera de una relación religiosa con Dios, en la cual encuentra fundamento todo ideal de bondad y de verdad". (Carta nº 7).

5.- Volver a las fuentes.

Estas iniciativas y otras que podrían aparecer en el futuro, invita a una seria reflexión sobre la dignidad de la persona humana tantas veces vulnerada.
De allí el llamado que hemos de hacer a cada hombre y mujer que habita este mundo para transitar por la senda de la cordura, que no es más que respetar la naturaleza de las personas y de las cosas tal como el mismo Dios la estableció.
Nunca la defensa irrestricta de la naturaleza creada según el pensamiento del autor divino puede llevar a la caída del hombre.
Sí, en cambio, somos testigos que cuando se obra violentando lo creatural, no sólo se establece el rechazo de nuestro Señor sino que también se avizora la destrucción del mismo hombre y de su mundo.
Baste como ejemplo de esto último, el considerar cuán nefasta ha sido para los pueblos la maquinaria nazi que invocando el deseo de implantar en el mundo “una raza superior”, llegó a las excentricidades y atrocidades más desgarradoras en el campo de la experimentación humana y en el no reconocimiento como hermanos de todos los que vivimos este mundo.
Ciertamente la grandeza del hombre tantas veces destacada en la Sagrada Escritura, carecerá de presencia y fundamento en “la Isla del Doctor Moreau”, ya que se volverá contra sus autores la degradación de los seres realizada a espaldas de la recta razón iluminada por la fe.
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Padre Ricardo B. Mazza, Director del CEPS “Santo Tomás Moro.
Santa Fe de la Vera Cruz, 18 de Septiembre de 2007.

11 de septiembre de 2007

Resucitó Enrique VIII?

Bien podría titularse también, "La Argentina de Enrique K" o "El Rey Pingüino".
A la primera lectura surge el paralelo que el articulista ofrece desde la paradoja de la resurrección del viejo Enrique.
Releída que sea la nota, surge la sátira cruel, no por malicia de quien escribe, sino por las coincidencias.
Esta nota fue editada el 14/Jul/2004


Por Eutico de Tröade
Siempre me resultó interesante la figura de este rey, segundo de la dinastía inglesa de los Tudor.
Traicionero cual más; lascivo incansable que llevó a su lecho un sinnúmero de amantes y seis esposas; tortuoso en sus pensamientos; luchando siempre para poder justificar sus yerros o culpar a otros de ellos; codicioso de bienes materiales, aunque no tan mezquino como su padre; componedor de situaciones; intolerante ante la sugerencia de alguna idea que no originara él, de modo que había que hacerle creer que él era el genio; vueltero para conseguir algo; amigo hasta la vergüenza de la adulación; proclive entonces a favorecer siempre a los cortesanos que pululando en palacio se alimentaban de las migajas de su poder absoluto.

Obsesionado por el poder del emperador Carlos V de Alemania (y primero de España), -y no Carlos de Anillaco-, sobrino de su primera y legítima esposa Catalina de Aragón, masticó sin embargo, sin poder evitarlo, la imposición de su grandeza.

Aterrorizado siempre ante la idea que se cuestionara su legitimidad en el trono, ya que fue fruto de la alianza de las Casas de Lancaster (por parte de su padre Enrique VII, de diluido linaje, que arrebató el trono al siempre calumniado Ricardo III) y de York (por parte de su madre, Isabel, hija de Eduardo IV).
De allí su apuro por ahogar todo intento ficticio o real por relegarlo al olvido.

Convencido del absolutismo real que inaugurara su padre, no dudó jamás en imponer su voluntad, esclava siempre del capricho, y por lo tanto dispuesta a embriagarse en la crueldad, si de eliminar enemigos se trataba.

Empalidecido por la personalidad de Tomás Moro, hombre culto, ecuánime como juez, honrado como funcionario, ejemplar padre, amigo de Dios y laico convencido de su fe, que no se dobló ante la magnificencia desvaída del rey, reaccionó eliminando con un tajo a su Canciller, al único que lo había servido lealmente, al que estaba dispuesto a mostrarle el camino de la grandeza terrenal desde la verdad.

Como sucede con los que se consideran grandes y poderosos pero son simples régulos creídos, se rodean de mediocres que viven de la opulencia que se les permite gozar, propensos siempre a traicionar si las ganancias están presentes, y relegan a aquellos que están dispuestos a trabajar por el bien común pero también a señalar al soberano sus yerros, porque no sólo está en juego la suerte del gobernante, sino lo que es mas importante, la suerte de la Patria.

La Patria Terrenal no interesa a aquellos que usan del poder a su antojo, que se regodean contando los dineros de los sobornos y de la venta de privilegios, ante las lágrimas de tantos que yacen en la miseria.
Se burlan de la impotencia de los muchos que esperan del gobernante, la luz necesaria para encontrar el camino de una dignidad a menudo soslayada.
Conculcan la ley de Dios porque se han olvidado hace mucho de la Patria Celestial, legislando instrumentos cada vez más oprimentes de la persona, conduciendo a la gente a la estupidez o al desenfreno hedonístico más salvaje.

Como nuevos Enrique VIII, nuestros gobernantes imponen sus criterios a mansalva, destituyendo en su fama a aquellos que osan señalar su estulticia, porque les falta capacidad para vencer los argumentos que se les oponen.

Como cortesanos del régulo, muchos son los legisladores -gracias a Dios no todos-, que queman el incienso de la obsecuencia aprobando leyes causadas por el odio a la vida.
Como ciudadanos de la cultura de la muerte, se prestan a la farsa de la sedicente auto limitación de poderes, para conducir el cortejo de las dos nuevas musas de la Justicia.

Los amigos de la perspectiva de género, sofisma creado para privilegiar todas las desviaciones, se desvelan en imponer sus locuras, agrediendo a todo lo que sea esplendor de la verdad, preparándose así, inexorablemente, para el día en que serán juzgados por el único Juez que no admite prebendas.

Los católicos de hoy se parecen a los del tiempo de Enrique VIII.

Los hay comprometidos con la verdad y dispuestos a defender sus principios, aunque sufran humillaciones y desprecios.

Pero hay también de los otros, que no se animan a decir que son apóstatas, para no perder imagen, y porque se autoconvencen que son progresistas y no se animan a dejarse condenar por sus propias conciencias.
Fabulan creyéndose modernos y son modernosos, no son dogmáticos -dicen- pero imponen sus criterios a todos.
Como en la época del rey Tudor, dejan la fe verdadera para halagar al soberano de la tierra, que se llama poder, dinero, libertinaje," nuevas ideas", disciplina partidaria.

Como en la Inglaterra del rey Tudor, también hoy el pueblo está ausente, demasiado preocupado por sobrevivir, esquilmado en sus ilusiones, porque aprendió que gobernar es dar trabajo, y espera -y por eso vota ilusoriamente- que los sucesores de quien esto afirmaba lo pongan en práctica, advirtiendo con dolor, que cada día se lo bota más y más hacia el precipicio de la disgregación social.

¡Oh, pueblo argentino! Mientras los dirigentes se preocupan por esterilizarlo en sus ideas, y también en su capacidad de engendrar, valora el don de la vida que Dios ha regalado a cada persona humana, y se autoafirma valientemente en la natural pro-creación, colaborando con el Dios Creador, y riéndose de las construcciones mentales de los asesinos ocultos y ya no tan ocultos, que quieren imponer la legalidad de lo más degradante.

El inefable Enrique VIII, maestro de la astucia, eligió jueces que lo halagaran con sus veredictos acomodados a sus caprichos.
¿Cómo hubiera podido juzgar y condenar al inocente Tomás Moro?
Uno de estos jueces, el duque de Norfolk, le recuerda que "indignatio principis mors est" (la cólera del príncipe es la muerte), Moro responde:
¿Es esto todo lo que tenéis que decirme? Pues, entonces no hay entre vos y yo más diferencia que ésta: que yo moriré hoy, mientras que vos moriréis mañana" (T.Moro "Utopía" pág 16 Ediciones Abraxas).

¡Qué diferencia con muchos senadores argentinos, que para no incurrir en la "indignatio principis" hacen oídos sordos a la verdad y acompañan candidatos ateos a la nueva mayoría automática!

Porque en esto no nos quepa duda que una vez haya cinco, se tratará de eliminar al resto, y volver nuevamente a una Corte de cinco miembros, ¿cómo era antes, no?

Un pueblo hace ya tiempo desorientado, no puede producir más que legisladores degradados.
Leyendo los argumentos de los favorecedores de la Dra. Argibay, no queda más que pena.
Hasta se toma el pelo de las cosas más santas, como aquella senadora que habla del cupo femenino en el cielo.

Al frente de esta comparsa, nuestro presidente habla de "mi Iglesia", no sabemos cuál. De la católica ciertamente no, porque hace lo imposible por demostrar su no pertenencia.
¿Será acaso que tiene la tentación de erigirse en jefe de una Iglesia Nacional, como otrora Enrique VIII?

Ante este descalabro surge la pregunta: ¿se cumplirán las dos profecías referidas a la Argentina, que se le atribuyen a San Luis Orione?

Padre Ricardo B. Mazza. Director del CEPS “Santo Tomás Moro”

Santa Fe de la Vera Cruz, 04 de septiembre de 2007.
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4 de septiembre de 2007

Invitados al convite del Señor

“Tenemos la obligación de tratar de actuar en consecuencia con nuestros ideales, en la realidad cotidiana, en lo económico, laboral, afectivo, tratando de integrar al prójimo, aunque no compartamos sus opiniones o estilo de vida” Jorge A.

1.-La fiesta de la vida.

“En aquel tiempo, entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: "Deja el sitio a éste", y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado”.(Lucas 14, 1. 7-11)

En la Sagrada Escritura se compara muchas veces a la vida eterna con un banquete de bodas donde reina la alegría y la concordia entre los invitados. No es para menos: el encuentro con Dios y con los hermanos tiene siempre carácter festivo.
Son las bodas del Dios encarnado con cada una de sus criaturas racionales, llamadas a la vida feliz, sin retorno a las lágrimas o a cualquier tipo de miseria.
Pero estas bodas comienzan de un modo incipiente en este mundo terrenal.
En efecto, Dios nos ha llamado a la vida para que todos podamos participar de sus bienes abundantes mientras caminamos en el tiempo preparándonos para la eternidad.
En este llamado a la vida nadie está autorizado a impedir a otros el logro de la meta para la que fuimos creados todos: el encuentro con el Señor en el Reino que instauró con su venida como anticipo del Reino definitivo.
Es decir que ya en este mundo estamos llamados a vivir como hermanos, reconocidos y respetados como hijos del único Dios que todo lo ha hecho para nuestra grandeza.
Vivir en el acá, pues, significa que hemos de transcurrir el tiempo que nos separa de la eternidad utilizando los bienes comunes de la creación, dados universalmente a todos para nuestra personal realización, mientras cantamos y reconocemos la gloria de Dios con un obrar orientado al bien.
Llamados al convite de la vida somos simplemente invitados, siendo el Creador el verdadero dueño de todo, que dispone sabiamente de las riquezas de sus dones para que a nadie le falte y a nadie le sobre en inteligente disposición de equidad.

2.-Los primeros puestos y el poder.

En estas bodas terrenas que implican compromiso en términos de alianza con el Hijo de Dios hecho hombre, no faltan quienes no se sienten simplemente “invitados” sino que creen que pueden ocupar los primeros puestos con un dominio absoluto y despótico sobre los demás, -cual si fueran patrones-, y sobre los bienes que sólo se tienen en administración.
Los primeros puestos en el uso del dinero y del poder, los primeros puestos desde los que se miran a los “otros” cual “hermanos” de segunda y que pareciera que no tienen más derecho que el de recibir las migajas de los opulentos….
Los cargos se miran con codicia ante la ilusoria fantasía de que pueden “cubrirnos de gloria” o que nos permiten ser alguien.
En rigor es la persona la que debe ennoblecer el cargo o la posición y no al revés, ya que de ser esto así quedaría al descubierto que nada valemos sin el cartel extrínseco de un honor que fácilmente se desvanece en la bruma del tiempo que transcurre impiadoso.
La tentación del hombre es la de distinguirse él por sí mismo, en lugar de esperar que sea el que nos ha invitado al banquete de la vida quien nos reconozca en nuestro ser y valer.
¿Por qué sucede esto? El libro del génesis nos ofrece una pista excelente para llegar a la raíz de esta soberbia: “Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió” (Gn.3, 6). Comió del fruto más apetecido, que no es precisamente una manzana, sino el poder.
“Cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal” (Gn. 3,5).
La gula de “ser como dioses” acecha desde siempre el corazón vanidoso del hombre. No es de extrañar que sintiéndose dios, el ser humano quiera dar rienda suelta a su delirio de grandeza manejando a su antojo, cual soberano ilimitado, aquello de lo que sólo es administrador para dar gloria al creador y servir a sus hermanos.
Ya el hombre no se siente “invitado” sino dueño, para apropiarse de los mejores manjares del banquete de bodas y repartir a sus hermanos las sobras del festín.
De allí que no sea extraño que el henchido por la concupiscencia del poder escuche con severidad, tarde o temprano, “deja el sitio a éste”, es decir, al que habiendo comprendido su condición de “último” se haga acreedor de ser enaltecido como buen administrador, ya que “todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado” (Lc 14,11).

3.-Conocedores del bien y del mal.

¿Qué es ser conocedor del bien y del mal? Haber caído en el ilusorio espejismo de creer que el hombre puede por sí mismo decidir lo que es bueno o malo.
Envanecido por el supuesto derecho a los primeros puestos, muchas veces cree el ser humano que puede disponer también acerca de lo bueno o de lo malo, atribución sólo compatible con la divinidad, de la cual se cree estar investido.

En nombre de este “poder”, simulacro de la divinidad, el hombre ha caído en tantas aberraciones en el transcurso del tiempo, y aún en nuestros días, justificando lo malo y acorralando lo bueno, siendo así rebajado de lo que es desde la creación, esto es, imagen y semejanza de Dios.
Desde los “primeros puestos” del poder, no pocos se engríen convenciéndose que pueden decidir quién ha de vivir y quién ha de morir.
Si el hombre moderno está convencido que puede decidir “la moralidad de sus acciones” como si fuera Dios, cae -como en nuestros días- en la soberbia de mirar a su hermano desde la cima del poder expoliado a su Creador, y decidir si aborta o practica la eutanasia o esteriliza a sus semejantes.
No es de extrañar que sea frecuente el sometimiento del hombre por el hombre, el menosprecio de los más débiles o el uso instrumental de las conciencias al servicio de los que detentan el poder, llámese político, económico o social.
Y así, entonces, es que desde los “primeros puestos” del poder, se hiera de muerte el tejido social decidiendo como bueno la repartija de cuantiosas dádivas con el fin de obtener el triunfo que ilusoriamente promete la danza del acopio de sufragios, como medio para mantener los privilegios ya adquiridos ante la impotencia de los anestesiados débiles de este mundo.
Prolongando esta soberbia se pierde la visión eterna sobre lo creatural en el sentido de que todos estamos llamados a compartir como “invitados” la mesa de la creación bajo la orientación de la sabia providencia divina, teniendo como resultado el cultivo del dolor en sinnúmeros corazones.
Al respecto afirma Jorge A. -en un correo que me enviara a propósito del artículo “San Luis, modelo de gobernante” y que bien se puede aplicar a lo que venimos afirmando- lo siguiente: “Si todas las personas religiosas, de religiones varias, recordaran o al menos hubieran entendido alguna vez las enseñanzas del sentido común o divino, se viviría en una comunidad, donde no sólo importe ganar, inconscientemente algunas veces, conciente otras, sembrando dolor ajeno”.

4.-Llamado a la conversión y a la grandeza.

Sigue diciendo el texto del evangelio que reflexionamos: “ Dijo también al que le había invitado: Cuando hagas una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a los parientes , ni a los vecinos ricos, no sea que ellos, a su vez, te inviten y tengas ya tu recompensa. Cuando hagas una comida llama a los pobres, a los tullidos, a los lisiados y a los ciegos, y tendrás la dicha de que no puedan pagarte”. (Lucas 14, 12-14).

Hemos concluido el proceso electoral en nuestra provincia. Queda como tarea a realizar las consignas que proclamaban las dos fuerza mayoritarias en disputa por el poder político “vienen tiempos de cambio…..Santa Fe va por más”.
Los “tiempos nuevos o de cambio” han de configurarse de tal manera que de aquí en más sea algo común el invitar a la fiesta de la vida a todos los excluidos de la sociedad santafesina.
La grandeza de la sociedad será tal en la medida en que como hermanos podamos compartir distributivamente lo que es común a todos, según necesidades y méritos.

Es necesario que desde los “primeros puestos” del poder político se vayan creando fuentes de trabajo que permitan a todos comer el pan, fruto de la laboriosidad y de la cultura del trabajo.
De capital importancia será el de llevar a cabo proyectos que no busquen el rédito político o la posibilidad del “retorno”, sino el permitir a la ciudadanía una vida más humana.
Tarea necesaria será elevar a los ciudadanos proveyéndolos de aquellas herramientas que permitan actuar a conciencia y no bajo la presión de la dádiva que siempre es excluyente de la dignidad de hijos de Dios.
Ante el clima de inseguridad creciente se han de cultivar espacios de pacificación donde todos podamos vivir como hermanos, corrigiendo con firmeza al que vulnerando la ley de la convivencia, quiere imponer la ley del más fuerte, es decir, de la selva.
La concreción de esto permitirá que dejando de lado la preocupación por los primeros puestos para dominar, pasemos a la búsqueda de los mismos para servir.

Me parece oportuno transcribir una vez más lo que me enviara conceptuosamente Jorge A. -un lector interesado en hacer aportes, y que por lo mismo permite enriquecernos mutuamente- : “Me veo muy reconfortado en que haya gente……, en la cual la semilla de la conciencia se está desarrollando como hace un brote,-cuando se lo nutre como corresponde-. En el caso de las personas, como somos algo más que brotes, tenemos la obligación de tratar de actuar en consecuencia con nuestros ideales, en la realidad cotidiana, en lo económico, laboral, afectivo, tratando de integrar al prójimo, aunque no compartamos sus opiniones o estilo de vida. Integrar al otro es ver la realidad, cuanto más distinto, mejor. Porque si uno cree que tiene algo bueno, el mostrarse como cada uno es, influye en el otro. El otro no es más que uno mismo, criado bajo otras circunstancias y tiempos”.
En efecto, es propio de nuestra dignidad humana el integrar al otro, ya que “segregar, es la propuesta que nos da el mundo, que nos hace ignorar que lo esencial es invisible a los ojos”.

Ojala todos comprendamos que “Santa Fe irá por más” en la medida que gobernantes y gobernados, trabajando juntos, en el convite común de los bienes de este mundo, vayamos construyendo una sociedad más humana que nos permita hacer realidad el recibir la recompensa en la resurrección de los justos.
---------------------------------------------------------------------------------------------------Reflexiones en torno al texto evangélico de la liturgia dominical del 2 de septiembre de 2007.

Padre Ricardo B. Mazza. Director del CEPS “Santo Tomás Moro”

Santa Fe de la Vera Cruz, 04 de septiembre de 2007.
ribamazza@gmail.com
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3 de septiembre de 2007

EL SERMON DE LA VERGUENZA

La acicalada e inquietante Cris de K, de piernas cruzadas, contemplaba deslumbrada a su marido como si estuviera hablando la pitonisa de Delfos, anunciando el futuro incierto de las elecciones del 23 de octubre.
ARTICULO ESCRITO EL 14 DE OCTUBRE DE 2005


La inseguridad del destino de los votos católicos preocupa no poco al gobierno que nos “conduce” a un país signado por la desocupación, el hambre, la falta de trabajo, la desprotección de los niños y el triunfo de los opulentos.

De allí esta forma grosera de querer influir en las voluntades amparándose en el altar de Luján ante la permisión de su Pastor.

La foto que nos transmitieron los medios fue dolorosa. El presidente y su corte ocupaban el lugar sólo destinado a los presbíteros y en todo caso, a los servidores del altar, cuando se ofician los sagrados misterios.

El Presidente, refiriéndose a “su Iglesia”, -como otrora Enrique VIII-, pontificaba, como otro mandatario en el pasado, en el lugar sagrado del ambón, desde el que se proclama la palabra de Dios y desde el que preside la liturgia expone la homilía acorde con la Palabra proclamada solemnemente.

Son muchos los católicos que se plantean -y con ellos yo también-, los siguientes interrogantes: ¿Cómo puede llamarse católico quien no hace más que hacer la vista gorda, cuando no apoyar, toda una estrategia antivida, secundado por el ministro de “salud”? ¿Cómo puede llamarse católico quien para conseguir sus fines acude a cualquier medio para obtenerlo, como el de calumniar al Obispo Baseotto y a todo mitrado que se le oponga proclamando la doctrina de Cristo? ¿Cómo puede llamarse católico quien no implementa verdaderas políticas de Estado en defensa de la familia? ¿Cómo puede llamarse católico quien se arrodilla ante los dictados de los poderes económicos implementando políticas de despoblamiento nacional a través de la “salud” reproductiva en la que se presenta la maternidad como enfermedad y “el sexo seguro” como fuente de pseudos placeres que a la postre va engrosando la multitud de corazones vacíos de amor pero ahítos de egoísmo?

Enseña la sana filosofía que el obrar sigue al ser, lo cual significa que al ser de católico debe seguirle un obrar acorde con la fe que se profesa.

La historia nos recuerda que Enrique VIII: silenció al Obispo Juan Fisher porque se le oponía, mientras que constituía la futura jerarquía anglicana con los que se mostraban complacientes con sus decisiones, aunque el tiempo verificó resultados distintos: el primero es santo y los otros pasaron al olvido.

¿Será ésta la pretensión de K para “su” Iglesia?


La noticia de ésta situación grotesca deja a muchos católicos asombrados porque se ha utilizado la casa de Dios para esta campaña que por su insistencia resulta ya grosera.

Pero no hay mal que por bien no venga, ya que puede ser que nos avispemos sobre qué nos puede sobrevenir después del 23 de octubre.

Los Obispos reunidos en el Sínodo sobre la Eucaristía en Roma, dejaron oír su voz hace unos días, recordando que pecan los católicos que dan su voto a candidatos proclives al aborto o a todo aquello que contraríe la dignidad de la persona y de la familia.

Ojalá escuchemos esa voz si no queremos sumergir a nuestra Patria en el descalabro más feroz que nos puede acaecer: la renuncia a la profesión de nuestra fe en el misterio del Hijo de Dios hecho hombre, presente en cada niño que nace.

Y esto es así porque desde la fe, el acto por el cual un niño es abortado pretende destruir el misterio de la Encarnación, por el que Dios ha mostrado al mundo la dignidad de toda vida humana.

Nos decía el Sr. Nuncio Apostólico el pasado 15 de Agosto en Santa Fe refiriéndose a María Santísima en el Misterio de la Encarnación, con palabras que bien se pueden aplicar al hoy de nuestra Nación:
“El acontecimiento que se ha verificado dentro de Ella, se convierte en mensaje, noticia que se difunde. Al comienzo ninguno sabe nada. Todo se ha desarrollado en el silencio, en la oscuridad de una casa cualquiera, en el corazón de una joven como las otras. Ahora esta niña camina presurosa subiendo por un sendero montañoso.
¿Y quién la advierte? Imaginarse... ¡Los poderosos están empeñados en sus complicados juegos políticos. Los doctos están inclinados sobre sus libros. Los representantes de la religión tienen cosas más importantes en las que pensar! La gente común está ocupada en sus cosas. En conclusión: el mundo va adelante como antes... ¡y sin embargo algo ha sucedido! ¡Aunque nadie se haya enterado!

Pero aunque los grandes no hayan sido informados, aunque todo continúe funcionando, o no funcionando, como antes, Dios se ha hecho el Emmanuel, es decir el Dios con nosotros, porque aquella niña estuvo presente en el encuentro con EL. Dios vuelve a hablar de sí al mundo, porque María ha resarcido tantos rechazos con su sí decisivo.
Por esto camina rápidamente. El suyo no es por cierto el paso de quien sigue un funeral. Es el paso de quien anuncia el nacimiento de "tiempos nuevos". Y ella no es espectadora, sino protagonista.
María es verdaderamente aquélla que "espía la aurora" o mejor aquélla "que precede... que hace la aurora.
Que linda esta imagen de Maria: llena de Dios y siempre entusiasta en hacer su voluntad.”

Esta vez desde Luján -la Providencia así lo quiso-, y a pesar del ruinoso acontecimiento que nos ocupa, María nos habla invitándonos a atrevernos a construir un mundo nuevo en nuestra Patria. No olvidemos que Dios habla a través de la historia de cada día, y especialmente ante hechos lamentables, se nos piden actitudes que muestren nuestro temple de fe virtuosa.

Pensemos en estrategias heroicas, si son necesarias, para manifestar nuestros principios en defensa de los valores que han servido de matriz de nuestra nacionalidad.

Pienso que siguen siendo apropiadas las palabras de Mons. Adriano Bernardini en su homilía a los catequistas reunidos en Santa Fe, el día de la Asunción de Nuestra Señora, para iluminar a todo católico que se precie de tal y que quiera hacer algo por nuestra Patria:
“Un día el profeta Isaías oyó la voz del Señor que decía: ¿A quien mandaré y quién irá por nosotros? Y el profeta responde: "Aquí estoy, mándame a mí" (Is. 6,8).
Aquel llamado continúa. Ahora es Jesús quien dice: ¿Quién quiere ir por mí a anunciar la salvación a mi pueblo?
Bienaventurados aquellos que tienen el coraje y la generosidad de responder: ¡Aquí estoy, mándame a mí! Bienaventurados porque les espera una alegría nueva que hasta ahora jamás habían conocido. De los setenta y dos discípulos se dice que volvieron llenos de alegría diciendo: ¡Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre!
¡En realidad es la alegría que salpica la actitud de María!
María llega rápidamente.
Y aquí se pone el ritmo de nuestra vida sea a nivel local como de Iglesia local.
¿Cuál es nuestro ritmo?
¿Es el ritmo uniforme, lento, de los complicados alineamientos, o es el ritmo vivaz de las anticipaciones?
¿Es el paso arrastrado de la costumbre, o el gozoso de la sorpresa? ¿El redoble del funcionamiento, o la frescura de la intuición?
¿Nuestras relaciones con el mundo, tienen el signo de la profecía, del presentimiento o del resentimiento.
Recordemos que el ritmo, el paso, dependen del mensaje que nos urge dentro uestro. Si nuestro paso es el de una persona cansada, tímida, vacilante, no podemos ilusionarnos que los otros adviertan la belleza y la importancia del mensaje que comunicamos.
Seremos interesantes sólo en la medida en que logremos ser verdaderos anticipadores, precursores.
Concluyendo, también para nosotros nuestra misión sacerdotal es un misterio de acogida, de disponibilidad y de libertad.
También nosotros somos criaturas que han dicho simplemente "sí".
Pongámonos en camino como la Virgen, nuestra Señora del Buen Viaje, que se ha hecho también Señora del riesgo, aquélla que ha aceptado el riesgo del "sí".
Recordemos que la paradoja fundamental de la vida del portador de la Palabra de Dios consiste en el hecho que "aferra el valor de la Palabra de Dios solamente después que la ha vivido".
El sí, si brota de un terreno como el de la Virgen, es siempre decisivo. Para sí y para los otros. Es siempre milagroso. y sobretodo vive de las realidades de Dios.
Pero es necesario ponerse en camino. Espiar la aurora y tal vez anticiparla como ha hecho Maria, y jamás hacerse despertar por la aurora.”
Unidos a María de Luján y trabajando en la verdad y en la justicia veremos alumbrar una nueva aurora para nuestra Patria.
(*) Cngo. Prof. Ricardo B. Mazza
Profesor titular de Teología Moral en la UCSF
Director del Centro de Estudios Políticos y Sociales Santo Tomás Moro