25 de agosto de 2007

San Luis, modelo de gobernante.

“En la vida política parece casi indecente hablar de Dios, como si fuese un ataque a la libertad de quien no cree” (Cardenal Ratzinger).

1.-La figura de San Luis IX (1214-1270)

Este 25 de agosto nuevamente celebra la Iglesia Católica a un gran santo que fue gobernante. Me refiero a San Luis IX, rey de Francia.
Una característica sobresaliente en él fue el amor a Dios por sobre todas la cosas que le daba real sentido no sólo a su vida personal, sino también al papel que le tocó desempeñar como gobernante.
Siendo su amor a Dios lo principal, le permitió analizar desde esta mirada de fe todo su actuar político, alcanzando así un desempeño eficaz.
No podría ser de otra manera, ya que cuando el gobernante está imbuido y contenido por la fe en Dios es capaz de mirar en su verdadera dimensión todo su obrar político.
En efecto, sintiéndose hijo de Dios, supo mirar a todos los gobernados de su Patria desde la óptica de la filiación divina.
Sentirse encumbrado en el poder fue considerado por él como un don inmerecido que lo obligaba a velar por los demás, especialmente por los pobres y más excluidos de la sociedad.
De allí que buscara siempre aliviar las necesidades de los más débiles. Incluso a aquellos “pobres vergonzantes” que no se animaban a pedir para ellos, les hacía llegar ocultamente aquellos beneficios que más urgían.

Cuando alguien le recordó una vez que al pueblo pudiera no gustarle el tiempo que él dedicaba a la devoción y oración particular contestó sabiamente que “de eso no me avergüenzo ni me avergonzaré jamás. Y esté seguro de que si en vez de ir a esas reuniones a orar, me fuera a otras reuniones a beber, bailar y parrandear, entonces sí que esas gentes no dirían nada. Prefiero que me alabe mi Dios aunque la gente me critique, porque por El vivo y para El trabajo, y de El lo espero todo".
Indudablemente el reconocer que “por Dios vive” le permitía sentirse no sólo vinculado a su Creador, sino también necesitado de su providencia y dependiente de su misericordia.
Y así, el verse necesitado de Dios le permitía referirse a El cuando del cumplimiento de su voluntad se trataba, confiando más en la luz de lo alto que en las luces propias y de sus ministros.
Y al experimentarse dependiente de su misericordia, era consciente que habría de darle cuenta algún día por sus actos no sólo de la vida privada, sino también como rey de su nación.

Esta concepción le ayudaba a considerar que sus actos de gobierno “no eran neutros” o “cosas de la política” como si pudiera obrar de cualquier manera con impunidad -según sus proyectos- al modo maquiavélico, sino que cada obrar suyo tenía una referencia moral al estar su vida toda ordenada a su Señor.

Su adhesión a la Iglesia por la fe, le permitía reconocer que ésta fue constituida por Cristo, y que más allá de las corruptelas que pudieran existir en sus miembros, visualizaba en ella la presencia viva del Salvador.
Por lo tanto cuando la Iglesia enseñaba acerca de la fe y costumbres, su palabra no era una “simple opinión”, como repiten los sedicentes gobernantes católicos de nuestro tiempo, sino una enseñanza a acatar o una admonición digna de ser tenida en cuenta en orden a corregir los rumbos desviados de la verdad o de la justicia.

2.- La marginalidad de Dios en el pensamiento de Benedicto XVI

Esta actitud de san Luis IX, rey de Francia, modelo de gobernante que mira a Dios y desde El mira y cobija al prójimo, contrasta con la visión actual que lo excluye abiertamente.
El Cardenal Joseph Ratzinger –meses antes de ser elegido papa- decía lo siguiente sobre la exclusión de Dios en la política: “En la vida política parece casi indecente hablar de Dios, como si fuese un ataque a la libertad de quien no cree. El mundo político sigue sus normas y caminos, excluyendo a Dios como algo que no es de este mundo. Igual pasa en el comercio, la economía y la vida privada. Dios se queda al margen. A mí, en cambio, me parece necesario volver a descubrir, y existen las fuerzas para ello, que también la esfera política y económica necesita una responsabilidad moral, que nace del corazón del hombre y tiene que ver con la presencia o ausencia de Dios. Una sociedad en la que Dios está totalmente ausente se autodestruye. Lo hemos visto en los grandes regímenes totalitarios” (1)
No es necesario analizar mucho para advertir cuán acertado está el actual pontífice al realizar estas afirmaciones. Basta con analizar las denuncias comprobadas o a probar sobre el estado de corrupción del mundo de la política, para darnos cuenta en qué estamos fundando la actual vida de nuestros pueblos.
La corrupción en el manejo de los dineros que son de todos, lleva no sólo al enriquecimiento personal o de grupos, sino al empobrecimiento de tantos a quienes no les llega lo necesario para vivir.
E indudablemente la causa de estas actitudes no puede estar más que en la ausencia de Dios en la vida privada y pública de quienes así obran.
En efecto, el desalojo de Dios como único soberano de cada uno y de todos los que vivimos en este mundo, hace posible que el mismo hombre se erija en dueño despótico de los bienes, aún de aquellos que sólo le son confiados a modo de administración, por ser de todos.
Si no se teme a Dios, a quien más tarde o más temprano se ha de rendir cuentas por los actos realizados en perjuicio de los hermanos, ¿es posible temer el repudio público del mismo pueblo en medio de un sistema que goza de impunidad, y donde la justicia misma sirve al poderoso de turno?
Alejado de Dios el gobernante, se aleja también de los conciudadanos a quienes ha de servir desde el ejercicio del poder político.
¿Estaremos en vísperas de que se cumpla lo afirmado por Benedicto XVI: Una sociedad en la que Dios está totalmente ausente se autodestruye”?

3.-San Luis al servicio de su pueblo, modelo a seguir.

Sabía Luis IX que como rey debía servir a su pueblo. De allí que luchó contra la usura que arruinaba especialmente a los más pobres, castigando duramente a los que se enriquecían con toda clase de injusticias.
En su tiempo fue fundada en París la Universidad de La Sorbona, y el santo rey la apoyó lo más que pudo promoviendo así al desarrollo de la cultura con el convencimiento de que un pueblo “cultivado” favorecía el desarrollo de la nación francesa.
Con los pocos recursos de su tiempo –por las guerras que lamentablemente se producían- favoreció el cuidado de la salud haciendo construir - por ejemplo- un hospital para ciegos, que llegó a albergar 300 enfermos.

Como gobernante buscaba por todos los medios que se evitaran las peleas y las luchas entre cristianos. Siempre estaba dispuesto a hacer de mediador entre los contendientes para arreglar todo a las buenas. ¡Qué distinta la situación en nuestra Patria donde predomina el reclamo continuo de “pase de facturas”!
Al respecto nos advierten los Obispos argentinos en estos días: “Nuestro país sufre todavía fragmentación y enfrentamientos, que se manifiestan tanto en la impunidad, como en desencuentros y resentimientos. Nos queda pendiente la deuda de la reconciliación. En este sentido, el Papa nos recuerda que “las condiciones para establecer una paz verdadera son la restauración de la justicia, la reconciliación y el perdón”(2) (punto 8 ).
San Luis amaba a su familia, respetaba y fortalecía esta institución natural, ámbito en el que deben formarse las personalidades de las personas de un modo integral.
En nuestra Patria en cambio, la familia es continuamente desconsiderada de mil formas, de allí la necesidad de hacer realidad lo que reclaman los Obispos cuando dicen: “la familia: fundada en el matrimonio entre varón y mujer, es la célula básica de la sociedad y la primera responsable de la educación de los hijos. Debemos fortalecer sus derechos y promover la educación de los jóvenes en el verdadero sentido del amor y en el compromiso social” (7 b).
Queda mucho por hacer en nuestra Patria en este campo de velar por las necesidades de los ciudadanos, pero esto será posible en la medida que se asuma de una vez para siempre que gobernar es servir, y servir es reconocer que a ejemplo de Cristo, -por lo menos para los católicos- es lavar los pies de los más excluidos de la sociedad.

Es escandaloso ver en nuestros días con ocasión de las elecciones en Santa Fe –como nunca se vio antes-, el dinero que se derrocha en propaganda política. Prácticamente los rostros de los candidatos nos atropellan en la calle queriendo imponer con los colores lo que no se presenta en proyectos concretos. Y si se presentan proyectos, no se avizora con qué medios se podrán en práctica para el bien de la ciudadanía.
En lugar de gastar tanto en carteles, ¿por qué no comenzar desde ahora a concretar lo que se promete?
Más aún, el auge propagandístico permite intuir que nadie se siente seguro de ganar aunque ninguno lo reconozca.

Quiera Dios cambiar los corazones de todos nosotros para que siempre estén orientados al reconocimiento de la soberanía de Dios sobre lo creado, y desde El, poner en el primer lugar de nuestra atención las preocupaciones de los hermanos que claman por una sociedad más justa y equitativa en el reparto de los bienes que son de todos.
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(1) Diario La Nación (Bs.As) 21 de abril de 2005.sección exterior, pág.5 col.2da.
(2) Mensaje de la Comisión Permanente del Episcopado Argentino:“Al Pueblo de Dios y a los hombres y mujeres de buena voluntad”. 147º Reunión de la Comisión Permanente. 23 de agosto de 2007.
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Padre Ricardo B. Mazza. Director del CEPS “Santo Tomás Moro”
Santa Fe de la Vera Cruz, 25 de Agosto de 2007, fiesta de San Luis rey.

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14 de agosto de 2007

El octavo pasajero

Alien, El Octavo Pasajero” es una película de ciencia ficción, el Octavo Pasajero del vuelo que aterrizó en Aeroparque trayendo una valija con U$S 800.000,- es de ciencia aflicción, pero todo sigue igual, como si nada hubiera pasado.

1.- La ficción.

Alien, el octavo pasajero, es la primera parte de una serie de cuatro películas de ciencia ficción. La protagonista es Ellen Ripley, interpretada por Sigourney Weaver, quien se convierte en la principal oponente de una serie de criaturas pertenecientes a una raza alienígena, comúnmente llamadas aliens. La nave espacial Nostromo viaja desde el planeta Thedus hacia la Tierra con un enorme remolque lleno de abundantes minerales, pero la computadora cambia el rumbo de la nave para acudir a una transmisión de origen desconocido fuera del sistema solar. El "Nostromo" se avería durante el descenso y aterriza a dos kilómetros de la fuente de transmisión. Un trío de tripulantes rastrea el lugar a pie, sucede un incidente que afecta a uno de ellos que es atendido en la enfermería de la nave.

El Nostromo ya reparado reemprende su regreso a la Tierra. Durante el viaje, la extraña criatura que infectó a uno de los miembros de la tripulación, provoca el nacimiento de otro ser, que surge bruscamente del vientre del infectado, matándolo al momento. Esta nueva criatura mata consecutivamente a los tripulantes de la nave hasta que ésta es finalmente destruida. Lo más tenebroso son los intereses involucrados que propiciaron este terrible incidente.

2.- La realidad.

El avión Citation X de la empresa Royal Class, matrícula N5113S aterrizó en el Aeroparque de Buenos Aires con 8 pasajeros a bordo: 3 argentinos y 5 venezolanos. Uno de ellos, Guido Alejandro Antonini Wilson, empresario venezolano de 46 años de edad, maletín en mano, dijo a las autoridades llevar libros pero el scanner descubrió que en realidad se trataba de 800 mil dólares en efectivo.

Como en la película de ficción, Guido Alejandro Antonini Wilson, cual octavo inesperado pasajero había subido a último momento al avión, sin que -según expresan oficialmente- deba verse esto de una manera distinta a una simple gauchada entre amigos.

El hombre del maletín, “desconocido” por los demás, termina por devorarlos a todos como el alien de la película, al involucrarlos en una situación indefendible.

Más aún así como el alien de la ficción pretende llegar a la tierra para reproducirse en todos los humanos, el alien del maletín llega a Buenos Aires pensando en entrar fácilmente ya que confía en los efectos de lo que se viene haciendo hace tiempo en nuestro medio: la descomposición de la sociedad.

¿Qué otros personajes acompañaban al octavo pasajero? Según informes periodísticos estos eran:

Claudio Uberti, director del órgano de control de concesiones viales de Argentina, hombre cercano al Presidente Néstor Kirchner. Según páginas oficiales argentinas trabaja "por indicación del Presidente Kirchner" para "incrementar la relación con la República Bolivariana de Venezuela". Ha manejado temas como el convenio Dianca de Pdvsa para la construcción de dos buques petroleros de 56 millones de dólares cada uno y aspectos del gasoducto.

Ezequiel Espinoza, presidente de Enarsa, empresa estatal argentina. Según el informe de Enarsa empresa energética, la cual preside, alquiló un avión para trasladar a Claudio Uberti, director del organismo de control de concesiones viales y a su presidente Espinoza.

Victoria Bereziurk, personal de relaciones públicas. Ha suscrito junto a Rafael Ramírez, presidente de Pdvsa, acuerdos de hidrocarburos.

Nelly Esperanza Cardozo Sánchez, Impreabogado 13992. Ha actuado como apoderada de la empresa estatal Pequiven, filial de Pdvsa. Actualmente es asesora jurídica de Pdvsa, según comunicado de Enarsa.

Wilfredo Ávila, funcionario de protocolo de Pdvsa.

Ruth Behrens Ramírez, funcionaria de Pdvsa en Uruguay.

Daniel Uzcátegui. Según el comunicado de Enarsa, hijo de Diego Uzcátegui, alto ejecutivo de la estatal energética venezolana Pdvsa. Ha estado vinculado a Pdvsa Argentina. Hombre de confianza de Rafael Ramírez.

3.- La alienación argentina.

Por su semejanza semántica me permito la libertad de unir alien a alienación que según la real academia española es el “proceso mediante el cual el individuo o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición”.

Desde hace ya un tiempo, lamentablemente, nuestra sociedad sufre una descomposición moral tan grande que estamos cayendo en la contradicción de lo que se espera de nuestra condición de personas creadas a imagen y semejanza de Dios y por lo tanto llamadas a la grandeza de hijos suyos.

En lugar de ponderar el trabajo se alaba la dádiva, en vez de servir al ciudadano desde el poder se tiene la sospecha de que el poderoso se serviría de él para el enriquecimiento propio y no la grandeza de la comunidad.

La frivolidad ha soslayado la diversión sana y elevante de la dignidad humana, la vulgaridad se enseñorea en todos los ámbitos, la trivialización de la sexualidad ha herido de muerte a la familia y al amor humano, los valores religiosos se toman en solfa, la “justicia” desprovista de misericordia se ha convertido en crueldad, la comida de los débiles y pobres sólo vale un peso cincuenta per “cápita” mientras se consumen grandes sumas en gastos propagandísticos, los hermanos mueren por desnutrición mientras las denuncias de negociados se suceden sin prisa pero sin pausa.

La venta de grandes extensiones de nuestra suelo patrio tendría el tufillo de negocios y enriquecimiento de unos pocos.

La muerte sobrevuela la sociedad en tantos que perecen víctimas de la impunidad de los delincuentes que pululan por doquier en nuestra sociedad.

La vigencia de la droga hace estragos en nuestros jóvenes y niños como se comprueba a diario, mientras se los engaña con placeres efímeros en una sociedad de consumo que sólo piensa en el disfrute pasajero.

Es tan profunda esta crisis que ante los hechos del maletín y otros, no pocas voces dicen que la sociedad pareciera anestesiada al no reaccionar como debiera, quizás porque serían muchos que en idéntica posición harían exactamente lo mismo.

Siguiendo con el significado de “alienar”, según la real academia, conviene recordar que es el “estado mental caracterizado por una pérdida del sentimiento de la propia identidad”.

¿Qué nos está pasando?

En efecto, como argentinos pareciera hemos perdido nuestra identidad de grandeza que como Patria nos vio nacer. Los próceres de otrora volverían a morir ante este estado de cosas.

4.- Las reservas morales y la exigencia del evangelio

Pero todavía quedan reservas morales entre nosotros o al menos eso deseamos todos.

Todavía estamos a tiempo para que reaccionemos y dejemos atrás tantas miserias que nos envilecen.

El evangelio (Lucas 12, 32-48) de la liturgia dominical del 12 de agosto pasado nos insiste en que somos administradores, no dueños, de lo que nos ha provisto el Señor en esta vida terrenal.

Y quienes más ejemplo han de dar en esto son todos aquellos que han de administrar sabiamente lo que es de todos para el bien de todos.

Y así la posesión de los cargos políticos no da derecho a una administración antojadiza y a espaldas de la situación deprimente de los hermanos, y menos usufructuarla para provecho propio.

Y hasta la posesión legítima de la propiedad privada que es un derecho a lo necesario para la vida, nunca ha de ser en detrimento de idéntico derecho que posee cada ser humano a los bienes temporales, universales por disposición divina.

De allí que el Señor nos advierta que “allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón”(v.34)

Examinando nuestro corazón y sus derroteros diarios caeremos en la cuenta de cuál es nuestro tesoro.

Si nuestro tesoro se logró por el acopio de bienes sin importar medio ni medida, nuestro corazón permanecerá endurecido no sólo para percibir el llamado cotidiano de Dios, sino también para sentirnos interpelados por las necesidades de los demás.
Si el tesoro consiste en cambio en la vigencia del trabajo honesto, en el cultivo de los dones recibidos por el Señor, en el compartir con los otros movidos por la solidaridad, el corazón humano dejará de ser de piedra para convertirse en uno

de carne que da lugar a todo lo que ennoblece al ser humano.

5.- El futuro de Argentina.

Ante tanta sospecha de corrupción sólo queda la vigencia de conductas nobles que permitan pensar que es posible construir una Patria grande y generosa para con todos como lo fue siempre.

Estamos viviendo momentos cruciales para nuestra Patria.

La necesidad de que aparezca en el escenario político alguna figura que como la heroína de “Alien, el octavo pasajero” destruya al monstruo de la corrupción con su honestidad, se hace cada vez más palpable.

¡Quiera Dios iluminarnos para que sepamos apoyar con nuestro voto proyectos honrados y engrandecedores de los argentinos y no nos dejemos engañar por las voces sutiles de las sirenas que buscan adormecernos y confundirnos con los aparentes triunfos de las encuestas!

Está en juego nuestra Patria como Nación y cada uno de nosotros puede ser cómplice de que se afiance el proceso de descomposición o produzcamos en cambio una transformación que nos coloque al frente de la grandeza que supieron conseguir nuestros antepasados.

Padre Ricardo B. Mazza. Director del CEPS “Sto Tomás Moro. Prof. Titular de Teología Moral y DSI en la UCSF

Santa Fe, 14 de agosto de 2007.

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9 de agosto de 2007

La codicia, los gobiernos, las empresas y la gente

La mentalidad descrita en el pasaje evangélico se percibe en la concepción misma que de la economía tienen aquellos que manejan la cosa pública desde el Estado.

Y Jesús “les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aún en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes.» Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: "¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?"Y dijo: "Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea." Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?" Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios.» (Lucas 12, 15-21)

1.- Guardarse de toda avaricia

Reflexionando el pasaje del evangelio que proclamamos en la liturgia dominical el pasado 5 de agosto, concluí una vez más cuánta iluminación nos confiere la Palabra de Dios sobre las distintas situaciones que vive el hombre en la sociedad y cultura actuales.
Y así captamos cómo el personaje del pasaje bíblico está pletórico de satisfacción ya que sus campos han rendido abundantemente.
No sabe qué hacer con tanto grano, “fruto de la tierra y del trabajo del hombre”, porque sólo cuenta él y sus circunstancias.
La abundancia de bienes le ha cerrado el corazón, por eso sólo piensa en la propia contemplación de una vida regada de lujos y bienestar.

El bloqueo de su corazón es tan grande que sólo se mira a sí mismo. No podría ser de otra manera ya que al echar un vistazo en el espejo de su egoísmo no puede obtener más que una imagen de sí mismo.
Pero su corazón no sólo está cerrado –que podría abrirse en algún momento- , ni sólo bloqueado –podría la realidad circundante golpearlo duramente y cambiar- sino que está también clausurado, ya que no hay perspectiva de que alguien distinto a él mismo pueda iluminarlo a partir de la existencia desgraciada de los que lo rodean.
"¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?" (v.17) observa, cuando la pregunta que lo sacaría de sí mismo debiera dirigirse a los que siembran el campo, a los cosechadores, a los tantos desconocidos y sus familias que trabajan para él.
“Yo pago bien”, podría decir, rigiéndose por los principios de la justicia conmutativa, “¿para qué preguntar entonces a los demás?”
Es que únicamente en la apertura a los otros encontrará la posibilidad de recoger sugerencias convenientes, descubrir la angustia de los que sólo reciben lo necesario para sostener pasajeramente su dignidad.

Seguramente entraría de lleno en los preceptos de la justicia distributiva que condesciende en participar ganancias y crear inteligentemente nuevas fuentes de trabajo, y de la justicia social que permite crecer sostenidamente a los suyos sin que ello provoque envidias inútiles, sino alegrías compartidas.
Pero lamentablemente el corazón de este hombre sólo mira sus intereses. De allí que reflexione “diré a mi alma: alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea."(v.19). Y comienza a vivir en su intención el goce de sus bienes en el despilfarro con sus amigos, engordando de placer y lujos para el día del cautiverio como dice el profeta Amós (6,1-7).
De hecho este resultado estremecedor es profetizado por el mismo Jesús cuando afirma: “Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?" (v.20).No necesariamente la derivación de todo esto es la muerte, sino que es suficiente con que esta vida de regalo se vuelva contra el disoluto mismo.
A la luz de estas enseñanzas vienen a mi memoria símiles situaciones a las que se aplica el texto bíblico. En efecto, no pocas personas individualmente consideradas, acumulan riquezas para sí y en un permanente diálogo consigo mismas sólo pretenden vivir una vida de lujos y buen pasar, haciendo caso omiso de la situación de tantos hermanos que pasan al lado sin tener siquiera lo necesario para vivir dignamente.
En tales modos de vida se puede percibir comúnmente la ausencia de Dios en todos los campos de la existencia. En todo caso aparecería en las situaciones límites que muchas veces el mismo Dios permite para acceder a la conversión salvadora y a la apertura generosa hacia el otro y sus necesidades.

2.- La acumulación de los poderosos y de los Estados.

Pero esta forma de concebir la vida, -como lo muestra el texto bíblico-, no sólo se aplica a los casos particulares, sino que es lícito referirla al mundo de la economía o del uso de los bienes en general.
Y así nos recuerda el Papa Benedicto XVI en la Exhortación Apostólica “Sacramentum Caritatis” (22 de febrero de 2007): “No podemos permanecer pasivos ante ciertos procesos de globalización que con frecuencia hacen crecer desmesuradamente en todo el mundo la diferencia entre ricos y pobres. Debemos denunciar a quien derrocha las riquezas de la tierra, provocando desigualdades que claman al cielo.” (cf. St. 5,4) (nº 90)
¡Cuántas veces grandes empresas o sistemas económicos sólo buscan la acumulación de bienes y ganancias para unos pocos -de hecho la lista de grandes fortunas lo demuestran- sin un verdadero espíritu de apertura a la solidaridad favoreciendo el que el mayor número de personas compartan las riquezas que son comunes a todos por voluntad divina!
Pero también -es justo decirlo- la mentalidad descrita en el pasaje evangélico se percibe en la concepción misma que de la economía tienen aquellos que manejan la cosa pública desde el Estado.
En efecto, hace pocos días se anunciaba la cuantiosa recaudación impositiva que se operaba en nuestra Patria. Sin duda la inflación galopante influye no poco en la percepción constante y copiosa del IVA que grava los bienes de consumo. El discurso oficial entonces, se ufana en que somos ricos, aunque nos compren los bonos famosos desde otros países y así cautivan aún más nuestra riqueza.
Junto a ese anuncio de aparente desarrollo económico, aflora en las noticias nacionales cómo un sinnúmero de hermanos nuestros argentinos pertenecientes a las comunidades indígenas del Chaco y otras provincias, padecen el flagelo de la desnutrición, no sólo infantil sino también adulta.
Las largas colas de promesantes celebrando a San Cayetano en el día de ayer, no sólo señalan el espíritu agradecido por el trabajo obtenido o conservado, sino la súplica silenciosa y dolorosa por el pan y el trabajo de los que muchos carecen.
Mientras tanto aparentemente se acumulan “grandes reservas” en las arcas del Estado fruto de los impuestos o de las retenciones, pero no se distribuye inteligentemente entre los más débiles ni se promueven verdaderas políticas de estado que ataquen la pobreza en su raíz.
En todo caso esa riqueza - que es de todos-, se utiliza para promocionar los “presuntos éxitos gubernamentales” o para aceitar las relaciones necesarias entre unos pocos para lograr el éxito en las elecciones que se avecinan, o en proyectos que para nada atienden el bien común.
¡Ni qué hablar de la vida regalada de quienes debieran pensar sólo en servir a sus hermanos y no servirse de ellos!
Los precios en suba de las frutas y verduras, por poner un ejemplo, -a causa del frío-, conforme al parecer de los que ejercen el comercio, -artificialmente aumentados- según los que defienden al consumidor, no encuentran un freno por parte del Estado que debe velar por el bienestar de todos.
¿Cómo hacerlo? Ordenando la producción y venta con precios justos si no lo son, o subsidiando como se subsidian tantas cosas -con los impuestos de todos- si la causa real es el factor climático, de manera que llegue a la mesa de los ciudadanos lo necesario para una alimentación digna.
Hacer eso es pensar cómo resolver los problemas del pueblo y no el encerrarse en los propios intereses sectoriales o políticos, defendiendo el dogma de fe del índice de precios “oficial” pretendiendo que la inflación es sólo, como la inseguridad, una “sensación”.

3.- Papel de la Iglesia en estas circunstancias.

Nos dice Benedicto XVI en “Sacramentum Caritatis”: “El Señor Jesús, Pan de vida eterna, nos apremia y nos hace estar atentos a las situaciones de pobreza en que se halla todavía gran parte de la humanidad: son situaciones cuya causa implica a menudo un clara e inquietante responsabilidad por parte de los hombres. En efecto, « sobre la base de datos estadísticos disponibles, se puede afirmar que menos de la mitad de las ingentes sumas destinadas globalmente a armamento sería más que suficiente para sacar de manera estable de la indigencia al inmenso ejército de los pobres. Esto interpela a la conciencia humana. Nuestro común compromiso por la verdad puede y tiene que dar nueva esperanza a estas poblaciones que viven bajo el umbral de la pobreza, mucho más a causa de situaciones que dependen de las relaciones internacionales políticas, comerciales y culturales, que a causa de circunstancias incontroladas.” (Discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede (9 de enero de 2006) (nº 90).

Parafraseando al Pontífice y aplicándolo a nuestra Patria, ¿cuánto se podría hacer con lo que se destina a planes anticonceptivos y a dádivas, si esto se aplicara a erradicar la pobreza? ¿Cuánto se ahorraría, por dar un ejemplo, si se estudiara seriamente la propuesta del Gobernador Sobisch de aprovechar los recursos naturales de Neuquén en lugar de adquirirlos afuera?
De allí que para los creyentes el desafío es muy grande en la hora crucial de nuestra historia ya que “el alimento de la verdad nos impulsa a denunciar las situaciones indignas del hombre, en las que a causa de la injusticia y la explotación se muere por falta de comida, y nos da nueva fuerza y ánimo para trabajar sin descanso en la construcción de la civilización del amor. Los cristianos han procurado desde el principio compartir sus bienes (cf. Hch 4,32) y ayudar a los pobres.” (cf. Rm 15,26). (n º 90).

Aunque “las instituciones eclesiales de beneficencia, en particular Caritas en sus diversos ámbitos, prestan el precioso servicio de ayudar a las personas necesitadas, sobre todo a los más pobres”, (nº 90) no es tarea de la Iglesia, tranquilizar las conciencias de los gobernantes y la nuestra, tratando de paliar la pobreza con la distribución de las “dádivas” de los subsidios, sino el hacer ver de manera continua y vinculante la obligatoriedad de un servicio sacrificial que privilegie a los más débiles de nuestra sociedad favoreciendo la cultura del trabajo y creando nuevas fuentes del mismo para la dignificación humana.
Y esto porque “el misterio de la Eucaristía nos capacita e impulsa a un trabajo audaz en las estructuras de este mundo para llevarles aquel tipo de relaciones nuevas, que tiene su fuente inagotable en el don de Dios... El cristiano laico en particular, formado en la escuela de la Eucaristía, está llamado a asumir directamente su propia responsabilidad política y social. Para que pueda desempeñar adecuadamente sus cometidos hay que prepararlo mediante una educación concreta para la caridad.” (nº 91).
¡Quiera Dios podamos ver los frutos de una nueva civilización del amor!


Padre Ricardo B. Mazza. Director del CEPS “Sto Tomás Moro”. Profesor Titular de Teología Moral y Doctrina Social de la Iglesia en la UCSF.
08 de Agosto de 2007.

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1 de agosto de 2007

El valor salvífico del dolor

El “orden nuevoque inaugura el misterio de la Cruz le permitió entender y vivenciar desde la fe que el sufrimiento no nos arroja en brazos del absurdo, sino que permite vislumbrar un mundo nuevo: el mismo que Cristo inaugura con su entrada en este mundo.

1.- El hombre que sufre, camino de la Iglesia.

Una de las experiencias más ricas que suele tener el sacerdote en su ministerio, es el encuentro con la realidad del Cristo sufriente presente en el cuerpo y alma de tantas personas que caminan por este mundo, sin que muchos perciban la riqueza que se localiza en este modo especial de imitar a Jesús el Salvador.

Estamos tan acostumbrados a oír nada más que elogios por la vida placentera, que sin quererlo e insensiblemente vamos pensando que el verdadero “bienestar” del ser humano está en el goce de lo temporal, en el disfrute sin freno de todo lo creatural que ofrece la sociedad de consumo en la que estamos insertos.

Sin embargo, la experiencia nos enseña que a pesar de esta prédica que propaga múltiples sucedáneos para atiborrar la insaciable sed de felicidad, nunca como en este tiempo el hombre ha estado tan solo, vacío de sí mismo, corriendo tras espejismos de felicidad ilusoria.

De allí que resulte necesario e impostergable recordar con el difunto papa Juan Pablo II que“La Iglesia, que nace del misterio de la redención en la cruz de Cristo, está obligada a buscar el encuentro con el hombre, de modo particular en el camino de su sufrimiento. En tal encuentro el hombre se convierte en el camino de la Iglesia, y es este uno de los caminos más importantes. (Carta Apostólica Salvifici doloris, nª 3).

Nótese que el papa se refiere a que la Iglesia está obligada, es decir urgida, a crear lazos que la liguen especialmente con el hombre que sufre y que este camino del dolor es uno de los más importantes para ella.

No constituye por lo tanto para la Iglesia un camino valioso para transitar por este mundo el del hombre que disfruta, sino el del hombre que sufre.

De hecho la Iglesia nace de la Cruz y es siempre desde y en la Cruz donde ella crece en madurez y credibilidad evangélica. Piénsese por ejemplo, en la Iglesia perseguida durante siglos, en la sangre derramada de los mártires, y en el sufrimiento de muchos fieles que en el transcurso del tiempo han contribuido a la purificación y al fortalecimiento de la esposa de Cristo.


2.- El sufrimiento como expresión nueva de la Cruz de Cristo.

Juan Pablo II nos sigue diciendo (N°18):“El sufrimiento humano ha alcanzado su culmen en la pasión del Cristo. Y a la vez, ésta ha entrado en una dimensión

completamente nueva y en un orden nuevo: ha sido unida al amor, a aquel amor que crea el bien, sacándolo incluso del mal, sacándolo por medio del sufrimiento, así como el bien supremo de la redención del mundo ha sido sacado de la cruz de Cristo”.

Aprovecho las palabras de este esclarecedor documento del difunto Juan Pablo II para iluminar una experiencia vivida en la parroquia recientemente. Hace unos días –el 24 de julio- Carina, una joven mamá de 37 años moría padeciendo la crueldad del cáncer.

La enfermedad presente en su vida hacía ya más de un año, le fue permitiendo como señala el papa, unir la cruz del Señor “al amor que crea el bien”.

Y esto -entre las luces y sombras que presenta toda realidad humana, incluso el dolor-, porque fue entendiendo que el amor verdadero no está ajeno al sufrimiento, ya que este nos vincula directamente con el amor del Redentor que se manifestó con creces muriendo en la Cruz.

El “orden nuevo” que inaugura el misterio de la Cruz le permitió entender y vivenciar desde la fe que el sufrimiento no nos arroja en brazos del absurdo, sino que permite vislumbrar un mundo nuevo: el mismo que Cristo inaugura con su entrada en este mundo.

Para el que carece de la fe cristiana, el dolor es la aniquilación del “bienestar” del hombre y la mutilación de todo futuro.

Para el creyente, en cambio, el sufrimiento no sólo es creativo de lo bueno, por su asimilación al sacrificio de Cristo, sino porque lo saca del poder del mal que pretende incubar en su corazón la rebeldía ante Dios y la queja ante lo supuestamente absurdo del padecer.


3.- El descenso y la elevación del sufrimiento humano.

Continúa enseñándonos Juan Pablo II sobre el sufrimiento humano (N° 22):

“Quienes participan en los sufrimientos de Cristo tienen ante los ojos el misterio pascual de la cruz y de la resurrección, en la que Cristo desciendeelevación, confirmada con la fuerza de la resurrección, esto significa que las debilidades de todos los sufrimientos humanos pueden ser penetrados por la misma fuerza de Dios, que se ha manifestado en la cruz de Cristo”. hasta el extremo de la debilidad y de la impotencia humana… ...Pero si al mismo tiempo en esta debilidad se cumple su

Carina fue experimentando este descenso y elevación que otorga el sufrimiento humano unido a la Cruz de Cristo.

Descenso porque a medida que transcurría el tiempo de su enfermedad percibía el deterioro de su cuerpo, la impotencia ante lo irreversible, el auge cada vez mayor del dolor, el humano desamparo futuro de sus tres pequeños hijos, la ausencia próxima de su persona acompañando siempre a su fiel esposo, la imposibilidad de detener la marcha de la debilidad en todos los aspectos de la vida.
Pero al mismo tiempo desde la resurrección de Jesús experimentaba la elevaciónporque comprobaba el amor de sus hermanos en la atención constante que recibía cariñosamente del personal sanitario del hospital Iturraspe, en la preocupación permanente de sus vecinos, en la compañía silenciosa y alentadora de su esposo, en la purificación del corazón que la

conducía al “dies natalis”, es decir al día de su nacimiento para el cielo que siempre esperó esperanzadoramente, en la seguridad que le daba la fe que desde la vida que no tiene fin acompañaría a sus hijos.

En la debilidad experimentaba su familia toda la fuerza de Dios, ya que como lo asegura Juan pablo II “a través de los siglos y generaciones se ha constatado que en el sufrimiento se esconde una particular fuerza que acerca interiormente al hombre a Cristo, una gracia especial” (nº 26).

De allí que su hija mayor no dejaba la catequesis, participando siempre -acompañada por su papá- en la misa dominical, conscientes de que la Eucaristía es no sólo alimento nutritivo de la vida, sino también promesa de unión plena con el Señor.


4.-“Sígueme, Ven”

En este caminar por la senda del sufrimiento humano, tantas veces incomprensible a la razón humana, Carina, como tantos otros que sufren, percibía que “Cristo no explica abstractamente las razones del sufrimiento, sino que ante todo dice: ‘Sígueme’, ‘Ven’, toma parte con tu sufrimiento en esta obra de salvación del mundo, que se realiza a través de mi sufrimiento. Por medio de mi cruz. A medida que el hombre toma su cruz, uniéndose espiritualmente a la cruz de Cristo, se revela ante él el sentido salvífico del sufrimiento. El hombre no descubre este sentido a nivel humano, sino a nivel del sufrimiento de Cristo”. (S.D. nº 26).

¡Cómo no evocar el espíritu desprendido de Carina que a medida que el Señor la reservaba para sí, pidiéndole la imitación suprema del dolor, se despojaba de lo que pudiera ser atadura!

Y así recuerdo cuando destina a los más pobres -porque ella también era pobre materialmente hablando- una colecta que se hizo en la escuela de su hija para paliar en parte los gastos de su enfermedad.

¿Por qué donó esa colecta? Porque el día en que la recibió, su esposo consiguió trabajo efectivo, y ella y él decidieron que la mejor respuesta a la generosidad de Dios para con ellos debía ser el compartir lo poco con los que menos tienen.

El pasado domingo 22 de julio, dos días antes de su muerte, la visité por última vez. Le administré otra vez el sacramento de la Unción de los enfermos dada su gravedad, asistida como estaba por el oxigeno.

Su rostro marcado ya con la proximidad de la muerte, se le ilumina ante la cercanía del Señor.

¿Podrás comulgar? -le dije. Me indicó que aunque sea una pequeña partícula, como oyendo las palabras del Señor: “Sígueme, Ven”.

Ya fortalecida y preparada por “el pan de los ángeles” se fue apagando, rezando, acompañada por el consuelo de Dios y de sus seres queridos, a quienes quiso y por los que ofreció su dolor.

Su rostro plácido, ya muerta, denotaba el gozo de los que mueren en el Señor, transmitiendo a los suyos la paz que sólo viene de Dios.

Pasados unos días, el domingo 29 de julio, después de la misa como cada día del Señor, conversé un rato con su esposo Alberto y su hija mayor -que se

prepara para la confirmación y primera comunión-.

Pregunté por los otros hijos, pequeños aún.

Me transmitieron la fuerza del mismo Dios que los sostenía. Se palpaba en el aire la presencia de Carina, que desde el Señor protegía a sus seres más queridos.