29 de julio de 2019

“Tiene Él más ganas de dar que nosotros de recibir; de hacernos misericordia que nosotros de vernos libres de nuestras miserias". (San Agustín, Sermón 105).

Como el niño nacido en una familia creyente aprende a rezar de sus padres y comienza a valorar lo que significa unirse a su Dios, le pedimos a Jesús, con sus discípulos,  que nos enseñe a orar como Juan Bautista inició a sus seguidores en este modo de comunicarse con Dios, sintonizando  de esa manera tan sencilla con el Padre (Lc. 11, 1-13).

23 de julio de 2019

Señor, ¿quién entrará en tu casa?: El que te contempla en la oración y procede rectamente en su vida de cada día.

El salmo interleccional (14, 2-5) que hemos cantado nos interpela al preguntarse el salmista y con él nosotros: “Señor, ¿quién entrará en tu casa?

15 de julio de 2019

El conocimiento y amor de Dios permite al hombre abrirse a los demás e incluirlos como hermanos suyos e hijos del mismo Padre.

El eje sobre el que gira la  enseñanza de este domingo refiere a la pregunta sobre el sentido de la existencia humana que culmina en la vida eterna y cómo alcanzarla, para lograr así, la plenitud como hijos adoptivos de Dios.

8 de julio de 2019

“Crucificados para el mundo, es decir, sin acomodarnos a sus caprichos, llevemos el evangelio de la verdad a todo persona de buena voluntad”.




 Comenzamos la Eucaristía de este domingo implorando a Nuestro Dios que “ya que por la humillación  de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; concédenos una santa alegría, para que, liberados de la servidumbre del pecado, alcancemos la felicidad que no tiene fin”.

1 de julio de 2019

El verdadero seguidor de Cristo deja toda seguridad mundana para servirlo con generosidad por la senda de la Verdad y el Bien.


El texto del evangelio que hemos proclamado, nos dice que Jesús partió decididamente hacia Jerusalén (Lc. 9, 51-62) porque “estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo”, es decir, se acercaba el momento en que debía glorificar al Padre y obtener la salvación del hombre por su muerte en cruz y posterior resurrección, culminando con su ascensión.