31 de diciembre de 2007

El llanto de Raquel


la Argentina oculta, -de la que gustaba hablar el difunto Mons. Vicente Zazpe- la que no aparece publicitada pero que es honesta y fiel a sus principios, llora también ahora por el asesinato, ya público, de sus hijos más pequeños y desvalidos”

1.-El llanto de Raquel

Así habla el Señor: ¡Escuchen! En Ramá se oyen lamentos, llantos de amargura: es Raquel que llora a sus hijos; ella no quiere ser consolada, porque ya no existen” (Jeremías 31, 15).

Este texto de Jeremías profeta, se refiere a Raquel, madre de José, -padre de Efraín y Manasés, las más importantes entre las tribus del Norte- , y Benjamín. Al caer Samaría, capital del Reino del Norte, Raquel llorando a sus hijos personifica al mismo Israel que llora por la muerte y el destierro de los miembros de las tribus de Efraín, Manasés y Benjamín.

La caída del reino del Norte en definitiva, es fruto del pecado y de su lejanía del Dios verdadero. De hecho, el hombre no puede subsistir por sí mismo si no se funda en la piedra viva que es el mismo Dios, su Señor.

La ruptura de la alianza con Dios trae siempre como consecuencia la destrucción del mismo hombre. De allí que no es de extrañar que sea la nuestra, una época histórica en la que el hombre se encuentra tan extraviado, justamente porque ha perdido su vinculación con el Creador.

Para colmo de males a medida que pasa el tiempo, no se vislumbra un corazón humano arrepentido, sino más bien endurecido en sus caprichos, en sus puntos de vista y en sus proyectos ausentes de Dios.

2.-La matanza de los inocentes

Este texto de Jeremías es retomado por el Evangelio de Jesucristo según San Mateo (cap.2, 18) al referirse a la matanza de los inocentes menores de dos años en la ciudad de Belén.

Mateo aplica el texto de Jeremías a la muerte de los inocentes asesinados por Herodes a causa del odio a Jesús, de quien temía le arrebatara el trono, fundándose, tal vez, en la tradición que sitúa la tumba de Raquel en territorio de Belén.

Aparece así, desde vieja data, la visión desalmada del hombre, que ve en cada niño, especialmente el no nacido, a un potencial enemigo para sus propios intereses.

De hecho la planificación internacional de la matanza de niños, o su posterior esclavitud si han nacido, apunta a menguar las bocas en el mundo para engordar la opulencia de los ricos, a quienes, -únicamente a ellos- según la ley del más fuerte, se les reconoce el derecho de supervivencia.

El tiempo litúrgico de la Navidad que estamos celebrando viene a colocarnos nuevamente ante el Niño recién nacido en Belén que nos está diciendo “aquí estoy yo para afirmar la dignidad de la persona desde su concepción hasta su muerte natural”.

En efecto, el Hijo de Dios se hace hombre para entrar de lleno en nuestra historia y mostrarnos el camino de la divinización.

Si Dios quiere tanto al hombre que quiere hacerlo partícipe de su misma vida, y por ello no sólo nace sino que muere y resucita, ¿quién es el hombre, por más poder que tenga –que siempre es endeble y pasajero- para decidir a cuáles de sus hermanos eliminar?

3.-La matanza de los niños hebreos

Esta eliminación de inocentes provocada por políticas de Estado, tiene un antecedente clarísimo en el texto del libro del Éxodo (cap.1, 6-final) cuando “asumió el poder en Egipto un nuevo rey, que no había conocido a José. El dijo a su pueblo: “El pueblo de los israelitas es más numeroso y fuerte que nosotros. Es preciso tomar precauciones contra él, para impedir que siga multiplicándose” (vv.8-10).

En realidad se trató de una Ley de “salud reproductiva”, -eufemismo con el que se quiere acallar las conciencias-, no tan defendida e impuesta como en la actualidad ya que carecían del poder comunicacional propagandístico del mundo globalizado

Interesante resulta captar en el razonamiento del Faraón el mismo fundamento que existe en la actualidad para convalidar el aborto y cualquier otra forma de control de la natalidad.

En efecto el lavado de las conciencias no resultaba tan fácil como en nuestro tiempo.

¿Cuál es el fundamento de la eliminación de los inocentes? El que el pueblo de los israelitas “es más numeroso y fuerte que nosotros”.

Traducido a nuestra época se afirmaría que el conjunto de los pobres, pequeños, enfermos y desvalidos del mundo son más numerosos que los opulentos, vividores y poderosos de esta sociedad hedonista, y por lo tanto hay que impedir que sigan creciendo.

En realidad es una lucha de clases encubierta que se va haciendo cada vez más pública en la que lo débil de este mundo es una interpelación y “afrenta” al mundo globalizado que busca imponer a toda costa el dogma del placer y del disfrute por encima de todas las cosas, incluyendo la vida misma.

Pero como Dios elige lo débil de este mundo para confundir a lo fuerte, el “pueblo creció cada vez más y se hizo muy poderoso” (vers.20) y el Señor fue bondadoso con las parteras que temiéndole no accedían al plan del Faraón (cf.vv. 17.20 y 21).

Importante es esta advertencia del texto bíblico, ya que a pesar de los esfuerzos de los grandes por exterminar a los pequeños, se verá el triunfo de los que son fieles a la dignidad de la persona humana, y la defienden.

4.- El Llanto de Argentina

Decíamos al principio de este artículo que Raquel llorando a sus hijos personifica al

mismo reino del Norte que llora por la muerte y el destierro de los miembros de las tribus de Efraín, Manasés y Benjamín.

Pues bien, la Argentina oculta, -de la que gustaba hablar el difunto Mons. Vicente Zazpe- la que no aparece publicitada pero que es honesta y fiel a sus principios, llora también ahora por el asesinato, ya público, de sus hijos más pequeños y desvalidos.

Este año que ya culmina se vio marcado por el asesinato de un niño aprobado por la justicia entrerriana.

En efecto, la noticia que nos llegaba el pasado 21 de septiembre decía : “La Sala 2 en lo Civil y Comercial del Tribunal Superior de Justicia de Entre Ríos dictaminó ayer que no hace falta autorización judicial para practicar el aborto de la menor discapacitada embarazada tras una violación. Los tres vocales de la Sala 2 en lo Civil y Comercial de la Corte entrerriana, Juan Carlos Ardoy, Emilio Castrillón y Leonor Pañeda, rechazaron el recurso interpuesto por el padre de la joven embarazada, cercenando la patria potestad. De este modo la Corte confirmó la sentencia de la Cámara de Apelaciones en lo Civil, que había levantado la prohibición para practicar el aborto dictada por la jueza de Menores Claudia Salomón”. (Notivida nº 469. 21/09/07).

Con el apoyo y beneplácito del gobierno nacional, provincial y del Inadi, se ajustició al niño no nacido, seguramente brindando todos en las copas del negocio con la sangre vertida.

Hace un tiempo, emitieron por TV por cable una película que mostraba cómo una mujer cocinaba una especie de buñuelos con la carne y las vísceras trituradas de niños abortados y luego los servía de comida a las “clientas” que con ese espeluznante menú mantenían su belleza y juventud. ¿Estaremos también a las puertas de “globalizar” en el mundo algo tan aterrador?

5.-El Código Penal Argentino

Para analizar lo planteado anteriormente conviene repasar qué dice el Código Penal al respecto: Artículo 85. - El que causare un aborto será reprimido: 1º) Con reclusión o prisión de tres a diez años, si obrare sin consentimiento de la mujer. Esta pena podrá elevarse hasta quince años, si el hecho fuere seguido de la muerte de la mujer.

2º) Con reclusión o prisión de uno a cuatro años, si obrare con consentimiento de la mujer. El máximum de la pena se elevará a seis años, si el hecho fuere seguido de la muerte de la mujer.

Artículo 86. - Incurrirán en las penas establecidas en el artículo anterior y sufrirán, además, inhabilitación especial por doble tiempo que el de la condena, los médicos, cirujanos, parteras o farmacéuticos que abusaren de su ciencia o arte para causar el aborto o cooperaren a causarlo.

El aborto practicado por un médico diplomado con el consentimiento de la mujer encinta, no es punible:

1º) Si se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la madre y si este peligro no puede ser evitado por otros medios.

2º) Si el embarazo proviene de una violación o de un atentado al pudor cometido sobre una mujer idiota o demente. En este caso, el consentimiento de su representante legal deberá ser requerido para el aborto.”

Como se puede observar, el aborto es un delito que lleva aneja una pena concreta, señalando el art. 86 aquellas situaciones en que el mismo no es punible.

Adviértase eso sí que el hecho de que se exima de la pena en contextos concretos, no significa por ello que la acción sea buena, por el contrario la acción voluntaria que provoca la muerte de una persona inocente será siempre intrínsecamente mala y jamás puede ser justificada.

Como el aborto constituye un delito penalizado, una vez cometido debería ser examinado por el juez, quien en cada caso particular denunciado verá si se cumple o no lo preceptuado por la ley.

O sea que al juez le compete, después del hecho, decir si hay o no pena correspondiente, subsistiendo por supuesto el principio de que la acción en sí misma es mala, moralmente hablando, acción que no pueda ser justificada por potestad humana alguna.

6.-“La justicia” de la injusticia

Por lo tanto es un grave abuso de quienes detentan la autoridad en el ejercicio de la justicia, determinar antes del hecho futurible la legalidad del mismo.

Por otra parte, el objeto de la justicia es el derecho o “lo que es debido a toda persona”, siendo la vida misma el primer derecho.

De esto se concluye por lo tanto, que el mismo artículo 86 es moral y jurídicamente malo ya que no preserva la vida inocente siempre, haciendo abstracción de la situación que sea, abriendo así la puerta a que con facilidad se piense que el no matarás al inocente pueda tener excepciones.

Se podrá argüir que si siempre rige el no matarás, tampoco sería lícita la legítima defensa, cosa desatinada en verdad.

En realidad esto se inscribe en la necesaria distinción entre el “no matarás” y el “no matarás al inocente”.

Si Dios quiere, ya escribiré en otro artículo sobre este tema.

En el caso que nos ocupa, lo insólito está en que habiendo pedido el padre de la joven embarazada el no aborto, ya que él se haría cargo de su nieto o nieta, los jueces prefirieron escuchar a la madre de la joven que pedía cuál moderna Medea, la muerte del no nacido.

7.-Un fallo perverso.

¡Nótese en estas actitudes judiciales cuánta perversidad existe! No es la primera vez que en la Argentina, a pesar de existir almas nobles que se ofrecen para adoptar a quien se pretende abortar, los fautores de la cultura de la muerte se enfurecen e insisten con más énfasis en la destrucción del no nacido.

Agrava la resolución judicial el que se utilice la falsedad para llegar al fallo. Veamos que nos dice el Secretariado Nacional para la Familia de la Conferencia Episcopal Argentina: “La corte entrerriana sostuvo que en el caso "Tanus", la Corte Suprema había autorizado un aborto, declarando constitucional el art. 86 del Código Penal. En verdad dicho fallo dejó expresamente aclarado, que el caso fue un adelantamiento del parto, pues el feto era viable y, por tanto quedaba excluido el aborto. Fundar un fallo en una falsedad es un delito. Se llama prevaricato (art. 269 del Código Penal). Aún no se inició el proceso de destitución de los firmantes de ese fallo inicuo” (Notivida nº 471 del 26 de septiembre de 2007).

No resulta extraño que habiéndose pedido el enjuiciamiento de estos jueces –ya que en última instancia prevalece sobre el Código penal lo establecido y protegido en la Constitución Nacional, cuya doctrina debería ser conocida por los que pretenden administrar justicia-, haya existido un silencio cómplice amparando lo resuelto.

En rigor es patente en nuestros días que lo que atenta contra la vida tiene carta de ciudadanía en nuestra Patria, y que por el contrario toda intervención judicial que intente desbaratar el negocio y la corrupción política tiene la muerte anunciada sobre su cabeza, con la sospecha general entre los ciudadanos de que se seguirá la expulsión de los jueces.

Esto debe ser distinguido para no colocar en la misma bolsa de la inoperancia y del juego político a todos los que han de administrar justicia, libre y sin presión política alguna.

Concluyendo recordemos que el Niño recién nacido, hacia quien se dirige todo intento abortista interpela a todos, invitándonos a la conversión para fomentar la paz y la dignidad de la persona humana.

Pidámosle a El que la indefensión de nuestras personas, canonizada con el amparo del aborto de parte de ciertos jueces, no sea más que un sueño.

Quiera Dios comencemos el año Nuevo con la seguridad de un mayor respeto por la dignidad de las personas.

Padre Ricardo B. Mazza, Director del CEPS “Santo Tomás Moro” y del Grupo Pro-Vida “Juan Pablo II.

31 de diciembre de 2007-12-31

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28 de diciembre de 2007

LOS NUEVOS HERODES



“Al verse engañado por los Magos, Herodes se enfureció y mandó a matar, en Belén y sus alrededores a todos los niños menores de dos años…..(Mateo 2,16)

La Iglesia celebra hoy 28 de diciembre el martirio de los Santos Inocentes.

Ellos fueron asesinados por odio a Jesús, dando a la matanza de tantos niños -vigente a lo largo de la historia humana-, una nueva connotación: que siendo ellos “epifanía” (manifestación) del Hijo de Dios hecho hombre y Niño, molestan interpelándola, a la actual sociedad opulenta y replegada en sí misma.

Herodes pensó que su poder sería mellado con el nacimiento del Dios Niño, y en lugar de abrirse a su gracia salvadora, defendió la efímera grandeza que detentaba y temía le fuera arrebatada, por medio del asesinato.

Hoy también tantos niños reclaman al corazón del hombre ser acogidos y aceptados como don de Dios.

Pienso en los desnutridos, en los explotados, en los obligados a trabajar desde pequeños, en los que no tienen pan para llevarse a la boca, en los que viven sin cariño, relegados al olvido, y a los cuales se los trata de eliminar porque ya no se soporta el que sean “epifanía” de Dios.

Y así los planes que se urden , llevan consigo la intención de no permitir que la vida, reflejo de la Vida Divina pueda ser privilegiada como lo fue con la Encarnación del Hijo de Dios.

El aborto, es hoy, la manifestación más clara del rechazo a Cristo.

A la vida naciente se la presenta hoy como la que impide el desarrollo de los pueblos, como la que se alza contra el poder de los poderosos que no quieren compartir las riquezas de este mundo.

Y así la intención que subyace en la mentalidad abortista de despoblar a las naciones más pobres, además de la exclusión de Dios, pretende usurpar la riqueza de los recursos naturales para regalarlos a los Herodes del momento que usufructúan el trono globalizado y carcomido del egoísmo.

Las razones que se esgrimen no reflejan más que la decadencia de una sociedad que de esta manera se encamina a la destrucción.

En no pocas naciones del mundo se pretende hoy legalizar el aborto en cualquier estadio de la vida incipiente, incluyendo a la Argentina que se dirige a metas semejantes, más o menos encubiertas.

Cuando muchos hoy día pretenden convertirse en asesinos de sus semejantes, se envilecen renegando de su naturaleza de ser “imágenes y semejanza de Dios”, e hijos de un mismo Padre de todos.

El Papa Juan Pablo II, nos llama desde la eternidad a defender la vida, y desde su magnífica Encíclica “Evangelium Vitae” nos señala a los nuevos Herodes del siglo XXI.

El número 59 de la Encíclica muestra por los menos a ocho responsables del aborto además de la madre:

1)“Ante todo puede ser culpable el padre del niño , no sólo cuando induce expresamente a la mujer al aborto, sino también cuando favorece de modo indirecto esta decisión suya al dejarla sola ante los problemas del embarazo: de esta forma se hiere mortalmente a la familia y se profana su naturaleza de comunidad de amor y su vocación de santuario de la vida”.

¡Cuánta sabiduría se encuentran en estas palabras! Influencia deletérea del padre del niño, principalmente en los embarazos dentro del noviazgo o después de una noche de placer egoísta, que queda al descubierto cuando no se quiere asumir las consecuencias de los actos.

Y si miramos también la vida ya nacida, ¿cuántos padres se despreocupan de la formación integral de sus hijos, dejando sola a la madre de los niños, sus esposas, para que cumplan simultáneamente el papel materno propio y el paterno no ejercido por la actitud claudicante del esposo?

2) No se pueden olvidar las presiones que a veces provienen de un contexto más amplio de familiares y amigos. No raramente la mujer está sometida a presiones tan fuertes que se siente psicológicamente obligada a ceder al aborto”.

¡Cuántas presiones se dan todavía en este campo! ¡En lugar de acompañar y de ayudar a recibir con alegría la nueva vida, se empuja a la infelicidad futura más desgarradora!

La culpabilidad de éstos queda patente, cuándo Juan Pablo II afirma a continuación: “No hay duda que en este caso la responsabilidad moral afecta particularmente a quienes directa o indirectamente la han forzado a abortar.”

Es el caso típico de los cooperadores al mal, cuya culpabilidad será mayor cuanto mayor haya sido la influencia negativa sobre el aborto realizado.

3) También son responsables los médicos y el personal sanitario cuando ponen al servicio de la muerte la competencia adquirida para promover la vida”.

¡Qué contrasentido llamados a cuidar la vida se transforman en instrumentos conscientes de la muerte! ¡Cuánto pesa el juicio del médico, tenido aún en estos casos como cualificado! ¡Cuánto se confunde a la mujer en estos momentos desesperados con falsas razones!

¡Qué doloroso es ver el amor idolátrico al dinero que lleva a eliminar vidas a cambio de pingües ganancias!

4) “Pero la responsabilidad implica también a los legisladores que han promovido y aprobado leyes que amparan el aborto ,”

Elegidos para promover el bien común, y ofrecer alternativas legales que favorezcan a la persona humana, procurando su promoción y su más plena realización como hijos de Dios , muchas veces sólo buscan halagar a corrientes ideologizadas, o ceden a presiones de intereses internacionales y económicos, volviéndose en meros victimarios de sus hermanos. ¡Y muchas veces en nombre de supuestas disciplinas partidarias!

Y más grave aún es la situación de aquellos que se dicen católicos, pero traicionan su fe, renegando de Aquel que vino a dar la Vida en abundancia, vida ofrecida incluso a ellos a pesar de su traición.

Aunque no lo diga expresamente el Papa, también engloba esta afirmación a todos los que favorecen leyes que cercenan la facultad generativa del hombre y de la mujer, porque en lo más profundo de su ser subyace la tentación consentida de la anti-vida.

5) “y, en la medida en que haya dependido de ellos, los administradores de las estructuras sanitarias utilizadas para practicar abortos”.

Hospitales y sanatorios fueron establecidos para cuidar la salud y la vida. Subvierten su sentido cuando se utilizan para atropellar la dignidad de la persona, impidiéndole alcanzar el primero de los derechos humanos que es el de la vida.

¡Nos estremecíamos de espanto hace un tiempo cuando noticias llegadas de España daban cuenta de la trituración de numerosos niños abortados que eran arrojados a las cloacas con total impunidad!

6) “Una responsabilidad general no menos grave afecta tanto a los que han favorecido la difusión de una mentalidad de permisivismo sexual y de menosprecio a la maternidad,”

¡Cuánta propaganda engañosa defensora del llamado sexo seguro! ¡Cuánta invitación al libertinaje sexual sin el compromiso del amor verdadero que es donación de sí mismo, y abierto a la vida! ¡Cuánta influencia negativa de ciertos grupos feministas que amordazan el llamado natural de toda mujer a la maternidad! ¡Cómo se quiere hacer creer que la maternidad denigra a la mujer! ¡Cómo se ridiculiza a quien ha sido generosa en dar la vida a varios hijos!

En fin, la maternidad resulta ya para muchos, mentalizados por la “nueva cultura” de la muerte, un oprobio y no un don que ennoblece.

Y respecto a la llamada “libertad sexual” que abarca acciones de todo tipo, y en cualquier edad, y sin otra meta que el placer querido por sí mismo, ¿es más feliz el hombre y la mujer de hoy a quienes se les induce al total desenfreno?

¿Encuentran la plenitud de vida que siempre se anhela? ¿O no sucede todo lo contrario, es decir que el ser humano está cada vez más vacío y sediento de una felicidad que no llega?

7) “como a quienes debieron haber asegurado -y no lo han hecho- políticas familiares y sociales válidas en apoyo de las familias, especialmente de las numerosas o con particulares dificultades económicas y educativas”

¡Cuánto falta en nuestras leyes esta promoción de la vida! ¡Cuánta desprotección de las familias numerosas, cuya generosidad más que ser fuente de alegría es causa de sufrimientos sin par como la falta de vivienda adecuada, carencia de salario familiar digno , falta de trabajo bien remunerado, desamparo en la salud, mediocridad en la educación!

¡Cuántos jóvenes generosos posponen su vocación a constituir una familia por falta de recursos y de leyes que propicien el matrimonio!

8) “Finalmente, no se puede minimizar el entramado de complicidades que llega a abarcar incluso a instituciones internacionales, fundaciones y asociaciones que luchan sistemáticamente por la legalización y la difusión del aborto en el mundo”.

Es conocida la presencia de políticas económicas internacionales que favorecen la concesión de préstamos u otros emprendimientos a los países en dificultades, siempre y cuando se favorezcan e implementen estrategias contrarias a la vida y a la familia en una escala nunca vista.

Como afirma el Papa, más allá de la responsabilidad personal ,existe una dimensión social del problema, constituyendo en la actualidad una grave amenaza contra la vida no sólo individual , sino también la de toda la civilización (Carta a las Familias, nº 21).

Quiera Dios en esta Navidad otorgarnos el don de la lucidez para descubrir su Plan Salvífico sobre nosotros, haciéndonos cada vez más respetuosos de la vida humana que nos abre a la grandeza de la Vida Divina.

Padre Ricardo B. Mazza. Director del Grupo Pro-Vida “Juan Pablo II” y del CEPS “Santo Tomás Moro”. Párroco de “Ntra Señora de Lourdes” de Santa Fe de la Vera Cruz.

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28 de Diciembre de 2007.

24 de diciembre de 2007

Las enseñanzas de la Noche Buena en el hoy de la Providencia

1.-La gracia que se nos regala abundantemente.

Llegamos a ésta Noche Santa en la que comenzamos a vivir nuevamente la Navidad de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre. Como el ángel le dijo a José en sueños (Mt. 1,18-25) “El salvará a su Pueblo de todos sus pecados”.

El Hijo de Dios se presenta en la historia humana en este año, en ésta época, anunciando que El es el Salvador, que todavía hay tiempo para que la humanidad abra su corazón y deje que penetre en nuestro interior su gracia salvadora y nos haga renacer a una vida nueva.

Y esto nos lo va mostrando la Palabra de Dios en los textos bíblicos que acabamos de escuchar.

Y así el profeta Isaías (Is.9, 1-3), desde el AT nos dice “el pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz”. ¡Qué actualidad tienen estas palabras! Porque hoy caminamos muchas veces en las tinieblas de la ignorancia, del pecado, de ese mundo que rechaza al Hijo de Dios hecho hombre, como lo ha de recordar san Juan (Jn. 1): “El verbo se hizo carne, habitó entre nosotros pero los suyos no lo recibieron”-

En este mundo de tinieblas aparece una gran luz: es Cristo como Luz del mundo que viene a disipar las tinieblas del pecado y a iluminarnos para entender en qué consiste esta vida que El ofrece a todo hombre y mujer de buena voluntad que quieren encontrarse con el Señor.

Por eso la liturgia sigue mostrándonos este mensaje salvador cuando el apóstol S. Pablo le dice a Tito (Tito 2,11-14): “la gracia de Dios que es fuente de salvación para todos los hombres se ha manifestado”. La gracia que significa que por la acción del Señor en nuestro corazón cada persona que se le entrega se convierte en alguien que es agradable ante sus ojos, es templo del Espíritu.

Esa gracia de Dios que nos permite participar de la misma vida de Dios. Cristo viene a la humanidad doliente para nuevamente decirle que el Padre nos ha elegido desde toda la eternidad para que seamos sus hijos y que es tiempo todavía para entrar de lleno en ésta vida nueva para abrir el corazón a la gracia de lo alto.

2.-Rechazar la impiedad y los deseos mundanos

Este encuentro personal con el Señor, esta gracia recibida nos reclama una respuesta concreta. El mismo Apóstol nos sigue diciendo que la gracia de Dios “nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia, y piedad mientras aguardamos la feliz esperanza y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador”.

En estas palabras del apóstol hay dos afirmaciones. Por un lado aquello que ha de ser como tarea del cristiano en cuanto ascesis continua: rechazar la impiedad y los deseos mundanos., que no tienen nada que ver con aquel que es hijo de Dios por el bautismo-,

¿Qué es la impiedad? Podemos decir que estamos insertos en la actualidad en una cultura de la impiedad. La impiedad es la ausencia de Dios, la exclusión de Dios de nuestras vidas. Es verdad que somos muchos lo que tratamos de vivir en comunión con Dios, pero también es cierto que la cultura dominante es la de la impiedad y que de alguna manera quiere imponernos sus modelos, si no estamos atentos a que nuestras formas de pensar y de vivir estén de acuerdo con el evangelio.

Dios ya no cuenta, -lo vemos tantas veces en quiénes se dicen creyentes y actúan como impíos, sin Dios, mejor dicho su dios es el dinero, el poder o el honor.-

Incluso en nuestra vida cotidiana la presencia de Dios muchas veces no existe. ¡Cuántas veces después de participar en la liturgia dominical en la que hemos hecho presente al Señor, sentimos la tentación de vivir sin Dios durante toda la semana!

Vivir sin Dios en los criterios, en los pensamientos, en los puntos de vista, en la visión del mundo, de la sociedad, de los acontecimientos de cada día. Cuántas veces reconocemos esta ausencia de Dios al asumir criterios y posturas que nada tienen que ver con el creyente de veras, con el Señor.

Pero rechazar también los deseos mundanos. ¿Cuáles son los deseos mundanos? Lo que prima en la sociedad es el deseo del poder, del dinero, del placer, de la vida fácil, del triunfo cueste lo que cueste, sociedad de consumo, insertos en un mundo en que el hombre pareciera permanentemente insatisfecho.

Por eso los estudios de marketing viven inventando cosas nuevas para responder las necesidades de los corazones descontentos. Descubren las necesidades del hombre y van buscando nuevas formas de satisfacerlas. De allí su éxito, porque a pesar de que van apareciendo nuevas cosas, como el hombre esta vacío de lo eterno busca llenarse con nuevas cosas siempre tan efímeras y fugaces que siguen dejándolo insatisfecho en una carrera desenfrenada por encontrar qué lo compense.

La gracia de Dios, por lo tanto, acertadamente pide rechazar los deseos mundanos que no nos llevan a Dios, para encontrar el reposo del alma sólo en El.

Cuando la vida del hombre está guiada por la estrella luminosa que es la presencia de Dios, y Dios ilumina nuestro caminar, nuestro existir es totalmente distinto. Todo se mide desde el Señor y no desde las cosas, las cuales dejan el corazón cada vez más vacío.

3.-La sobriedad, la justicia y la piedad.

Rechazando esto, continúa el apóstol, con actitud positiva, vivir en la sobriedad, justicia y la piedad. La piedad como contrapartida de la impiedad, o sea que Dios sea el eje de nuestro existir humano. Que Dios no sea un convidado de piedra en nuestras vidas, sino alguien que está presente siempre.

Esta noche el Señor estará ausente en muchas familias. Jesús golpeará las puertas y le dirán ¡ven a gozar con nosotros!, pero sin reconocerle.

La navidad es el cumpleaños de Jesús, ¿han visto un cumpleaños en que esté ausente el homenajeado? Sin embargo Jesús no estará porque para muchos es una fiesta más.

Escuchaba a un locutor de radio invitando a festejar el 24, ya que era una noche alucinante. Y tiene razón. Para muchos es una noche alucinante: la alucinación de la droga, de la bebida, del festejo fácil, de la búsqueda agobiante de todo tipo de placeres donde estará ausente el Señor.

Desde la fe tenemos que decir en cambio, que no es una noche alucinante, es una noche real, Cristo no es una alucinación, es real, el Hijo de Dios en carne humana nos trae la salvación y viene a convertir la vida de toda persona de buena voluntad.

Sigue diciendo San Pablo, vivir en la justicia, que es dar a cada uno lo que le es debido, en primer lugar a Dios y después a cada hermano que debe ser respetado como hijo de Dios. Es promover la verdad, combatir la corrupción en todas sus formas, suscitar la solidaridad, defender la vida, luchar contra la pobreza denigrante de los que carecen de lo necesario para vivir como personas, crecer en la comunión entre los hermanos.

La vida de sobriedad que destaca San Pablo, no es rechazo del uso de las cosas de este mundo, sino el uso de esas cosas tanto cuanto nos llevan a Dios y estar dispuestos a dejar lo que nos aleja del Señor. Conformarnos con lo necesario huyendo de lo trivial y superfluo. Acostumbrarnos a gozar con las cosas simples de la vida que tan abundantemente nos regala el Señor.

Junto con la gracia de Dios que se desborda en el corazón de los hombres, el apóstol va señalando, pues, las actitudes que deben responder a ese altísimo don recibido.

4.- El espíritu de pobreza.

Jesús nace en un pesebre, nos enseña la liturgia de hoy (Lc. 2, 1-14). Nace en medio de una pobreza total. ¿Qué nos está diciendo hoy en medio de una sociedad opulenta para pocos, pero pobre para la mayoría de los hermanos?

En consonancia con lo dicho anteriormente debemos decir que la renovación del cristiano implica en primer lugar ser pobres.

¿Qué significa esto? No carecer de lo necesario para vivir, es decir la miseria, que Dios rechaza y es indigna de la dignidad del hombre, sino es la libertad del corazón humano ante todo aquello que es atadura, que lo pueda esclavizar y desalojar a Dios. Sólo el que es libre ante las cosas de este mundo puede sentirse colmado únicamente por Dios.

Es pobre también cuando advirtiendo alguna ligazón mundana, el cristiano lucha para liberarse, para ser alguien que se entrega libremente a Dios y a sus hermanos.

Un segundo aspecto que nos presenta la pobreza del pesebre para renovarnos y dejarnos guiar por la gracia es el de ser para los pobres.

Entendida la pobreza en un sentido amplio, es una elección por el que vive en pecado y que necesita ser encontrado por nosotros, por aquél que aunque quiera no puede aspirar a un nivel de vida digno porque las estructuras sociales, económicas y culturales se lo impiden.

Disposición de acercarnos a la pobreza del que vive como limitación la enfermedad y el abandono, a la pobreza del que no puede hacer crecer todas sus capacidades, decisión por defender la vida no nacida para terminar con la masacre de tantos niños que han sido abortados, trabajar para que cese la pobreza del mundo de los ancianos sobre quienes se cierne la posible ley de la eutanasia, promover la eliminación de la pobreza –en fin- de los marginados que no pueden alimentarse ni siquiera de las migajas que caen de las mesas de los ricos.

Un último aspecto es el de estar con los pobres, es decir el de esforzarnos por entender desde dentro las limitaciones de los que no tienen trabajo, vivienda digna, salud bien atendida, igualdad de posibilidades.

Sólo entendiendo desde dentro la situación de los pobres podremos contribuir desde el lugar que ocupemos en la sociedad, a un mejoramiento de su indigna situación.

Y así el que entienda desde dentro la pobreza, podrá como político, empresario, educador, periodista, clérigo, ama de casa, o comerciante, ir creando aquellos caminos que contribuyan a la dignidad de la persona. Es decir involucrándonos todos para que vaya mejorando la situación de los más desamparados de la sociedad.

Se trata de tener un fuerte compromiso social, laboral, económico y religioso, para cambiar la situación de tantos hermanos nuestros para quienes no hay lugar en el albergue de la familia y de la solidaridad.

Es cierto que esto no es de fácil realización, pero el cristiano no ha de sentirse imposibilitado de hacer algo, sino que confiando en la gracia que abundantemente brota del Niño de Belén debe decir estoy con el Señor, y desde El hacer algo, para por lo menos intentar cambiar el mundo en que vivimos tan necesitado de Dios y por lo tanto olvidado del hombre.

Vayamos al pesebre, presentemos estas inquietudes y recibamos del Señor las luces que nos permitirán caminar por caminos nuevos.

Homilía de Noche Buena (24 de Diciembre de 2006).

Cngo Prof. Ricardo B. Mazza. Director del Centro de Estudios Políticos y Sociales “Santo Tomás Moro”. Párroco de Ntra Sra de Lourdes de Santa Fe. Director del Movimiento Pro-Vida “Juan Pablo II”. Profesor Titular de Teología Moral y DSI en la UCSF.

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20 de diciembre de 2007

La represalia de Dios: salvar al hombre por medio de su Hijo.

“Que el que se endurece en el mal, vea y contemple que el Salvador viene a su encuentro e intenta sacarlo de esa vida tenebrosa, para llevarlo a una vida con sentido”.

1.-Alegraos siempre en Señor

La corona de Adviento tiene encendido hoy su tercer cirio para indicar que a medida que avanzamos en este tiempo de adviento las tinieblas van poco a poco desapareciendo hasta que lleguemos a la noche de Navidad en que se encenderán todos los cirios y manifestemos que la Luz ha entrado nuevamente en la vida del hombre.

Por eso ya casi al final del tiempo de adviento la liturgia insiste en este domingo, -llamado “gaudete”-, el que debemos alegrarnos, indicando que la alegría ha de invadir el corazón del hombre estando cercana la navidad.

Alegría que no es sinónimo de algarabía mundana sino del gozo de sentirnos nuevamente salvados.

Los textos bíblicos hablan justamente de esta alegría que debe reinar en el corazón del hombre.

Y así si leemos al profeta Isaías dirá que esa alegría, ese regocijo, toca no sólo al hombre sino a toda la naturaleza: “Regocíjense el desierto y la tierra”…..

Es que la salvación humana consiste en la reconciliación no sólo con Dios sino también consigo mismo y los demás y todo lo creatural.

Esta alegría mira la proximidad de la Navidad, el nacimiento del Señor en carne humana. Esta alegría que se traduce en la certeza de que el Señor viene siempre a salvarnos de todo lo que nos esclaviza y aleja de nuestra dignidad de hijos de Dios.

2.- La llegada de la venganza de Dios.

Los signos de la venida del Señor que marca el profeta Isaías son tomados por el mismo Jesús en el evangelio quien al responder a los enviados de Juan, no les dice si es o no el Mesías, sino que a la pregunta “¿eres tú el que ha de venir?”, responderá “cuenten lo que uds ven y oyen”: los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son limpios, los muertos resucitan, todos signos de la presencia del Mesías.

Es una presencia nueva de Dios en Jesús que viene precisamente a sanar el corazón del hombre.

Pero Jesús es consciente que su obrar ha de provocar rechazo a su persona, que no se entenderá su obrar, por eso dice “Feliz aquél para quien yo no sea motivo de tropiezo”.

¿Quiénes tropezarán con la misión de Cristo? Aquellos que se vean desahuciados al comprobar que no es un Mesías político, que no viene a cambiar las cosas con la violencia, ni a liberar a Israel del imperio romano, sino que viene a transformar y cambiar los corazones de los hombres, sin lo cual es imposible mudanza alguna en la sociedad.

En efecto, es imposible cambiar las estructuras sociales, políticas o económicas sin el cambio del corazón de cada uno.

Y Cristo manifiesta siempre su decisión, hasta empecinada, de venir al encuentro del hombre, ya que se hace eco de las palabras del Profeta Isaías que acabamos de escuchar: “Llega la venganza, la represalia de Dios, El mismo viene a salvarnos”. La represalia de Dios es venir a salvarnos.

El ser humano se obstina en seguir endureciendo su corazón y en rechazar la venida salvadora de Dios, mientras Dios porfía en venir a salvarnos a través de su Hijo.

Como si dijera: “Yo voy a salvarte aunque no te guste”, por eso dice el profeta “llega la venganza de Dios”.

Que el que se endurece en el mal, vea y contemple que el Salvador viene a su encuentro e intenta sacarlo de esa vida tenebrosa, para llevarlo a una vida con sentido.

Es cierto que la libertad del hombre es invitada a responder y que el Señor en última instancia respeta la decisión humana por más desviada que sea, pero mientras pueda, mientras el hombre le vaya como dejando un resquicio aunque sea imperceptible para que golpee en su corazón, seguirá trabajando en el interior de cada uno.

3.-En esperanza fuimos salvados.

El papa Benedicto XVI en su última encíclica “Spe salvi facti sumus” (en esperanza fuimos salvados), nos invita a crecer en esta virtud de la esperanza unida estrechamente a la fe.

Presenta la carta antes del tiempo de adviento, para que los cristianos nos vayamos preparando en la actualización de la primera venida de Cristo, que nos oriente a su segunda venida.

En esperanza fuimos salvados, porque la entrega de Cristo por nosotros nos da la certeza de que estamos llamados a la salvación.

Y así “se nos ofrece la salvación en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino” (Spe Salvi, nº 1)

El Papa va describiendo esa necesidad de volver a Dios. Afirma que muchos se preguntan para qué queremos a Dios si no resuelve los problemas del hombre, el dolor, el sufrimiento, la muerte, la miseria, y buscan la solución en las estructuras humanas llegando a consecuencias mucho más graves todavía, porque el hombre no puede dar respuesta a tantos vacíos presentes entre nosotros.

En efecto “la pretensión de que la humanidad pueda y deba hacer lo que ningún Dios hace ni es capaz de hacer, es presuntuosa e intrínsecamente falsa. Si de esta premisa se han derivado las más grandes crueldades y violaciones de la justicia, no es fruto de la casualidad, sino que se funda en la falsedad intrínseca de esta pretensión. Un mundo que tiene que crear su justicia por sí mismo es un mundo sin esperanza. Nadie ni nada responde del sufrimiento de los siglos. Nadie ni nada garantiza que el cinismo del poder -bajo cualquier seductor revestimiento ideológico que se presente – no siga causando sus intrigas en el mundo” (Spe salvi nº 42).

Aunque la ciencia es muy importante no resuelve las inquietudes más profundas de las personas, de allí la necesidad de encontrarnos con el Salvador, y tener la seguridad que no da la esperanza cristiana, porque “no es la ciencia la que redime al hombre. El hombre es redimido por el amor” (Spe salvi nº 26).

No se trata de la esperanza en los triunfos humanos, sino la de aquel que sabe que al final del camino El nos espera, ya que nos convoca a su encuentro.

4.-Los “signos” de la venida salvadora de Jesús.

El viene a transformar el corazón del hombre.

Jesús en el texto del evangelio cuando responde a los enviados de Juan dice “los ciegos ven”. Es un signo de la venida del Salvador la curación de los ciegos, no sólo ceguera física, sino que viene a curar la ceguera del alma.

Podrá la persona tener su capacidad de visión intacta, pero puede estar ciega porque no es capaz de contemplar el misterio de Dios, las cosas de Dios. Su falta de visión le imposibilita encontrar el camino que conduce a Cristo.

Los paralíticos caminan” ya que Cristo los curaba, pero viene también a curarnos de la parálisis interior que nos impide salir al encuentro del otro como enviados suyos para llevarles la enseñanza del evangelio, a hacerlo presente en la sociedad actual. Nos quiere dar la agilidad del espíritu y del corazón que nace del amor de Cristo y que busca extenderse a los demás.

Los leprosos son purificados”. Cristo curaba como Mesías a los leprosos pero sobre todo apuntaba a la lepra del alma, el pecado.

Cristo resucitaba muertos, y por eso dirá “soy la vida, el que crea en mí aunque muera vivirá”. Aunque pareciera que todo está perdido, ya en la vida personal como social, en la fe en Cristo encontramos la vida.

Los sordos oyen”. Devuelve la capacidad de oír, pero sobre todo de oír la Palabra. San Pablo dice que la fe entra por el oído, por la predicación.

Sabemos que no hay peor sordo que el no quiere oír, -así decimos nosotros muchas veces-, pues bien, Cristo viene a curarnos de la sordera del alma, a hacernos aptos para escucharlo, aunque mas no sea por curiosidad.

Como si alguien que no creyera se planteara el escuchar al Señor, ya que los intentos realizados por otras vías fueron inútiles. Como si dijera voy a escuchar este mensaje nuevo.

Aunque sea abrir un poco el oído para escuchar algo nuevo. Y seguramente que el mismo Cristo irá permitiendo que se entrevea lo nuevo, lo diferente.

La Buena Noticia es anunciada a los pobres”. Esta es una enseñanza constante, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Ese anuncio no hace acepción de los ricos sino que los pobres, carentes de toda seguridad humana, están más predispuestos a apoyarse en Dios. Pobre será también aquel que ha puesto su confianza en Dios.

Benedicto XVI en su última encíclica, refiriéndose a un texto de la carta a los Hebreos (cap. 10, 34), dice que los cristianos que habían sido perseguidos y perdido sus posesiones, se sentían dichosos aún en medio de sus penurias, por haber servido al Señor, porque su esperanza estaba puesta en aquel que es la verdadera riqueza.

En efecto “esta sustancia, la seguridad normal para la vida, se la han quitado a los cristianos durante la persecución. Lo han soportado porque después de todo consideran irrelevante esta sustancia material. Podían dejarla porque habían encontrado una “base” mejor para su existencia, una base que perdura y que nadie puede quitar” (Spe salvi, nº 8).

Cuando el cristiano en cambio pierde esta referencia a Dios, se siente como delante de un abismo al carecer de lo material, ya que en eso ha puesto su esperanza, y al no buscar lo que lo colma totalmente, se siente vacío, por no anticipar en este mundo por la fe aquello que espera.

Cristo Jesús viene a nosotros, busquémoslo, entreguémonos a El, viendo cómo cambiar nuestra vida orientándola hacia aquel que es el principio y fin de nuestra existencia.

Reflexiones en torno a los textos bíblicos del III domingo de Adviento, ciclo “A”. (Isaías 35, 1-6ª.10 y Mateo 11,2-11).

16 de Diciembre de 2007.

Padre Ricardo B. Mazza. Cura Párroco de “Ntra Señora de Lourdes”, Santa Fe.

Director del CEPS “Santo Tomás Moro” y del Grupo Pro-Vida “Juan Pablo II”.

ribamazza@gmail.com www.nuevoencuentro.com/tomasmoro www.nuevoencuentro.com/provida http://ricardomazza.blogspot.com/

14 de diciembre de 2007

LA FORMACIÓN EN LA FE COMO TAREA DE BAUTIZADOS

1. Elegidos por Dios como sus predilectos


Al reflexionar sobre la Palabra de Dios nos encontramos con afirmaciones que son como el eje alrededor del cual giran otras ideas muy ricas.

Y así nos dice el apóstol Juan (I Jn. 4,7-10) que el amor consiste en que nosotros fuimos amados por Dios. Es decir que Dios nos amó primero y envió a su Hijo para redimirnos.

En el evangelio, Jesús (Jn .15, 9-17) afirma: No son ustedes los que me eligieron a mí sino yo el que los elegí a Uds. y los he destinado para que den fruto.

Hablar de elegir, de amar, son términos que apuntan a una misma realidad: Dios tiene la iniciativa de venir a nuestro encuentro. El nos ama. Nos ama desde toda la eternidad, nos ama con un amor que jamás nosotros lograremos penetrar suficientemente. Dios no se guarda el amor para sí sino que viene a transmitirlo a cada uno de nosotros.

2. Insertos en el amor del Padre a su Hijo (Juan. 15,9-17)

Jesús nos dice: como el Padre me amó, también yo los he amado. Permanezcan en mi amor. Y luego continúa: ámense los unos a los otros como yo los he amado.

Este amor de Dios tiene como una secuencia: el Padre ama al Hijo, el Hijo nos ama a cada uno de nosotros y por eso nos elige junto a sí, y nosotros debemos amarnos como el mismo Jesús nos ama. Nos ama como el Padre lo ama a El, y por lo tanto, nosotros debemos amarnos de la misma manera, o sea con un amor casi divino, al modo de Dios.

Este amor, consiste en cumplir los mandamientos, es decir creer y amar a Jesús. Vivir en profundidad esta unidad con el Señor que va transformando la vida del cristiano. Y la transforma de tal manera que se vive en un gozo permanente. Justamente porque es la vivencia actualizada cada día del amor del Padre que va al Hijo, y del Hijo a cada uno de nosotros. Y de nosotros a los demás. Jesús nos llama amigos, ya no siervos, porque el servidor ignora lo que hace su Señor. El amigo en cambio sabe lo que hace su Señor.

Y qué es lo que hace su Señor? Es lo que hace Cristo al morir en la Cruz y resucitar para darnos la Vida. La mayor prueba de amor de Cristo por nosotros fue morir por nosotros y resucitar para conducirnos a la vida del Padre.

3. El amor del Hijo, tarea a realizar viviendo en la verdad como Iglesia.

Pero vivir como resucitados no es meramente deleitarse con los dones que el señor nos da, sino también tarea. Por eso continuamente Jesús nos dice vayan y enseñen a todo el mundo lo que yo les he enseñado. Vayan y comuniquen al mundo el amor que recibieron de mí. Vayan y den fruto. Amor del Señor que debe iluminar toda nuestra vida.

Como católicos se nos pide dentro de esta tarea del amor de Dios, el hecho de formarnos en el amor a la verdad.

San Pablo nos recuerda que (I Cor 13,6) la caridad se goza en la verdad. El amor por tanto se goza en la verdad.

En relación con esto, el estreno de la película el código da Vinci, sugiere algunas reflexiones.

En esa pseudo obra literaria se quiere destruir la divinidad de Cristo. Y como prolongación de esa tarea demoledora, la Iglesia es, según el autor, un invento de los hombres. O sea que se hiere el corazón mismo de nuestra fe.

Si Cristo no es Dios, cómo vamos a vivir que el amor del Padre al Hijo se continúa en nosotros, y qué sustento tendrá entonces el amor nuestro hacia los hermanos.

Si Cristo no es Dios, tampoco ha resucitado, y en ese caso vana es nuestra fe, nos dice S. Pablo (I Cor. 15,14).

Si Cristo no es Dios nosotros no somos más que un grupo de ignorantes que en el transcurso de los siglos hemos creído en una fábula.

Si Cristo no es Dios no podemos hablar de su amor por nosotros, venido del Padre, ni podemos continuarlo entre nosotros.

Esto nos compromete a estar dispuestos a salir a defender nuestra fe ante tantos ataques continuos, sabiendo que el Señor es signo de contradicción permanente (Mateo. 10, 34), que no trae la paz sino la espada de la división entre los que creen y los que no lo aceptan.

Esto nos debe hacer notar que no se ataca lo que no tiene importancia ni valor, sino que se persevera en atacar la Iglesia Católica porque se la descubre como verdadera. Tan es así que el seguimiento de Cristo suscita hasta la división –muchas veces- dentro de la familia misma (Mt.10, 37ss).

Continuamente se saca a la luz los pecados de sus miembros y con ello se pretende menoscabar a la misma institución.

Somos pecadores redimidos los que formamos parte de la Iglesia. La Iglesia es para los pecadores que necesitamos ser salvados, los que ya son santos no necesitan ser salvados.

Aunque la institución esté formada por pecadores no por eso pierde legitimidad. A nadie se le ocurre decir que la familia es mala en sí misma porque haya muchas familias destruidas o que no son verdadero ejemplo para las generaciones futuras.

La iglesia es atacada por ser la verdadera, aquella que permanentemente proclama la verdad que nos hace realmente libres de toda esclavitud. Por eso es importante sentirnos fortalecidos, siendo fieles a la verdad que hemos recibido de pequeños.

Estas persecuciones se originan en el demonio, que odia al hombre porque es querido por Dios por sí mismo, y fueron anticipadas por el mismo Señor Jesús (Mateo 10,17-24).

4. Gamaliel y el código da Vinci

Los capítulos 4 y 5 de los Hechos de los Apóstoles, que no conoce el autor de esta sedicente “historia”, nos muestra cómo al principio del cristianismo los apóstoles eran perseguidos por cumplir con el mandato de Cristo de dar a conocer el evangelio.

Se los intima repetidamente a que dejen de esparcir las llamadas por sus detractores, “falsas doctrinas”.

Pero ellos son conscientes que han de obedecer antes a Dios que a los hombres (vers. 29) y (cap.4, 19).

Pero además de la fidelidad a Dios quieren ser fieles a su conciencia, ya que están persuadidos que la verdad está en Cristo el Señor, de allí que no puedan callar lo que han visto y oído (cap.4, 20).

Y es en medio de esta confusión que Gamaliel, doctor de la Ley, dice ante el Sanedrín después de ejemplificar con el fracaso de los liderazgos humanos de Judas el galileo y un tal Teudas ( 5, 34 a 38): “ No se metan con esos hombres y déjenlos en paz, porque si lo que ellos intentan hacer viene de los hombres, se destruirá por sí mismo, pero si verdaderamente viene de Dios , ustedes no podrán destruirlos y correrán el riesgo de embarcarse en una lucha contra Dios” (vv 34 a 38).

La historia de dos mil años de Iglesia nos muestra qué acertado estuvo Gamaliel con esta enseñanza.

Aunque proliferen constantemente las persecuciones contra la Iglesia “las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mateo 16,18).

5. La formación de los bautizados.

Todo esto ha de llevarnos a reconocer que nos falta mucho como católicos, ya que no nos preparamos para dar constantemente testimonio de nuestra fe.

Muchos católicos, -gracias a Dios, no todos-, se han quedado con lo que aprendieron en la catequesis preparatoria para los sacramentos de iniciación y al pasar los años, lógicamente esos rudimentos no alcanzan para responder los interrogantes que aparecen en la edad juvenil o en la adultez.

El itinerario formativo católico supone que a cada edad se ha de profundizar en la verdad revelada de acuerdo a la capacidad de entender en la que se madura progresivamente.

No hay que quedarse tranquilos en la ignorancia, es necesario avanzar cada vez más en la profundización de nuestra fe.

Hay católicos que dicen con soberbia: “yo lo sé todo, no necesito estudiar más”. Y si a la soberbia le agregamos la permanente ignorancia, tenemos la necedad.

Es necesario hacer teología, es decir, permanente reflexión de la fe para poder dar razón de la misma a los demás.

A veces se dice que se ha perdido la fe al leer esto o aquello, pero en realidad lo más probable es que ya se la haya perdido, ya que es un don, pero que hay que mantenerlo. Hay quienes esperan que pase algo para tener la excusa de dejar la fe que se ha recibido, o la vida que se lleva no acorde con lo que se piensa lleva a pensar como se vive.

Es difícil vivir dentro de la Iglesia con el cortocircuito de la conciencia que nos dice que no obramos según la fe.

En mi experiencia de más de veinte años de docencia en la Universidad Católica de Santa Fe, noto cuánto desconocimiento de la fe hay en tantos jóvenes que incluso han tenido cierta formación previa en sus familias o en institutos de enseñanza media católica.

Cuánta necesidad hay de profundizar nuestra fe, cuánta necesidad hay de superar los rudimentos de la fe que asimilados de pequeños no alcanzan a responder los grandes interrogantes de la vida adulta.

¿Qué decir de las enseñanzas referidas a la moral? Se han olvidado casi todas e influye más el poder de los medios que la recta razón iluminada por la fe.

De allí se explica el que estemos discutiendo todavía entre nosotros acerca de la perversidad del aborto, el cual muchas veces es justificado con razones que nada tienen que ver con un pensamiento desde la fe.

Una manera práctica de profundizar en nuestra fe será el de estudiar con espíritu reflexivo el Catecismo de la Iglesia Católica y el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, estando siempre actualizados en el conocimiento de los documentos emanados del sumo Pontífice y demás organismos de la Santa Sede y de nuestros Obispos.

Y comenzar con la auténtica formación desde la niñez, continuando con la juventud, tanto en las familias como en las parroquias e institutos educativos.

¡Cuantas veces he escuchado de los jóvenes decir: “Padre, que quiere que conozca si en mi casa nunca he recibido nada”!

¡Qué distinta es en cambio la realidad cuando la familia vive y testimonia la fe, y en ese clima sagrado crecen los hijos!

Las parroquias son por cierto un ámbito peculiar para la formación de las nuevas generaciones.

En este sentido puedo dar testimonio de ver cómo crecen los jóvenes, con la colaboración de la familia, cuando se les ofrece abundantemente el pan de la Palabra y de la Eucaristía.

Y una escuela católica con docentes que ofrezcan en su enseñanza una fe testimonial, será también un medio apto para el crecimiento de nuestros jóvenes.

No todo está perdido, y como lo intuyó sabiamente Juan Pablo II, hemos de buscar a las nuevas generaciones, ávidas de la verdad perenne como expresión de que el interior del hombre busca siempre a Dios.

La vaciedad del corazón tan común en los que se han alejado de Dios, fundamenta esta verdad.

Todo esto realizado en un clima de profunda humildad, seguros de que se cumplirán las palabras del Señor: “Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, y haberlas revelado a los pequeños”(Mateo 11,25).

Padre Ricardo B. Mazza, Párroco de “Nuestra Señora de Lourdes”, Santa Fe.

Profesor Titular de Teología Moral y Doctrina Social de la Iglesia en la Universidad Católica de Santa Fe.

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Santa Fe, 1º de Junio de 2006.