En la primera oración de esta Misa, pedíamos a Dios que manifieste su omnipotencia a través de la misericordia y el perdón.
Y así, queda
establecido, que cuanto más grande es alguien, en este caso Dios, está en sus
manos más fácilmente, ejercer la misericordia y el perdón. En cambio, cuando alguien no
perdona fácilmente, o no es misericordioso, pone en evidencia su pequeñez, su baja estatura espiritual, podríamos decir, porque no es
capaz de imitar el poder Divino que perdona y tiene misericordia.
Esta reflexión puede ayudarnos a examinar, contemplar o considerar nuestra vida de
cada día, que transcurre hacia la meta de salvación.
Fíjense ustedes que tanto en la primera lectura (Núm. 11,25-29) como en el texto del
Evangelio (Mc. 9,38-45.47-48), se da una queja, de alguna manera una falta de misericordia, porque
algunas personas consideradas que "no son de los nuestros", profetizan o realizan milagros,
acciones especiales.
Muchas veces acontece que los creyentes de las comunidades
no aceptan fácilmente que pueda hablar alguien que no perteneciendo a alguna
institución realmente, predique el Evangelio, haga el bien, manifieste que
Dios le ha dado algún poder especial, por eso es importante y necesario estar
abiertos a la acción del Espíritu.
En efecto, es el Espíritu de Dios el que actúa donde
quiere, cuando quiere y a través de quien quiere. Hoy podrá ser tal persona,
mañana quizás sea otra, pero el Señor siempre está dando sus dones a alguien
para el bien de la comunidad.
En el texto del Evangelio Jesús precisamente dice que quienes hacen milagros en su nombre no
deben ser reprochados por eso, si no manifiestan estar en contra de su Persona y enseñanza.
A su vez, continúa con indicaciones precisas referidas al escándalo.
¿Qué
significa escándalo? piedra de tropiezo o también obstáculo para que alguien
pueda hacer el bien. O sea, el escandaloso es el que arrastra a otro al pecado, al mal, ya sea personalmente o solamente dando mal ejemplo, siendo un obstáculo para que otro viva el bien y
haga todo conforme a la voluntad de Dios.
Sucede que a veces no caemos en la cuenta pero a través de palabras o de actitudes hacemos mal a
la vida espiritual de otros, siendo piedra de tropiezo u obstáculo en el caminar del hermano.
Por eso, siempre hemos de examinar
nuestro obrar para percibir cuál es el efecto que se produce en la vida, en el corazón o en la santidad de una persona.
Jesús pone sobre aviso sobre qué cosa puede ser un obstáculo para
nuestra santidad o para la de los demás, de manera que si la mano, el pie o el ojo son ocasión de pecado, hemos de someterlos al bien.
O sea, ir viendo cada uno qué es aquello que daña nuestra vida interior, o perjudica la vida de otros.
Ciertamente cada uno ha de descubrir en el obrar
diario, cómo somos con Dios y el prójimo.
Y Jesús
sigue enseñando agregando una consideración acerca del infierno, o sea, la consecuencia negativa de nuestras malas acciones.
Y nos habla
comparando el infierno con la gehenna. ¿Qué es la gehenna? Es
un gran basural que había en las afueras de Jerusalén, donde justamente echaban
los desechos de la ciudad, cuerpos de criminales, animales muertos, donde el gusano de la podredumbre no
muere, y el fuego no se apaga quemando los desperdicios. Entonces compara
el infierno con ese basural para que la gente tuviera una idea concreta de cómo sería el castigo eterno.
De manera que el Señor advierte sobre el resultado o la consecuencia de las acciones
humanas, no para asustarnos, sino para que se caiga en la cuenta que el obrar en este mundo tiene sus consecuencias.
Fíjense ustedes que hoy en día se piensa que cada uno puede hacer lo que se le
antoja ya que es libre, y sea malo o bueno su obrar, no juzga que pueda tener consecuencias ante Dios.
Cuando en realidad uno tiene que
tener conciencia de que tanto el obrar bueno como el obrar malo tiene sus
consecuencias en esta vida o en la eterna.
En relación con esto, Santiago
Apóstol en la segunda lectura (5,1-6) advierte a aquellos que han acumulado riquezas
expoliando a otros, siendo injusto con el prójimo, que al actuar de esa manera se están
preparando para el día de la matanza. Este término sacado del profeta Amós, indica la condenación, de manera que el Apóstol está indicando
que el obrar humano tiene sus consecuencias.
En síntesis, la palabra de Dios vuelve nuevamente a
interpelarnos, a convocarnos a una vida más plena en el
sentido cristiano, en el seguimiento de Jesús, escuchar su palabra, como lo
decía el salmo responsorial, esa palabra de Dios que debe alimentar nuestra
existencia y vivir conforme a la voluntad de Dios, que hemos de descubrir
permanentemente en nuestro existir cotidiano.
La gracia de Dios ciertamente no
nos va a faltar y mucho menos lo que decíamos al principio, esta misericordia y
el perdón de Dios que siempre vela sobre nosotros para que seamos cada día más
santos.
Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo XXVI del tiempo per annum. Ciclo B. 29
de Septiembre de 2024.