26 de mayo de 2025

Peregrinamos en este mundo, sabiendo que nos espera la morada de Dios en la Jerusalén celestial, la gloria de la vida eterna.


Siempre en la historia de la Iglesia, se han suscitado  dificultades, problemas, costumbres que se pretendían y que no se comprendían. Por eso, el mismo Espíritu Santo guía a la Iglesia para encontrar respuestas y soluciones para el bien de todos buscando una fidelidad mayor a las enseñanzas de Jesucristo, y no al pensamiento de grupos.
Precisamente en el texto que acabamos de proclamar (Hechos 15,1-2.22-29), se narra lo que acontece en el primer concilio, el de Jerusalén, cuando los apóstoles, incluyendo a Pablo y Bernabé y los presbíteros, tratan de resolver una cuestión que se había suscitado  cuando los judíos convertidos pretendían que los paganos, tenían que circuncidarse según el rito de Moisés para salvarse.
Pablo será un enemigo acérrimo de este principio totalmente falso, ya que la Ley de Cristo, la del Espíritu, es la que verdaderamente salva.
De manera que se reúnen y allí deciden mandar a Judas Barsabàs  y a Silas para llevar el mensaje a Antioquía, Siria y Cilicia, indicando cuáles son las mínimas cosas que deben cumplir los paganos, para que ayuden a una buena convivencia con los judíos convertidos.
Recordemos que Jesús, cuando funda la Iglesia, no deja resueltas todas las cuestiones que podrían suscitarse en el transcurso del tiempo, sino que será ella misma  con su  autoridad, y bajo la guía del Espíritu Santo, quien ha de responder a las cuestiones más urgentes que se plantean en el transcurso del tiempo.
En el texto del Evangelio (Jn. 14,23-29) se nos enseña cómo hemos de vivir en medio de la Iglesia, de modo que cada uno  debe buscar permanentemente manifestar su amor a Jesucristo, siendo fiel a su palabra, viviendo a fondo lo que el mismo Señor nos ha enseñado. 
Es interesante comprobar lo que Jesús dice en el sentido de que si lo amamos y somos fieles a su palabra, seremos amados también por el Padre, y de resultas de esto, el Padre y Él, habitarán en cada uno.
Y así, por la acción del Espíritu Santo, será realidad aquello de ser templos del Espíritu Santo, templos de la presencia divina en nuestro corazón, lo cual, indudablemente, va exigiendo vivir sin pecado mientras vivimos y caminamos por este mundo. 
Por otra parte, esa inhabilitación de Dios en nosotros otorga un fruto muy importante, que es la paz, la que el mundo no puede dar, sino solamente Cristo nuestro Señor. 
Precisamente el Papa León XIV insiste tanto en el tema de la paz en el mundo como fruto del amor divino,  signo de la presencia de Jesús entre nosotros. Esa paz que debe transformar, no solamente nuestro interior, sino también nuestras relaciones con los demás, porque hemos de buscar hacerlo presente a Jesús en este mundo. 
El Señor viene realmente a habitar en nuestro corazón, y resulta bueno que haya en nosotros una respuesta de amor, una entrega total a su Palabra, una vivencia de sus mandamientos. 
Cristo, a su vez, anuncia que vuelve al Padre. Precisamente el domingo que viene, Dios mediante, celebraremos la fiesta de la Ascensión del Señor, en la que actualizamos su retorno al Padre como Hijo hecho hombre, pero no para olvidarse de nosotros, sino para, desde otro ángulo, pensar y velar por nosotros mientras peregrinamos en  este mundo, sabiendo que nos espera la morada de Dios en la Jerusalén celestial, la gloria de la vida eterna.
Y así, entonces vemos que nuestra vida, en unión con Jesús, se proyecta directamente a la eternidad. 
Por eso es tan importante y necesario vivir lo que pedíamos en la primera oración de esta misa, prolongar la vivencia de la Pascua. ¿Qué significa prolongar el misterio pascual en nuestra vida? Morir cada día al pecado, a aquello que separa de Dios, para resucitar con fortaleza a la vida de la gracia. Amén.


Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía  en el 6to domingo de Pascua.  25 de mayo de 2025

19 de mayo de 2025

Transformados por la unión con Cristo, amémonos los unos a los otros como Él nos amó, entregándose en la cruz por nuestra salvación.

 

San Juan anuncia que Cristo fue glorificado, y glorificado significa hacer conocer a alguien en su totalidad, "Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él" (Jn.13,31-35).
La glorificación comienza con la pasión dolorosa posterior al lavatorio de los pies de los discípulos. 
Es decir, Jesús se da a conocer en su amor extremo que llega hasta la cruz y da a conocer al Padre. 
Por lo tanto, glorificar es sinónimo de la pasión y muerte del Señor, momento en que se manifiesta el amor mas grande por la humanidad, dando a conocer también al Padre de quien procede esta naturaleza divina colmada de amor. 
Se ha hecho presente, se ha puesto al descubierto, todo lo que implica la presencia de Jesús entre nosotros, como Hijo de Dios y también con su pasión y muerte en cruz y la resurrección. 
De manera que la glorificación de Cristo implica que se revela totalmente aquello que impedía reconocerlo en lo más profundo de su intimidad. Los otros evangelios van a hablar de pasión, muerte, resurrección, Juan hablará de glorificación. Pero también el Padre es glorificado, porque en la medida en que Cristo  padece por la humanidad, es glorificado el Padre porque ha enviado a su Hijo para que  nos redimiera del pecado y de la muerte eterna.
Y esto produce algo importante y que destaca el mismo san Juan en el libro del Apocalipsis (21,1-5):"Yo hago nuevas todas las cosas". 
Cuando se pone en boca de Dios esta afirmación de hacer nuevas todas las cosas, pensamos en lo que Cristo resucitado nos trae a nosotros, ese algo nuevo que es el poder transitar este mundo sabiendo que nos espera la vida eterna, la Jerusalén celestial.
Esa Jerusalén celestial que sin embargo en la visión Juan ve que desciende hacia el ser humano y se presenta como morada de los hombres para llenarnos de esperanza, porque estamos llamados  a vivir no en la Jerusalén terrenal sino en la celestial. 
Nuevamente la resurrección confluye en la promesa de la vida eterna, y nuestra existencia ha cambiado por el misterio pascual  de Cristo.
Y hasta que llegue ese momento Jesús deja un mensaje bien concreto: "Ámense los unos a los otros como yo los he amado".
Precisamente el Papa León XIV insiste en la necesidad de la paz,  la unidad y la caridad, dones que se originan  en la unión con Cristo
La paz no se logra sólo por el esfuerzo humano,  debemos cooperar con la gracia de lo alto, sabiendo que la paz la otorga Cristo. 
La verdadera unidad se realiza en Cristo, unidos a su Persona, y la caridad se vive cuando amamos como Cristo nos amó. 
¿Y cómo nos amó Cristo? Entregándose por nosotros en la cruz, por lo que para amar hemos de entregarnos también. Ya en el hecho de renunciar al egoísmo, a la ira, a la antipatía, hacemos entrega de nosotros, porque amar como Cristo nos amó no es cosa fácil. 
En efecto, implica una tarea permanente de conquista personal para dejar de lado el egoísmo y servir al Señor, ya que  caminando por este mundo, transitamos la historia humana hasta llegar a la meta.
Mientras esto hacemos, sufriremos muchas contrariedades, soportando muchos problemas como anuncia Pablo y Bernabé a las primeras comunidades cristianas (Hechos 14,21-27). 
Porque el seguimiento de Cristo resucitado, el amar como Cristo nos amó, el vivir en esta nueva realidad, implica padecer y soportar muchas dificultades, pero siempre con la mirada puesta en la felicidad que se nos promete. 
Descubrimos así que todo esfuerzo que combata nuestro egoísmo tiene su sentido, no es algo inútil, sino  necesario para el crecimiento personal y el de todos los que formamos parte de la Iglesia. 
Pidamos entonces al Señor su gracia  y que proteja a cada uno  de las dificultades de esta vida.


Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía  en el 5to domingo de Pascua.  18 de mayo de 2025

12 de mayo de 2025

En este día del buen Pastor, la Iglesia implora al Señor que suscite abundantes y santas vocaciones sacerdotales y religiosas.

 


Nosotros estamos habitualmente muy atentos, muy anclados a nuestra vida terrenal y la liturgia de la cual participamos cada domingo nos saca del letargo, despabila y  muestra que estamos llamados para  vivir con el resucitado, con Cristo y para Él. 
Por eso en la primera oración de esta misa  pedíamos a Dios ser conducidos a aquel lugar donde ya está presente el Pastor Eterno Jesucristo nuestro Señor, reconociendo que a la debilidad del rebaño corresponde la fortaleza del pastor.
Y  la esperanza de estar con Jesús en el futuro, ha de ser la guía de nuestro cotidiano caminar. 
En efecto, de nada vale la grandeza de este mundo, el pasarla bien, el disfrutar de todo, si no aspiramos a  la comunión con Dios. 
Qué hermoso sería que cada uno de nosotros pueda algún día estar presente en este cuadro que nos pinta san Juan en el libro del Apocalipsis (7,9.14-17) cuando contempla al Cordero, refiriéndose a Cristo en el trono, y que lo aclama y glorifican millares que vienen con vestiduras blancas que han sido blanqueadas por la sangre de crucificado y la palma del martirio que llevan en sus manos. 
Pero también, sin mencionarlo, incluye a todos los santos a lo largo de la historia, que están allí contemplando al Redentor, el cual se presenta como pastor que conduce al agua viva, a aquello que sacia plenamente el corazón del hombre, cual es la participación de la misma vida de Dios. 
Ese ha de ser siempre nuestro anhelo, poder llegar, como dice la liturgia, a los pastos eternos, porque como ovejas que somos de ese pueblo elegido, somos conducidos por Cristo, que sigue estando presente en nuestras vidas.
De hecho, hemos venido hoy para estar con el Señor, no solamente en la oración, sino concretamente cuando el pan se convierte en el cuerpo de Jesús y el vino en su sangre. 
Todo esto debiera colmarnos de gozo y de alegría, y como queremos que otros participen de esta alegría y de este gozo, nos sentimos enviados al mundo para proclamar el Evangelio, como lo hacía Pablo en Antioquía de Pisidia, cuando por esta palabra de Dios transmitida, muchos se convertían, aunque otros, por envidia,  la rechazaban. 
Por eso, los judíos instigaron a  mujeres piadosas, que por lo que se ve, nada de piadosas tenían, fomentando  la persecución contra los apóstoles, justamente para sacárselos de encima. 
Esto lleva a que Pablo y Bernabé adviertan, sacudiéndose el polvo de su calzado, que irán, por mandato del Señor, a predicar a los paganos, produciendo gran alegría en ellos .
Es muy importante advertir que en la vida, Dios no pasa  continuamente, a veces uno piensa que  rechazo a Dios hoy, y mañana cuando vuelva, le voy a decir que sí, y no sabemos si habrá una segunda oportunidad, por lo que es importante responder  apenas el Señor viene como buen pastor, y quiere guiar a los pastos eternos. 
En este día del buen Pastor, la Iglesia eleva sus oraciones por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Hemos de pedir, permanentemente, por esta intención al Pastor Eterno, para que Él siempre le dé a su Iglesia, fomente en su Iglesia, abundantes y santas vocaciones sacerdotales y religiosas. 
El Señor ha querido darnos esta semana un nuevo pastor universal, el sumo pontífice León XIV,  siendo una bendición especial porque ya tenemos a quien nos conduzca,  guíe y, señale el camino. 
Y tanto el Papa, como los Obispos, como los sacerdotes, hemos de proclamar permanentemente la necesidad de escuchar la voz del Señor. Justamente en el texto del Evangelio (Jn. 10, 27-30) Jesús dice que sus  ovejas escuchan su voz. 
En un mundo que aturde, donde escuchamos tantas voces que distraen, tenemos que afinar el oído para escuchar justamente la voz de Cristo, la del buen Pastor, que busca nuestro bien, que  quiere mostrar el misterio trinitario, que guía a los pastos eternos. 
Y movidos nosotros por la gracia del buen Pastor, intentar ser pastores y buenos guías en la sociedad en la cual estamos insertos, ya sea en la familia, en el grupo de amigos, en el trabajo, en tantos lugares donde un bautizado se encuentre, ha de estar también Cristo  Señor.
Por lo tanto, pidamos humildemente que nunca nos falte la gracia divina para que podamos ser fieles a la vocación que se nos ha dado. Amén.

Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía  en el 4to domingo de Pascua.  11 de mayo de 2025

5 de mayo de 2025

Necesitamos para nuestra vida amar profundamente a Jesús, para dejar atrás todo aquello que nos aleja de Él, y predicar el evangelio sin temor alguno.

 

Nuevamente Jesús resucitado se aparece a los discípulos, porque tiene que confirmarlos en la fe, de modo que puedan presentarse ante el mundo como testigos de la resurrección del Maestro. 
Hemos escuchado este relato precioso del encuentro del Señor con algunos discípulos suyos, conocido con el nombre de la pesca milagrosa (Jn. 21,1-19).
Es elocuente comprobar cómo, cuando ellos obedecen el pedido de Jesús, la pesca es abundante. Eso nos advierte que en la vida, si queremos que las cosas funcionen, es necesario escuchar al Señor. 
No pocas veces creemos que las dificultades se arreglan siguiendo nuestro primer impulso. 
Sin embargo,  cuando pareciera que nada tiene salida, debemos acudir y hacer lo que Jesús nos dice, que traducido significa buscar siempre la voluntad de Dios en nuestro obrar cotidiano. 
Jesús está cerca de nosotros, aunque no lo veamos con los ojos materiales, y Él desea compartir una comida amical como lo ha hecho con los discípulos. Compartir el pan implica siempre un signo de amistad, ya que comemos el pan con aquellos  que son amigos o cercanos en nuestra vida. 
De repente Jesús hace a Pedro una triple pregunta, a él tiene que confirmarlo, no solamente para que dé testimonio del resucitado, sino que ha de afirmarlo en su fe, porque será el primer Papa, y por lo tanto ha de confirmar, a su vez,  a sus hermanos. 
Le preguntarà tres veces si lo ama, para que recuerde que tres veces también lo ha negado, pero que Él ha dejado eso atrás. 
"Me quieres más que estos", si Señor, Tu sabes que te quiero, y Jesús responde, "apacienta mis ovejas". Es decir, el amor a Cristo debe manifestarlo cuidando al rebaño que se le confía, por eso después de responder tres veces, Jesús le dirá, sígueme, es decir, realiza  lo que has afirmado. 
San Agustín enseña que  tenemos que ponernos en el lugar de Pedro, porque  representa a la Iglesia, y por lo tanto en Pedro está presente cada uno de nosotros,  y a cada uno pregunta: "¿Me amas más que estos o me amas realmente?" 
¿Por qué esa insistencia en el amor? ¿Es que Jesús necesita de nuestro amor? No, somos nosotros los que necesitamos para nuestra vida cotidiana amar profundamente a Jesús, porque solamente de esa manera seremos capaces de luchar en nuestra vida para dejar atrás el pecado, la infidelidad, todo aquello que nos pueda separar del Señor.
Justamente ese amor a Cristo hace posible que Pedro, delante del Sanedrín, como escuchamos en la primera lectura (Hechos 5, 27-32.40-41), sea capaz de decir que ellos han de obedecer primero a Dios antes que a los hombres. 
O sea, indicará Pedro, no nos prohibirán evangelizar, o que no demos testimonio de Cristo resucitado, porque para eso hemos sido enviados, y tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres. 
Cosa que no es fácil, porque muchas veces en nuestra vida, buscamos contentar a los que no creen, a la cultura de hoy, a la forma como se vive hoy, más que buscar transmitir la verdad que hemos recibido de Cristo nuestro Señor. 
Por eso es importante que el Señor nos proteja,  bendiga y colme de bendiciones para ser valientes testigos del resucitado en la evangelización intrépida en medio de las persecuciones del mundo.
También se ofrece para ayudarnos en esta tarea la Virgen Santísima, María Madre de Jesús y Madre Nuestra, a quien estamos celebrándola bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe. Pidámosle especialmente a ella que nos guíe, que  acompañe y muestre el camino que conduce al encuentro de su Hijo. 
Encontrándonos con el Señor y escuchando su triple pregunta, respondamos "Señor, Tú sabes que te amo, Tú sabes que te quiero". 
Movidos por este amor  a Cristo y a la Iglesia, en estos días en que comenzará el cónclave, recemos insistentemente para que el Pontífice que se elija sucesor de Pedro, realmente sea conforme al corazón de Cristo nuestro Señor. 
Que preguntado el elegido por Jesús  "me amas", sepa responder, "Señor, Tú sabes que te amo", y se comprometa a cuidar a sus ovejas, a protegerlas, a confirmarlas en la fe.


Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía  en el 3er domingo de Pascua.  04 de mayo de 2025