3 de septiembre de 2007

EL SERMON DE LA VERGUENZA

La acicalada e inquietante Cris de K, de piernas cruzadas, contemplaba deslumbrada a su marido como si estuviera hablando la pitonisa de Delfos, anunciando el futuro incierto de las elecciones del 23 de octubre.
ARTICULO ESCRITO EL 14 DE OCTUBRE DE 2005


La inseguridad del destino de los votos católicos preocupa no poco al gobierno que nos “conduce” a un país signado por la desocupación, el hambre, la falta de trabajo, la desprotección de los niños y el triunfo de los opulentos.

De allí esta forma grosera de querer influir en las voluntades amparándose en el altar de Luján ante la permisión de su Pastor.

La foto que nos transmitieron los medios fue dolorosa. El presidente y su corte ocupaban el lugar sólo destinado a los presbíteros y en todo caso, a los servidores del altar, cuando se ofician los sagrados misterios.

El Presidente, refiriéndose a “su Iglesia”, -como otrora Enrique VIII-, pontificaba, como otro mandatario en el pasado, en el lugar sagrado del ambón, desde el que se proclama la palabra de Dios y desde el que preside la liturgia expone la homilía acorde con la Palabra proclamada solemnemente.

Son muchos los católicos que se plantean -y con ellos yo también-, los siguientes interrogantes: ¿Cómo puede llamarse católico quien no hace más que hacer la vista gorda, cuando no apoyar, toda una estrategia antivida, secundado por el ministro de “salud”? ¿Cómo puede llamarse católico quien para conseguir sus fines acude a cualquier medio para obtenerlo, como el de calumniar al Obispo Baseotto y a todo mitrado que se le oponga proclamando la doctrina de Cristo? ¿Cómo puede llamarse católico quien no implementa verdaderas políticas de Estado en defensa de la familia? ¿Cómo puede llamarse católico quien se arrodilla ante los dictados de los poderes económicos implementando políticas de despoblamiento nacional a través de la “salud” reproductiva en la que se presenta la maternidad como enfermedad y “el sexo seguro” como fuente de pseudos placeres que a la postre va engrosando la multitud de corazones vacíos de amor pero ahítos de egoísmo?

Enseña la sana filosofía que el obrar sigue al ser, lo cual significa que al ser de católico debe seguirle un obrar acorde con la fe que se profesa.

La historia nos recuerda que Enrique VIII: silenció al Obispo Juan Fisher porque se le oponía, mientras que constituía la futura jerarquía anglicana con los que se mostraban complacientes con sus decisiones, aunque el tiempo verificó resultados distintos: el primero es santo y los otros pasaron al olvido.

¿Será ésta la pretensión de K para “su” Iglesia?


La noticia de ésta situación grotesca deja a muchos católicos asombrados porque se ha utilizado la casa de Dios para esta campaña que por su insistencia resulta ya grosera.

Pero no hay mal que por bien no venga, ya que puede ser que nos avispemos sobre qué nos puede sobrevenir después del 23 de octubre.

Los Obispos reunidos en el Sínodo sobre la Eucaristía en Roma, dejaron oír su voz hace unos días, recordando que pecan los católicos que dan su voto a candidatos proclives al aborto o a todo aquello que contraríe la dignidad de la persona y de la familia.

Ojalá escuchemos esa voz si no queremos sumergir a nuestra Patria en el descalabro más feroz que nos puede acaecer: la renuncia a la profesión de nuestra fe en el misterio del Hijo de Dios hecho hombre, presente en cada niño que nace.

Y esto es así porque desde la fe, el acto por el cual un niño es abortado pretende destruir el misterio de la Encarnación, por el que Dios ha mostrado al mundo la dignidad de toda vida humana.

Nos decía el Sr. Nuncio Apostólico el pasado 15 de Agosto en Santa Fe refiriéndose a María Santísima en el Misterio de la Encarnación, con palabras que bien se pueden aplicar al hoy de nuestra Nación:
“El acontecimiento que se ha verificado dentro de Ella, se convierte en mensaje, noticia que se difunde. Al comienzo ninguno sabe nada. Todo se ha desarrollado en el silencio, en la oscuridad de una casa cualquiera, en el corazón de una joven como las otras. Ahora esta niña camina presurosa subiendo por un sendero montañoso.
¿Y quién la advierte? Imaginarse... ¡Los poderosos están empeñados en sus complicados juegos políticos. Los doctos están inclinados sobre sus libros. Los representantes de la religión tienen cosas más importantes en las que pensar! La gente común está ocupada en sus cosas. En conclusión: el mundo va adelante como antes... ¡y sin embargo algo ha sucedido! ¡Aunque nadie se haya enterado!

Pero aunque los grandes no hayan sido informados, aunque todo continúe funcionando, o no funcionando, como antes, Dios se ha hecho el Emmanuel, es decir el Dios con nosotros, porque aquella niña estuvo presente en el encuentro con EL. Dios vuelve a hablar de sí al mundo, porque María ha resarcido tantos rechazos con su sí decisivo.
Por esto camina rápidamente. El suyo no es por cierto el paso de quien sigue un funeral. Es el paso de quien anuncia el nacimiento de "tiempos nuevos". Y ella no es espectadora, sino protagonista.
María es verdaderamente aquélla que "espía la aurora" o mejor aquélla "que precede... que hace la aurora.
Que linda esta imagen de Maria: llena de Dios y siempre entusiasta en hacer su voluntad.”

Esta vez desde Luján -la Providencia así lo quiso-, y a pesar del ruinoso acontecimiento que nos ocupa, María nos habla invitándonos a atrevernos a construir un mundo nuevo en nuestra Patria. No olvidemos que Dios habla a través de la historia de cada día, y especialmente ante hechos lamentables, se nos piden actitudes que muestren nuestro temple de fe virtuosa.

Pensemos en estrategias heroicas, si son necesarias, para manifestar nuestros principios en defensa de los valores que han servido de matriz de nuestra nacionalidad.

Pienso que siguen siendo apropiadas las palabras de Mons. Adriano Bernardini en su homilía a los catequistas reunidos en Santa Fe, el día de la Asunción de Nuestra Señora, para iluminar a todo católico que se precie de tal y que quiera hacer algo por nuestra Patria:
“Un día el profeta Isaías oyó la voz del Señor que decía: ¿A quien mandaré y quién irá por nosotros? Y el profeta responde: "Aquí estoy, mándame a mí" (Is. 6,8).
Aquel llamado continúa. Ahora es Jesús quien dice: ¿Quién quiere ir por mí a anunciar la salvación a mi pueblo?
Bienaventurados aquellos que tienen el coraje y la generosidad de responder: ¡Aquí estoy, mándame a mí! Bienaventurados porque les espera una alegría nueva que hasta ahora jamás habían conocido. De los setenta y dos discípulos se dice que volvieron llenos de alegría diciendo: ¡Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre!
¡En realidad es la alegría que salpica la actitud de María!
María llega rápidamente.
Y aquí se pone el ritmo de nuestra vida sea a nivel local como de Iglesia local.
¿Cuál es nuestro ritmo?
¿Es el ritmo uniforme, lento, de los complicados alineamientos, o es el ritmo vivaz de las anticipaciones?
¿Es el paso arrastrado de la costumbre, o el gozoso de la sorpresa? ¿El redoble del funcionamiento, o la frescura de la intuición?
¿Nuestras relaciones con el mundo, tienen el signo de la profecía, del presentimiento o del resentimiento.
Recordemos que el ritmo, el paso, dependen del mensaje que nos urge dentro uestro. Si nuestro paso es el de una persona cansada, tímida, vacilante, no podemos ilusionarnos que los otros adviertan la belleza y la importancia del mensaje que comunicamos.
Seremos interesantes sólo en la medida en que logremos ser verdaderos anticipadores, precursores.
Concluyendo, también para nosotros nuestra misión sacerdotal es un misterio de acogida, de disponibilidad y de libertad.
También nosotros somos criaturas que han dicho simplemente "sí".
Pongámonos en camino como la Virgen, nuestra Señora del Buen Viaje, que se ha hecho también Señora del riesgo, aquélla que ha aceptado el riesgo del "sí".
Recordemos que la paradoja fundamental de la vida del portador de la Palabra de Dios consiste en el hecho que "aferra el valor de la Palabra de Dios solamente después que la ha vivido".
El sí, si brota de un terreno como el de la Virgen, es siempre decisivo. Para sí y para los otros. Es siempre milagroso. y sobretodo vive de las realidades de Dios.
Pero es necesario ponerse en camino. Espiar la aurora y tal vez anticiparla como ha hecho Maria, y jamás hacerse despertar por la aurora.”
Unidos a María de Luján y trabajando en la verdad y en la justicia veremos alumbrar una nueva aurora para nuestra Patria.
(*) Cngo. Prof. Ricardo B. Mazza
Profesor titular de Teología Moral en la UCSF
Director del Centro de Estudios Políticos y Sociales Santo Tomás Moro

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