“Reconocer a Jesús como Mesías es salir del judaísmo para entrar a la vida nueva que ofrece El…. dejar la sinagoga para entrar en
1.-Jesús viene para un juicio.
Después de su encuentro con la mujer adúltera y su posterior invitación a que no peque más, Jesús dice a todos “Yo soy
La mujer –por lo tanto- quedó transformada interiormente por la acción curativa de Cristo, el cual prosigue iluminando con la curación del ciego de nacimiento, relato que Juan trae en el capítulo 9 del cuarto evangelio. Toda la narración gira alrededor de la última afirmación de Jesús: “He venido para un juicio: para que vean los que no ven, y queden ciegos los que ven”.
Está aquí el misterio del obrar de Jesús como luz del mundo.
¿Quiénes son aquellos que no ven y a quienes Jesús quiere dar la visión? Los que sin culpa no lo han conocido, pero cuando lo descubren se adhieren a El, como el ciego de nacimiento.
¿Y quiénes son los que ven y quedarán ciegos? Aquellos que creen que tienen todo conocido, que no es necesario abrirse a la gracia ofrecida por Jesús, y que lo rechazan sistemáticamente, ejemplificado esto con la actitud de los fariseos y muchos judíos.
El relato muestra un combate muy profundo entre las tinieblas y la luz.
Las tinieblas que oscurecen la visión de esta gente que se opone al Señor. No solamente no lo reconocen sino que directamente dirán que no cumple el sábado, que es un pecador, quién es éste- se preguntan- , contraponiéndose a la respuesta del ciego curado quien afirmará “es un profeta” (v.17).
El ciego como todo el que está en el mundo de la luz, no hace más que manifestar lo que ha vivido: “yo lo que sé, es que antes no veía, y ahora veo” (v.25).
No se apartará de esta afirmación. Iluminado da testimonio de lo que ha vivido.
“Los otros” en cambio, se van endureciendo cada vez más.
El mundo de las tinieblas se va endureciendo cada vez más ante la presencia de la luz que se vive como una amenaza.
Las tinieblas huyen de la luz porque ésta descubre su negrura, su tenebrosidad, todo aquello que no viene de Dios.
Los fariseos se resisten a lo que es evidente: que el ciego ve. Se trata de la caída de estos en el pecado contra la luz.
El pecado de no reconocer a Jesucristo, su enseñanza, su vida.
El ciego curado, en cambio, se expresa siempre en la sencillez y seguridad que da la luz.
Y así, sabiamente, ante la afirmación de los judíos “no sabemos de dónde es éste”, dice: “esto es lo asombroso, que Uds. no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores pero sí al que lo honra y cumple su voluntad, nunca se oyó que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder”(vv. 30-34).
Les está diciendo es asombroso que no reconozcan que este hombre ha hecho cosas que nadie hizo antes como curar a un ciego, y no quieran admitir que es un profeta, que viene de Dios, y que no es un pecador.
Los fariseos al escuchar la declaración de éste hombre dicen “tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?”(Jn. 9, 34).
Después de esto, lo echan (v.34) de la sinagoga, cosa que ya habían decidido hacer con todo el que reconociera a Jesús como Mesías (cf. Versículo 22).
Esto es muy importante y revelador. En efecto, reconocer a Jesús como Mesías es salir del judaísmo para entrar a la vida nueva que ofrece El.
Se trata de dejar la sinagoga para entrar en
Es el paso del antiguo al Nuevo testamento.
Esta expulsión de la sinagoga, es muy cierta, real y conveniente. Si acepta a Jesús como Hijo de Dios, el ciego “iluminado” no debe nada ya a la sinagoga.
Ante esta exclusión nos recuerda el texto del evangelio que “oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: ¿Crees tú en el Hijo del Hombre? El contestó: ¿y quién es, Señor, para que crea en El? Jesús le dijo: lo estás viendo, el que te está hablando ese es. El dijo: Creo, Señor. Y se postró ante El” (Jn. 9, 35-39).
Concluye así todo este proceso de fe del recién curado que se destaca por el encuentro personal con Jesús que lo termina de iluminar en lo más íntimo de su corazón.
Ahora bien, es conveniente tener en cuenta que además de la iluminación personal y existencial del creyente en Jesús, se desarrolla toda una simbólica sacramental de la iluminación bautismal: ceguera de nacimiento, piscina y lavado, unción con saliva, confesión de fe en progresivo crecimiento.
Como decía más arriba, indudablemente el texto bíblico plantea la crisis que produce la aparición de Jesús entre los hombres “He venido para un juicio” (v.39).
El acercamiento al Señor es muy importante para vivir en
Pero el que se mantiene en su ceguera, porque cree que ve, vivirá en ese estado.
San Pablo en su carta a los romanos (cap.1, 18) hablando de los paganos describe el proceso de oscuridad en el que viven por no querer creer.
Y así, cuando éstos no reconocen a Dios que se les ha manifestado a través de lo creado, se hacen inexcusables, acreedores de la ira del Creador, ya que “habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron ni le dieron gracias como corresponde. Por el contrario se extraviaron en vanos razonamientos y su mente insensata quedó en la oscuridad. Haciendo alarde de sabios se convirtieron en necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes que representan a hombres corruptibles, aves, cuadrúpedos y reptiles” (Rom.1, 21-24).
Se trata de un pecado concreto contra la luz que proviene de la revelación natural misma rechazada culpablemente.
El resultado de ese permanecer voluntariamente en las tinieblas, “haciendo alarde de sabios” y negando la luz, es vivir como “necios“, entregados por Dios a su suerte, “ya que han sustituido la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a las criaturas en lugar del Creador” (vers.25).
El “entregados por Dios”, no significa que Dios empuje a alguien a pecar, sería impropio de su bondad y sabiduría, sino que aquél que está ciego en su postura de rechazo a Dios y de no reconocerlo, pierde la posibilidad de vivir iluminado por la verdad, de allí que caiga en cualquier extravío en su vida.
Entre las obras de las tinieblas describe san Pablo a la homosexualidad (versículos 26 y 27), entregados por Dios a toda clase de maldad “injusticia, iniquidad, ambición y maldad, colmados de envidias, crímenes, peleas, engaños, depravación, difamaciones,…… enemigos de Dios, insolentes, arrogantes, vanidosos, hábiles para el mal, rebeldes con sus padres, insensatos, desleales, insensibles, despiadados” (Rom.cap.1, 29-32).
Y es tal el grado de perversidad en las tinieblas que “a pesar de que conocen el decreto de Dios, que declara dignos de muerte a los que hacen estas cosas, no sólo las practican, sino que también aprueban a los que las hacen” (versículo 32).
5.-Las obras de la luz
San Pablo (Efesios 5,8-14) reconociendo que somos de la luz por el bautismo, nos exhorta vivamente a caminar como “hijos de la luz” y nos señala cuáles son los frutos de la luz: la verdad, la justicia, la bondad. Vivir en la luz es saber discernir lo que agrada al Señor para ponerlo generosamente por obra.
Nos recuerda no sólo no tomar parte en las obras de las tinieblas, sino también a ponerlas en evidencia, para que descubierto y denunciado todo tipo de engaño, ayudemos a los demás a vivir en la verdad.
De hecho en la actualidad muchas veces se busca que vivamos en el engaño, en la mentira de un mundo tenebroso. Lo salido de las tinieblas es visto muchas veces como algo normal, bueno.
Afirmaciones como “todo el mundo lo hace, luego es bueno”……”el mundo cambió…no es como antes”, nos llevan no pocas veces a la mentira. Se vive de otra manera y vamos aceptando las obras de las tinieblas, de las cuales antes renunciáramos.
De allí la necesidad de pedir a Dios la capacidad para descubrir el engaño permanentemente promocionado en nuestra sociedad actual, y así poder alejarnos del mismo.
Padre Ricardo B. Mazza, Director del CEPS “Santo Tomás Moro” y del Grupo Pro-Vida “Juan Pablo II”. Santa Fe de
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