9 de octubre de 2023

Dice el Señor: "Yo los elegí del mundo, para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero" (Jn. 15,16)

 


En la liturgia de estos domingos hemos reflexionado sobre el tema de la viña, la viña del Señor, pero con diferentes enfoques. 
La viña del Señor, hoy designa a la Iglesia, como la llama el concilio Vaticano II, en la Constitución Lumen Gentium (n.6).
Sin embargo, ya en el Antiguo Testamento, la viña del Señor está constituida por el pueblo de Israel y "los hombres de Judá son su plantación predilecta"
(Is. 5, 1-7), elegida y cuidada por Dios para que produzca buenas uvas, pero que dio frutos agrios.
Hemos escuchado al profeta Isaías cómo describe el cuidado amoroso que tiene Dios para con la humanidad y  en este caso para con el pueblo elegido, preparándole un ámbito propicio para que crezca en el amor y en el servicio generoso de Dios.
Indudablemente este texto de Isaías está evocando al Génesis, refiriéndose a la primera viña del Señor que es el mundo, el cual Dios preparó para allí colocar al varón y a la mujer, para que sean ellos quienes dominen la naturaleza y la destinen a su servicio.
Precisamente por la creación, Dios quiere una buena administración humana de los bienes de la tierra que son de toda la humanidad, para que a nadie le falte lo necesario para vivir.
Por lo tanto vemos un proyecto de Dios favorable a los hombres, porque  nos ama ya que somos las criaturas más perfectas que han salido de sus manos después de los ángeles.
Es por esa razón, que al haber pecado separándonos de Él,  envía a su Hijo para que hecho hombre en el seno de María, señale el camino de la rehabilitación interior, y enseñe a trabajar en la viña del Señor, mirando siempre la meta que es la vida eterna.
Sin embargo, los textos bíblicos hablan de cuán infiel es el ser humano, y así,  el pueblo elegido no produce uvas dulces sino frutos agrios, palabra con la que se describe el no haber hecho producir lo que corresponde (Is. 5, 1-7).
En el texto del evangelio (Mt. 21, 33-43) percibimos que la infidelidad se ha agravado más, ya que los viñadores, que son sólo administradores, no quieren entregar los frutos al dueño que es Dios.
Este  texto del evangelio conocido como el de los viñadores homicidas precisamente deja al descubierto lo que aconteció en la historia de la salvación.
En efecto, Dios envió a recoger los frutos a  los profetas que fueron rechazados o aniquilados, y por último, envía a su hijo, presente en Jesús por la encarnación, el cual es crucificado fuera de la viña,  porque la intención de los viñadores era quedarse con la viña muriendo el heredero.
Todo esto, perteneciente a la historia de la salvación, deja patente el amor de Dios  que busca cómo darle lo mejor al ser humano, y por otra parte, como respuesta, la infidelidad y la falta de agradecimiento del hombre que  realiza lo que desea para su propio interés.
Llegando a nuestros días, es una realidad comprobable que el corazón del hombre no ha cambiado, se piensa en la agenda 2030, para hacer universal un estilo nuevo de vida  en el que lo primero que se pretende es omitir a Dios.
De hecho ya estamos asistiendo en la sociedad actual, cómo Dios ha sido abandonado o peor todavía desalojado, porque el ser humano se cree autosuficiente y que no necesita del Creador, y así, se lo desplaza del culto y de la vida social, manifestándose esto, como denuncia la misma ONU, en el crecimiento de  la persecución religiosa de los cristianos en todo el mundo.
El mundo descreído busca destruir la piedra angular de la cual habla el Evangelio que es Cristo nuestro Señor, pero esa piedra angular sigue presente  como fundamento de la viña del Señor.
También en la Iglesia que es la viña del Señor,  se nota no pocas veces el olvido del mismo Jesús, ya que  encontramos mucha ambigüedad en no pocas cuestiones de capital importancia, y así, la enseñanza en cuestiones de moral, costumbres o dogma está puesta en entredicho.
Los modernosos ideólogos de hoy  interpretan la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio de distinta manera, y así lo que siempre fue malo ahora se lo ve como bueno, y la bondad se la transforma en algo malo para las "mentes ilustradas" de hoy.
Hoy en día vivimos en una sociedad donde prima la chifladura, donde cada uno puede elegir, su orientación sexual, su sexo, si quiere ser tiburón, si quiere ser cordero, si se siente que es tal cosa, y todo el mundo tiene que reconocerlo aunque sea el disparate más grande.
Ya estamos  en esa época de locura, como decía Chesterton, en que hay que defender a espada  que el pasto es verde. 
Por eso la invitación a que no enloquezcamos también con todas esas novedades, manteniéndonos siempre fieles al Evangelio de Cristo, enseñando la verdad que hemos recibido en la Sagrada Escritura, en la Tradición, en el magisterio de la Iglesia.
Y si aparecen voces contrarias a lo que hemos aprendido, recordemos siempre lo que dice San Pablo a los gálatas "aunque venga un ángel del cielo y les diga lo contrario a lo que yo les he predicado, sea anatema", no le hagan caso.
Estamos en un momento entonces que se pide y se necesita una fidelidad concreta en la viña del Señor a Cristo nuestro Señor, porque corremos el riesgo que se haga realidad la admonición que trae el Evangelio de hoy, de modo que si no damos frutos dulces sino solo agrios,  el Señor nos  quitará la administración que tenemos, no solamente en el mundo en el cual estamos insertos, sino también dentro de la Iglesia.
Por eso es necesario volver a la fuente que es la fidelidad al Señor, 
Cristo nuestro Señor nos espera pero al mismo tiempo nos advierte que nos puede quitar la administración de la viña y dársela a otros, recordando eso sì, que en medio de las pruebas de este mundo desviado, seguir siempre el consejo que  deja San Pablo hoy en la carta a los filipenses (4,6-9): no se angustien por nada, pidan siempre en la oración lo que necesitan y el Señor estará con ustedes.

Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe, Argentina. Homilía en el domingo XXVII del tiempo durante el año. Ciclo A. 08 de octubre de 2023

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