21 de julio de 2025

"Marta, Marta, te agitas por muchas cosas, y sin embargo una sola cosa es necesaria, María eligió la mejor parte, que no le será quitada"

  


Acabamos de proclamar en el libro del Génesis (18, 1-10) que "El Señor se apareció a Abraham junto al encinar de Mamrè....." pero "Al alzar los ojos, divisó a tres hombres que estaban parados cerca de él". Según algunos estudiosos de la sagrada escritura  esos tres hombres refieren a la presencia trinitaria de Dios. 
Ahora bien, esta presencia divina-humana delante de Abraham suscita en él el poner en práctica la hospitalidad por lo que se preocupa por estos tres hombres que llegan allí en el momento más caluroso del día. Los refugia debajo del árbol, les  dará de comer y  beber, y sólo  quedará tranquilo cuando ellos satisfacen sus necesidades y se disponen  a seguir su camino.
De este modo aparece con toda claridad ese deseo de hospedar no solamente al prójimo sino en este caso sin que a lo mejor se lo imagine totalmente, hospedar al mismo Dios, quiere estar con él y se le promete como premio a todo este recibimiento que dentro de un año Sara tendrá un hijo, cumpliéndose así la promesa en ese hijo de una futura gran descendencia.
Si tomamos el texto del Evangelio (Lc. 10,38-42) encontramos a personas que reciben en su casa a Dios, en este caso a Jesús, porque el lugar donde vivían Marta,  María y Lázaro -esta vez ausente-, lo albergaba con frecuencia, por la amistad entre ellos.
Según algunos, dicen que la preocupación de Marta era porque Jesús estaba con sus discípulos, con la gente que lo acompañaba y por lo tanto había mucho trabajo, sin embargo el texto bíblico no dice nada de eso, cosa rara, porque cuando está presente el Señor con alguno de sus discípulos los evangelistas suelen puntualizar que llegó el Señor y con él lo acompañaba Santiago, Pedro y Juan por ejemplo.
De todos modos la figura de María resalta como alguien que se pone a los pies de Jesús a escucharlo, dejando descansar su espíritu; a su vez,  podemos imaginarnos a Marta corriendo de un lado para el otro acomodando todo, preparando la comida, hasta que llega un momento que se planta delante de Jesús y le dice: por favor dile a mi hermana que me ayude en lugar de estar allí sentada sin hacer nada.
Pero Jesús, con su respuesta, le deja una enseñanza hermosísima: "Marta, Marta te inquietas y te agitas por muchísimas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o màs bien una sola es necesaria. María eligió  la mejor parte, que no le será quitada".
María ha elegido aquello que es lo único importante, escuchar al Señor, ejercer la hospitalidad con Él, dejando que  entre en nuestro corazón, que no sea un invitado de piedra en nuestra casa, sino que realmente encuentre cobijo en cada uno.
Jesús no está condenando la actividad de Marta, sino que plantea una jerarquía de valores, que  lo más importante es la contemplación, el encuentro con el Señor, la búsqueda de su palabra, tratar que  esté presente en nuestras vidas, que es lo que más  cuesta a cada uno.
Como Marta, también estamos enloquecidos todos los días ocupándonos de los quehaceres, de las obligaciones, de las responsabilidades que tenemos, que en sí mismo no está mal, pero no pocas veces dejamos de lado, descuidamos aquel tiempo, aquel espacio sereno en el cual nos encontramos con el Señor, y  esto también repercute en nuestra relación con el prójimo.
Estamos atareados con tantas cosas que muchas veces no atendemos al prójimo que está al lado nuestro, al hijo pequeño que necesita un tiempo para compartir con él los juegos, o aquella persona que tiene problemas, a la que yo puedo acercarme y ayudarle.
O sea, fácilmente uno cae en la sola preocupación por lo que le toca, por lo que le corresponde, dejando de lado a los demás y, Jesús nos está invitando a hacer una síntesis entre lo que es la vida activa y la vida contemplativa.
San Ignacio de Loyola autor de los ejercicios espirituales, enseña que hemos de  ser contemplativos en la acción, o sea, que en el medio del trajinar de las preocupaciones diarias hagamos todo sabiendo que el Señor nos está mirando, protege y quiere entrar a formar parte de nuestra vida, de nuestras preocupaciones y angustias, de todo aquello que para nosotros es importante.
San Agustín decía que la vida activa es propia de la existencia en este mundo y, la vida contemplativa por excelencia será si llegamos con la gracia de Dios a la vida eterna, de manera que tenemos que ir ya preparando nuestro corazón, no permitiendo que las actividades copen todo nuestro día y todo nuestro ser y nos olvidemos de lo que es la contemplación, el encuentro personal con quien es nuestra vida.
Todos estamos llamados a la vida contemplativa según nuestras diferentes obligaciones, y así,  por ejemplo, los que estamos más llamados en razón del sacerdocio, nos desgastamos en mil actividades, y perdemos de vista que lo que debe dar sentido a ese trabajo apostólico diario es  descansar a los pies del Señor por la oración asidua y perseverante.
Hermanos: pidámosle a Dios que se abra nuestro corazón para darle cobijo a Jesús que quiere estar en nuestra existencia como lo hizo por ejemplo el apóstol San Pablo (Col. 1,24-28) al cual hemos escuchado en la segunda lectura que imbuido precisamente del Espíritu de Jesús incansablemente evangelizaba, pero partiendo de una experiencia personal, no solamente había recibido la palabra que debía transmitir sino que había recibido también a Cristo que se había hecho presente en su vida en su corazón en sus pensamientos por eso el mismo San Pablo dirá "no soy yo el que vive sino que es Cristo quien vive en mí" (Gàl. 2,20).

Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía  en el domingo XVI "per annum". 20 de julio de 2025. 

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