8 de septiembre de 2025

Como discípulos suyos, sigamos a Cristo hasta el calvario, cargando nuestra cruz diaria, iluminados siempre por la sabiduría que viene de lo alto.

 

En la primera lectura que hemos escuchado, tomada del libro de la Sabiduría (9,13-18), afirma abiertamente qué frágiles son los pensamientos del hombre y qué difícil al ser humano entender los designios de Dios, los proyectos divinos.
En efecto, si apenas tiene el hombre capacidad para comprender acerca de las cosas de este mundo, mucho menos podrá entender qué es lo que Dios quiere como Señor de la Historia, siendo necesario por lo tanto,   que recibamos la Sabiduría y el santo espíritu de lo alto.
De modo que el texto sagrado nos enfrenta con nuestra fragilidad, nuestra pequeñez, nuestra incapacidad en definitiva para conocer en profundidad lo que Dios quiere de cada uno, de lo que espera de la historia humana,  por lo cual es necesario alcanzar la sabiduría que viene de Dios, que ilumina nuestra mente y  enseña cómo actuar. 
Eso lo vemos, por ejemplo, cuando Pablo, escribiendo a Filemón (9-10.12-17), le dice que reciba nuevamente a Onésimo. 
¿Quién es Onésimo? Es un esclavo que servía a Filemón y que en un momento determinado se  escapa, va en busca  de Pablo, se pone a su servicio, y ya viejo el apóstol lo recibe y evangeliza.
Después de un tiempo, aunque le es útil el servicio de Onésimo, Pablo lo envía de regreso  a Filemón, diciéndole que lo trate ya no como un esclavo, sino como un hermano en la fe. 
Fíjense cómo Dios le ha dado la sabiduría suficiente a Pablo para solucionar un conflicto concreto. No menciona que es necesario abolir la esclavitud, impensable en ese tiempo, sino que exhorta a Filemón que cambie de actitud,  que reciba a este hombre, y lo trate ya no como un esclavo, sino como un hermano en la fe. 
Entonces, la sabiduría de Pablo enseña a Filemón cómo trabajar también sabiamente y tener otra actitud con este esclavo que antes lo servía a ciegas, por lo que Dios va mostrando el camino a transitar para que se realice su voluntad, ante una situación concreta.
Y llegamos al Evangelio (Lc.14,25-33). Jesús va camino a Jerusalén. ¿A qué va a Jerusalén? A morir crucificado, y de ese modo ser glorificado,  la hora en la que la humanidad será redimida.
A su vez, la gente lo sigue, por eso se da vuelta y les dice, ustedes me siguen a mí. ¿Saben a dónde voy? ¿A qué voy? Si quieren ser discípulos míos, es necesario que se nieguen a sí mismos, que me amen más que a los parientes de cada uno, y a sus  bienes. 
O sea, está diciendo, si ustedes quieren actuar sabiamente, vivir bien según la voluntad divina este es el camino que les propongo
A su vez, a través de dos parábolas, la de quien va a construir o la del rey que sale a combatir con otro rey, establece el principio que se ha de pensar siempre antes si se cuenta con los medios para tener éxito en lo que cada persona emprende.    
Y así, ha de pensar cada uno qué hará para concretar el seguimiento de Cristo nuestro Señor, ¿en qué tengo que renunciar? ¿En qué tengo que cambiar? ¿Cómo ha de ser mi vida de aquí en más para poder ser discípulo del Señor? ¿Seguiré caminando en este mundo dedicándole a Dios nada más que algún momento durante el día? ¿Seguirán siendo para mí lo más importante los asuntos temporales? ¿O pondré el acento de mi vida en el seguimiento de Cristo para caminar con seguridad al encuentro del Padre al final del camino de mi vida? 
¡Cuántas veces el corazón del hombre se distrae, se obsesiona por tantas cosas en este mundo, tantas preocupaciones a las cuales dedicamos tanto tiempo, cuando solamente es importante justamente descubrir cuál es la voluntad de Dios! ¿Qué es lo que Dios quiere? Solamente es importante justamente descubrir cuál es la voluntad de Dios, ¿Qué es lo que Dios quiere de mí concretamente, en mi familia, en mi trabajo, en mi encuentro con los demás? ¿A qué tengo que renunciar porque me estorba, me impide el seguimiento de Cristo? ¿Qué es más importante en mi vida cada día? El seguimiento de Cristo, escuchar su palabra, seguir su voluntad, mirar a los demás como Dios los mira, ayudar a los demás como Dios  los ayuda. 
Por eso es importante pedir justamente alcanzar esa sabiduría tan necesaria para descubrir qué es lo que Dios quiere en este camino mío hacia el encuentro con Él y la fuerza necesaria para  vivir a fondo lo que  quiere de cada uno. 
Recordemos, por otra parte, que en esto se juega nuestra vida, como  cantábamos recién, ya que nuestra vida pasa como un soplo, hoy estamos, mañana no lo sabemos. 
Ante un tiempo que apremia, buscar vivir a fondo lo que es el seguimiento de Cristo, ser su discípulo, para  hacerlo presente en el mundo en el cual estamos insertos.

Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía  en el domingo XXIII "per annum". 07 de septiembre de 2025. 

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