La idea central de los textos bíblicos de hoy refiere a la exaltación de la humildad y, de contrario modo, al rechazo de la soberbia.
Ya en la primera lectura, tomada del libro de Eclesiástico (3,17-18.20.28-29), se afirma: "Hijo mío, realiza tus obras con modestia y serás amado por los que agradan a Dios. Cuanto màs grande seas, màs humilde debes ser, y así obtendrás el favor del Señor".
A su vez, del soberbio se afirma que "no hay remedio para el mal del orgulloso, porque una planta maligna ha echado raíces en él".
Y esto es así, porque si a la ignorancia le agregamos la soberbia, caemos en la necedad, como afirma santo Tomàs de Aquino, resultando imposible corregir a una persona así, porque llevada por su orgullo, no percibe el mal presente en su vida personal.
El término humildad, viene de humus, tierra, "recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás" recordamos cada miércoles de cenizas, quedando en claro nuestra fragilidad constitutiva.
En efecto, si tenemos cualidades, virtudes, capacidades, o hemos triunfado, o somos respetados y queridos, se debe a que fuimos beneficiados con dones que se originan en Dios.
El ser humano muchas veces busca aparecer como mejor, aparentar grandeza, poder, cuando en realidad la verdadera lucha, el verdadero trabajo, es tratar de ser más buena persona, cristiano ejemplar, persona que es alabada por Dios y también por los hombres.
Además, en la medida en que el corazón del hombre se mantiene en humildad, se orienta a la Jerusalén celestial, como refiere la carta a los hebreos (12, 18-19.22-24). O sea, ya en este mundo, el ser humano, por la humildad, se orienta a Jesús que espera especialmente a los humildes, porque han buscado en esta vida parecerse a aquel que no vino a ser servido sino a servir, a Cristo que entregó su vida en la cruz por la salvación del hombre.
En el evangelio (Lc. 14,1.7-14) Jesús se refiere a la humildad en el ámbito de una cena en casa de un importante fariseo que lo invitó. Seguramente estaban presentes personas importantes invitadas.
En el tiempo de Jesús, durante estas comidas, era habitual que alguno de los presentes pronunciara un discurso, de manera que resultara una ocasión para aprender sobre algún tema de interés.
Por lo tanto, Jesús aprovecha para referirse a lo que veía y necesitaba ser corregido para bien de los presentes. En esta oportunidad nota cómo los invitados se abalanzan para obtener los primeros puestos, o los puestos más importantes en las mesas de la cena.
Les dirá que no se inquieten por esto, porque puede venir alguien más importante y, el que los invitó les haga dejar el lugar para esa persona especialmente reconocida, más bien, pónganse en el último lugar, ya que así tendrán la posibilidad de ser elevados.
O sea, hacerse pequeño cada uno, colocándose en el lugar menos importante, ya que después si corresponde, podrá ser enaltecido.
A su vez, le deja otra enseñanza al fariseo que lo invitó, exhortándolo a que cuando haga una comida no invite a la gente de renombre que le corresponderá con otra invitación a su casa, sino más bien, invite a quienes no pueden retribuirle lo que él ha hecho.
Por lo tanto, el ser humano debe procurar siempre hacerse pequeño, no solamente ante los ojos de Dios, sino ante los ojos de los demás.
Ahora bien, hay un aspecto importante, y es que la humildad no está reñida con la justicia, por ejemplo, reclamar justicia cuando una persona es tratada mal en su trabajo o se le paga de un modo injusto.
O sea, si en el trabajo alguien es maltratado y humillado por aquel que tiene autoridad, tiene derecho a informar y pedir que cese ese trato negativo, y que sea reconocido como persona digna de respeto.
Pero mientras no se trate de cosas así de justicia lo importante es que uno mismo asuma humildemente que no es nada y que el verdadero reconocimiento viene de Dios nuestro Señor.
Con humildad buscar la gloria de Dios, con humildad buscar servir al prójimo, pero que esto no sirva nunca como medio para buscar el propio enaltecimiento.
Pidamos al Señor la gracia necesaria para que, siguiendo su ejemplo, podamos vivir en la comunidad con humildad de corazón y buscando siempre reverenciar a los demás como superiores a nosotros mismos.
Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo XXII "per annum". 31 de agosto de 2025.
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