Podríamos traducir a la “mentirocracia” como el gobierno de los mentirosos. No es necesario tener muchas luces para encontrar aplicación de esto en tantos hechos acontecidos en nuestra Patria.
1. La mentirocracia en la política.
Aunque parezca extraño existe en el vocabulario castellano este término acuñado ante la experiencia de la mentira institucionalizada especialmente aplicada a los que gobiernan en el mundo de la política.
Podríamos traducir a la “mentirocracia” como el gobierno de los mentirosos. No es necesario tener muchas luces para encontrar aplicación de esto en tantos hechos acontecidos en nuestra Patria.
Se nos ha querido convencer que con la democracia comemos, nos vestimos, estudiamos y alcanzamos que las demás necesidades primeras y primarias estén satisfechas.
Hasta el cansancio se nos ha dicho que el dólar es un peso y que un peso es un dólar.
Quién no recordará aquello de que al final de “mi gobierno” no habrá más pobres en la Argentina, la tierra del pan.
Todavía escucho cuando se afirmó que no se pagará al fondo monetario la deuda argentina con el hambre del pueblo.
Cómo olvidar la promesa de que nadie perderá sus ahorros, que el corralito o corralón no afectará el bolsillo ni la economía de nadie.
Cuántas veces se nos ha hecho creer que se respeta la Constitución… hasta que la Corte adicta a cada gobierno de turno declare la inconstitucionalidad de la misma.
¡Tantas veces se nos ha repetido que se defienden los derechos humanos -discurso que muchos ingenuos han creído- …a pesar de ser tan evidente que en este tema hay hijos y entenados, y que los no nacidos no llegarán a ser ni lo uno ni lo otro!
El slogan dice que la pobreza ha disminuido estrepitosamente, aunque la multitud que mendiga cada vez se hace más numerosa.
La inseguridad es cosa del pasado, se nos dice… estamos eso sí protegidos tras gruesos barrotes, innumerables alarmas y las cacerolas con agua hirviendo (como en las invasiones inglesas) para defendernos de furtivas sombras que acechan nuestra calma chicha.
Los productos del súper bajan de precio… pero también de volumen y peso, cual sometidos a una dieta light que no cesa…
La risotada más estrepitosa resuena en nuestros oídos cuando se nos dice que lo perdido en la enseñanza los días de paro en el mundo docente puede recuperarse teniendo en cuenta “el cumplimiento de los objetivos curriculares horizontales y transversales en un todo de acuerdo con la inteligencia lúcida de los discentes”…
Cuando la carne vacuna se encarece, los conductores de nuestra economía nos aconsejan cuál señores de economía doméstica: “es necesario buscar alimentos substitutos, como el cerdo, el cordero, el pescado…” ya que estos productos están al alcance del poder adquisitivo… de la naviera Onassis…
Podríamos seguir con esta larga letanía pero nos perderíamos la oportunidad de ver otros tipos de mentirocracia.
2.- La mentirocracia en la propaganda abortista.
La mentirocracia o “gobierno de la mentira” se da también en otros campos de la vida.
En efecto tenemos que decir que este modo de ejercer el poder no es sólo patrimonio de los políticos. Veamos algunos ejemplos.
Hace un tiempo en un programa televisivo se constituyó un panel para que hablara del tema del aborto.
El Sr. Anhidros Vacuo dirigía el debate. Invitadas de honor se encontraban la diputada Medea de la Hibris y la médica Cornelia Graco.
Invitados de reparto -porque se intentaría no dejarlos hablar mucho- el abogado Guilhem de Encausse, castellano él a pesar del apellido, y el periodista Jovito Carlo Dodorique.
El abogado y el periodista pensaron: “Acá está todo preparado para hacernos boleta…” Pero inmediatamente se compusieron diciéndose “Calma… confiemos…”
Abierto el diálogo, la diputada manifestó su amor incondicional por los pobres, a quienes había que brindar el “servicio antiséptico” del aborto si esto era necesario, mientras sonreía cual propaganda de pasta dental.
El Dr. Guilhem defendió la vida desde el inicio de su gestación, indicó que nada justifica el homicidio de seres inocentes…
Ya la diputada mostraba sus uñas… ya que la había llamado elípticamente como lo que era… homicida… Obviamente no podía ser acusada de “apología del delito” al elogiar el aborto porque en Argentina esta figura se utiliza para otra cosa…
-Porque Uds. fueron elegidos para defender la vida de todos los argentinos, terció Jovito, el periodista.
¡Para qué habrá hablado! Medea, haciendo honor a su nombre -por Medea, obra de Eurípides- , se enfureció …y fue allí que me acordé de las reglas de discernimiento de espíritus que trae San Ignacio en los Ejercicios Espirituales (regla nº 12 para la primera semana de los Ejercicios Espirituales) cuando compara al diablo en su furia con la furia de la mujer (con perdón de las mujeres, pero lo dice el santo, no yo): “El enemigo se hace como mujer en ser flaco por fuerza y fuerte de grado. Porque así como es propio de la mujer, cuando riñe con algún varón, perder ánimo, dando huída cuando el hombre le muestra mucho rostro; y por el contrario, si el varón comienza a huir perdiendo ánimo, la ira, venganza y ferocidad de la mujer es muy crecida y tan sin mesura: de la misma manera es propio del enemigo enflaquecerse y perder ánimo, dando huída sus tentaciones, cuando la persona que se ejercita en las cosas espirituales pone mucho rostro contra las tentaciones del enemigo, haciendo lo diametralmente opuesto; y por el contrario, si la persona que se ejercita comienza a tener temor y perder ánimo en sufrir las tentaciones, no hay bestia tan fiera sobre la faz de la tierra como el enemigo de la naturaleza humana, en prosecución de su dañada intención con tan crecida malicia.”
Viendo que podían perder su patriótica causa pro-aborto, la Dra Cornelia Graco, sílfide pelirroja que hacía tintinear sus abundantes joyas, comenzó una doctoral explicación afirmando que no se puede hablar de aborto cuando se interrumpe el proceso en el que el óvulo fecundado desciende hasta la anidación.
Jovito casi le pega con su bastón de plata al oír esto, pero guardó a duras penas la compostura y le preguntó con mirada mezcla de travesura y complicidad: “Dra., ¿el óvulo fecundado que desciende hacia su anidación posee ADN propio?”
Cornelia, apurada en desburrar al periodista contesta rápidamente: “Por supuesto” y calló petrificada al advertir demasiado tarde que se había hundido sola… le habían hecho jaque mate…
Jovito Carlo disfrutó el momento con mirada lánguida, como no dándole importancia a la respuesta.
Cornelia Graco había quedado descubierta en su perversa falacia… si el óvulo fecundado ya tiene ADN propio, un nuevo ser se está gestando.
La irritación de Cornelia explotó sin medida, se sintió atrapada en su propia telaraña de falsedad… pero se le había dado la oportunidad -con la inteligente intervención de Jovito- que como su homónima del siglo II a.C. valorara más a sus hijos -los hijos de los otros- que a sus joyas.
Las chicas, Medea y Cornelia, en fin, fueron por lana y salieron esquiladas… o esquilmadas de su seguridad de “peor causa”.
La actitud de las chicas estas suele ser frecuente: son democráticas y “abiertas” al pluralismo siempre y cuando nadie las contradiga.
Porque, ¿saben una cosa?, estas personas suelen acusar a la Iglesia de ser dogmática. Pero cuando de defender sus posturas se trata, son ellas más dogmáticas en resguardar “su verdad” que el mismo tata Dios.
3.- La mentirocracia de la perspectiva de género.
Me decía un universitario que en una facultad de medicina de este planeta, -entre otras cosas- se les enseña a los futuros médicos las “bondades” del aborto, del desenfreno sexual y de la perspectiva de género.
El pobre muchacho estaba desolado ya que había descubierto a través de sus eximios profesores que ser varón o mujer es una construcción cultural.
El joven, que se consideraba ser varón por nacimiento, descubría gracias al brillante intelecto de sus docentes que el tener órganos masculinos era un mero accidente.
Le dijeron que ser varón o mujer no dependía de sus órganos sexuales externos, ni de su composición genética, sino de su libre “opción” por tal o cual orientación sexual.
Iván -así se llamaba el joven, nombre puesto por su padre por aquel Iván el Terrible de la otrora dinastía rusa- habla con su padre de estas propuestas de locura. El padre, hombre sensato, tratando de disimular su furia por tanto desatino, le dice que en el examen hable de la verdadera postura, de la natural concepción del hombre.
- No puedo, responde, si lo hago, no apruebo jamás la materia.
- ¿Cómo, -dice el padre- no hay respeto por diferentes posturas a las que se proclaman en la carrera, máxime cuando tu actitud es la correcta?.
- No, pa, nos enseñan que hay que liberarse de “esas posturas del medioevo católico”.
Iván calla. Ya no sabe si seguir contando al padre que los “domestican” enseñándoles que la homosexualidad no es una enfermedad, que les machacan que la familia no solamente la constituyen personas de distinto sexo, que todo vale en el campo de la sexualidad con tal de experimentar el placer que “dignifica” a la persona, en fin, toda clase de premisas que componen el plan progresivo “del lavaje cerebral de los futuros profesionales”.
Y sigue la degradación por el imperio de la mentira…
4.- El padre de la mentirocracia.
El gobierno de la mentira tiene un padre común sea cual sea el campo en que se dé. Es un padre tan antiguo como el mundo. Me refiero al espíritu del mal, al demonio.
Perdón, dije la palabra… lo nombré al demonio.
Tengo que andar con cuidado con mis dichos porque son muchos los que no creen en su existencia.
Pero el demonio existe. Es un ángel caído, es puro espíritu, no hay en él -como en nosotros- materia alguna.
Desde el principio es mentiroso ya que hizo creer al hombre y a la mujer, recién creados, que podían ser como dioses.
Encandilados por esta perspectiva, nuestros primeros padres cayeron en la ilusión de que podían decidir lo que es bueno y lo que es malo y que podían alzarse por encima del poder de Dios, combatiendo con El por la primacía sobre todo lo creado.
Esta engañosa perspectiva, disfrazada en el poder de la mentira, tiene vigencia en nuestros días y busca desplazar la verdad desde sus cimientos.
De allí que no es de extrañar esta vigencia de la mentirocracia, que es la prolongación en nuestros tiempos del influjo maléfico.
Ante esto el creyente debe presentar la luminosa presencia de la verdad.
La Iglesia Católica tiene bien en claro esto. De allí que nos interpela como miembros de ella por el bautismo, a proclamar la verdad rejuvenecedora del Cristo vivo entre nosotros.
Esto hace que tomemos conciencia de nuestra misión en el mundo.
A no ceder ante este imperio del “mentiroso” por excelencia, a no temer su influjo mendaz ya que la verdad es la que en realidad nos hace libres y liberará, por tanto, a la humanidad toda.
Una forma concreta de trabajar en este campo será el de ir descubriendo toda forma de mentira ofreciendo al hombre de buena voluntad la luz de la verdad.
Sigamos, por lo tanto, mostrando las distintas formas de la mentirocracia, ya que a algunos les podrá servir…
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