17 de enero de 2008

La grandeza de la Vida Ofrecida

En actitudes, en gestos, en políticas de Estado, se advierte que la persona humana no es vista como venida de la mano de Dios y llamada a la eternidad, sino que más bien se la presenta como una más dentro del engranaje de la vida económica, social y política.

Lanzamiento del grupo Pro-Vida “Juan Pablo II”
Por el Padre Ricardo Bautista Mazza (*)

1.- La viuda de Sarepta y la fuerza multiplicadora del amor.

Siempre en la Sagrada Escritura aparece la cercanía de Dios especialmente con los débiles de este mundo, los considerados poca cosa a la mirada de sus contemporáneos. De allí que las viudas y los huérfanos tenían especial atención en el Pueblo de Israel y la legislación que los protegía era muy clara al respecto.

De todos modos, muchas veces ellos sufrían todo tipo de injusticia. Por eso Jesús en el evangelio resalta que los escribas devoran los bienes de las viudas.

Justamente por ser las más débiles, las más indefensas, los poderosos se aprovechan, y sólo importan cuando se las puede utilizar según sus proyectos.

Dios se acerca a ésta debilidad para dar la fuerza que proviene de El y al mismo tiempo la Palabra de Dios nos habla de la universalidad de la predilección del Señor, es decir, cómo Dios no hace distinción de religión o cultura y que busca siempre estar cerca de toda persona.

Y así en el primer libro de los Reyes (17,10-16) Dios envía a Elías a Sarepta tierra de Sidón, territorio extranjero donde se rendía culto a los Baales, manifestándose que es un Dios no circunscrito a las fronteras geográficas como los dioses falsos. Tierra en que no pocos israelitas que vivían allí dejaban el culto a Yahvé para apostatar rindiéndose a los Baales, olvidándose que éstos no podían responder a las necesidades de la gente, dada su falsedad.

Dios mirando el corazón de esta viuda le envía al profeta como diciendo “tu corazón está disponible para avanzar por el camino de la fe aún en medio de las limitaciones en las que te encuentras”.

Cuando el profeta se hace prójimo de la viuda le requiere agua y pan. Ella le responde que apenas tiene un poco de harina y de aceite para hacer un pan para ella y su hijo y luego morir.

Elías le dirá que haga lo que él pide ya que no le faltara ni harina ni aceite. Esta mujer confiando en la palabra de este hombre de Dios hace según se le pide y como consecuencia de este don de sí –el de su vida- el recipiente de harina no se termina y el frasco de aceite no se agota.

Tiene por lo tanto en abundancia aquello de lo que ella misma se privó para realizar un acto de caridad, a pesar de ser imprescindible para su vida.

Eso nos hace ver cómo Dios mira las acciones de las personas, sin medirlas por la cantidad sino por el amor con que se realizan. Mira el corazón. Aunque la viuda sólo dio un pedazo de pan lo hizo con amor, despojándose de lo necesario para entregarlo desinteresadamente confiando en el Dios de la Providencia.

Y Dios que no se deja ganar en generosidad le dio en abundancia aquello de lo que carecía multiplicando con dones materiales la entrega espiritual de sí.

2.-La viuda del Evangelio que entrega lo mejor de sí. (Marcos.12, 38- 44)

En el contexto del evangelio Jesús dirá algo de los escribas. Ya anteriormente la Palabra de Dios (Mc.12, 28b-34) describe cómo un escriba pregunta por el mandamiento principal de la ley y Jesús responde sin hacer mención a intención aviesa alguna.

En el texto de referencia (Mc.12, 38-44) aparece una observación muy dura en el sentido que los escribas emergen como devoradores de los bienes de las viudas, les gusta la figuración y aunque hacen grandes oraciones, rinden un culto meramente externo.

De esta simulación Cristo nos advierte que nos cuidemos porque también nosotros podemos caer en la misma contradicción de vida.

Advierte sobre esa mezcla que a veces se da en el corazón del hombre de aparente religiosidad pero en la que se esconden actitudes de evidente injusticia.

Por qué no decirlo: ninguno de nosotros está exento de vivir esa contradicción permanente de vida en la que el barniz del cristianismo cubre actitudes injustas para con el prójimo al desconocer su dignidad en el alejamiento continuo de la voluntad de Dios rechazando sus mandamientos.

Jesús llama a sus discípulos –no pierde oportunidad para enseñar- y dirá que ésta pobre viuda ha puesto más que los otros.

Los discípulos estarían asombrados por las donaciones abundantes, se quedaban en el gesto exterior de los ricos, y Jesús les cambia entonces el foco de atención

No miren lo que dan los ricos, sino lo que da esta mujer.

Los ricos dan de lo que les sobra, es decir, en el mejor de los casos, no van más allá de las exigencias de la justicia, en cambio la mujer supera éste ámbito de lo justo configurando su acción en el espacio de la caridad dando todo de sí.

Esas dos monedas de cobre significaban todo lo que ella tenía para subsistir, es decir, que se da ella misma en ofrenda a Dios y a sus hermanos.

Los ricos daban de lo que tenían, ella provee de su ser, de lo que era.

Y eso es justamente lo que el Señor mira y alaba en esta oportunidad, apuntando este reconocimiento a que nos sintamos interpelados en nuestra vida y vayamos cambiando la valoración de los gestos y actitudes. No vale tanto lo que entregamos sino lo que hay en el corazón, nuestra intención.

El señor mira el corazón de donde brotan nuestras acciones.

3.-Los enfermos y las dos monedas de cobre

En la jornada Nacional del Enfermo que hoy se recuerda en nuestra Patria, podemos hacer una aplicación del evangelio que hoy nos ilumina, dejando una reflexión más prolongada para el 11 de febrero, día mundial del enfermo, y celebración de nuestra fiesta patronal, bajo la advocación de Ntra Sra de Lourdes.

Mirando al enfermo como tal, privado de la salud que es un bien, o que padece limitaciones en su cuerpo o en su mente o que está postrado, muchas veces acontece que se siente inútil delante de Dios y de los hombres, ya que no se tienen las mismas fuerzas para desarrollar actividades de evangelización.

Sin embargo, el ejemplo de la viuda, nos está diciendo que el enfermo puede entregar su dolor, su enfermedad, como las dos monedas de cobre.

Pequeñez a lo mejor en la ofrenda pero grandeza en el ofrecimiento que alcanza la salvación para muchos.

Es bueno recordar además, que tanto se puede servir a Dios en la salud como en la enfermedad.

Lo importante es que en cada momento entreguemos a Dios lo mejor de nosotros mismos.

Y mirando a la persona que sirve a los enfermos también allí se puede seguir el ejemplo de la viuda.

Los miembros del equipo de Pastoral de la salud, los ministros de la comunión y toda persona bautizada pueden entregar las dos monedas de cobre del consuelo, de la compañía, y del descanso en medio de los quebrantos.

En las pequeñas cosas, sobre todo las realizadas ocultamente, en silencio, podemos ir ampliando el horizonte de nuestro amor por el hermano que sufre, viendo en él el rostro del Cristo sufriente.

Son también los enfermos, los débiles de este mundo, los considerados inútiles por un mundo egoísta, los que pueden y deben recibir el consuelo del alivio.

Dando desinteresadamente no hay límite para el crecimiento.

4.- El grupo Pro-Vida Juan Pablo II

En este contexto de la generosidad en la entrega, comenzamos hoy con el grupo Pro-Vida Juan Pablo II.

Si bien tiene origen parroquial, siguiendo el ejemplo del Señor no nos cerramos a unos límites geográficos, sino que está abierto para recibir a todo joven y adulto que quiera dar las dos monedas de cobre de su tiempo y de su corazón a este proyecto que pretende responder a la interpelación realizada por el papa Juan Pablo II en la encíclica Evangelium Vitae.

Como objetivo principal tenemos el de iluminar las conciencias de los hombres de buena voluntad para que el ser humano advierta la dignidad de la que está revestido desde la concepción hasta su muerte natural. Valorar la vida temporal como camino para la eterna.

Cada uno de nosotros ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y la cultura de nuestro tiempo pretende hacernos olvidar esta verdad presentándonos un prototipo de persona que se aleja cada vez más de la voluntad del Creador.

Es urgente tomar conciencia de esta dignidad, toda vez que el desprecio por el hombre campea en todos los campos.

En actitudes, en gestos, en políticas de Estado, se advierte que la persona humana no es vista como venida de la mano de Dios y llamada a la eternidad, sino que más bien se la presenta como una más dentro del engranaje de la vida económica, social y política.

Iluminar las conciencias pretende el recobrar nuestra identidad de hijos de Dios a pesar de que se pretenda hacernos creer que no tenemos futuro eterno, y que sólo existimos para servirnos y no para la entrega generosa de nosotros mismos en obras de bondad.

Y así el grupo Pro-Vida, deberá iluminar para vencer las lacras que se ciernen sobre la vida no nacida y sobre el término de la misma, pasando por la dignificación del hombre en todo su recorrido temporal.

El grupo Pro-Vida fomentará lo que es digno de la persona, señalando que la prostitución, la drogadicción, el desamparo, la pobreza estructural, las familias carentes de lo necesario para vivir, la falta de trabajo, la carencia de vivienda y de atención adecuada de la salud, contrarían lo que Dios quiere para nosotros como dignificante y elevante de nuestra condición humana llamada a la eternidad.

La violencia de todo tipo, el olvido del hombre por sus hermanos son acciones que no favorecen la vida digna a la que estamos llamados.

Es aquí dónde todos podemos hacer algo, aunque más no sea dando las dos monedas de cobre de nuestro tiempo y esfuerzo por hacer más feliz la vida humana.

Amar la vida es trabajar para dignificar permanentemente al hombre tantas veces olvidado por la mentalidad de una sociedad cerrada en sí misma que sólo busca el autismo de los placeres efímeros.

Luchar por la vida es trabajar para que haya proyectos políticos que enaltezcan a la persona, y donde el bien común sea la finalidad de principal del quehacer humano.

Queda hecha la invitación a todos para ir estudiando juntos los caminos a través de los cuales podemos llevar este mensaje de dignificación de la vida humana a todos aquellos que están confundidos o que no han terminado de reconocer su propia identidad de hijos de Dios.

De hecho el vivir de muchas personas cristianas sin la presencia de Dios, sin oración, sin eucaristía, sin sentirse familia, es un signo de la ausencia de una valoración profunda de nuestro origen y nuestro fin, lo que representa ser hijo de Dios y lo que significa haber recibido la vida humana como camino a la eterna.

Es el hombre y su dignidad creatural el ámbito que debe recorrer la Iglesia incansablemente en medio de las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios.

(*)
Homilía del 11 de Noviembre de 2006. 32 domingo “per annum” ciclo B.

Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Párroco de Ntra Sra de Lourdes, Santa Fe de la Vera Cruz. Profesor Titular de Teología Moral y DSI en la UCSF. Director del Centro de Estudios Políticos y Sociales Santo Tomás Moro. Director del Grupo Pro-Vida “Juan Pablo II”

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