17 de mayo de 2011

“Escuchando al Buen Pastor, somos conducidos a los pastos de la Vida”

Celebramos hoy el domingo del Buen Pastor en el que la Iglesia nos presenta en su liturgia esta figura tan particular de Jesús resucitado. El Buen Pastor fue anunciado en el Antiguo Testamento como aquél que daría plenitud a la salvación humana a través de su muerte y resurrección. Quedaron atrás los falsos pastores que muchas veces no conducían a Israel al bien sino al extravío. Ahora está Jesús presente y llama a las ovejas de su rebaño, a cada uno de nosotros, invitándonos en este tiempo pascual a volvernos nuevamente a Él, a la conversión, como hizo Pedro hablando a los judíos (Hechos 2, 14ª.36-41).

El mismo Pedro (1 Pedro 2, 20b-25) insiste en esto al recordar que Jesús ha sufrido por la salvación humana, invitándonos a prolongar en el tiempo esta misma actitud sacrificial del maestro diciendo: “si a pesar de hacer el bien ustedes soportan el sufrimiento, esto sí es una gracia delante de Dios”. Antes andábamos nosotros como ovejas perdidas, pero ahora por la muerte y resurrección de Cristo hemos vuelto al que guía nuestras vidas a los pastos eternos.

Así lo recordamos cantando el salmo 22 y, lo rezamos en la primera oración de esta misa al suplicar “que podamos llegar algún día a donde ya nos precedió nuestro Pastor”, Cabeza del rebaño de los elegidos.

Jesús nos recuerda que es preciso ingresar al corral por la puerta que es Él mismo. Pero también evoca al bautismo, puerta de salvación que nos introduce en la única Iglesia de Cristo. La puerta es pues Cristo y es también el bautismo por el que morimos al pecado y renacemos a la gracia.

Y una vez que formamos parte del rebaño del Buen Pastor seguiremos creciendo toda vez que escuchemos y sigamos la voz del Señor.

El mismo Jesús dice “las ovejas escuchan su voz” y “nunca seguirán a un extraño sino que huirán de él porque no conocen su voz. Esto debería grabarse a fuego en nuestro corazón, el buscar escuchar la voz del Pastor que nos habla a través de las sagradas Escrituras y nos enseña siempre el bien. Saber distinguir siempre en este mundo y en medio de tantas voces que nos distraen y confunden, cuál es la voz de Cristo Nuestro Señor, sin ir detrás de las voces extrañas al sentir y a la vida del Buen Pastor.

También en nuestro tiempo, como lo señala Jesús, hay ladrones y asaltantes que no entran por la puerta sino por otro lado.

Son aquellos que intentan o de hecho nos roban la enseñanza de Cristo Jesús, o la transforman a su gusto y paladar volviéndola inocua. Lamentablemente esto lo vemos muchas veces en el seno de la Iglesia.

Y así, quienes debiéramos ser pastores que conducen a los pastos eternos al rebaño que se nos confía, nos buscamos a nosotros mismos y no guiamos al rebaño al encuentro del Señor.

En los últimos tiempos el papa Benedicto XVI en algo poco común en la vida de la Iglesia, depuso de sus oficios a varios obispos en el mundo.

El último de ellos el australiano William Morris, a quien tuvo gran paciencia y reiteradamente se le pedía que renunciara a su cargo ya que su enseñanza era incompatible con la doctrina de la Iglesia. Por último, el mismo papa, dadas las dilaciones del Obispo, lo depuso de su cargo, ya que

no transmitía las enseñanzas de Cristo y de la Iglesia, sino sus devaneos “teológicos”. Llamado a la conversión, no quiso escuchar la voz de Cristo presente en aquél que es su vicario, el papa.

Muchas veces acontece en nuestros días algo similar en la sociedad en la que estamos insertos cuando aparecen sacerdotes que no transmiten lo proclamado y enseñado por Jesús y su Iglesia.

El comprobar esta realidad nos debe ayudar a nosotros a saber discernir siempre y poder descubrir la voz de Cristo. Pero sin hacernos trampa a nosotros mismos, porque nuestras propias debilidades luchan contra la fidelidad que debemos a la voz del buen Pastor.

Estas debilidades hacen que busquemos aquello que nos gusta u oigamos voces que al decir de San Pablo “halagan nuestros oídos”, porque coinciden con lo que pensamos.

Sucede también que nosotros mismos buscamos aquello que es más fácil, y si bien nos asombramos por ejemplo, cuando dos sacerdotes distintos enseñan de modo contrario la misma doctrina, nos sentimos inclinados a seguir lo que nos agrada en lugar de hacer un esfuerzo por buscar la verdad.

En otro orden muchas veces cambiamos de médico buscando alguno más permisivo porque no nos queremos ajustar a sus exigencias sin ver cuál es quien tiene razón. Lo mismo sucede en nuestra relación con los pastores de la Iglesia. Seguimos al que parece más de onda, no tan exigente, sin ver dónde está la verdad y que si caemos lo haremos junto con el pastor. Y esto sucede porque previamente quizás huimos de Cristo cuando nos presenta sus exigencias y deseamos un Jesús más complaciente con nuestros pareceres, sentimientos y actitudes ajenas a la verdad y al bien.

Estamos tan invadidos e influenciados por la sociedad en la que vivimos y su cultura y, seducidos por otras voces que nada tienen que ver con el evangelio, que la voz del pastor eterno resulta inaudible o extraña a lo que vivimos a diario. Estas voces nos confunden y seguimos detrás de ellas porque nos esclavizan con sus mentiras.

La Iglesia que es consciente de todo esto suplica al Buen Pastor en esta jornada mundial de oración, por las vocaciones sacerdotales y religiosas.

Y esto porque en la vida del rebaño elegido y marcado por el bautismo es esencial la figura modélica del Pastor. Tan importante es que la Escritura profetiza “heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas” (Zacarías 13,8; Marcos 14,27). Cristo fue herido en su pasión y se dispersaron sus seguidores, pero Él vuelto a la vida por la resurrección reunió de nuevo el rebaño que el Padre le había confiado. Pero si el pastor humano, sea sacerdote o consagrado, es herido por el error o el pecado, la confusión y el desbande de las ovejas es su consecuencia.

Por eso hemos de pedir en esta jornada por abundantes y santas vocaciones sacerdotales y religiosas ya que la vida consagrada modelada por el Buen Pastor resulta atrayente para no pocos jóvenes y adultos que buscan vivir en serio su compromiso bautismal o que pueden sentirse llamados a una entrega total de sus vidas en el seguimiento de Cristo continuando su obra evangelizadora en el mundo.

Benedicto XVI en el mensaje con ocasión de esta jornada insiste en la necesidad de orar para que sean muchos los que escuchen el llamado del Señor, sin dejarse tentar por el espejismo de una vida fácil que tanto seduce en nuestro tiempo, buscando la ofrenda de su ser a Cristo y su Iglesia.

En nuestra época son necesarias abundantes vocaciones pero forjadas en la escuela de la santidad, ya que en la medida en que el Pastor del rebaño es fiel a Cristo Nuestro Señor, sabrá transmitir también a Jesús en todo momento y lugar, más allá de sus apreciaciones personales, ya que sabe que la vocación no significa ser fiel a sí mismo sino a Cristo resucitado.

Por eso pidamos al Pastor de rebaño que nunca dejemos de escuchar su voz. Vayamos a su encuentro porque Él nos habla siempre en la verdad, porque es el camino que guía a la vida verdadera. Escuchemos siempre todo aquello que nos acerca más y más al Pastor de nuestras almas.

Pidamos esto fervorosamente ya que nos lo concederá en abundancia.





Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el IV° domingo de PASCUA. Ciclo “A”. 15 de mayo de 2011. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com

















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