20 de febrero de 2014

“La gracia divina nos transforma en moradas dignas de la presencia del Padre”






Por quererlo así Dios, el hombre fue creado a su imagen y semejanza, dignidad que lo distingue radicalmente de toda otra creatura.

Atento a la dignidad de la que estamos revestidos como hijos de Dios, pero alejados del Creador a causa del pecado de los orígenes, el Hijo Eterno del Padre entró en la historia humana, asumiendo nuestra condición humana, para encaminarnos nuevamente hacia el Padre Creador, por su muerte y resurrección. 
Por el hecho de ser imagen y semejanza de Dios, cada uno de nosotros está llamado a la santidad de vida y a ser morada digna para nuestro Señor, como pedíamos en la oración del principio: “Dios nuestro que te complaces en habitar en los corazones rectos y sencillos, concédenos la gracia de vivir de tal manera que encuentres en nosotros una morada digna de tu agrado”. Más aún,  recordábamos en el canto de entrada la alegría de vivir en Dios.
No obstante este llamado a la santidad, se presentan ante  nuestra libertad, dos caminos, como lo señala el libro del Eclesiástico (15, 15-20), a nadie empuja Dios a pecar, contamos siempre con su gracia para hacer el bien, y como sabe que somos débiles e inclinados al mal, nos ha entregado su ley que de ningún modo esclaviza al hombre, sino que lo libera del maligno mostrándole el camino de la verdad, ya que  no en vano el mismo Cristo dijo a sus apóstoles “el que me ama cumple mis mandamientos”.
Esto nos lleva a una nueva disyuntiva, o seguimos en la “sabiduría humana” o buscamos vivir según la “sabiduría divina”. 
Precisamente el apóstol san Pablo (I Cor. 2, 6-10) señala  “que anunciamos una sabiduría entre aquéllos que son personas espiritualmente maduras, pero no la sabiduría de este mundo ni la que ostentan los dominadores de este mundo, condenados a la destrucción, lo que anunciamos es una sabiduría de Dios, misteriosa y secreta”. 
Mientras caminamos por este mundo nos encontramos en una constante lucha entre estas dos sabidurías o modos de concebir la existencia humana, que es de lo que habla el mismo Jesús en el evangelio (Mt. 5, 17-37). Mientras que la sabiduría humana busca cómo diluir la palabra de Dios, su ley, Jesús afirma que viene a darle plenitud  y nos enseña a superar la justicia de los escribas que pasa por la literalidad de la ley para ingresar y profundizar en su espíritu.
Los ejemplos que nos trae el evangelio de hoy, nos permite caer en la cuenta sobre la diversidad de interpretación que hay acerca de la ley de Dios, ya si la misma procede del mundo, ya si procede del mismo Jesús.
Nos hace ver el Señor la profundidad de las exigencias evangélicas, y cómo éstas con frecuencia, no son captadas por el cristiano, acostumbrado a una vivencia de su fe cada vez más acomodada al espíritu del mundo y de la sociedad.
A principios de este mes de febrero la ONU con una declaración ideologizada pretendió imponer a la Iglesia que se desprenda de su enseñanza acerca de la vida, la familia, el matrimonio, el aborto, la homosexualidad, es decir, se esperaba que la Iglesia se alejara de la sabiduría de Dios para aceptar el molde de la sabiduría del mundo. 
Todo esto no hace más que poner en evidencia que cada día se intenta avanzar más en la imposición de un pensamiento único en la sociedad, especialmente en lo que refiere a la dignidad humana –que se proyecta rebajar sin pausa-   por supuesto aceptando el que proviene del maligno y de sus múltiples secuaces en la sociedad hodierna.
Para afrontar esto desde nuestra fe de católicos, es necesario descubrir la verdad que nos presenta Jesús con sus enseñanzas y saber poner en práctica con valentía lo que Él nos reclama en cada uno de los campos de nuestra existencia humana.
Queridos hermanos busquemos anunciar la sabiduría de la muerte y resurrección de Jesús, de la que nos habla san Pablo, que implica siempre el dominio de nuestros sentidos, para que no nos conduzcan a las obras del maligno, sino que siendo  siempre rectos y sencillos, pueda Dios encontrar en nosotros digna morada.

Padre Ricardo B. Mazza. Párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz,  Argentina. Homilía en el VI domingo durante el año, ciclo “A”. 16 de febrero de 2014.-http://ricardomazza.blogspot.com; ribamazza@gmail.com.- 





















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