12 de octubre de 2018

Desde la verdad de la naturaleza humana, rechacemos la perversa ideología de género que quiere imponer el gobierno.


 La liturgia nos invita a reflexionar hoy acerca de la creación del hombre y el proyecto divino que sobre él se plasma desde los orígenes hasta su reencuentro final con el Creador (Gén. 2, 4b.7ª.18-24).

En efecto, así como Dios subsiste en una sola naturaleza en tres personas divinas  en las que reina la comunión y, habiendo sido creado el hombre a su imagen y semejanza, resulta necesario que la comunidad sea el ámbito natural en el que se perfecciona el mismo.
Es por ello que además del varón, existe otra persona, la mujer, de sexo diferente, con la que se establece la comunidad humana.
Precisamente el relato, con un lenguaje muy simple y colorido, afirma que creado el varón, no encuentra la ayuda adecuada en los demás seres que Dios ha colocado en el paraíso, aunque les da un nombre, manifestando así su subordinación a él, y además que no pueden entrar en comunión alguna con él, y menos todavía complementarse.
Sólo cuando es creada la mujer, de la misma naturaleza humana, significado esto por haber sido sacada del varón, se realiza la buscada comunidad personal en la complementación de ambos sexos.
Contemplamos así al hombre en sus dos fuentes originarias que son el varón y la mujer, que dan sentido a la institución matrimonial y familiar, fundamento a su vez, de la sociedad toda.
En la diversidad sexual, no de género como se estila decir ahora para confundir las cosas y enmarcar en la ambigüedad a la persona misma, se contempla  la especificación de la naturaleza humana en su biología, en la que coinciden la fe y la ciencia, proclamando así sin duda alguna la verdad sobre el ser de la persona humana y su consiguiente obrar como varón o mujer, diferentes en muchos aspectos pero iguales en dignidad como fruto de la creación divina.
En estos días y en relación con esta verdad de vida que reconocemos en nuestro diario caminar por el mundo, el presidente Macri ha contrariado la misma, destacando públicamente que el Estado sostendrá  e impondrá en el ámbito social, cultural y educativo, con todos los recursos necesarios, la perversa ideología de género.
Esta ideología, como sabemos, parte del rechazo a la verdad que sostiene la ciencia y la fe, de que el hombre fue creado, y se distingue genéticamente, como varón y mujer, llamados a su vez a fundar la sociedad matrimonial, familiar y social, sosteniendo que todo esto es una construcción cultural.
Como se entiende fácilmente desde la razón recta, es gravísimo que se de carta de ciudadanía a esta ficción tan perversa que ya erosiona no pocos países sembrando de mentira y confusión el tejido social con resultados de alienación personal y comunitario.
Siguiendo con esta línea de maldad, impuesta por supuesto por los poderosos de este mundo que nunca prestan dinero a país alguno sin cobrar algún resarcimiento, se preparan a tomar por asalto a las personas desde la niñez, negando a los padres la patria potestad, e imponiendo autoritariamente el desenfreno sexual, la elección sexual, la proclamación del placer por encima de todo, la anticoncepción buscada en la promoción del aborto y de la homosexualidad que a la postre transformará a la Argentina en una nación cada vez más infecunda como ya acontece en no pocos países europeos.
Esta ideología de género se aparta por cierto y rechaza la verdad que está presente en nuestro ser humano desde los orígenes, conduciendo a múltiples males no sólo pretendiendo afectar la identidad humana misma, sino también cambiar todo lo noble que de este principio nace.
En definitiva se trata de introducir el criterio de que el hombre se construye a sí mismo como le viene en gana, prescindiendo de la voluntad creadora divina que se manifiesta desde la criatura misma.
De hecho el mismo Jesús denuncia que en la época de Moisés ya se comenzó a tolerar y aceptar como verdad el flagelo del divorcio, “construcción jurídica” fabricada por el  capricho y la dureza del corazón humano, a pesar de que la verdad presente en el “principio” de la creación, menciona al matrimonio indisoluble por el que el varón deja a su padre y a su madre para ser una sola carne con su esposa.
El texto del evangelio (Mc. 10, 2-16), por otra parte, descubre el corazón de Jesús y su afecto por los niños,  señalando que a los que son como ellos pertenece el Reino de los Cielos, y que no entrarán al mismo quienes no reciban a los que son como ellos.
En este sentido, hemos de tener en cuenta que esta admonición vale también para los defensores y propagadores de la ideología de género. En efecto, por culpa de ellos y sus perversas enseñanzas, muchos niños y jóvenes son corrompidos o confundidos en su identidad sexual, siendo condenados a vivir a menudo el engaño en sus existencias.
Queridos hermanos: pidamos confiadamente a Dios que nos libre de tanto mal originado desde las estructuras de poder de este mundo y de nuestra Patria, y que fortalecidos por sus dones, podamos dar testimonio continuo de la verdad de nuestro ser en el obrar diario.



Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo XXVII durante el año. Ciclo B. 07 de octubre de 2018. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com




























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