13 de octubre de 2020

Como enviados del Señor hemos de buscar al hermano alejado para acercarlo nuevamente al Señor y mostrarle un camino totalmente nuevo.

La Iglesia en Argentina hoy celebra el día misional,  de allí que elevemos confiadamente  oraciones por la difusión del evangelio.

 ¿Qué significa esto? Que la Iglesia fue instituida para ser fiel a la misión de predicar a Cristo, y éste, muerto y resucitado. Es decir, que debemos sentirnos todos “misionados”, enviados, a la sociedad y cultura de nuestro tiempo para llevar a todos la Palabra de Dios, de manera que muchos nuevamente puedan tener la oportunidad de sentirse invitados a participar del banquete ofrecido a todos los pueblos  (Isaías 25, 6-10ª).
El profeta anuncia este banquete mesiánico y escatológico ofrecido  a todos los pueblos de la tierra, manifestando así la voluntad de Dios de que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, como enseña el mismo apóstol San Pablo (cf. I Tim. 2,4).
En esta tarea misionera, es decir, de sentirnos enviados, misionados, todos estamos comprendidos, nadie queda liberado de esta búsqueda del hermano que está alejado para acercarlo nuevamente al Señor y  mostrarle un camino totalmente nuevo.
En el texto del Evangelio (Mt. 22, 1-14) continuamos con las parábolas del Reino, que ya hemos reflexionado en los domingos pasados, y hoy precisamente, se refiere al Padre Dios de todos  que invita a las Bodas de su Hijo, que desposado con la naturaleza humana en el seno de María, está presente en la historia humana como Jesús Salvador.
Nuevamente el texto se refiere al desagradecido pueblo elegido que rechaza o mata  a los profetas y a los apóstoles que el Padre envía para invitar a la fiesta de bodas del Hijo hecho hombre y Salvador.
Los invitados no escuchan, se excusan, tienen otras ocupaciones, otras obligaciones, no quieren ir a celebrar las bodas del Hijo.
Como se observa, el texto bíblico repite el mismo esquema de las parábolas anteriores, mostrando la infidelidad del pueblo elegido que renuncia a aceptar a Jesús como el Hijo de Dios vivo.
Como consecuencia de esto, el Padre, envía a sus servidores a buscar por los caminos a todos aquellos que estén bien dispuestos, haciendo hincapié nuevamente en la elección y llamada de aquellos que no provienen del judaísmo.
Y la sala se llena, están todos ahí esperando celebrar las bodas, sin embargo  hay un comensal que no está con el vestido de fiesta, que en el texto del Evangelio refiere a  aquel que no está adornado por la gracia de Dios, por la comunión con Dios, por eso esta reacción de sacarlo de la fiesta; y esta afirmación “muchos son llamados pero pocos son elegidos”, de manera que el llamado se mantiene siempre universal, como dice el profeta Isaías en la primera lectura, pero no todo el mundo acepta esta invitación, como decíamos prefieren seguir otros caminos.
En este contexto de la misión de la Iglesia que es evangelizar, celebramos ayer la beatificación del joven Carlo Acutis, a quien recordamos en el cuadro que tenemos a la vista y que expondremos a la veneración después de bendecirlo.
Carlo Acutis precisamente se caracterizó por ser un misionero, un misionero de veras, se sintió enviado desde pequeño  para  llevar la palabra de Dios y tocar el corazón de sus hermanos. Murió a los quince años por una leucemia fulminante, ofreciendo sus  sufrimientos a Dios por el papa, por la Iglesia, por los jóvenes, y seguía a pesar de la enfermedad traspasado por el amor a Cristo nuestro Señor, presente en la Eucaristía.
Por eso, Cristo Eucaristía para él, como lo dice, es “la autopista al Cielo”; ya que si tenemos seguridad de llegar a la Vida Eterna es a través de  Cristo Eucaristía, y por eso, tantas horas, tanto tiempo en actitud contemplativa ante Jesús Eucaristía.
Profundamente devoto, a su vez, de su Madre, la mujer por excelencia que es María Santísima a la cual tenía una tierna devoción, muy particularmente por el rezo del santo Rosario. Precisamente  el mes de octubre es el dedicado al rezo del santo Rosario, por lo que tenemos la  hermosa oportunidad de repetir ese gesto en honor de la Virgen.
Carlo Acutis va a insistir que entre elegir lo finito y lo infinito el hombre debe buscar y elegir siempre lo infinito, esa meta de la infinitud a la cual estamos llamados, precisamente al banquete eterno del cual habla el profeta Isaías, a las Bodas del Cordero  del evangelio. De allí se entiende lo dicho por Carlo “que todos nacemos originales, pero hay quienes mueren fotocopias” porque   con el tiempo  el ser humano puede desviarse del buen camino y buscar metas frágiles, se puede perder la originalidad de vivir en  gracia de Dios y crecer en santidad, para crecer en la mediocridad de una existencia vacía.
Carlo es un apóstol de los medios, el ciber apóstol, un chico común y corriente podríamos decir, pero con una marca preferencial por el amor a Cristo nuestro Señor, sobre todo en la Eucaristía. Y esto mismo lo manifestaba con su calidad de persona: respetuoso, amable, educado con todos, dedicado a los más pequeños, a los necesitados, a los enfermos, realmente ha sido un joven que respondió generosamente a la abundante gracia que Dios le había transmitido, que había derramado en su corazón, y así, con esta su vida, fue un gran misionero, se sintió enviado a evangelizar y evangelizó con su vida, con sus enseñanzas, con internet, con los Milagros Eucarísticos, con el fútbol, con tantas habilidades que desarrollaba, pero siempre en clave del amor a Cristo y el amor a los demás. 

Pidámosle al nuevo beato que desde hoy tendremos en el templo parroquial y recordaremos cada día 12 de mes, que nos ilumine a todos y ayude a comprometernos más con Cristo.
El día 12 de cada mes, porque el 12 de octubre día de su muerte es la fiesta litúrgica, vamos a pedir por los jóvenes de la parroquia, por los jóvenes de la ciudad, para que se sientan atraídos por esta hermosa vocación y vida a la santidad de Carlo Acutis; para que vean que no es imposible llegar a una vida de entrega a Dios si uno se lo propone y si uno responde a la gracia de lo alto, es decir si respondemos a la originalidad de nuestro ser como hijos adoptivos del Padre.
Pidámosle al Señor que crezcamos en este espíritu misionero, que llevemos también nosotros el Evangelio de Jesús a todos los que nos rodean, que Cristo no quede oculto en medio de nuestra familia, en medio de nuestras amistades.


Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo XXVIII durante el año, ciclo A.- 11 de octubre de 2020. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com




 

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