16 de noviembre de 2021

Tentados a abandonar a Cristo por causa de las persecuciones del mundo, permanezcamos fieles y vigilantes hasta su segunda Venida.

 

El domingo próximo, solemnidad de Cristo Rey, culmina el año litúrgico, anticipo del fin de los tiempos,  por lo que en este domingo y el siguiente, se nos invita a prepararnos para la segunda venida de Cristo, que será gloriosa, diferente a la primera venida que se realizó en la humildad de la carne humana y en el silencio del anonadamiento.

Las señales precursoras descritas por la sagrada escritura nos anunciarán esta segunda venida para que podamos estar preparados.
El profeta Daniel (12, 1-3) anuncia un futuro cercano lleno de tribulaciones soportadas por los elegidos, pero que son protegidos por Dios por medio del ángel Miguel, de modo que aunque se padezca, el triunfo sobre el mal y los malos siempre es de Dios.
Este tiempo es de purificación para los elegidos y, medio de conversión para quienes están apartados de Dios para que vuelvan a Él.

El profeta menciona una resurrección final para todos, momento en que las almas se unen a sus cuerpos, para la vida eterna para quienes hayan muerto en unión con Dios, y una separación definitiva en la condenación para quienes hayan obrado el mal, a espaldas de Dios.
En el texto del evangelio (Mc. 13, 24-32) Jesús menciona los signos en el cosmos como anticipo de su segunda venida, de modo que así como en el principio del mundo, en el génesis, se habla del orden de todos los astros, en  este texto se presenta lo que ocurrirá en el ocaso.
Será en el ocaso cuando los elegidos por su fidelidad serán nuevamente probados y purificados, y se ofrecerá una última oportunidad de conversión a los hacedores del mal para que retornen.

Dios siempre ofrece al hombre oportunidades para volver al buen camino, porque su voluntad es de salvación, de congregarnos a todos en un único rebaño en el reino que no tiene fin, dependiendo siempre de la respuesta humana si hace buena o mala elección de su libertad.
El llamado que se nos hace a cada uno, por lo tanto, es el de la fidelidad,  ya que el creyente tiene la tentación de abandonar todo cuando parece que no hay futuro de vida nueva, o que todo se derrumba o que las fuerzas del mal parecen posesionarse de todo.
Sucede que escuchamos muchas veces los anuncios de la Sagrada Escritura referentes a la persecución en manos de los que pecadores, o del fin de los tiempos inevitable, pero pensamos que no nos tocará  o que sólo son alusiones a situaciones que quizás no acontezcan, por lo que cuando se presentan, la tentación es la de pactar con el mundo, y acomodarnos a la cultura de nuestro tiempo y evitar problemas, rehuyendo al proceso de purificación interior tan necesario para la fe.

Estamos viviendo en nuestro tiempo momentos difíciles, y  pareciera que el maligno hace y deshace a su antojo, sin embargo, el Señor cuida y protege al “resto”, es decir, a todos los que buscamos mantenernos en fidelidad a Dios en medio de las tribulaciones.
Vivimos también momentos de confusión, no sólo en la sociedad, sino también dentro de la misma Iglesia Católica, y no pocas veces desde los mismos pastores que debemos conducir al rebaño en la verdad y en el bien, se escuchan enseñanzas incompatibles con la fe.
En efecto, en no pocos lugares, la Iglesia pareciera acomodarse a las modas e ideologías del momento por temor a ofender al mundo, en lugar de ser un faro luminoso que proclama el evangelio sin aguarlo, y exponer sus exigencias sin relativizarlas a las circunstancias.
No olvidemos que cuando las  condiciones para ser creyente se van adelgazando y todo se permite, es porque está allí el espíritu del mal.
Cuando dudamos o estamos confundidos acerca de la doctrina de fe o las exigencias de la moral para la vida de cada día, hemos de acudir a las fuentes  seguras que son la Sagrada Escritura, la Tradición viva de la Iglesia y el Magisterio, expuesto  todo esto en el Catecismo de la Iglesia Católica que  ilumina respecto a la fe y a las obras a realizar.

Lamentablemente no pocas veces buscamos respuesta a nuestras inquietudes fuera de las fuentes de la verdad y del bien, e incursionamos, en cambio, en propuestas religiosas que proceden del mundo oriental, en la magia, en los adivinos, en una llamada “nueva metafísica”, en el tarot, en el Reiki y en cuanto espejismo se presenta.

Desechamos la fe católica por considerarla llena de misterios, pero buscamos cuantos misterios o cosas raras se presentan ante nosotros.
Como lo compruebo continuamente, estas búsquedas esotéricas y ocultistas, terminan con abrir la puerta al espíritu del mal que jaquea la vida de cada uno, de las familias y de la sociedad.
El llamado a la conversión también nos toca a cada uno de nosotros, de modo que busquemos solamente prepararnos para la segunda Venida del Señor que será con gloria, mientras somos fieles a nuestro deber de estado como creyentes y miembros de este mundo que pasa y que llegará a su fin, sin que sepamos el día y la hora.

Sigamos caminando por este mundo siendo fieles al Señor, plenos de esperanza, convencidos que como enseña la carta a los Hebreos (10, 11-14.18) Cristo se ofreció a la muerte por nuestros pecados y sentado a la derecha del Padre “espera que sus enemigos sean puestos debajo de sus pies” cuando llegue en su segunda Venida.
Queridos hermanos: no desesperemos en medio de las dificultades y persecuciones a causa de nuestra fe. Cuánto más difíciles sean los momentos que vivimos, más seguridad tengamos en la protección del Hijo de Dios que viene a guiarnos a la plenitud.



Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo XXXIII durante el año. Ciclo B. 14 de noviembre de 2021 ribamazza@gmail.com;  http://ricardomazza.blogspot.com






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