9 de diciembre de 2021

Al igual que María Santísima seamos dóciles a la Palabra de Dios expresando que queremos ser siempre servidores del Salvador.

 El 8 de diciembre de 1854, el papa Pío IX  nos deja este regalo con la definición dogmática de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. No sólo tiene en cuenta la Tradición de la Iglesia sobre esta verdad de fe, sino que consultando al episcopado de entonces, recibe respuesta favorable a  proceder con esta definición dogmática.

De manera que desde ese día queda firme la verdad ya vivida  por la fe del pueblo, que María Santísima fue engendrada sin la mancha del pecado original.

¿Y por qué esta definición dogmática es tan importante? Vayamos a los textos bíblicos que presenta la liturgia del día para obtener una respuesta que ilumine nuestra inteligencia y fortalezca el corazón sobre lo que ha acontecido en la historia humana.
El apóstol san Pablo escribiendo a los efesios y también a nosotros (1, 3-6.11-12), afirma que el Padre nos ha “bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en Él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia por el amor”.
¡Qué hermosa afirmación ésta de haber sido elegidos los seres humanos de todos los tiempos para ser santos e irreprochables!

Más aún: “Él nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad…..en Él hemos sido constituidos herederos y destinados de antemano para ser alabanza de su gloria, según el previo designio….conforme a su voluntad”

O sea, fuimos elegidos para ser santos y herederos de la gloria del Padre, no por nuestros méritos sino  por pura gracia divina.
Pero he aquí que este designio divino es herido por el pecado del hombre cuando nuestros primeros padres, queriendo ser iguales a Dios, se apartan de la grandeza en la que fuimos creados, para pretender decidir por sí mismos lo que es bueno o malo en la vida.
Actitud ésta que aún subsiste cada vez que el hombre se aparta de su Creador, convirtiéndose en esclavo de sus proyectos efímeros.

Con el pecado original (Gén. 3, 9-15.20)  entra el pecado y la muerte en el hombre y en el mundo, quedando el hombre imposibilitado para alcanzar la grandeza para la que fue creado, se siente desnudo porque ha perdido la gracia, la inocencia original y está en caída progresiva.

Pero Dios, que no es como el hombre, no se arrepiente de su designio sobre nosotros, y quiere remediar esta calamidad causada por el hombre y su pecado de soberbia, por medio de alguien que fue elegida también desde toda la eternidad para ser santa, María Santísima.
Ella, que al pertenecer al linaje humano debiera haber nacido en pecado, es preservada desde su concepción de toda mancha de pecado.

Cuando es concebida en el seno de su madre comienza a estar “llena de gracia”, y esto en previsión de los méritos de Cristo.
Habiendo sido elegida como el Arca de la Alianza, madre del Hijo de Dios hecho hombre, no podía estar contaminada por pecado alguno.
En el relato de la Anunciación (Lc. 1, 26-38) expresamente  se reconoce su Virginidad, y el deseo de ella de permanecer de ese modo, y es llamada “llena de gracia, el Señor está contigo”.
¿Qué persona puede ser llamada llena de gracia? Ninguna, porque nacemos con el pecado original. Sólo María fue plenamente favorecida desde el primer instante en que fue concebida, ya que sería  Madre del Salvador, del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Será Madre del Santo, que a su vez la ha santificado desde toda la eternidad, para ser digna morada de la Encarnación del Verbo Eterno.

El Reino de Jesús no tendrá fin, se le anuncia a María, porque en su segunda Venida todo será puesto a sus pies, sus enemigos y perseguidores de todos los tiempos se verán obligados a reconocer su reinado como enviado del Padre Eterno.
Ahora bien, en esta fiesta se nos invita también a imitar a María Santísima, a saber vencer la tentación que busca rechazar  a Dios como Adán y Eva, y mantenernos siempre firmes en la pureza de vida a la que fuimos llamados por la bondadosa voluntad de Dios.
Al igual que María Santísima seamos dóciles a la Palabra de Dios expresando que queremos ser siempre servidores del Señor.


Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María Santísima. 08 de diciembre  de 2021. http://ricardomazza.blogspot.com; ribamazza@gmail.com.-








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