4 de abril de 2022

No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas; Yo estoy por hacer algo nuevo, ya está germinando”

 

 
En uno de los textos bíblicos que acabamos de proclamar, hay una frase que se repite de una u otra forma y que constituye el mensaje central que se nos quiere transmitir hoy: “No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas; Yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta?” (Is. 43, 16-21).
Este mensaje esperanzador para un pueblo exiliado en Babilonia, a quien se le recuerda la liberación de Egipto en otro tiempo, cuando quedó el tendal de perseguidores muertos en el desierto, mira también a lo que acontecerá con la venida del Salvador, cuya presencia significará un algo nuevo para cada uno, si realmente nos unimos y comprometemos con Él, tomándolo como modelo de vida.
En realidad, desde antiguo, Dios piensa y salva al pueblo elegido de sus males, por eso debe dejar atrás lo pasado, mirar hacia delante, no sólo la salvación terrenal de volver a su tierra, sino la salvación definitiva que vendrá con Jesús, o sea, la exhortación mira al futuro de los tiempos cuando lo realmente nuevo acontezca con Él.
Como siempre, los profetas miran la realidad de ese momento, pero apuntan hacia el futuro, porque toda la Sagrada Escritura en definitiva, se dirige a Jesús al hijo de Dios vivo.
En la segunda lectura (Fil. 3, 8-14) nos encontramos con el apóstol San Pablo escribiendo a los Filipenses, el cual abre su corazón y expresa lo que siente, es consciente de que fue un gran pecador, perseguidor de los cristianos y, que fue salvado por la misericordia del Señor que lo eligió como  apóstol para evangelizar a los paganos.
La experiencia del encuentro con Jesús quedó tan impresa en el corazón de Pablo que llega a decir que todo es estiércol comparado con el conocimiento de Cristo. De hecho la traducción que hemos escuchado dice todo lo veo como desventaja, pero en realidad en el texto original en griego habla de estiércol, mucho más que desventaja, mucho más que basura, como se traduce también.
De manera que es tan grande el cambio en su vida, que realmente está copado, como decimos hoy en día, por la figura de Cristo, enamorado del Salvador, deseoso de transmitir su enseñanza por lo que dice justamente  yo no alcancé todavía la meta, pero dejando atrás lo que he vivido, -otra vez dejar atrás el pasado- corro hacia delante para que a través del Misterio de Cristo muerto y resucitado, pueda encontrarse cada vez más  unido al Señor y en su nombre llevar la palabra de salvación a todos.
En el texto del Evangelio (Jn. 8, 1-11) Jesús vuelve también a dejarnos esta idea central de la liturgia de este domingo,  dejar atrás el pasado mirar hacia delante porque Él  está por hacer algo nuevo, lo cual  requiere que cada uno  le responda, ya que por sí solo no puede hacer nada nuevo si no hay una respuesta del hombre que reciba y acepte lo que se le está transmitiendo.
Veamos en el entorno de los hechos cómo los escribas y fariseos están al acecho del Señor tratando de ponerlo a prueba, por lo que  le presentan a una mujer sorprendida en adulterio.
Plantean que Moisés  había legislado que estas mujeres fueran apedreadas, por lo que esperan la respuesta de Jesús para acusarlo.
¿El Salvador será capaz de ir contra la ley de Moisés?  Interesante destacar que Jesús cuando comienzan así a acosarlo para que responda como ellos quieren, algo tan común en los textos del Evangelio,  contesta de una manera que nadie se lo espera, se trata de una respuesta que supera los obstáculos presentados.
O sea, presenta algo nuevo, algo totalmente distinto, inesperado.
El razonamiento del Señor consiste en que ustedes me traen a esa mujer y la acusan porque fue sorprendida en adulterio, pero  quiénes son ustedes para venir a señalar con el dedo a alguien porque ha pecado. O sea, ¿quién los autorizó a juzgar al prójimo?
Jesús, hábilmente les quita el papel de jueces a los acusadores y demás personas allí presentes, diciendo que aquel que esté sin pecado  tire la primera piedra.
Y la respuesta no se hizo esperar, ya que empezando por los más viejos, -que tuvieron más años para pecar- todos  se retiraron.
,,Al escribir en el suelo, hay quienes interpretan que Jesús expone los diversos pecados cometidos por los presentes,  como pereza, lujuria, idolatría, robo, calumnia etcétera
Y esa gente que estaba acostumbrada a mirar al otro como pecador, siempre señalando con el dedo al otro que ha pecado, sin mirarse a sí mismo, con la frase de Jesús ha quedado descolocada, descubierta.
Ante esto, Jesús le dice la mujer ¿alguien te ha condenado? No Señor, será la respuesta, Yo tampoco te condeno dice Jesús,  “vete y no peques más”.
O sea, no la condena, pero no le dice que siga la vida que estaba llevando, sino que tiene que convertirse, dejar atrás las cosas pasadas, para comenzar algo nuevo.
Jesús quiere hacer algo nuevo en el corazón de esta mujer y en cada uno de nosotros, nos está diciendo dejemos atrás las cosas pasadas, miremos hacia adelante,  contemplemos y asumamos la muerte de Cristo  para resucitar también con Él a una vida nueva.
Precisamente en la Pascua se nos dirá que hemos sido constituidos nuevas criaturas y por lo tanto nuestra mirada tiene que estar puesta en las cosas del cielo, para que de esa contemplación podamos mirar las cosas de la tierra de una manera nueva distinta, dándole a cada cosa la importancia poca o mucha que pueda tener, suplicar la gracia de lo Alto  para ser moldeados siempre por el Señor.

Padre Ricardo B. Mazza. Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario y convento san Pablo primer ermitaño, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el 5to domingo de Cuaresma. Ciclo “C”. 03 de abril de 2022. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com

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