2 de enero de 2024

María se vuelve contemplativa de las maravillas de Dios, presentes en esa cuna, en ese pesebre.

 


Comienza el año civil con la solemnidad de Santa María Madre de Dios,  de modo que la misma Iglesia ruega a la madre de Jesús y nuestra, que comience a caminar ya desde el primer día con nosotros y podamos estar confiados a su maternal protección.
¡Qué hermoso poder comenzar el año de la mano de María, de la Virgen Santísima, ya que  nos asegura una protección especial y el que se vayan cumpliendo también nuestros buenos deseos! Precisamente la primera lectura de la misa  está tomada del libro de los números (Núm.. 6, 22-27) donde se destaca una fórmula de bendición que el rey o los sacerdotes impartían a todos los israelitas en las fiestas principales, pero sobre todo al comienzo del año.
Justamente hemos de pedir que Dios nos bendiga,  muestre su rostro, especialmente a través de su Hijo hecho hombre, Jesucristo, que es el rostro del Padre, que viene al encuentro del hombre.
Esta bendición que se impartía a los israelitas y que la suplicamos para nosotros, desea el don de la paz que el mundo no puede dar, ya que solamente Dios puede pacificar los corazones del hombre,  paz que al decir de san Agustín, es la tranquilidad en el orden,  gracia que solamente Dios puede otorgar y que siempre hemos de pedirla para que  podamos permanentemente dar culto  a Dios y también poder servir a nuestros hermanos.
La liturgia presenta además el texto de san Pablo que escribe a los gálatas (4, 4-7) recordando que "cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la ley, para redimir a  los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos".
Se deja bien en claro que el Hijo de Dios se hace presente entre los hombres naciendo de una mujer que es María Santísima, la que al decir "soy la servidora del Señor que se haga en mi según su palabra", consintió en que el Hijo de Dios se hiciera carne en su seno, y así, ella trae al mundo a Jesús, que se hace presente en la historia humana, para mostrarnos el camino que conduce al Padre, de modo  que al misterio trinitario lo vamos conociendo precisamente por medio de esta manifestación que trae Jesús. 
Estamos llamados a ser hijos del mismo Padre, por eso a través de Jesús, como destaca el texto, podemos llamarlo "Abbà", es decir, Padre,  por lo que somos sus hijos, adoptivos, pero hijos al fin.
Como hijos adoptivos, en definitiva, estamos llamados a vivir algún día junto al Padre,  al Hijo y al Espíritu Santo.
El texto del evangelio (Lc. 2, 16-21) narra el episodio en el que los pastores van a visitar al niño, y permite que imaginemos la escena.
Contemplamos a José, María y al niño recostado y, los pastores con su sencillez están allí contemplando este misterio de la sagrada familia allí presente y, comienzan a contar lo que se decía de ese niño, lo que los ángeles manifestaron comunicando que había nacido el mesías esperado, aquel que viene a salvar al pueblo y  hacernos partícipes de la naturaleza divina.
Y todo esto lo recibe María Santísima, que como madre lo guarda todo en su corazón, lo que veía, lo que escuchaba, lo que contemplaba, lo que ella sentía ante la presencia de Jesús.
María se vuelve contemplativa de las maravillas de Dios presentes en esa cuna, en ese pesebre y, los pastores después vuelven nuevamente a seguir cuidando sus ovejas, pero llenos de gozo, porque han contemplado al Salvador.
Nosotros también estamos invitados a ir presurosos y contemplar a María, José y al niño acostado en el pesebre, guardando en nuestro corazón como María, lo que contemplamos.
Guardemos entonces, lo que el Señor mostrará en nuestro corazón,  mente y vida, para que cada uno tenga una experiencia distinta de lo que es la presencia del Señor entre nosotros.
Justamente la presencia de la sagrada familia nos ayuda a tener la certeza de que ella nos acompañará siempre a lo largo de este año que comenzamos.
Hermanos: pidamos la gracia de la fidelidad a Dios, para tener una actitud de servicio a Él, y a nuestros hermanos.
Cada año que pasa ha de significar un año en el que crecemos un poco más en el camino de santidad y en el que nos asemejamos  más a Jesús, modelo para nuestra vida.

 

Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe, Argentina. Homilía en la solemnidad de Santa Marìa Madre de Dios. 01 de enero   de 2024

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