26 de abril de 2008

Yo Soy el camino, la Verdad y la Vida.

“Él es el Camino que nos conduce sin el peligro de perdernos, es la Vida que eleva a la persona y es la Verdad que sacia la inteligencia”.

1.-La vuelta al Padre

Seguramente nos preguntamos ¿por qué insiste tanto Jesús en que El vuelve al Padre?

Repite esto en la última Cena, antes de su Pasión, muerte y resurrección, con la intención de ir preparando el corazón de los apóstoles. Sabe que se sentirán acobardados en medio de las persecuciones. Por eso quiere dejarles la certeza que lo anunciado y prometido se cumplirá en el momento en que Dios disponga.

De allí que diga repetidamente: “me voy al Padre”. Anuncia así que como Hijo de Dios vuelve al Padre y nos deja el camino libre para nuestro propio retorno al Creador.

Y así nos va descubriendo el fin último del hombre que está justamente en el encuentro definitivo con el Padre.

Así como el Hijo de Dios sale del Padre y vuelve al Padre, así también cada uno de nosotros originados por la mano creadora de Dios estamos llamados a volver junto al Padre.

De allí que Jesús diga que va a prepararnos un lugar, disponiendo todo para que podamos encontrarnos con el Padre.

Y cuando esté todo preparado volverá a buscarnos, nos asegura.

Nos alienta para que bautizados en el espíritu, obremos para encontrarnos con el Creador al fin de nuestra vida.


2.-Yo soy el Camino

Pero para ese retorno al Padre es necesario recorrer el camino de la vida temporal, y por eso Jesús nos dice: “Yo soy el camino”.

No es un camino más. El hombre que busca la verdad y la vida no ha de decir elijo cualquier camino sino que solamente hay un camino, el camino que nos muestra Cristo, que es Cristo.

Esto hay que recordarlo cuando como seres humanos tenemos la tendencia de buscar otros caminos, de tomar atajos en la vida, pensando que por esos caminos secundarios se puede llegar a la meta que es el encuentro con el Padre.

Y Jesús dice: ¡no!, vuelvan otra vez al camino, el camino soy yo. ¡Tomando otros rumbos, otros criterios, o diversas concepciones de la vida no llegarán a la meta.

“Yo soy el Camino”, ese camino que lleva al Padre, en el que está la vida.

El Señor está junto a nosotros caminando en la vida, lo recordábamos el tercer domingo Pascua en su encuentro con los discípulos de Emaús.

Jesús camina delante de nosotros, decíamos el domingo pasado al reflexionar sobre Jesús como Buen Pastor.

Hoy Cristo nos hace descubrir que no solamente está junto o delante de nosotros sino que El mismo es el Camino.


3.-Yo soy la Vida

Pero Cristo es también la vida. Esa vida que recibimos en el transcurso del caminar hacia el Padre.

El Señor nos regala los sacramentos para sostenernos y fortificarnos en el caminar por este mundo.

Y así cuando pareciera que la sombra de la muerte nos acecha a través del pecado, Jesús nos ofrece el sacramento de la reconciliación.

Cuando caminando en Cristo, desfallecemos ante las dificultades y las persecuciones del mundo, el Señor nos dirá aliméntese “yo soy el pan vivo bajado del cielo”.

Probados diariamente y sintiendo insoportables los problemas cotidianos, el Señor nos dice: “yo los aliviaré de estas cargas “, vengan a mí.

Porque Él es el camino que nos conduce sin el peligro de perdernos, es la vida que eleva a la persona y es la verdad que sacia la inteligencia.

Y hacia esa vida que ofrece, se orienta también la voluntad que busca siempre el bien, es decir el bien que se identifica con este fin último que es el encuentro con el Padre.


4.-Yo soy la verdad

El ser humano creado inteligente y con voluntad libre por ser creatura hecha a imagen y semejanza de Dios, busca ansiosamente la verdad.

Y la inteligencia solamente se sacia en el encuentro con la verdad, con la Verdad que se identifica con el mismo Señor.

Jesús nos dice: no se dejen atrapar por la mentira del mundo que sostiene que la verdad está en todas partes, que todos tienen razón.

Nos advierte que no caigamos en el relativismo de la verdad, donde pareciera que todo es válido y verdadero, cuando al mismo tiempo estas aparentes verdades se contradicen a si mismas.

Yo soy la verdad dice el Señor, vengan a mi y su inteligencia quedará saciada.


5.-Conocer a Jesús.

Por eso Jesús nos dice - ya que nos puede pasar lo mismo que a ellos-: “hace tanto tiempo que estoy con ustedes y todavía no me conocen”.

Recordar entonces que El es Camino, Verdad y Vida.

De allí que pareciera hacernos caer en la cuenta que no podemos decir que no lo conocemos.

Solamente puede decir que no conoce a Cristo aquel que ha esperado de Cristo otra cosa, como los discípulos de Emaús que afirman “nosotros esperábamos de Jesús otra cosa”.

Pero si uno sabe que es el Hijo de Dios hecho hombre que viene a Salvarnos, estamos al tanto que no puede traernos más que todo aquello que nos conduce al Padre.

El caminar en Cristo y buscarlo como Verdad suma, permite crecer en el permanente conocimiento de su persona.

Por eso es importante retomar en nuestra vida lo que somos por el sacramento del bautismo. Conocer nuestra identidad de hijos para sentirnos llamados por el único Padre.


6.-Piedras vivas somos

Justamente el apóstol San Pedro no dice en la segunda lectura que acabamos de proclamar que somos piedras vivas.

Y utiliza esta imagen para señalarnos que como piedras vivas constituimos el edificio vivo que es la Iglesia.

Así como la construcción material está hecha del encaje perfecto de los ladrillos y se va levantando el edificio en orden bello y en un equilibrio armonioso, el Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia Cuerpo de Cristo, se va construyendo a través de las piedras vivas que es cada uno de nosotros. Y cada uno si bien no es imprescindible es necesario, justamente para conformar ese único cuerpo que es el Cuerpo del Señor.

Y el fundamento y la base es Cristo como piedra angular, rechazada por los incrédulos.

Pero “ustedes -dice Pedro- que han creído” están llamados a constituir esta nueva edificación en el espíritu.

Y nos dice más el apóstol Pedro, “son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo rescatado de la miseria del pecado, para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz”.


7.-Enviados por El a comunicarlo.

En todo este tiempo de Pascua los textos bíblicos nos exponen que Cristo resucitado nos interpela y nos envía al mundo para anunciar las maravillas del Señor.

Cuando cada uno está convencido de los portentos que el Señor ha obrado por su muerte y resurrección, los llevaremos con gozo a los demás.

Se hará presente en la sociedad de hoy para decir “Cristo ha muerto y ha resucitado”. Por lo tanto no está todo perdido, todo acabado, sin solución. Es necesario volver a Cristo resucitado de entre los muertos que nos trae la salvación y nos envía a anunciar sus prodigios, las maravillas que ha hecho en nosotros.

¡Qué bien haríamos -por ejemplo- con comunicar a los que están cerca de nosotros lo que Dios hace en nuestro corazón!

Yo les digo a los feligreses cuando piden un consejo en orden a atraer a su familia al encuentro con Jesús, que transmitan la alegría de vivir como cristianos, como bautizados, que comuniquen lo que el Señor hace en el corazón de ustedes.

Digan que Jesús los va cambiando, transformando, que el sacramento de la confesión ha dejado en paz el corazón, que la eucaristía les ha dado fuerza para seguir adelante, para seguir trabajando en el camino de la vida cristiana hasta el retorno al Padre.

Que ese cambio que se opera en cada uno sea visible, eso es lo que le interesa a la gente y conmueve a los demás, ¡la propia experiencia manifestada!

Porque podemos decir a otros “vayan a misa “o “hagan esto o lo otro”, pero si advierten que los frutos del encuentro con el Señor no se prolonga durante la semana, el testimonio queda en saco roto, no impresiona a nadie.


8.-Buscar la voluntad de Dios en la cotidianeidad de la vida

Es necesario transmitir lo que el Señor realiza en nuestro corazón, sintiéndonos piedras vivas que buscan Su voluntad, como nos enseña la primera lectura de hoy tomada de los Hechos de los Apóstoles.

Ante un problema detectado en la Iglesia naciente -no hay quien atienda a las viudas en sus necesidades-, los apóstoles delegan a los fieles el que elijan de entre la comunidad a siete varones íntegros, de buena fama. Imponiéndoles las manos, se convierten en los primeros diáconos con que se beneficia la Iglesia en la tarea y servicio caritativo, mientras los apóstoles se dedican a predicar el evangelio.

Y así en comunidad ya que son piedras vivas, con la luz del Espíritu Santo establecen lo que Cristo no prescribió y dejó en manos de la Iglesia.

Por eso la necesidad de rescatar esta triple realidad de que El es el camino, la verdad y la vida.

Frente a tantos extravíos Él se manifiesta como Camino, ante la vigencia de la mentira en todos los ámbitos sociales Él nos recuerda que es la Verdad, abrumados bajo la nefasta cultura de la muerte, Cristo señala: “yo soy la Vida”.

Reflexiones en la liturgia dominical del quinto domingo de Pascua (ciclo A). Hechos 6, 1-7; 1 Pedro 2,4-9; y Juan 14,1-12.-


Padre Ricardo B. Mazza, Director del CEPS “Santo Tomás Moro” y del Grupo Pro-Vida “Juan Pablo II”.

Santa Fe de la Vera Cruz, 20 de Abril de 2008.

ribamazza@gmail.com, http://ricardomazza.blogspot.com;

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