18 de junio de 2009

Los signos eucarísticos nos dan al Señor en su “sacrificio Salvador”


El domingo pasado celebrábamos la solemnidad de la Santísima Trinidad, misterio de fe central en nuestra fe católica por el que creemos en un único Dios en tres personas distintas.

Hoy la Iglesia invita a contemplar otro misterio de capital importancia cual es el del Corpus Christi.
Como creyentes damos nuestro asentimiento a la verdad que en las especies de pan y vino convertidas por la transubstanciación, está presente realmente Jesús, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad.
Con este modo de presencia del Señor entre nosotros, Él mismo está cumpliendo lo que nos ha dicho el domingo pasado: “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28,16-20).
Se trata de una muestra más de las tantas que existen, de la infinita bondad de Dios para con el hombre.
No solamente Dios ha querido entrar en nuestra historia con el misterio de la Encarnación, asumiendo nuestra humanidad, para redimirnos y permitirnos volver al Padre, sino que al mismo tiempo reconociendo nuestra condición de caminantes en este mundo quiere nutrir y fortificar nuestra vida de todos los días, con su propia vida, con su propia presencia, no sólo en la Iglesia, o cuando dos o tres están reunidos en su nombre, sino también en el corazón de cada uno.
Y así estamos convocados a celebrar el memorial de la Pasión como lo recordábamos en la primera oración de esta liturgia.
Reunidos como cada domingo, rememoramos lo que aconteció en la última Cena y en todo el misterio de la Pasión, Muerte y resurrección del Señor.
Incluso más allá de una simple memoria de todo esto, lo que hacemos es actualizar lo que sucedió en el pasado aunque de un modo incruento, es decir, sin derramamiento de sangre como en el calvario.
En cada misa hacemos memoria actualizando los misterios de nuestra salvación.
Pero Jesús además de hacerse presente en el altar del sacrificio, quiere entrar en nuestra misma interioridad, en lo más íntimo del corazón.
San Agustín al respecto recordaba que los alimentos recibidos por el cuerpo humano son asimilados por éste, en cambio con la Eucaristía sucede algo diferente ya que no lo incorporamos a Cristo sino que nos asimilamos a Él mismo entrando a formar parte del mismo Cristo.
De hecho cada uno de nosotros forma parte de la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, siendo Él la Cabeza de ese Cuerpo.
Cada vez que comulgamos al Señor, recibimos al mismo Jesús de la Pascua que viene personalmente y quiere nos unamos a su Persona, para que así juntos podamos dar culto agradable al Padre buscando siempre su voluntad, prolongándolo en cada gesto bueno que realicemos.
Por eso pedíamos hoy que la vivencia de la Eucaristía nos fuera preparando para la unión plena con Dios en la Vida eterna.
Si es una gracia, un regalo, el que Cristo se haga presente entre nosotros en cada Eucaristía, también es un don el que vayamos entendiendo y comprendiendo lo que la presencia del Señor significa para nuestra vida.
No solamente comulgar sino también desear vivamente ser una sola cosa con Él en la vida cotidiana.
Por eso muchos santos decían que bastaba sólo una comunión para hacernos santos, totalmente asimilados a Jesús.
Y si eso no ocurre al sentirnos débiles, frágiles, o percibimos que no nos cambia en nada la comunión, es porque falta esa respuesta firme de la libertad del hombre que se entregue al Hijo de Dios Vivo que quiere hacer de nosotros nuevas creaturas y renovarnos interiormente.
De allí la importancia de la preparación misma para recibir al Señor, estando dispuestos a luchar y trabajar para alejarnos del pecado y de toda adhesión a aquello que se opone al infinito amor de Dios manifestado a través de Jesús en este sacramento admirable.
Cristo aparece, como lo recuerda la carta a los Hebreos (9,11-15) como el mediador entre Dios y los hombres.
El mediador tiene siempre como suyo, algo de los dos extremos entre los que media, para poder unirlos.
Y así, Cristo que es Dios, ante el Padre implora por nosotros.
Como hombre, cercano a nosotros, entiende y comprende nuestras debilidades asumidas por Él –menos el pecado- en el misterio de la Cruz. Y gracias a esta proximidad mueve nuestros corazones para que vayamos al encuentro de ese Dios que nos espera desde toda la eternidad y quiere brindarse a nosotros como lo hace desde la creación y lo sigue realizando desde este misterio de la presencia de su Hijo en nuestros corazones.
Queridos hermanos, la Eucaristía, por lo tanto, como sacramento de fe hace presente al Señor, pero nos hace presentes también a nosotros ante Dios y nos interpela en orden a nuestra relación con el prójimo, con el otro, ya que es el sacramento del amor.
Hoy providencialmente en nuestra Patria se realiza la colecta de Caritas, que significa caridad, por la que disponemos del dinero que en definitiva nos ha permitido conseguir el Señor, para ofrendarlo al bien de los más necesitados.
Pero, ¿qué nos pide además hoy la Iglesia? Nos convoca a orientar lo mejor de nosotros mismos para dedicarlo al servicio de los demás.
La caridad permite la apertura del corazón ante el hermano hoy excluido.
Exclusión económica, social, afectiva, por razón de raza o color o religión.
La sociedad de hoy aparece como una gran excluyente de grandes grupos humanos que no alcanzan a satisfacer sus necesidades mínimas para vivir dignamente, sin posibilidades de desarrollarse como personas.
El corazón del cristiano movido por el amor de Cristo que nos nutre, ha de apuntar a renovarse para formar una sociedad nueva en la que todos juntos luchemos por una Nación nueva.
Nuestra consigna y factor motivador para el testimonio cristiano cotidiano ha de tener presente que en la tierra del pan no ha de faltar ni sobrar a persona alguna, aquellos bienes que nos permiten vivir como hijos de Dios en la comunión que brota de la afinidad con Cristo.
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Padre Ricardo B. Mazza. Cura Párroco de la Pquia “San Juan Bautista” de Santa Fe de la Vera Cruz. Reflexiones en torno a la liturgia del Corpus Christi, 14 de Junio de 2009.
ribamazza@gmail.com.-http://ricardomazza.blogspot.com.- www.nuevoencuentro.com/tomasmoro.-