9 de junio de 2010

“El Corpus Christi, misterio de amor entregado y compartido”


El domingo pasado al tratar de comprender el misterio de la Santísima Trinidad, recordaba que el Hijo de Dios se hizo hombre en el seno de María Santísima, para ingresar a nuestra historia humana. Hoy en la fiesta del Corpus, la Iglesia quiere centrar nuestra atención sobre esta permanencia de Jesús entre nosotros, aunque Él en cuanto Hijo, habita con el Padre. Es el Emmanuel –Dios con nosotros- que hemos celebrado en la Navidad. El mismo Jesús que en su vida pública compartió con el hombre, y que en su muerte y resurrección nos tuvo presentes, sigue estando entre nosotros. Y lo hace a través de este sacramento admirable, el de la Eucaristía.
“Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo para que quien crea en Él, tenga vida eterna” nos recuerda el mismo Jesús (Juan 3, 16).
Y el Hijo amado del Padre permanece en este sacramento para acompañarnos hasta el fin de los tiempos.
Bajo las especies eucarísticas de pan y vino, a través del misterio de la transubstanciación en la misa, se queda con nosotros a lo largo de nuestra vida temporal, para nutrirnos con su presencia, para ser nuestro alimento permanente, para ir fortaleciéndonos en medio de las dificultades de la vida. De este modo, nutridos por Él mismo, podemos caminar en este mundo ansiando la plenitud del encuentro con Dios, en la que creemos.
La presencia viva de Jesús en la que creemos, implica adelantar en el tiempo por el sacramento, la unión divina prometida para la vida eterna.
Cristo se nos presenta además en la liturgia de este domingo como el sacerdote del Señor, aquél que viene a hacer de puente entre el Padre y cada uno de nosotros.
Sacerdocio de Cristo que fue anticipado en el Antiguo Testamento tal como lo acabamos de escuchar en el libro del Génesis (Gen. 14, 18-20) cuando este sacerdote Melquisedec del cual la biblia no refiere a su origen, ni a su fin, ni a su genealogía, aparece sorpresivamente en la vida de Abraham.
Ofreciendo a Dios un sacrificio de acción de gracias, de pan y vino, se constituye así en un anticipo del sacerdocio de Cristo.
La carencia de referencias sobre Melquisedec establece un precedente de quien vive con el Padre un presente eterno, el Hijo, hecho carne para ejercer entre nosotros su sacerdocio eterno.
Cristo Jesús como sacerdote, no sólo hace de mediador entre nosotros y el Padre, prolongándose en el tiempo a través del ministerio del orden sagrado, sino que se ofrece Él mismo perpetuamente como sacrificio de alabanza al que lo envió y, como alimento para quienes lo recibieron. De allí que permanezca con nosotros por este sacramento, el del amor divino.
El apóstol Pablo (1 Cor. 11, 23-26) nos transmite lo que a su vez él había recibido, cómo Jesús en la última Cena nos deja su Cuerpo, su Sangre, su Vida, todo lo suyo, para que nosotros pudiéramos seguir uniéndonos a Él.
Pero, al mismo tiempo deja a los discípulos la misión: “Hagan esto en memoria mía”. Es decir a través de la historia repitan este gesto –está indicando- para que nunca falte el alimento para el alma, este alimento que da la Vida eterna, y que Jesús anticipa en su vida en diversos momentos, con ocasión de la multiplicación de los panes y de los peces.
El texto de hoy (Lc. 9,11b-17), nos habla precisamente de una de estas manifestaciones sígnicas por las que el Señor se nos entrega generosamente.
En efecto, comprobada la fragilidad de la naturaleza humana y la limitación de la consecuente acción, en el “no tenemos pan para dar de comer a todos”, Jesús actúa. Y los cinco panes y dos pescados –manifestación de la pequeñez humana- son multiplicados por Él.
El Señor lo que pide siempre es que le entreguemos algo de nosotros mismos, lo que podamos, pero con generosidad, y Él hará que esto tenga un efecto multiplicador y pueda llegar a todos.
Por eso, el mismo Cristo nos sigue diciendo “denles de comer ustedes”.
O sea, poner de nuestra parte lo mejor, lo máximo, para que Él haga multiplicar los dones que ofrecemos y entregamos, tanto del orden material como del espiritual.
En referencia a esto, hoy por la mañana, les decía a los papás que recibieron el libro de la Palabra de Dios para entregarlo a sus hijos que comenzaron la catequesis este año, que también para ellos viene la invitación del Señor “denles de comer ustedes”.
Y esto porque son los padres quienes han de dar de comer a sus hijos el pan espiritual de la transmisión de la fe recibida. Lo poco que realicen los papás en este sentido, será multiplicado por la acción del Espíritu que fructificará generosamente en el corazón de los niños.
Nos dice el texto del evangelio proclamado, que Cristo, al darse a los hombres, a través de los panes y de los peces, produjo que quedaran todos satisfechos.
Esta gente estaba hambrienta, no tenían lugar donde reposar su cabeza, venían de lejos, estaban escuchando al Señor con alegría, pero necesitados de plenitud, aunque quizás no lo supieran.
Tenían esa hambre y sed de Dios que sólo Él puede satisfacer plenamente.
De allí la necesidad de buscarlo a Jesús. La gran trampa que se hace hoy el ser humano es querer cubrir la sed y hambre de lo infinito a través de las cosas, de lo material, de los éxitos de cada día, de lo mundano.
Y la experiencia nos enseña que lo material y perecedero nos deja tan vacíos como antes.
Corremos todos los días tras las cosas para sentirnos más felices y más plenos y, sin embargo nunca alcanzamos la meta porque el único que satisface plenamente el corazón del hombre es el mismo Cristo. Por eso les da de comer, nos da de comer, hasta saciarnos.
Queridos hermanos, la invitación que nos hace hoy Jesús, consiste en que nos esforcemos para poder recibirlo a Él.
Como el hombre es capaz de muchos sacrificios para obtener el alimento que perece, trabajemos también nosotros por alcanzar una vida de interioridad profunda recibiéndolo a Jesús, alimentándonos con Él, para nutrir nuestra existencia en medio de las vicisitudes de cada día.


Padre Ricardo B. Mazza. Cura Párroco de la Parroquia “San Juan Bautista” en Santa Fe de la Vera Cruz, Argentina. Homilía en la misa vespertina del Corpus Christi, ciclo “C”. 06 de junio de 2010. ribamazza@gmail.com; http://grupouniversitariosanignaciodeloyola.blogspot.com; http://ricardomazza.blogspot.com; www.nuevoencuentro.com.ar/provida.-

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