13 de febrero de 2015

“Ante la “buena nueva del revés”, anticristiana y mentirosa, proclamemos sin temor como Iglesia, la “Buena Noticia” de Cristo”.

El texto del evangelio (Mc. 1, 29-39) afirma que Jesús dice a Simón “vayamos a otra parte a  predicar también en las poblaciones vecinas predicando en las sinagogas de ellos y expulsando demonios”. San Pablo destaca su vocación de llevar a los demás el evangelio afirmando “¡Ay de mí si no predicara el evangelio!” (I Cor. 9,16-19.22-23), señalando además que no lo hace por iniciativa propia, sino que ha sido enviado después de su conversión a Cristo. 
Este encuentro con Jesús, por otra parte, lo ha hecho libre, y con esa libertad va al encuentro de la gente de su tiempo llevándoles la Buena Noticia. 
En la primera lectura tomada del libro de Job (7, 1-4.6-7), nos encontramos con este personaje que ha perdido a sus hijos y sus bienes, sin que entendiera esto ya que estaba imbuido de la doctrina de la retribución que sostenía el bienestar para los buenos, y la desdicha para los malvados, cuando la realidad de todos los días manifestaba todo lo contrario, ya que el justo y honesto sufre persecución e injusticias, mientras que el hacedor del mal prospera alcanzando una permanente felicidad terrena. 
Sin entender lo que ha de sufrir, soporta a quienes tratan de consolarlo sin resultado alguno, hasta que se encuentra con su Dios y exclama “Dios me lo dio, Dios me lo quitó, bendito sea Dios”, sin que se resuelva la pregunta sobre el origen del mal que carga sobre sí el justo y servidor del Creador.
La respuesta se encontrará recién en la persona de Jesús, ya que como cantábamos recién en la antífona interleccional “Cristo tomó nuestras debilidades  y cargó sobre sí nuestras enfermedades” (Mt. 8,17).
Es decir, el Hijo de Dios se hace igual en todo al hombre menos en el pecado y, cargando con las debilidades y pecados de la humanidad en el árbol de la Cruz, nos redime de esos males, dándole sentido nuevo a lo que para el hombre es causa de tristeza e impotencia desde el pecado de origen.
El domingo pasado encontrábamos a Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm liberando a un endemoniado, y en el texto de hoy se afirma que curó a muchos endemoniados, liberándolos del maligno, como así también a numerosos enfermos, rescatándolos del mal inherente a nuestro cuerpo que como materia que es, está sujeto a la enfermedad. 
Vemos al Señor cercano al hombre doliente, sacándolo de sus males o dándole  sentido redentor  a la aceptación de aquello que nos purifica, al unirnos de esa manera al misterio de la Cruz.
Curando a la suegra de Pedro, tomándola de la mano y levantándola, Cristo está dejando un mensaje a los que vivimos de la fe, que Él viene a levantarnos de toda postración humana. 
La suegra de Pedro comenzó a servirlos, significando que liberado de la postración interior, el cristiano sirve a Dios y a sus hermanos, desarrollando así su vocación de evangelizar, como dice san Pablo, o a predicar según el texto del evangelio.
Evangelizar significa llevar al mundo, a los hombres y mujeres de cada época histórica la Buena Noticia, el Evangelio de la gracia salvadora del hombre, sin cambiar el mensaje conforme a la mentalidad de cada tiempo, sino produciendo la inculturación del evangelio, es decir, que en la cultura de cada pueblo o Nación, respetando lo que haya de noble y bueno, ha de proclamarse la Verdad de la Buena Noticia que proviene del Salvador, siendo ésta una verdadera levadura que fermenta lo que encuentra.
La Buena Noticia,  como el grano de mostaza, que crece silenciosa pero firmemente, posee un poder -que proviene del mismo Creador-, de fructificar y de transformar la sociedad y el hombre, logrando así la verdadera liberación de todo mal que acecha y carcome la realidad humana.
Sucede a veces que como cristianos estamos tan imbuidos por las costumbres y pensamientos de cada época, que creemos erróneamente que la Iglesia y su mensaje tienen que adaptarse a lo que la sociedad vive, y canonizar esto como “verdad única”, cayendo en el absolutismo del “pensamiento único” que tanto fustiga el Papa Francisco.
Tanto Jesucristo como san Pablo, se encontraron en su tiempo con un mundo no muy diferente al nuestro, en el que primaban ideas y formas de vida que impedían dignificar al mismo ser humano, encerrado también por el “pensamiento único” de culturas determinadas, y no temieron hablar proclamando la verdad que corresponde al estado del hombre como creatura de Dios, llamado a la dignidad de hijo adoptivo suyo.
Y así, mientras los que detentaban el poder, como en nuestros días, sólo buscaban servirse del mismo para dominar, esclavizar y explotar al ser humano, Cristo enseña la necesidad de ser servidor de todos, buscando elevar a la sociedad haciendo un buen uso del poder recibido.
En sus días, como igualmente acontece en la actualidad, Jesús y Pablo se encuentran con una sociedad en que la  “buena noticia del revés” proclamaba, entre otras cosas, la necesidad de enriquecerse sin límites, la vigencia del adulterio, el desprecio por la vida humana, la necesidad de la venganza.
Ante esta realidad, manifestaron sin temor alguno la Buena Noticia de la verdad, o sea, que no se puede servir a dos señores, es decir, a Dios y al dinero, que el matrimonio supone la fidelidad, que la muerte del inocente es homicidio, que la venganza debe ser vencida por el perdón.
La verdadera evangelización que realizaba Jesús y que debe continuar toda la Iglesia a lo largo de la historia humana, no consiste en “aguar” el evangelio para que la gente esté contenta, sino que con total libertad de espíritu, se ha  de manifestar la belleza que contiene el seguimiento de la persona de Cristo y de su enseñanza, liberando a todos de la esclavitud mental como de las costumbres.
En la sociedad en la que estamos insertos, los bautizados nos dejamos llevar no pocas veces por la “buena noticia del revés”, de la mentira que defiende la supuesta “bondad” de vivir en  pareja para “probar”, o instala como algo “normal” el desenfreno sexual, la pornografía y el amor libre. Ante esta “realidad”, como creyentes, no debemos bajar los brazos aceptando lo que se promueve, sino que hemos de evangelizar con propuestas conformes a la dignidad de hijos de Dios, aseverando que no es imposible alcanzar el “felices los limpios de corazón” ya que ello tendrá  como resultado final “porque verán a Dios”, recordando con san Pablo que “el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor” ya que “somos templos del Espíritu Santo”.
Ante la proliferación de tantos dioses de todo tipo  que desfilan ante nuestros ojos y que hacen exclamar que “toda creencia es verdadera” porque cada uno “tiene su verdad”, el creyente ha de dar testimonio de su fe verdadera, aunque ello signifique el ser rechazado por quienes ya prescinden de Dios en su vida.
Para realizar la evangelización verdadera, cada uno de nosotros ha de tener la disposición de recibir primero la persona y el mensaje de Cristo, y convertidos a la verdad, darla a conocer con entusiasmo y seguridad. 
Se hace necesario, por lo tanto,  desmalezar nuestro propio corazón, ya que no hemos escapado a la influencia de la “buena noticia del revés”, de la mentira que hace estragos en nuestra sociedad, mentalizados con la primacía del placer, del consumo, del hacer cada uno lo que le plazca, del buscar sólo los propios intereses, de evadir las responsabilidades, de suprimir, -entre otras vivencias-, incluso el culto divino mismo. Se hace necesario cada vez más que el cristiano entre en crisis, que se enfrente a los dos caminos que se le presentan cada día, y tomar partido por seguir el proyecto de vida de Jesús, o permanecer en la vida sin sentido a la que a la larga nos conduce  una visión del mundo y de la vida que ya ha abandonado a su Dios.
Queridos hermanos: con humildad dejémonos evangelizar por Jesús, recibámoslo con alegría, ya que Él es la fuente de la verdadera felicidad, suplicando su luz y gracia para ser fieles a nuestra vocación de creyentes.


Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el 5to domingo durante el año. Ciclo “B”. 08 de febrero de 2015. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com.


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